15 de junio de 2012

[Touch] Capítulo 07 - Engaño

 Lalala~
 La novela~
 En casa :3


Ciaossu~!!
Ehm... No tengo nada qué decir, salvo que se está poniendo calentito todo esto :O
Les comento a modo de spoiler que en este episodio hay bastante lemon y un WTF muuuuuuy grande xD
Espero les guste, hasta la próxima entrega ^^
Enjoy~ ♥

Título: Touch
Fandom: Johnnys.
Pairing: IkuTego [Ikuta Toma x Tegoshi Yuya], OkuMassu [Okura Tadayoshi x Masuda Takahisa] (pero nadie dice que no pueden haber más ;3)
Formato: Multi-chaptered.
Género: AU, romance, drama.
Rating: PG-13
Capítulos: 07 / ¿12?
Sinopsis: El final de las vacaciones de primavera coincide con el inicio de los preparativos para el festival deportivo. Al mismo tiempo, un torbellino se está desatando, llevándose consigo a Takahisa y Tadayoshi.

"Cuando una persona está enamorada en secreto, no puede saber con exactitud qué piensa la otra persona. Uno lo ve perfecto tal cual es.
Aunque haga cosas indebidas, una persona enamorada tiene justificación para todas y cada una de sus acciones.
De no conocer sus pensamientos, una persona enamorada puede ser fácilmente influenciada por un tercero, por cualquier tercero que conozca mejor que uno a ese amor no correspondido, a ese amor secreto.



Capítulo 07: Engaño

Al salir del edificio escolar con dirección a los dormitorios, lo vio dándole la bienvenida a los recién llegados de sus vacaciones. Suspiró. Esperaba que nadie le hubiera contado acerca de su llegada a Tokio apenas un día más tarde de su partida a su hogar, en la prefectura de Osaka. Acomodó su bolso sobre su hombro y caminó con la frente en alto hasta la puerta de los dormitorios.
- Tadayoshi – Lo llamó su voz, haciendo que volviera sus pasos.
- ¿Sí?
- Después tenemos que hablar – Le dijo el presidente del club de literatura, seriamente.
- Sí.
Keiichiro sonrió luego de que el morocho desapareciera de su vista. Se había enterado que estuvo en Tokio, pero no por eso iba a regañarlo por no haberse aparecido en las actividades del club, en vez de eso, iba a torturarlo en las competiciones del festival deportivo en los que debían ayudar a sus compañeros, ya que el club al que ambos permanecían tenía actividades casi nulas en mencionado festival.

Tadayoshi llegó a su habitación. Sobre la cama de su compañero de cuarto estaba su bolso, pero no la persona en sí. Suspiró y lanzó su bolso sobre su cama, dispuesto a sacar la ropa para acomodarla en su hogar durante los próximos seis meses. Se paralizó al sentir un agarre sobre su cintura y un sonoro beso sobre su cuello.
- Hola.
- Ryo…
- ¿No vas a saludarme como corresponde? - Sin mediar palabra, Tadayoshi se giró apenas para darle un suave beso sobre los labios, en cambio, Ryo, no satisfecho con eso, tomó su rostro con una mano y le dio un profundo beso -. Ahora sí.
- Ryo – Musitó, sintiendo cómo los labios de su compañero de curso hurgaban su cuello buscando encenderlo -. Alguien… puede entrar – Logró zafarse de él para volver sus manos a su bolso y así seguir sacando la ropa que estaba dentro del mismo.
- ¿Te importa eso?
- ¿Qué cosa?
- Que alguien se entere de lo nuestro.
Tadayoshi suspiró, dejó la ropa a un lado y lo miró. O estaba actuando, o realmente estaba dolido.
- Ryo…
- Te amo - Parpadeó, su oyente sólo fue capaz de hacer eso -. Tadayoshi, te amo - ¿Estaba siendo sincero o no? En ese momento no era capaz de pensar en eso.  Las palabras que Ryo le había dicho, sólo dejaron su mente en blanco. Al no recibir respuesta de su parte, Ryo agachó la cabeza, negando -. Lo siento – Musitó, antes de irse.
Salió del cuarto y volvió al suyo, ubicado al lado. Cerró la puerta a su paso y miró a Jin, quien estaba sentado en la cama. Su amigo negó con la cabeza, con una amplia sonrisa, siendo esta imitada por Ryo.

Las clases fueron suspendidas hasta las actividades de los clubes. En el club de literatura, Keiichiro les informaba acerca de las actividades dentro del festival deportivo.
- Como todos saben, por estas fechas se están haciendo los preparativos para el festival deportivo. Nosotros no podemos hacer mucho más que ayudar y participar. Ahora, Okura-kun les entregará una planilla a cada uno que traerán completa para mañana. En la misma tienen las distintas actividades que se llevarán a cabo y si van a participar en alguna de ellas o no - Keiichiro miró a Tadayoshi, quien tenía la mirada perdida en el suelo y no era para menos. Una parte suya no se encontraba en ese lugar, en aquella parte suya perdida, aún repicaban las palabras de Ryo -. Okura-kun – Lo llamó -. Okura-kun – Aumentó el volumen en su voz, pero al no recibir la más mínima respuesta, terminó acercándose a él y posando apenas su mano sobre su hombro, haciéndolo asustar -. ¿Estás bien? – Le preguntó, sonriendo por su reacción.
- Ah… Sí – Respondió el morocho, llevándose una mano a la frente, suspirando.
- ¿Puedes repartirles a los chicos las planillas?
- Sí…
Mientras el muchacho repartía las cosas, Keiichiro lo siguió con la mirada. En realidad, nada estaba bien, él no solía ser así. Aunque no fuera más que el presidente que el club y no coincidieran fuera del mismo, se preocupaba por él después de todo. De hecho, se preguntaba si había alguien a quien Tadayoshi considerara su amigo.
- ¿Estás bien? – Le preguntó Keiichiro, nuevamente, una vez los demás integrantes del club se habían ido.
- Sí, ¿por qué?
- Estabas algo… perdido el día de hoy… No sé cómo decirlo.
- Debe ser el viaje – Dijo rápidamente el muchacho -. No es de mi agrado viajar en aviones – Sonrió forzadamente -. Aunque sea media hora.
- Ya veo – No iba a conseguir nada así, definitivamente Tadayoshi no lo veía como su amigo – Tadayoshi – Lo llamó antes de que él saliera del salón -. Cuentas conmigo para lo que necesites.
- ¿A qué viene eso? – Preguntó el muchacho, nervioso.
- No lo sé, algo me dice que tenía que recordártelo – Dijo Keiichiro, borrando el pizarrón -. Hasta mañana. Que descanses.
Salió del salón y se quedó unos momentos mirando el suelo delante suyo. Sin saberlo, Keiichiro había dado en el clavo, pero al igual que Takahisa, no podía decirle nada, no sabía cómo iría a reaccionar.
Te amo.”
De nuevo aquellos dos vocablos inundando su mente, ahogándola, llevándose su raciocinio por completo. Corrió, sólo pensó en hacer eso y poder alejarse rápidamente de aquel lugar, como si ese acto hiciera que sus pensamientos también fueran borrados de algún modo.

Estaba acostumbrado a cenar solo. Hacía ya bastante tiempo que llevaba haciéndolo, hasta en su casa lo hizo cuando volvió en vacaciones. Hubiera deseado no haber ido, haberse quedado allí aún en esa época vacacional, haciendo absolutamente nada. Una serie de papeles enganchados cayendo frente a su bandeja hizo que volviera a tierra y mirara a la persona que los había lanzado.
- ¿Qué es eso? – Le preguntó, haciendo ruido mientras bebía caldo.
- Espero que participes – Dijo Kazuya, apoyando su mano sobre la mesa.
- Olvídalo – Dijo Jin, levantándose con la bandeja en sus manos.
- ¿También vas a abandonar esto? – Le dijo, resonando aquella pregunta en el lugar, puesto que sólo estaban ellos dos.
Jin detuvo sus pasos escasos segundos, para seguir camino a la cocina.
- No molestes.
- No te estoy diciendo que voy a alentarte, que estaré mirándote… Sólo hazlo por ti.
- ¿Y tú qué crees que quiero? ¿Acaso te crees mi niñera? – Le preguntó, girándose para mirarlo -. A propósito, con tus palabras, estás diciendo que estarás allí.
- Es obvio, ¿no? Después de todo, somos amigos.
- No te adjudiques términos que no son, Kame – Le pidió, siguiendo su camino.
- Tú también sientes lo mismo – Recibió el silencio como respuesta -. Sino… no me dirías Kame.
Tenía razón en parte, pero Jin sentía que su alma ya estaba lo suficientemente corrompida como para arrastrar a Kazuya con él al infierno. Ese chico era demasiado benévolo como para corromperlo. Siempre había tratado de hacerle cambiar de parecer respecto a sus malas acciones, pero no lo había logrado. Aunque su grupo de amigos no era el mejor de todos, si no los tenía a ellos, ¿con quienes estaría? Tarde o temprano, incluso Kazuya iría a abandonarlo. Ya dentro de la cocina, abrió la canilla y miró el bowl llenarse con aquel líquido.
- No estaría mal…

