3 de febrero de 2013

[MTS] Capítulo 02 - Contacto

 Me c**o en mis vecinos (ノಠ益ಠ)ノ彡┻━┻
 関ジャニ∞ - ルラリラ
 En el comedor~

Ciaossu~!!
Como soy buena (?) les traigo el dos de MTS ^^
Enjoy~ ♥


Título: More than souls.
Fandom: Johnnys.
Pairings: IkuTego [Ikuta Toma x Tegoshi Yuya], RyoTego [Nishikido Ryo x Tegoshi Yuya] (pero nadie dice que no puedan haber más ;3)
Formato: Multi-chaptered.
Género: AU, romance, smut, violento.
Rating: NS-17.
Capítulos: 02 / ¿?
Sinopsis: Un primer encuentro hará posible un segundo, pero con el tiempo, hay costumbres que no cambian pero personas que sí lo hacen.




Capítulo 02: Contacto.


El hecho de formar parte del círculo de amigos de Jin Akanishi significaba una sola cosa: seguirlo adónde sea, cómo sea y cuándo sea. Así fuera día laboral al día siguiente. Esa sería su primera vez, no sólo visitando su departamento, sino también de ver, después de casi cuatro años, a Yuya.
Llegó caída la medianoche. A medida que el ascensor llegaba al décimo piso, podía oírse la música que sonaba en aquel piso. Las paredes eran demasiado finas por lo que podía apreciarse. El sonido retumbaba sobre las plantas de sus pies. Se notaba que los vecinos estaban acostumbrados, o que en ese piso no vivía nadie, o que todos esos mismos vecinos, estaban reunidos en el lugar al cual él se dirigía. “Sólo trae una buena cantidad de bebidas si es que quieres agradarle a Jin,” le había dicho Tomohisa. Se había dado cuenta de lo buen bebedor que era el muchacho en cuestión el día que se reunieron para festejar su graduación. Tocó el timbre y esperó. Frunció el ceño al darse cuenta de lo estúpido que había sido al haber hecho eso. Ni siquiera se oyó dentro de aquel lugar. Sacó su teléfono celular del bolsillo y le envió un mensaje de texto a su amigo, dando aviso de su paradero. A los pocos segundos, la puerta se abrió, hallándose Toma con la brillante sonrisa de Tomohisa.
– Bebida, como dijiste – Dijo Toma, enseñándole las bolsas que descansaban a ambos lados de su cuerpo.
– Gracias – Suspiró el aludido, agarrando las bebidas –. Nos estábamos muriendo de sed – Bromeó.  Le dio el paso para que su amigo entrara e intentara pasar por entre toda esa exagerada cantidad de gente hasta llegar al dueño de casa, para agradecerle la invitación. Esperaba ser él la última persona que faltaba llegar, ya que literalmente, en ese departamento, no cabía más un alfiler –. Aka… Jin – Llamó su atención al hombre sentado en un sillón de un cuerpo, rodeado de dos mujeres distintas a las que lo habían acompañado en el centro nocturno. Le dio la impresión que Jin tenía mucho amor para darle a todo el mundo.
– ¡Ah! ¡Toma-kun! ¿Cómo estás? – Lo saludó, con un ademán con la cabeza.
– Muy bien, muchas gracias por la invitación.
– ¿Me disculpan, princesas? – Pidió Jin, soltando a ambas muchachas, quienes se quedaron con las mejillas infladas por la pronta ausencia del hombre, pero no tardaron mucho en consolarse mutuamente. Toma frunció el ceño, siendo guiado a los pocos segundos por Jin a otro sillón de tres cuerpos allí ubicado –. Ikuta-kun, te presento a unos buenos amigos míos – Al levantar la vista, Toma se quedó sin habla. Allí estaban, y de nuevo, juntos –. Él es Nishikido Ryo – Presentó Jin a un muchacho no mucho más grande que él, de tez y cabellos oscuros, corto –. Y él es su pareja, Tegoshi Yuya – Agregó, señalando a la persona que Ryo estaba abrazando, un muchacho aparentemente de su edad, de ojos oscuros y cabello rubio –. Chicos, esta es la persona de la que les hablé, Ikuta Toma-kun.