Estaba destrozado, lo único que había logrado Ryo al decirle eso había sido confundirlo. Abrió su teléfono celular. No miró la cantidad pero sí notó que tenía muchas llamadas perdidas y mensajes sin responder. Sin darse cuenta, había dejado el celular en silencio. Lo cerró. No quería responder, no quería tener que molestar a Shota otra vez con sus problemas. Se deslizó sobre la pared. El frío se estaba haciendo presente en aquella noche de un otoño naciente. Dejó que las lágrimas que desde más temprano amenazaban con salir de sus ojos, finalmente siguieran su rumbo. Cubrió sus ojos con ambas manos, sintiendo al poco tiempo que con ayuda del frío, sumado al sollozo, su garganta estaba empezando a dolerle.
- Con que aquí estabas.
Levantó la vista, sorprendiéndose al sentir el calor de un buzo cayendo encima suyo.
- Keiichiro…
- Me gustaría que confiaras un poco más en mí, Tadayoshi, pero por alguna razón, se ve que no vas a hacerlo – Se agachó a su lado, acariciando su espalda, mientras los rojos ojos de su oyente no le quitaban la vista de encima -. No voy a preguntarte qué te pasa, no creo que vayas a decírmelo, pero, al menos, ¿puedes aceptar mi hombro para apoyarte? Creo que es más cómodo a la hora de llorar.
Volviendo a romper en llanto, Tadayoshi apoyó su rostro sobre el hombro de Keiichiro, siendo abrazado por este. Necesitaba eso en esos momentos. De nuevo, Keiichiro había dado en el clavo.

Un nuevo día y lamentablemente, uno con clases. Sabía que la vuelta de las vacaciones hacía que los profesores se volvieran más sádicos respecto a sus tratos con el alumnado. El sonido de su celular recibiendo un mensaje hizo que lo sacara de su bolsillo.

De: (Número desconocido)
¡¡Buenos días, Masuda-kun!!

Frunció el ceño, no sabía quién le había mandado eso, pero al ver que su apellido estaba en aquel mensaje, respondió preguntando por el remitente. Después de todo, quizás fuera algún amigo suyo que había cambiado el número.

Para: (Número desconocido)
Muy buenos días (=⌒▽⌒=)No tengo tu número agendado, ¿quién eres?

Medio minuto pasó hasta recibir la respuesta.

De: (Número desconocido)
Tienes razón, lo siento mucho. Jajaja. Soy Yasuda Shota :) Le pedí a Tacchon que me pasara tu número el otro día. ¿Cómo estás?

Detuvo sus pasos al leer el nombre del remitente. Lanzó una inaudible carcajada, cerrando el celular y guardándolo en el bolsillo. ¿Acaso era una burla? ¿Que Tadayoshi le había pasado su número? ¿Con qué motivo? Eso había sido muy cruel de su parte. Bastante, de hecho.

Estaba dudando si entrar o no al salón. Había tratado de hacerlo varias veces, pero siempre fue  interrumpido por la entrada de los estudiantes de aquel salón. Finalmente, tomó aire y cruzó el umbral, siendo las miradas de todos los alumnos puestas en él.
Se acercó al tercer banco de la segunda fila, lanzando una planilla completa frente al ocupante del mismo, quien, junto a las personas que estaba charlando, lo miraron.
- ¿Y esto? – Preguntó Shingo, agarrando el papel para leerlo.
- Voy a participar en el festival deportivo – Respondió Jin, con su usual altanería.
- Bien – Dijo el muchacho, mirando la ficha y luego a Jin -. Bien, bien. Pero, eso no quiere decir que el D vaya a ganarnos. Nosotros los del C también tenemos muy buenos jugadores, ¿no, chicos? – Preguntó, mirando a sus compañeros, quienes asintieron al unísono. Jin sonrió.
- Eso lo veremos – Le dijo, sin perder la sonrisa, saliendo luego del salón, hallando con el cuerpo apoyado contra la ventana a su cruz -. Reitero mis palabras, no eres mi niñera, eres como mi sombra.
- Me gusta más ese término – Dijo Kazuya, siguiendo sus pasos -. Jin… Voy a estar ahí, alentándote.
- Lo sé, idiota – Le dijo, despeinando sus cabellos -. Ya me lo habías dicho indirectamente. ¿No tienes clases?
- Ah, cierto. Ya me voy – Dijo el muchacho, dirigiéndose corriendo hacia las escaleras, siendo visto por Jin. De alguna forma, Kazuya siempre era su salvación. Sonrió, cruzándose con otra persona que corría en sentido contrario al suyo -. Tegoshi…
Los pasos del muchacho se detuvieron abruptamente, dedicándole una reverencia antes de volver su carrera, entrando al mismo salón del cual él había salido, minutos antes. Había vislumbrado un papel familiar entre sus manos.
- Bueno, parece que hoy todos se pusieron de acuerdo en traerme las planillas de inscripción – Bromeó Shingo, leyendo la completada por Yuya.
- ¿Eh? ¿Por qué dice eso?
- Recién Akanishi me trajo su planilla. Él también va a participar en el festival.
Yuya no dijo nada, buscando a Toma con la mirada, quien se hincó de hombros como respuesta. Suspiró, dedicándole una sonrisa y saludándolo con la mano.

Se dispuso a almorzar solo, en aquel banco generalmente vacío camino al club de piano. Abrió su bento de mala gana, siendo interrumpido por una voz familiar.
- ¿Te molesta si te acompaño?
- Nishikido-san…
- Te seguí. Si te molesto…
- No, no. Está bien. Siéntese  - Le dijo, corriendo su bento y apoyándolo sobre su regazo.
- ¿Lo hiciste tú?
- Sí. Me gusta mucho la comida y por eso, aprendí a cocinar.
- Ya veo – Dijo el muchacho, escondiendo ambas manos dentro de sus bolsillos -. Está haciendo frío, ¿no lo crees?
- No es para menos, ya estamos casi en otoño.
- Es verdad – Dijo Ryo, mirándolo comer de reojo -. ¿Me das un poco de sushi?
- ¿Mhh? – Takahisa lo miró.
- Ahhh – Dijo, abriendo su boca -. Tengo las manos en los bolsillos, dame. Ahhh~ - El menor sonrió, levantando un roll de sushi con los palillos para dárselo a su superior -. Mhh… Está delicioso.
- Senpai…
- Ryo está bien.
- ¿Eh?
- Que me digas Ryo… Está bien – Aclaró el mayor.
- Ah… Ryo…-san…
- Dime.
- Usted dijo que… Okura-san había ido a casa de Yasuda…-san cuando fue a Osaka, ¿verdad?
- No hablé con Tadayoshi al respecto. Aunque yo lo quiera, él no me permite ayudarlo, así que allá él.
- ¿Ayudarlo? ¿Acaso tiene problemas?
Ryo lo miró, desvió la vista y volvió a mirarlo.
- Creo que ya te dije que él estaba enamorado de Sho-chan, ¿verdad? – Su oyente asintió con la cabeza -. Por ese motivo, Tadayoshi se volvió en… ¿Cómo decirlo? Amigo con derechos… Si es que entiendes a lo que me refiero con eso.
- Se refiere a… ¿ser su compañero de cama?
- Claro – Respondió Ryo, sonriendo -. Qué tierna definición – Dijo -. Y… Bueno… Han estado así desde que Tacchon vino aquí. A mí también me gustó Tacchon… Él tiene un… no sé qué, que lo hace sumamente especial, ¿no? – Lo miró de reojo, sin perderse ninguna de sus reacciones ante sus palabras -. Pero eso cambió hace poco…
- ¿Eh? ¿Por qué?
- Porque me gusta una persona… Quizás sea pronto para decirlo, pero… Creo que estoy enamorado de esa persona… Aunque no creo que me corresponda.
- ¿Por qué? Yo creo que… pese a la fama que tiene… Nishikido-san es una buena persona.
- Te agradezco tus palabras – Dijo el muchacho, sin sacarle la vista de encima, mirándolo comer como si aquella fuera la última vez que lo haría -. Masuda-kun – El aludido lo miró -. Tienes la boca sucia.
- Ahh… Qué vergüenza – Dijo el muchacho limpiándose bruscamente con la servilleta -. ¿Ya está?
- No – Dijo Ryo, acercándose a él para sacar con la lengua un grano de arroz pegado a sus labios que no había logrado sacar con la servilleta, dejando a Takahisa con los ojos abiertos como platos, completamente inmóvil -. La persona que me gusta… Eres tú – Le dijo, mirándolo a los ojos. Aprovechó aquel momento en que la mente del muchacho estaba en blanco, para besarlo apropiadamente.
Takahisa cerró los ojos en medio del beso, dejándose besar y correspondiendo al mismo. Si Tadayoshi no estaba enamorado de él, ¿qué tenía de malo empezar una relación con alguien, con una persona a la cual él podría llegar a amar? Abrió sus ojos al no sentir más los labios de Ryo sobre los suyos.
- Ryo…
- Lo siento – Dijo el muchacho en el dialecto de Osaka, sacando sus manos de entre sus bolsillos para poder así, rascarse la nuca -. Creo que me dejé llevar…, ¿no?
Takahisa negó con la cabeza.
- No. Creo que está bien… que sea sincero con lo que siente.
- ¿Tú… estás enamorado de alguien?
- Creo que… fui víctima del mismo hechizo que surtió efecto en usted – Reconoció.
- ¿Te refieres a… Tadayoshi?
- Sí, pero… No importa – Dijo el muchacho, rápidamente -. Si Ryo-san gusta de mí, por favor, déjeme corresponder a esos sentimientos. Estoy seguro que puedo ser capaz de hacerlo.
Ryo sonrió, estallando en una suave risa.
- En serio que eres tierno – Besó su frente con dulzura, levantándose luego -. Me dio hambre el verte comer. Nos vemos luego, ¿sí?
- Sí. Suerte – Lo despidió Takahisa. Había tenido muchas emociones por ese día. Esperaba que no sucediera nada más o terminaría volviéndose loco.