– Yamapi me contó que se graduaron en la ToDai.
– Ah… Sí – Respondió Yuya, buscando la mirada de su pareja.
– Así es, pero Tegoshi prefirió no ejercer…
– ¿Tú… no estabas estudiando también?
Tenía mala memoria, pero no tanta como para no recordar que Ryo también iba a ir a estudiar a esa prestigiosa universidad.
– Digamos que… Tuve un percance y dejé la carrera. A ti te sucedió al revés, ¿cierto?
– ¡No te das una idea! – Dijo Jin, pasando su brazo por sobre el hombro de Toma –. Es como si fuera otra persona.
– No fue eso – Aclaró el muchacho con una sonrisa –. Más bien, podría decirse que tuve un sueño revelador.
– Sí, era eso, era eso. Se lo dices a Pi todo el tiempo – Se quejó Jin –. Bueno, Ikuta-kun, te dejo en buenas manos – Agregó el morocho, empujando apenas al aludido hacia adelante –. Ryo, Tegoshi, me lo cuidan, ¿eh?
– Claro que sí – Respondió Ryo. Su pareja tan sólo sonrió. Toma se sentó al lado de Yuya. Se preguntó en qué momento la gente se multiplicó. De un momento a otro, ir a la cocina por una cerveza, terminó pareciendo una carrera de obstáculos. 
– ¿Quieres que vaya por unas cervezas? – Oyó Toma que Yuya le preguntaba a Ryo, quien asintió con la cabeza.
– ¿Quieres una cerveza, Toma-kun?
– Ah… No, no hace falta.
– ¿Cómo que no? Tráele una a él también, Tegoshi.
– De acuerdo.
– No debes ser tan aburrido, hombre – Dijo el morocho, a modo de broma. Toma le respondió con una media sonrisa. Al volver la mirada a Yuya, se dio cuenta que lo había perdido de vista –. Esto es una fiesta después de todo. Y ni te cuento lo que está pasando en el cuarto de Jin – Agregó, señalando con el dedo un pasillo en una de las puntas del departamento.
– Supongo que no tengo que ir a interrumpirlos.
– Vas a oírlos igual. El baño está al lado.
– Me aguantaré las ganas, entonces.
– Vamos a ver cuánto aguantas – Lo retó el morocho.
– ¿Es una competencia?
– No había pensado en eso… Pero si eso quieres…
– Trato hecho.
Era imposible negársele a eso. Menos siendo de Osaka.
– Regresé – Dijo Yuya, apareciendo con tres cervezas.
– Trae más – Pidió Ryo.
– ¿Eh?
– Le jugué una apuesta a Toma-kun y necesitamos más cervezas – El rubio revoleó los ojos y se hincó de hombros. Se dio media vuelta y fue en busca de lo pedido por su novio –. ¿No es lindo? – Bromeó Ryo, viéndolo esquivar gente para llegar a la cocina. Toma tan sólo lo miró y no dijo nada –. ¿Empezamos? – Le preguntó, abriendo su botella de cerveza. Toma asintió con la cabeza y la abrió del mismo modo en que lo había hecho Ryo, con el borde de la mesa ratona frente a ambos –. Que gane el mejor.
Ambos muchachos chocaron las botellas y bebieron hasta saciarse. Estaba por demás helada, y a cada sorbo, el deseo de beber más y más, se incrementaba. Ryo y Yuya vieron la pierna derecha de Toma moviéndose frenéticamente al ingerir la sexta botella.
– Ikuta-kun, ¿estás bien?
– Perdí – Respondió el aludido, levantándose de un salto del sillón.