Camino a los dormitorios, Ryo se cruzó con Jin, quien había estado practicando con el resto de sus compañeros de clase para el festival.
- ¿Así que vas a participar? – Le dijo, acercándose a él, mientras bebía algo de agua.
- Así es.
- Espero que ganes – Dijo, entrando junto a él a los dormitorios.
- Lo intentaré.
- No sé qué voy a hacer.
- ¿Por qué? – Ambos subieron las escaleras hasta los cuartos del tercer año -. ¿Con Okura?
- Y con Masuda.
- ¿Eh? – Jin lo miró, con el ceño fruncido.
- Te presento a la pareja oficial de Masuda Takahisa – Le extendió la mano derecha -: Nishikido Ryo, mucho gusto.
- Estás loco – Musitó Jin.
- Ya lo hice. Lo besé. Y me confesó que estaba enamorado de Tadayoshi. Es perfecto – Reconoció, sonriendo ampliamente.
- ¿Qué tiene que ver esto con Tegoshi?
- Atacar a sus amigos lo hace vulnerable. Con esto, mato dos pájaros de un tiro – Palmeó su espalda, entrando al dormitorio junto con él.
- ¿Y quién le dará la buena nueva a Tadayoshi? Vas a destrozarlo – Preguntó, quitándose la remera.
- Me da igual, tarde o temprano se enterará. Aunque… Me gustaría que nos viera… Le dolería más…
- Agradezco tanto que me quieras. Sería un tremendo dolor de cabeza tenerte de enemigo.

- ¿Cómo van las cosas? – Preguntó Toma, acercándose a Yuya, quien estaba sentado sobre las gradas, para entregarle una taza de café.
- Bien. Mañana tenemos la primera práctica con el equipo.
- Qué suerte – Dijo el mayor, despeinando y besando los cabellos de su pareja -. Me alegro tanto por ti.
- Gracias – Dijo el rubio, inmóvil -. ¿Toma?
- Dime.
- Estoy inquieto… Por Massu… No lo he visto en todo el día y…
- Massu esto, Massu aquello. ¿Estamos solos y hablas de tu mejor amigo? ¿Quieres que me ponga celoso?
- Lo siento – Yuya agachó la cabeza, apenado -. Es que realmente me preocupa que no me diga nada – Reconoció. Toma dejó su taza a un lado y tomó su rostro para besarlo con dulzura. Yuya se dejó besar, sin soltar el agarre sobre su taza sino todo lo contrario, agarrándola con más fuerza -. Toma – Gimió, una vez sus labios fueron soltados por los suyos. El mayor volvió a besarlo, agarrando la taza de su pareja del borde de la misma para sacársela de las manos y dejarla al lado de la suya, sin separarse de sus labios. Ya sin ningún obstáculo de por medio, Yuya rodeó el cuello de su pareja con ambas manos, sintiendo las caricias que recibía su cintura. El creciente frío era prácticamente invisible en aquel lugar. Lentamente Toma recostó a Yuya sobre las gradas, soltando sus labios para poder besar su cuello dulcemente, recorriéndolo con la lengua una y otra vez, cuidándose de no dejarle marcas generadoras de mil y un chismes al día siguiente. Lo miró a los ojos, sonriendo y acariciando sus mejillas rojas, mordiendo luego una de ellas con suavidad -. Ay – Se quejó el rubio.
- No puedo más – Reconoció el muchacho, levantando la vista para mirarlo a los ojos -. Yuya… Te amo…
- Lo sé, mi amor – Suspiró -. Lo sé – Acarició todo su brazo hasta dar con su mano, la cual entrelazó a la suya -. Quiero que… me hagas el amor – Su sonrojes estaba más presente que nunca, generando una ancha sonrisa en su pareja.
- Gracias…, Yuya. Voy a hacerte… la persona más feliz del mundo – Besó sus labios -. Lo juro – Llevó su mano, la cual se encontraba entrelazada a la de Yuya, contra su pecho -. ¿Sientes como late? Es por ti… Por ti es que este corazón late de este modo, Yuya – Le dijo, mirándolo a los ojos, sintiendo cómo el amor que le tenía se desbordaba por cada poro de su piel. Yuya no podía hacer otra cosa más que sonreír. Se sentía feliz de haberlo conocido, feliz de poder ser capaz de amarlo. Asintió con la cabeza, coincidiendo con sus palabras.
Toma volvió a besarlo, soltando el agarre que mantenía sobre su mano para desabrochar uno a uno los botones de su camisa. Yuya se estremeció al sentir el contacto de las yemas de los dedos de su pareja sobre su pecho, generando la risa en su pareja. Soltando súbitamente los labios de Yuya, dejando un sonoro beso sobre ellos, Toma besó la extensión de su pecho, acariciándolo de a momentos, enterneciéndole el hecho de que Yuya parecía tener la piel extremamente sensible al contacto, aunque en lo profundo de su ser esperaba ser la única persona en haber notado aquello. Mientras una de sus manos volvió a entrelazar la de su pareja, la otra retorcía una de sus tetillas, haciendo su boca lo mismo con la otra. Quería excitarlo, ya que el sonido de los gemidos de Yuya despertaban en él mil cosas distintas. Su rodilla acariciaba su hombría, volviendo a Yuya completamente loco.
- Ah… Toma – Sus mejillas estaban tan rojas que le faltaba poco para parecerse a un tomate. Sus gemidos no hacían más que salir de sus labios, dejando que su pareja hiciera con él lo que le viniera en gana. Nunca le preguntó si había estado con un hombre antes, pero si esa era su primera vez, le estaba yendo de maravilla. Toma bajó con un camino de besos y caricias hasta su entrepierna, notando que sus masajes sobre la virilidad de Yuya, habían surtido efecto. Besó aquella sensible zona por sobre el pantalón, sintiendo cómo el cuerpo del menor se estremecía debajo suyo y de su boca salía un sonoro gemido de placer que lo hizo sonreír. Lamió aquella zona nuevamente, deleitándose con aquel excitante sonido que Yuya le hacía llegar a sus oídos. Mordió apenas su hombría, sintiendo al oír el jadeo lanzado por su pareja que literalmente, lo hizo derretirse. Toma no necesitaba nada más en aquel momento, que hacerlo suyo, y con aquel acto, demostrarle a Yuya cuánto lo amaba. Mientras besaba su ombligo, dejándole todos aquellos chupones que se había prohibido a sí mismo dejar sobre su cuello, lo despojó lentamente de sus prendas. Bajó una de sus piernas y levantó la otra, besándola y lamiéndola en su extensión, volviendo loco a Yuya, quien mantenía ambas manos aferradas a las gradas debajo de su cuerpo. Toma no podía más que sonreír, aquellos gemidos y aquellas acciones no hacían más que despertarle ternura, tanto, que sería capaz de no hacerle el amor y abrazarlo con fuerza como si se tratara de un oso de peluche.  Yuya no podía dejar de gemir y pronunciar el nombre de su pareja de a ratos. Aquella sensación de creciente placer no se comparaba en nada a lo que había experimentado en su primera vez. Es más, sentía que poco a poco aquel suceso se estaba borrando de su mente para dar paso a aquella primera vez siendo amado por Toma.
- Mhh… Yuya…
Su cuerpo se estremeció al oírlo gemir, sonriendo por eso, sin notar todo lo que le producía aquel sonido. Besó la cara interior de sus piernas, oyendo sus gemidos salir sin miedo a que alguien los oyera de sus labios, sintiendo cómo su virilidad se sentía ahogada dentro de su ropa interior. Jadeando ronco, Toma se desvistió de la cintura para abajo, acariciando su hombría y estremeciéndose al sentir el leve contacto de su mano sobre su glande. Volvió sus acciones sobre el cuerpo del rubio, besando la punta de su masculinidad, queriendo que experimentara la misma excitación que él sentía. Lamió la extensión de la hombría de Yuya, rodeándolo con su lengua y bajar de esa forma hasta sus testículos, mordiéndolos apenas con los dientes, ocasionando que su dueño se tensara. Volvió a besar sus piernas, soltando el agarre sobre su hombría propia para abrirlo de piernas y dedicarle una sonrisa antes de lamer delicadamente su entrada, haciéndolo jadear de placer.
- ¡Ah…! N… No… Toma… N… Mhh… Ahhh~ N… No…
Hacerle perder la cabeza, ese era el propósito de Toma en ese momento antes de amarlo y hacerlo enloquecer por completo. Sentía que el interior de su pareja lo incitaba a recorrerlo cada vez más profundo, pero por el contrario, ambos cuerpos estaban esperando algo más que eso. Toma dejó en paz a Yuya y se acercó a él, colocándose a horcajadas suyo. Tenía la respiración entrecortada y sus mejillas brillaban con un hermoso color carmesí. Era perfecto, tan simple como eso.
- ¿Estás listo? – Le preguntó, acomodando sus cabellos, los cuales estaban pegados a su sudada frente. Lo que recibió Toma por respuesta fue un movimiento afirmativo por parte de la cabeza de su pareja. Besó su frente desnuda, haciéndolo suspirar. Rozó su entrada con la punta de su hombría, estremeciéndose Yuya por eso. Los besos de Toma recorrieron su rostro por completo hasta dar con sus labios, los cuales besó apasionadamente, como si hubiera pasado años sin probarlos. Al mismo tiempo, metía su erección en el estrecho interior de su pareja. Su cuerpo se estremeció al sentir la tensión de su cuerpo, golpeando sus paredes internas en torno a su hombría, encendiéndolo aún más de lo que ya estaba -. Ah… Y… Yuya… No hagas eso…, amor…
- ¿Ha… hacer… hacer qué…? D…Duele – Dos gruesas lágrimas salieron de sus ojos, volviéndolo aún más excitante para Toma -. Toma… Me duele…
- Perdóname – Susurró, besándolo suavemente, empezando a moverse lentamente en su interior -.  Ahh… Yuya…
El menor sentía que a cada mínimo movimiento de Toma, ante el mínimo susurro, su cuerpo entero se estremecía y de sus labios empezaban a salir sonidos que jamás había oído provenir de su interior. Toma le generaba todo eso y muchísimo más. Conforme el tiempo pasaba, el dolor fue disipándose hasta dar paso al placer despertado en el cuerpo de ambos amantes. Toma no dejó de besar y acariciar el cuerpo de Yuya, mientras este agradecía el ser amado con constantes gemidos y palabras de amor.
- T… Toma – Jadeó Yuya, buscando la mano de su pareja para entrelazarla a la suya.
- ¿Q… Qué…? – Preguntó el morocho, acariciando sus cabellos, inhalando el aroma de su cuerpo, apoyando su cabeza sobre su hombro.
- Te amo… Ahhh… Mi amor – Hizo su cabeza hacia atrás, dejando a su pareja besar todo su cuello con delicadeza, mientras su mano no había dejado ni por un momento de acariciar su hombría -. Ah… Toma… Yo…
- Lo sé, mi vida… Lo… sé – Jadeó, junto a él, sintiendo lo cerca que se encontraba de llegar al clímax -. Terminemos… Mhh… juntos… ¡Ahh…! Yu… Yuya…
El mayor se incorporó sobre su cuerpo, levantando la pelvis del rubio para embestirlo con más fuerza, volviendo a Yuya literalmente loco, mientras sus movimientos iban del mismo modo sobre su masculinidad.
- Ah… Ahhh… T… Toma…
Sus ojos café se encontraron con los de su pareja. Lo vio sonreír y sólo por eso estaba feliz. El hecho de estar siendo amado por él, por la persona que él amaba, lo hacía sumamente feliz. Cerró sus ojos con fuerza, sintiendo un cosquilleo recorriéndole la espina dorsal hasta su bajo vientre, descargándose sobre su cuerpo y parte del de su pareja. Estaba exhausto, los movimientos de Toma dentro suyo no cesaban, parecían ir aún más rápido. Sus mejillas rojas y sus gemidos dedicados a él, lo hacían sonrojarse, lo hacían sonreír de alegría. De repente, los movimientos de Toma culminaron, sintiendo Yuya cómo se descargaba en su interior. Mordió su labio inferior, ahogando un gemido, sintiendo todo el cuerpo de su pareja encima suyo, segundos más tarde.
Ambos estaban exhaustos, ambos habían llegado a su límite y hasta lo habían cruzado. Entrelazaron sus manos y se miraron.
- Te amo – Dijeron al unísono, riendo luego por eso.

Keiichiro iba camino a su cuarto cuando se cruzó con Tadayoshi, quien estaba unos pasos delante suyo.
- ¡Okura-kun! – Lo llamó, ocasionando que el aludido se girara para verlo. Quería preguntarle cómo estaba, pero, al mismo tiempo, pensó que sería de mala educación hacerlo -. ¿Qué decidiste?
- ¿Respecto a…?
- Al festival.
- ¡Ah! Murakami-kun pidió mi ayuda para el equipo de fútbol así que… Creo que lo ayudaré con eso.
- Ahh… Perfecto, entonces – Se quedó unos momentos mirando la ventana, el suelo y la pared, como si estuviera buscando las palabras necesarias para hablarle.
- ¿Algo más que quieras preguntarme? – Inquirió Tadayoshi, sorprendido y a la vez, divertido al ver su expresión de duda.
- ¿Está todo bien? Es decir… ¿Pudiste solucionar lo sucedido el otro día?
- Mhhh – Tadayoshi puso una expresión dubitativa, pensando muy bien las palabras que iría a pronunciar -… Hay cosas que simplemente no puedo solucionar. Cosas que no tienen solución. Es por eso que debo conformarme sólo en cargarlas encima e intentar que esa carga se aligere día a día.
- Estás siendo demasiado poético…
- O quizás sólo esté exagerando las cosas en la misma medida que tú lo haces – Palmeó su espalda, dándole un fin a su monólogo -. Estoy bien, en serio. Nos vemos mañana, ¿de acuerdo?
- De acuerdo - Aunque lo siguió con la vista hasta perderlo en aquel pasillo, Keiichiro volvió intranquilo hasta su cuarto, con el ceño fruncido y dubitativo. Levantó la vista al ver que alguien le cortaba el paso -. Toma…
- ¿Qué te sucede? Te noto… apagado…
- No, es que – Suspiró -… Me preocupa Tadayoshi.
- ¿Pasó algo?
- No lo sé – Respondió el mayor, hincándose de hombros -. Eso es lo que me temo, que haya sucedido algo y no tenga nadie a quien contárselo.
- Pero… ¿Okura no tenía un amigo que era también de Osaka?
- No te estás refiriendo a Ryo, ¿verdad? – Preguntó Keiichiro, con una media sonrisa.
- Claro que no… Ah… ¿Cómo se…? ¡Ah! ¡Yasuda! Yasuda… algo… ¿No eran amigos hasta que se graduó el año pasado?
- Sí, pero – El muchacho se lo quedó mirando -… ¿Crees que sigan hablándose?
- Quién sabe – Dijo Toma, hincándose de hombros -. Con probar…
- ¿Sabes quién fue su tutor?
- No, pero mañana te lo averiguo. Tengo una persona que puede darme hasta su correo electrónico.
Keiichiro sonrió, sabiendo a quien se refería. Sólo había una persona en todo el instituto que conocía todo de todos. Era como una especie de archivador de cada uno de los estudiantes del instituto.

Luego de las clases, siendo su club uno de los principales afectados por las actividades del festival deportivo, Toma fue al campo de prácticas de los equipos de fútbol participantes en el mismo, hallándose con la práctica de dos cursos del primero año. Apoyando sus brazos sobre las barandas de la tribuna, se quedó mirando a una persona en particular, sonrisa por medio.
- ¿Viniste a proteger a tu damisela? – Le preguntó Jin, detrás suyo.
- Qué gracioso – Respondió Toma, incorporándose para mirarlo.
- Tengo mis días…
- Para tu información, no vine a custodiar a Yuya, así que puedes seguir tranquilo – Dijo, indicándole el camino por el cual podía seguir.
- ¿Yuya? – Preguntó el morocho, atándose el cabello -. ¿Formalizaron y no me dijeron nada?
Toma sonrió, sin responder a su pregunta.
- Mira, Jin… Sé que tuviste algo que ver con lo que Ryo le hizo a Yuya, así que no te hagas el santo, es un papel que no te va.
- Te equivocas, yo sólo me dediqué a mirar.
- Aunque te hayas quedado mirando… No te hace mejor persona que Ryo. Cuando tenga las pruebas de que estuviste ahí… Te juro que te mato.
- Tan tierno – Dijo Jin, con una sonrisa burlona -. Me voy, tengo práctica – Agregó, antes de irse. Cuando Shingo dio la orden de finalizado el encuentro, Toma volvió sus pasos dentro del campo de juego, encontrándose con su pareja, quien se sorprendió por su aparición en el lugar, atinando sólo Toma, al verlo a saludarlo con un movimiento de una de sus manos, imitado por el rubio.
- Murakami-kun – Lo llamó la voz del morocho, ocasionando que el aludido lo mirara -. ¿Tienes un momento?
- Seguro – Respondió el muchacho, guardando rápidamente sus cosas dentro del bolso que minutos más tarde cargaba sobre su hombro. Ambos muchachos dirigieron sus pasos fuera del campo de juego -. ¿Y bien? ¿Qué es eso de lo que quieres hablar? – Le preguntó, mirándolo escasos segundos antes de saborear una bebida energizante como si nunca antes hubiera tomado agua.
- Quiero que me hable de Okura Tadayoshi.
- ¿Okura?
- Sí… Es decir… Él… ¿Cómo llegó aquí? ¿Cómo fue su vida estudiantil hasta ahora? Esa clase de cosas…
- Bueno… La verdad es que si existe una palabra que lo describe…, sin duda alguna, es la perfección. Tú sabes, Okura tiene notas brillantes, si es que su archivo está algo gordo, no es por malas notas o mala conducta, sino todo lo contrario.
- A… Ah… ¿Hace amigos con facilidad?
Con la boca llena de líquido, Shingo detuvo sus pasos, cerrando los ojos con fuerza.
- Okura entró al instituto con Nishikido Ryo. Ellos se conocieron en la secundaria baja, pero su relación siempre fue algo… ¿Cómo decirlo? Turbia – Miró a Toma, siendo su persona el centro de atención -. Siempre fue Nishikido el que le hablaba a Okura, el que lo… manejaba… Si se puede decir así…
- Quiere decir que de alguna forma, ¿Okura es manipulado por Ryo?
- Sí, algo así. Él era como una especie de sombra suya…
- ¿Era?
- Sí, hasta que conoció a Yasu, a mitad de primer año.
- ¿Yasu?
- Yasuda Shota. El presidente del club de literatura. ¿No me digas que no lo recuerdas? Se graduó con todos los honores este año…
- Ah… Sí, sí… Lo recuerdo…
- Yasu… Alejó a Okura de Ryo. Más bien… Le abrió los ojos – Llevó una de sus manos a su ojo izquierdo, levantando ambos párpados con las yemas de los dedos -. En resumidas cuentas, si no fuera por la intervención de Yasu en la vida de Okura… Él sería el segundo de Ryo… O el tercero si es que lo pones a él cómo líder en el grupo que tiene con Akanishi…
- ¿Tienes alguna forma de localizarlo?
- ¿A Yasu? Mhhh… Puedo conseguirte el número de su casa… Pero tengo entendido que él está estudiando en otra prefectura…
- Cualquier información me sería útil.
- Está bien. Más tarde te alcanzo el número.
- Muchas gracias, Murakami-kun.
Lo dejó irse, quedándose Toma unos segundos pensando en qué hacer. Tenía que darle la buena nueva a Keiichiro cuando antes.
- ¡Ah! Ikuta – Lo llamó el mayor, acercándose a él corriendo -. Me preguntaste si Okura tenía amigos, ¿no? – El aludido asintió con la cabeza -. Creo que… ustedes son los primeros amigos que él tiene. Yamashita-kun, Koyama-kun, tú – Sonrió -. Es bueno que a uno lo rodee gente que se preocupe tanto por uno.