– ¡Oye, Ikuta! – Lo llamó Ryo –. ¡El baño es la segunda puerta!
– Segunda puerta, segunda puerta – Repitió el aludido, entrando al cuarto correspondiente. Cuando se deshizo de todo lo que había bebido se sintió en el Paraíso, lanzando un sonoro gemido al hacerlo. Se acercó al lavabo a lavarse las manos, notando algo: en ese sitio, no llegaba el sonido de la música o, al menos, las paredes parecían ser más gruesas que las otras con las que estaba hecha el resto del departamento. O, al menos, tres de esas paredes. Pudo oír un sórdido sonido a sexo repicando en sus oídos. En ese momento, recordó las palabras de Ryo. Se notaba que Jin realmente se divertía en sus fiestas y quién sabe con cuantas mujeres. Salió de allí, lanzándose literalmente al sillón donde Ryo seguía bebiendo –. Oye, ¿no tienes ganas de ir al baño?
– Puede aguantar una cerveza más – Dijo Yuya, sonriendo.
– Cállate… Oye, Ikuta, ¿quieres venir a casa? Mi familia fue de viaje al exterior, y me trajo unos vinos exquisitos… Pregúntale a Tegoshi sino.
– Me dejaron mareado a los dos sorbos…
– Eres un debilucho.
– Y tú, un abusivo.
– Bueno, ¿vienes o no? – Le preguntó Ryo, levantándose y mirándolo. Toma le dedicó una rápida mirada a Yuya y luego, se levantó.
– ¿Tegoshi-kun no viene?
– ¿Eh? – Preguntó el rubio, mirándolo –. No, no, no. Yo me quedo un rato más.
– Ya veo… Entonces… Fue un placer, Tegoshi-kun – Le dijo, extendiéndole su mano.
– El placer fue mío, Ikuta-kun – Lo despidió cálidamente el menor, estrechando su mano.
Sonrió. Con ese mínimo contacto, él estaba feliz. Internamente, deseaba que se repitiera y sabía que la única persona con la que debía relacionarse para lograrlo, era con Ryo.

Toma siguió sus pasos hasta salir del edificio.
– ¿Me esperas un momento? – Le preguntó Ryo, a lo que el aludido asintió con la cabeza. Rápidamente, el morocho cruzó la calle hasta uno de los enormes árboles frente al edificio, se bajó los pantalones y orinó. Toma no pudo evitar sonreír, desviando su vista mientras negaba con la cabeza.
– ¿Pensabas aguantar mucho más?
– Como te dijo Tegoshi, iba a aguantarme una cerveza más. Además, no me gusta el baño de Jin.
– Te entiendo…
El departamento de Ryo no estaba muy lejos de allí. Tampoco estaba muy lejos del centro nocturno donde lo había visto con Yuya. Quizás por eso se había vuelto amigo de Jin.
Al entrar al mismo, halló ropa tirada por todos lados, platos sucios en la cocina, quizás del día anterior –o al menos, eso le pareció–. En pocas palabras, ese departamento era un caos.
– Lo siento. Como verás… Hoy no vino el Hada de la Limpieza.
– No te preocupes. Yo soy igual cuando no espero visitas.
Mintió, pero debía hacerlo si quería ver a Yuya más seguido.
– No lo creo – Dijo Ryo, sacando una botella de una bolsa de papel madera y agarrando dos copas limpias que estaban colgadas sobre la mesada –. No tienes esa apariencia.
– ¿Ah, no? ¿Y qué tipo de apariencia tengo? – Le preguntó el muchacho, escoltándolo hasta la habitación que, por el contrario del resto de la casa, estaba impecable.
- Mhhhh… Bueno – Pensó Ryo, sentándose cerca de la cabecera, dejando las copas y la botella en una de las mesas de luz a ambos lados de la cama –. Pareces una persona normal.
– ¿No crees que eso es una descripción muy general? – Preguntó Toma, sonriendo, al muchacho que servía vino en ambas copas.