Sus pasos se estaban volviendo torpes. Sólo esperaba que aquellas bebidas fueran suficientes para el club de literatura. Oyó una risa algo familiar delante suyo, abriéndose sus ojos como nunca al ver a las personas que caminaban frente a él. Eran Ryo y Takahisa, que hablando quién sabe de qué, reían como si fueran los mejores amigos. Frunció el ceño, caminado detrás de ambos. Si algo sabía acerca de Ryo, era que tramaba algo. Vislumbró la figura de Tadayoshi cual amo de llaves apoyado su cuerpo sobre el umbral del salón del club de literatura. Mas la expresión en su rostro tenía más asombro que la que Toma había puesto, junto con una mezcla de sentimientos que no pudo llegar a descifrar. Ryo detuvo sus pasos, junto a su acompañante.
- Ven más tarde a mi cuarto, así te ayudo con esas tareas – Le dijo Ryo, apoyando suavemente una de sus manos sobre su hombro.
- Sí, muchas gracias, Ryo-san.
Takahisa recibió un suave beso en su mejilla, siendo ambos vistos tanto por Tadayoshi, como por Toma, quienes no salían de su asombro y no entendían absolutamente nada, pero por diferentes motivos. Ryo notó la presencia de Tadayoshi y agachó la cabeza, volviendo sus pasos para alejarse del lugar. Takahisa se quedó mirando escasos segundos a su superior, a quien le dedicó una reverencia para entrar casi corriendo al salón.
- Hola – Dijo Toma, enseñándole a Tadayoshi las bolsas que cargaba.
- ¿Qué haces aquí? – Le preguntó, con una forzada media sonrisa.
- Ya que mi club carece de actividades – Respondió el aludido, entrando al salón y apoyando ambas bolsas sobre el escritorio en torno al cual estaba sentado Keiichiro, quien lo miró -... vine a molestarlos, ¿puedo?
- Trajiste un regalo, así que eres bien recibido – Dijo Keiichiro, levantándose y ofreciéndole la silla donde él estaba sentado.
- Gracias, qué amable – Agradeció Toma, sentándose. El presidente del club, agarró una silla vacía de entre los pupitres y se sentó a su lado, mientras que Tadayoshi repartía una a una las latas de bebidas que había llevado el recién llegado – Estoy a punto de obtener el número de Yasuda Shota – Le dijo a Keiichiro, al oído, generando que el muchacho se alejara escasos centímetros de él para mirarlo con los ojos abiertos como platos -. Mis informantes son de primera clase.
- No me esperaba menos de Murakami... Y… ¿Qué más dijo?
- Dijo que la relación entre Ryo y Okura siempre algo turbia… Como si fuera Ryo el que manejara los hilos de esa relación – Susurró, asintiendo Keiichiro con la cabeza -. Hablando de relaciones, a qué no sabes a quienes vi charlando cual amigos de la infancia antes de entrar…
- ¿A Jin y Kazuya?
- Esos son amigos de la infancia – Respondió Toma, sonriendo.
- Ok, entonces me rindo.
- A Ryo y Masuda.
- ¿¿Ehhh?? ¿En serio?
- Sí… No sabía que eran amigos…
- Masuda no sabe lo que Ryo – Buscó hacer una seña con sus manos, pero le fue imposible encontrar algo acorde a lo que intentaba decir.
- Parece que no…
- Parece que tendremos que decírselo…
- ¿En qué andan ustedes dos? – Preguntó Tadayoshi, entregándoles una lata a cada uno, sonriendo.
- En nada – Respondió Keiichiro.
- Secretos en reunión es de mala educación – Dijo el vicepresidente, sentándose en el pupitre al lado del escritorio.
- El presidente dice que guardes silencio – Lo amenazó, generando su sonrisa.
Ahora no estaba solo el problema de Tadayoshi y sus secretos, sino también, la supuesta creciente relación que Takahisa tenía con Ryo. Tenían que actuar rápido, antes de que fuera demasiado tarde.

Era entrada la noche cuando el club de literatura se encontraba vacío. Una vez no hubo más moros en la costa, fue llevaba a cabo una reunión casi secreta de la cual sólo eran partícipes Kazuya, Keiichiro, Toma y Tomohisa. Luego de que Keiichiro les contara brevemente lo sucedido a los dos que desconocían los hechos, Toma marcó en su celular, el número que Shingo le había conseguido, y esperó a que alguien respondiera al otro lado de la línea.
- Buenas noches, ¿se encuentra Yasuda Shota-san? Ahh… ¿En Toyonaka? Ya veo… ¿Podría pedirle el número de su departamento? Mi nombre es Ikuta Toma y soy estudiante del tercer año del Instituto Kitagawa… Ah – Le hizo una seña a Keiichiro para que le acercara algo para anotar -. Muchísimas gracias. Sí, hasta luego – Cortó la comunicación y suspiró, mirando a los presentes.
- Toma, me estoy muriendo de la intriga – Dijo Tomohisa, generando la sonrisa en su amigo.
- Está bien, está bien – Dijo el aludido, marcando el nuevo número que le habían dado, dejando luego, el celular sobre una de las mesas frente a él, en altavoz.
- “¿Diga?
- ¿Yasuda Shota-san?
- “Sí, él habla. ¿Con quién tengo el gusto?
- Mi nombre es Ikuta Toma, soy estudiante del tercer año del Instituto Kitagawa. La razón por la cual lo llamo… Es por Okura Tadayoshi…
Se oyó un suspiro del otro lado.
- “¿Ryo sigue molestándolo?
- Ah… Déjeme presentarle a mis amigos. Todos nosotros estamos algo preocupados por Okura y nos tomamos el atrevimiento de hacerle una llamada a usted…  Quienes están aquí conmigo son Koyama Keiichiro, presidente del club de literatura; Yamashita Tomohisa, estudiante de tercer año y Kamenashi Kazuya, estudiante de segundo.
- “Ah… Koyama-kun, claro que lo recuerdo. Yo fui el que lo nombré presidente del club de literatura antes de graduarme y en cuanto al resto de los chicos que nombraste, también tengo buenos recuerdos de ellos. Y bien, ¿qué es lo que ocurrió ahora con Tacchon?
- Creemos que, como usted dijo, Ryo lo está molestando – Dijo Tomohisa.
- Pero Tadayoshi es muy reservado con sus cosas y no le cuenta nada a nadie – Prosiguió Toma.
- Hace un par de noches, lo encontré llorando fuera de los dormitorios. Él… Se lo veía realmente mal – Dijo Keiichiro, mirando a los presentes.
- ¿Cuál es exactamente la relación que mantiene Okura con Ryo? – Espetó Kazuya, hablando por el resto.
- “Desde que lo conoció, Tadayoshi sintió una especie de amor enfermizo para con Ryo. Esa clase de amor en la que uno piensa que aunque el ser amado mate a otra persona, está bien, esa clase de relación en la que uno tiene la justificación para toda acción del ser amado, por más aberrante que esta sea. Ryo fue consciente de esos sentimientos para con él y los usó como quiso, obviamente, para satisfacer sus propios deseos. Tadayoshi terminó convirtiéndose en… su amante ocasional. Si supieran las veces que le supliqué a Tacchon que se alejara de él, que se estaba aferrando a una ilusión, pero bueno… Parece que ni Masuda-kun pudo hacer algo al respecto.
- ¿Eh? ¿Masuda? – Preguntó Keiichiro, sin comprender nada.
- “Sí. Tadayoshi está enamorado de él. El mensaje que recibió de ese chico en Osaka, hizo que volviera a Tokio, literalmente volando”, aquella confesión por parte de Shota, dejó a los presentes atónitos.
- ¿Puede existir la posibilidad de que Ryo sepa esto y por eso esté… con Masuda? – Preguntó Toma.
- “¿Qué dijiste? ¿Qué Masuda-kun está con Ryo?
- N… No estoy seguro si están saliendo o no, pero hoy los vi hablando muy amigablemente…
- “Ahh… Parece que las cosas van mal…
- No se preocupe, Yasuda-san. Con lo que usted nos dijo, nos ahorró la tarea de interrogar a Okura – Dijo Kazuya, buscando calmarlo un poco.
- “Jajaja. De nada, chicos. Cualquier cosa, tienen mi número.
- Gracias por todo.