– Creo que es la más acertada – Respondió el morocho, entregándole una copa.
– ¿Por qué brindamos?
– Mhh… Por el inicio de una nueva amistad.
– Muy bien – Sus copas chocaron, resonando ese sonido en toda la habitación. Toma se lo quedó mirando un rato -. ¿Por qué… Tegoshi-kun se quedó en el departamento? Se lo veía algo cansado.
– Ah… A Tegoshi le gustan ese tipo de reuniones.
– ¿Sí? A mí no me dio esa impresión – Se sinceró el muchacho, quien sólo recibió una fugaz mirada por parte de su oyente.
– Bueno… Dicen que las apariencias engañan, ¿no?
– ¿Hace cuánto se conocen?
– Uhh… Eso es una pregunta complicada, ¿sabes? – Dijo Ryo, volviendo a llenar por la mitad su copa de vino –. Conozco a Tegoshi desde hace cinco años o más. Él… era la pareja de mi mejor amigo.
– Ah… Ya veo – Toma fingió desconocimiento, mientras le extendía su copa al morocho –. ¿Se pelearon?
– No. Él murió… en un accidente de tránsito – Musitó, casi con un deje de dolor el aludido, dejando que el líquido pardo cayera dentro de la copa de su acompañante –. Por eso digo que… las apariencias engañan. Después de todo, fue él quien se acercó a mí. No es que quiera hacerme el playboy ni nada por el estilo, pero… realmente fue así.
– ¿Y tú? ¿Por qué lo aceptaste?
La puerta del departamento se abrió, interrumpiendo la conversación. Demás estaba decir que la persona que había entrado debía ser Yuya. Aunque externamente no lo aparentaba, por dentro, Toma se estaba muriendo a cada respuesta que había recibido por parte de Ryo.
­­­— Ah, ¿siguen aquí? – Preguntó el muchacho, acercándose a la mesa de luz opuesta a la cual Ryo había dejado la botella de vino para sacarse los anillos, el reloj de muñeca y deshacerse de sus demás pertenencias personales.
– He aquí el Hada de la Limpieza que no hizo sus quehaceres el día de hoy – Dijo Ryo, respecto al recién llegado, obteniendo por respuesta un esbozo de sonrisa de su parte –. ¿Vas a ducharte? – Le preguntó, estirándose un poco para acariciar su brazo. Toma desvió la vista, ahogando un gruñido junto con el sorbo de vino que había bebido.
– Sí, si no les molesta – Pidió el rubio, con una sonrisa forzada.
– Por mí no te preocupes, yo ya me voy – Dijo Toma, levantándose de la cama y apoyando la copa sobre la mesa de luz al lado de Ryo.
– ¡Pero ni siquiera habíamos empezado a hablar! – Se quejó el morocho, con una fingida expresión de tristeza, volviendo a su posición original para persuadir a su nuevo amigo.
– No te preocupes, tenemos muchos días por delante, ¿no lo crees?
Más te vale – Dijo el aludido, señalándolo con el dedo –. Bueno, al menos te acompaño a la puerta.
– Que tengas buenas noches, Tegoshi-kun – Lo saludó el muchacho, dedicándole una reverencia, acto que imitó el rubio, a los pocos segundos.
Espero verte más seguido por aquí – Le dijo Ryo mientras le abría la puerta a su invitado –. Cuando tengas algún problema, sabes que puedes contar conmigo.
Y allí estaba la muestra de amistad por parte de Ryo: una leve palmada sobre la espalda. El tiempo había pasado, pero sus costumbres no habían cambiado en lo absoluto.
– Muchas gracias, Nishikido-kun.
– Ryo está bien.
– ¡Es injusto si tú me llamas Ikuta!
– Lo siento, es una mala costumbre. Con el tiempo terminaré llamándote Toma, no te preocupes.