- ¿Entendiste ahora? – Preguntó Ryo a Takahisa, sentados ambos cómodamente sobre la cama del mayor.
- Ahhh… No era tan complicado – Dijo el pelirrojo viendo cómo había solucionado aquel ejercicio.
- Cuando quieras ayuda, dime. Si no estoy atareado con los exámenes, puedo ayudarte – Dijo, despeinándolo.
- Au, au. Está bien – Dijo Takahisa, mirándolo -. Pero tampoco quiero ser una carga para Ryo-san…
- No eres ninguna carga, tontito – Dijo el morocho, inclinándose apenas hacia adelante para poder besar sus labios, cerrando Takahisa sus ojos ante aquel suave contacto, suspirando en medio del beso. Ryo ladeó su cabeza hacia un costado, sosteniendo la del menor agarrándola de la nuca, obligándolo a profundizar el beso, al abrir la boca y hallarse falto de aire. Ayudándose con su otra mano, Ryo lo incorporó para volver a acostarlo en la cama, pero esta vez, boca arriba. Lo miró a los ojos y le dedicó una sonrisa, volviendo a acaparar sus labios en una creciente excitación. Sus labios bajaron hasta su cuello, lamiéndolo y dejando varias marcas en él.
- Ah… R… Ryo-san – Jadeó, agarrándose de su camisa -. N… No…
El mayor se incorporó de un salto para poder mirarlo.
- P… Perdón – Musitó, sentándose al lado suyo -. Es que – se rascó sus cabellos, sin encontrar las palabras apropiadas para decirle -… despiertas tanto en mí – Le dijo, sin mirarlo.
- Yo… Lo siento – Dijo el muchacho, sentándose a su lado y tomando una de sus manos, ocasionando que él lo mirara -. Cuando… Cuando esté listo… Se lo diré apropiadamente.
Ryo asintió con la cabeza, llevándola contra su pecho, revoleando los ojos.
- Sí.

Un par de golpes en su puerta lo quitaron del encierro de su burbuja musical. Siempre le gustaba estudiar escuchando música instrumental, por lo que no supo cuánto había estado esperando su invitado para poder entrar. Se levantó de un salto y abrió la puerta, encontrándose con Keiichiro, quien le enseñó una bandeja de comida.
- El señor vicepresidente parece ocupado, así que… Pensé que no estaría mal traerle algo de comida.
- Ah… Muchas gracias – Agradeció el morocho, haciéndose a un lado para dejarlo entrar. El mayor entró y se sentó en el suelo, dejando la bandeja frente a él, sobre la cama -. ¿Tarea?
- Exámenes.
- Ah.
- Aunque esté el festival ocupando la mayor parte de las actividades del mes…  Nagase sensei no se priva de tomarnos exámenes cuando a él le parece.
- Jajaja. Sí… Me enteré que ese profesor es lo más parecido a un demonio que existe…
- No te reirías tanto si lo tuvieras de profesor, créeme – Dijo, sentándose sobre la cama y agarrando la bandeja para sacar el papel film que tenía y así vislumbrar su pronta cena. Del cuarto de al lado empezaron a oírse risas que sonaron sumamente familiares para Tadayoshi, o al menos, eso advirtió Keiichiro al mirarlo.
- ¿Sucede algo?
- ¿Mhh? No, nada. Parece que están… muy contentos al lado – Fingió una sonrisa, separando los palillos.
- Iré a decirles que guarden silencio – Dijo Keiichiro, levantándose -. Aunque ahora vayas a cenar, tienes que seguir estudiando después y… ¿acaso Ryo no tiene exámenes? – Negó con la cabeza, saliendo del cuarto para golpear la puerta al lado.
- ¿Sí? – Preguntó Ryo, riendo, abriendo apenas  la puerta -. Koyama… ¿Qué se te ofrece?
- ¿Podrían bajar un poco la voz? Hay gente que está estudiando al lado.
- ¿Por qué será que no me sorprende que saltes a favor de los pobres? – Preguntó el oriundo de Osaka, apoyando gran parte de su brazo sobre el borde de la puerta.
- A los pobres estudiantes que van a reprobar por tu culpa, querrás decir.
- Eso sonó muy duro. Pero dime, ¿acaso está en el reglamento escolar impedir que una pareja se ame? ¿O que se haga cosquillas?
- ¿Pareja? ¡¿Tú?! Por favor, no me hagas reír…
- No estoy bromeando. Estoy saliendo con Masuda Takahisa-kun - Keiichiro se lo quedó mirando, sin poder ser capaz de decir nada -. Bueno, ya que no tienes más nada por decir… Si me disculpas…
- Ryo – El muchacho lo miró -. Sólo… guarden silencio, ¿de acuerdo?
- Sí, señor…
Volvió sus pasos hacia el cuarto de Tadayoshi, deseando desde lo más profundo de su alma que no hubiese oído nada, pero todo lo contrario a sus pensamientos, vio la bandeja que había llevado sobre el pequeño escritorio frente a la ventana, mientras Tadayoshi se abrigaba y sacaba al muchacho de allí a la rastra, llevándolo a las puertas del edificio.
- Tú me dijiste que… que querías que confiara más en ti…, ¿no? – El aludido asintió, presintiendo a dónde iba a llegar con esas palabras -. Bueno – Tomó aire y lo miró -… Yo… Siempre… estuve enamorado de alguien… De… Ryo – Su oyente oía con atención cada una de sus palabras, sin querer perderle el hilo -. Desde la secundaria baja  y hasta hace poco tiempo… fui su amante… Tan sólo un objeto que él usaba como mejor le parecía… Pero… Cuando empecé a ser más cercano con Masuda-kun yo me enamoré de él.
- Por lo que puedo apreciar… Masuda-kun no está enterado de esto, ¿verdad? – Preguntó, cruzándose de brazos, era tarde y el frío en aquel pasillo estaba apareciendo en su cuerpo.
- ¡Claro que no! – Exclamó Tadayoshi -. ¿Cómo voy a decirle que lo amo, pero que hasta el momento de conocerlo, había estado acostándome con otro? No – Negó con la cabeza -. No podría… No sabría cómo decírselo…
- ¿Realmente crees que Ryo se haya enamorado de él? – Tadayoshi lo miró -. Yo creo que es muy casual que justo la persona que tú amabas se haya puesto a salir con la actual persona con quien pretendes rehacer tu vida…
- Ryo sabe que me gusta Takahisa – Keiichiro cerró los ojos con fuerza -. Aunque había estado bastante tiempo lejos suyo gracias a Yasu… No podía permitir que le dijera algo a Takahisa, así que… Volví a tener relaciones con él – El aludido negó con la cabeza y lo miró.
- Gracias – Le dijo, palmeando su hombro -. Gracias por confiar en mí. Te prometo que, en lo que pueda, voy a ayudarte y vamos a averiguar qué tan real es esa relación.
- ¿Vamos?
- Sí, ¿acaso crees que soy el único que está preocupado por ti? Aunque no te hayas dado cuenta, tienes un montón de personas que se preocupan por ti.
Tadayoshi asintió, dándose cuenta en ese momento de aquellas personas a quienes se refería.

El festival deportivo dio inicio con las distintas actividades deportivas en las que los estudiantes participaban. Una gran mayoría estaba anotada en varios eventos, optando obviamente, por elegir aquellos cuyos horarios no se superpusieran. Al mismo tiempo, un grupo de estudiantes estaba llevando a cabo un plan el cual debía ponerse en práctica cuanto antes: darle aviso a Takahisa acerca de la verdadera naturaleza de Ryo y esto, antes de que él buscara dar un paso más en aquella relación.
Toma se giró al sentir una palmada sobre su hombro.
- Keiichiro…
- ¿No empezó todavía?
- N… No – Respondió, buscando a alguien con la vista, en medio de las tribunas.
- Tranquilo… Disfruta del partido de Tegoshi-kun – Le pidió, con una media sonrisa.
- Sí… Eso haré – Dijo el muchacho, volviendo su vista al aludido, quien se preparaba, prestando suma atención a las indicaciones técnicas del entrenador del equipo. El rubio levantó la cabeza, sintiéndose observado, sonriendo al encontrarse con la mirada de su pareja, quien imitó su acto.
Pero Yuya volvió su vista a otra persona que lo saludaba, agitando su brazo. Era Takahisa, quien también fue visto por Keiichiro y Toma -. ¿Vino solo?
- Así parece… Al menos nos ahorra el tener que decirle a Tegoshi-kun lo de su relación con Ryo. Hasta que termine el festival, creo que lo mejor es no contarle nada a Tegoshi-kun… Ya sabes cómo lo afecta el ver o escuchar algo respecto a Ryo…
- Sí… Tienes razón…
- Por lo pronto, lo más importante es contarle a Masuda-kun lo que Ryo hizo con Tegoshi-kun. Al menos con eso, lo alertaríamos y estaríamos todos mucho más tranquilos.
- ¿Y Tadayoshi?
- Lo mandé a vigilar el resto de los eventos. Va a estar ocupado un largo rato, sin tiempo a deprimirse.
El primer partido del encuentro fue entre los primeros años A y B, pero aproximadamente a los treinta minutos de empezado el encuentro, el rendimiento de Yuya fue cayendo en picada.
- Toma, mira – Llamó su atención Keiichiro, notando ambos el porqué del comportamiento en el rubio: había visto juntos a Ryo y Takahisa.
- Ese desgraciado – Lo insultó Toma, viendo cómo su pareja era cambiado por un compañero suyo -. Ve por Masuda, yo iré a calmar a Yuya – Dijo, sin esperar respuesta de su parte y dirigirse escaleras abajo y a la salida al campo de juego, llamando a Yuya con la mano para que entrara al lugar.
- ¿Por qué no me lo dijiste? – Musitó.
- Lo siento, yo… Me enteré hace nada… Y estoy igual de sorprendido que tú, si me dejas decirte – Lo miró, estaba serio -. Yuya…
- Te creo – Le dijo -. Pero me lo tendrías que haber contado… O que Massu me lo tendría que haber contado…
Toma lo abrazó.
- Voy a hacer todo lo posible de alejarlo de Ryo, para que estés más tranquilo.
- ¿Y si él lo ama?
- Algo que me dice que… Masuda-kun ama a otra persona – Musitó.
- ¿Eh?
- Nada – Respondió, riendo -. Nada.

Sentándose en el aquel banco camino al club de piano, Takahisa estiró sus brazos, siendo observado por Ryo.
- ¿Estás cansado? – Le preguntó el morocho, sentándose a su lado, sin dejar de mirarlo.
- Algo – Suspiró el pelirrojo, apoyando su cabeza sobre el hombro del mayor, quien acarició sus cabellos.
- ¿Quieres que vayamos a tu cuarto así duermes un poco?
- No, estoy bien.
Ryo revoleó los ojos, sin decir nada.
- Mhh… Está bien – Estaba cansado y algo molesto también, pero no debía demostrárselo. De repente, una llamada lo interrumpió, haciéndolo levantarse del asiento -. Discúlpame – Le dijo a Takahisa, alejándose unos pasos de allí para responder la llamada -. ¿Diga?
- “Sabes que no suelo meterme en tus cosas, pero sea lo que sea que tengas planeado con ese chico, tienes que hacerlo ya.
- ¿Pasó algo? – Preguntó Ryo, riendo.
- “Escuché a Koyama y Toma diciendo que irían a contarle a Masuda lo que le hiciste a Tegoshi.
- Hicimos.
- “Hiciste. Lo que sea que vayas a hacer--
- Bien, muchas gracias. Nos vemos – Se apresuró a finalizar la llamada.
- ¿Sucedió algo malo? – Le preguntó Takahisa, mirándolo por sobre su hombro, mientras Ryo se acercaba a él.
- No, nada. Nada de qué preocuparse – Dijo el morocho, acercándose a él y volviendo a su posición original, pasando su brazo por sobre su nuca para atraerlo contra su pecho, mientras que, con su otra mano, apagaba y guardaba su celular en el bolsillo.
- ¿Por qué lo guardas? – Le preguntó el menor, sin zafarse de su agarre.
Ryo suspiró y levantó su rostro, mirándolo a los ojos y acercándose a él lentamente para besar sus labios suavemente. Buscó una de sus manos para llevarlas hasta su nuca, acariciando Takahisa varias veces aquella zona. Ryo soltó el agarre que mantenía sobre su cuello y lo recostó sobre el banco, sin dejar de besarlo, hurgando su cavidad con su lengua para terminar librando una batalla con la del menor.
- Porque quiero hacerte el amor – Se sinceró, o al menos, eso parecía hacer frente a los ojos del menor, ante sus sentimientos. Takahisa pensaba que no estaba mal darle una oportunidad a una persona que había respondido a sus llamados de auxilio, a la persona que buscaba salvarlo y salvarse a sí mismo de Tadayoshi. Atinó a asentir con su cabeza a su especie de pedido, entrelazando sus brazos alrededor de su cuello para volver a besarlo. Muy distintas eran las razones de Ryo, muy distinto a lo que Takahisa pensaba.

Que dijeran que él era un sádico, era demasiado. En ese momento recordó unas palabras que Toma había dicho, refiriéndose a él. Nadie se comparaba en ese sentido a Keiichiro. Cuando quería abusar del poder de ser presidente del club de literatura, lo hacía sin importarle el resto, y así lo había hecho con él. Estaba exhausto. Había ido por todos los eventos que se estaban realizando y no había podido sentarse ni un momento. Se sintió la persona más feliz del mundo al sentarse en uno de los canteros a la salida del edificio escolar, suspirando luego. Miró la hora en su celular y se preguntó cómo estaría Takahisa. Estaba por mandarle un mensaje, pero el frío de una lata posándose sobre su frente hizo que levantara su vista. Abrió sus ojos lo más grande que pudo al ver a la persona que lo había interrumpido.
- Si Mahoma no va a la montaña… La montaña va a Mahoma.
- Yasu – Musitó Tadayoshi, al borde de las lágrimas, agarrando la lata que el rubio le estaba ofreciendo para levantarse y abalanzarse encima suyo. Shota sonrió y lo abrazó.
- Ya, ya – Dijo el rubio, palmeando su espalda, ocasionando que el morocho lo soltara y volviera a sentarse, imitándolo Shota, pero sentándose frente a él.
- ¿Qué estás haciendo aquí?
- Ah… Tengo un par de días libres, me enteré que hacían el festival deportivo, y bueno – Respondió, hincándose de hombros -, aquí estoy.
- No sabes… la falta que me hiciste estos últimos días – Reconoció el muchacho, mirándolo a los ojos.
- ¿Qué sucedió? – Le preguntó Shota, bebiendo rápidamente el trago de gaseosa que había ingerido.
- Ryo… Dijo que me amaba – Su oyente parpadeó reiteradas veces, volviendo a beber el contenido de la lata que tenía entre sus manos -. Pero… No sé muy bien cuando, él… empezó a salir con Masuda-kun.
- ¿Realmente crees que eso es cierto? – Tadayoshi lo miró. Shota tomó aire para seguir hablando -. Se nota a la legua que todo lo que hizo Ryo, fue para molestarte a ti.
- Entonces…
- No. No te ama. ¿Vas a decirme que después de todo este tiempo recién ahora empezó a desarrollar sentimientos por ti? ¿De nuevo vas a caer, Tadayoshi? – El aludido agachó la cabeza, tenía razón.
- ¿Qué quieres que haga? ¿Esperar a que sea demasiado tarde? – Le preguntó, mirándolo.
- Sincérate de una vez. Dile que lo amas.
El morocho negó con la cabeza, sonriendo.
- Ah.
Ambos muchachos miraron hacia los dormitorios. Tadayoshi se levantó cual resorte al ver a la persona que, en vez de hablar, sólo pronunció una sílaba.
- Masuda-kun, te presento a Yasuda Shota-san; Yasu él es Masuda Takahisa-kun.
Al oír su nombre, Takahisa instantáneamente miró a la persona a quien respondía el nombre de Yasuda Shota. Su imagen ya no era un fantasma o parte de su imaginación, por el contrario, estaba frente a él, sonriéndole ampliamente.
- Es un placer conocerte finalmente, Masuda-kun – Le dijo el muchacho, extendiéndole su mano -. Tacchon me ha hablado mucho de ti.
- ¡Yasu! – Llamó su atención el morocho, para que así guardara silencio, generando sólo que riera suavemente.
Shota ladeó su cabeza, una vez su mano fue estrechada por el menor, viendo algo en su cuerpo.
- ¿Qué tienes ahí? – Le preguntó, señalando su cuello.
- ¿Eh?
- En el cuello. ¿Te lastimaste?
- Ahh – Su único vocablo expresó todo el nerviosismo que sentía en ese momento, quedando más que obvio de que se trataba aquella herida al cubrírsela subiéndose el cuello de su camisa -… Sí…
- ¿Recibiste mi mensaje el otro día?
- ¿Mensaje? – Preguntó Tadayoshi.
- Te dije que quería su número celular para algo, ¿no? Era para cuidarte. Como ya no estoy en este lugar, tengo que nombrar a alguien para que te cuide, ¿y qué mejor que Masuda-kun? – Dijo, mirándolo. Su sonrisa lo irritaba, no podía descifrar si estaba hablando en serio o si le estaba tomando el pelo de una manera tan brillante de forma que él no lo notara.
- Ah, no. Lo siento mucho – Respondió Takahisa, en la forma más seca que pudo.
- Uhm… Bueno… Dentro de un rato te envío otro mensaje para que guardes mi número, ¿de acuerdo?
- Seguro – Dijo Takahisa, con una fingida sonrisa -. Si me disculpan – Dijo el pelirrojo, dedicándoles a ambos una reverencia antes de irse.
Shota lo siguió con la vista, con una sonrisa en el rostro.
- Está celoso – Dijo, finalmente, una vez lo notó lo suficientemente lejos como para que lo oyera.
- ¿Qué?
- Está celoso de mí, ¿no viste cómo me hablaba? – Preguntó, entre risas -. Ahhh… Tacchon… Más vale que hagas algo antes de que sea demasiado tarde. ¿O acaso quieres que Masuda-kun termine del mismo modo que tú?
- ¡Qué estupideces dices! – Dijo Tadayoshi, negando con la cabeza y bebiendo un poco de gaseosa.
- Lo que había en su cuello, no era ninguna herida. No soy tonto, Tacchon. Alguien marcó su cuello con toda la intención y no hay otra persona capaz de hacer eso que…
- Suficiente, Yasu. ¿A qué viniste?
- A saber cómo estabas y a aconsejarte – Suspiró y se levantó para luego arrodillarse frente a él y tomarle las manos -. No voy a estar siempre a tu lado, Tacchon. No voy a estar siempre para aconsejarte, para alejarte de Ryo.
- Ya falta poco, Yasu. Cuando termine el instituto, me olvidaré de Ryo, de Masuda-kun, de todo esto.
- ¿Podrás soportarlo? ¿Estar lejos de la persona que amas?
- Cada día que pasa, siento que es él el que me está alejando cada vez más…
- Tacchon…

El partido finalizó con un implacable 5 a 3 a favor del 1°A. Después de la pequeña charla con Toma, Yuya se había calmado y mejoró razonablemente su rendimiento. La noche estaba cayendo y los preparativos para el festejo en la cafetería no se habían hecho esperar.
Habían estado juntos todo el día pero, aunque le doliera, tenía que regresar. Shota volvió sus pasos por el pasillo que lo separaba de la salida del instituto. Grabó en su mirada cada ínfima partícula que aparecía en su campo visual, estar en ese sitio le gustaba, le traía buenos recuerdos.
- ¿Sho-chan? ¿Qué haces aquí? No me digas que viniste a visitarme – El aludido miró casi con asco la mano que se posó sobre su hombro, haciendo un brusco movimiento hacia atrás para zafarse de él -. Oye, oye, esa no es forma de tratar a un ex compañero.
- Nunca fuiste siquiera un estudiante de este instituto para mí, Ryo – Le dijo.
- Bueno, lamento decirte que te equivocas. Estoy por graduarme, este es mi último año.
- Te felicito.
- Gracias. Viniste a ver a Tadayoshi, ¿no? ¿Te contó que estoy saliendo con Masuda?
- Lo hizo, y déjame decirte que es muy temprano para que cantes victoria.
- ¿Realmente crees eso? – Preguntó Ryo, caminando alrededor suyo, frunciendo su ceño Shota ante su pregunta -. ¿Sabes, qué? – Le susurró, sobre su oído -. Hace nada… Tuve sexo con Masuda. ¿Y dices que aún es temprano para cantar victoria? Ya he cantado victoria.
Shota lo agarró del cuello de la camisa y lo empujó contra la pared.
- Eres un hijo de puta.
- No me importa mucho la opinión que tengas para con mi madre – Le respondió, sin borrar una sonrisa burlona que adornaba su rostro -. Si me disculpas… Me siento algo sucio… Lo hicimos en el patio y no pude bañarme todavía.
Harto de la figura de Ryo irrumpiendo en la vida de su mejor amigo, Shota le dio un puñetazo, haciéndolo caer al suelo.
- ¿Sabes qué mes le sigue a este? – Le preguntó.
- ¿Octubre? – Preguntó, luego de escupir un poco de sangre.
- ¿Sabes qué ocurre el siete de ese mes? – Volvió a preguntarle, recibiendo por respuesta una mirada asesina por parte de Ryo, generando su risa -. Te lo dije, ¿no? Es demasiado temprano para que cantes victoria.
Ryo se lo quedó mirando. Claro que recordaba esa fecha, lamentablemente, hace exactamente 20 años a cumplirse el mes siguiente, había nacido una de las personas que más aborrecía en la vida, a quien había preferido no conocer nunca.

Todos estaban reunidos en la cafetería, celebrando el inicio del festival deportivo. Takahisa llegó tarde, excusándose al sentarse frente a Yuya.
- Lo siento, parece ser que me perdí la victoria de tu equipo – Se apenó el pelirrojo, dedicándole una dulce sonrisa a su mejor amigo.
- No te preocupes – Dijo Yuya, negando con la cabeza -. ¿Dónde estuviste hasta ahora?
- Ehm… ¿Durmiendo? – Respondió, con una sonrisa, bebiendo un sorbo de jugo.
- Masuda-kun, ¿podemos hablar? – Le pidió Toma, sentándose a su lado, haciendo lo mismo Tomohisa y Keiichiro a ambos lados de Yuya.
- ¿Mh? ¿Conmigo? Dígame – Dijo Takahisa, mirando a los sujetos que se habían sentado frente suyo.
- Antes que nada, ¿puedo hacerte una pregunta íntima?
- Si puedo responderla…
- ¿Estás saliendo con Ryo?
- ¿Con Ryo-san? ¿Por qué debo responder algo como eso? – Preguntó el muchacho, visiblemente nervioso.
- Es sólo una simple pregunta – Dijo Keiichiro. Yuya lo miró y luego dirigió su vista a su amigo.
- S… Sí… Estoy saliendo con él.
- Masuda-kun, hay algo que no sabes… acerca de Ryo – Dijo Tomohisa, ocasionando que el aludido lo mirara -. ¿Recuerdas las fotografías que aparecieron pegadas en todos los pizarrones hace un par de meses? – El muchacho asintió con la cabeza, tragando saliva en seco -. ¿Y los escritos respecto a Ryo que aparecieron al día siguiente? – Takahisa volvió a asentir -. Lo que estaba escrito en los pizarrones… era verdad. Ryo… violó a Tegoshi-kun al finalizar el concurso de crossdressing.
Takahisa se quedó mirándolo, dirigiendo su vista luego a Yuya, quien tan sólo se dedicó a mirarlo.
- Es mentira…, ¿verdad? – Musitó.
- Massu…
- Es mentira, ¿verdad, Tegoshi? – Volvió a preguntar, mirándolo a los ojos.
- No lo es, Massu – Respondió finalmente el rubio, apretando sus manos cerradas en puños sobre sus rodillas -. Ryo… abusó de mí.
- No… No, no, no, no – Negó con la cabeza, levantándose -. ¡Lo que dicen es mentira! Ryo-san no es así – Espetó, colerizado.
- Massu…
Tomohisa negó con la cabeza, bajándola luego.
- Lo hiciste con él, ¿cierto? – Takahisa lo miró, al igual que quienes rodeaban la mesa -. De otro modo no se explica tal forma de defenderlo.
- Sí, lo hicimos – Respondió -. Porque es mi pareja.
- ¿Y Okura? – Preguntó Toma.
- ¿Eh? – Dijo Takahisa, mirándolo con los ojos borrosos, culpa de las lágrimas que amenazaban con salir de ellos.
- Es que… creo que ambos tienen sentimientos bastante parecidos para con el otro. ¿Vas a dejarlo ir? Y peor, ¿por alguien como Ryo?
- No dejaré que… nadie hable mal de mi pareja. Sé que Ryo no es santo de su devoción, pero… él no es la clase de persona que ustedes creen.
- Massu, él abusó de mí – Sollozó Yuya -. ¿Ni siquiera puedes creerme a mí?
Sin responder, Takahisa salió corriendo de aquel lugar, chocándose con alguien camino a las escaleras que lo conducían a su cuarto.
- Ah… Yo… lo siento – Musitó, antes de levantar la vista y ver la persona con la que había chocado -. Okura-san…
Quiso escapar de allí, pero el agarre que Tadayoshi hizo sobre su brazo se lo impidió. Lo siguiente que escuchó, no fue el bullicio del festejo por el inicio del festival deportivo, sino los latidos del corazón de Tadayoshi. Hundió su rostro entre su pecho, sintiendo la calma que sólo le daba la calidez de sus brazos y lloró. Lloró por el engaño que estaba cometiendo tanto para con Tadayoshi, como para sus propios sentimientos.

El engañar a otros puede ser un arma de doble filo.
Tarde o temprano, el hecho de ser rodeado de engaños,
puede llevar a engañarse a uno mismo.
Cuando se llega a ese punto,
¿cómo regresar si ya no hay punto de retorno?




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