¿Eso significaba que cuando estaba vivo nunca había sido realmente su amigo? Recordó que desde que se conocieron y hasta el último momento, siempre lo había llamado por su apellido. Aunque, ni siquiera a su pareja lo llamaba por su nombre de pila.
– Eso espero. Entonces…, nos vemos.
Apoyó su cuerpo sobre la puerta, una vez Toma se fue, y le dio la cara al techo, lanzando un sonoro suspiro de cansancio. Volvió  sus pasos al dormitorio pero, mientras masajeaba sus sienes, chocó con un envoltorio de algún tipo de fritura. Al darse cuenta de eso, la pateó con fuerza para alejarla de su camino. Entró con pasos rápidos al dormitorio y del mismo modo agarró la botella de vino entre sus manos para beber directamente del pico. Se volvió al baño, viendo la borrosa silueta de su pareja duchándose a través del vapor que se desprendía culpa de la temperatura del agua. Se apoyó al lado de la entrada, sin dejar de beber, mientras su mano libre, lo despojaba de su ropa de la cintura para abajo, para acariciar directamente su virilidad erecta. Dejó la botella dentro del lavabo, sin percatarse que el líquido se iba directo por el desagüe. Se metió a la ducha y abrazó a Yuya por detrás, acariciando su pecho mientras su lengua recorría su cuello, haciéndolo gemir. 
– Qué suerte que Ikuta se fue…
– ¿Por qué? – Gimió el rubio, acariciando los cabellos de Ryo por detrás.
– Mira cómo estás – Dijo Ryo, sonriendo, antes de estirar el lóbulo de su oreja con los dientes, ocasionando que un gemido ahogado saliera de los labios de su pareja. Yuya se agarró de la pared, haciendo su pelvis hacia atrás, mientras su mano se masturbaba.
– Hazlo… Ahh… De una vez… No aguanto más…
– Me di cuenta – Susurró Ryo, sobre su oído, notando cuánto se excitaba Yuya con eso al oír sus gemidos. Rozó su entrada con la punta de su virilidad. Su cuerpo se tensó al sentir los dedos de Yuya enterrándose sobre sus muslos, indicándole que lo penetrara en ese mismo instante –. Pero si te bañas con agua caliente,  no se te va a quitar la calentura, Tegoshi.
Apoyó todo su cuerpo encima del menor para cerrar la canilla del agua caliente y abrir la de la fría. Sintió cómo la piel debajo de la suya se estremeció al estar sus labios besando toda su espalda.
Ry… Ryo – Le suplicó.
– Está bien, está bien – Accedió el mayor, sosteniendo sus caderas y penetrándolo de una sola estocada. Oyó un exagerado gemido que lo hizo sonreír –. No me mientas… A alguien te le… tiraste… Mhh… mientras venías hacia aquí…
Ahh… No… No…
– Mentiroso – Jadeó el morocho, embistiéndolo con fuerza.
– No hay nadie que… Ahh… Me lo haga como tú…

No supo cuánto tiempo había permanecido despierto. Cuando oyó el piar de los pájaros de la mañana se dio cuenta que había estado toda la noche pensando en Yuya y en su relación con Ryo.
– ¿Tan poco significó lo que vivimos para ti…, Yuya…? – Musitó para sí.
Un par de golpes sobre la puerta lo sacaron de sus pensamientos. No se levantó a atender, puesto que pensó que había sido producto de su imaginación, pero se equivocó. Al oír una seguidilla de puñetazos sobre la misma, terminó levantándose de un salto, hallándose con la sonrisa de Rina al otro lado.
– Buenos días, Okura-san – Lo saludó, enseñándole una bolsa –. La semana pasada fue el cumpleaños de una amiga y como hicieron pastel de más, pasé a traerte un poco – Le dijo, entrando a la casa sin siquiera pedirle permiso.
– No puedes negar que eres la hermana de Yamapi – Se quejó Toma, bostezando –. Sólo te falta la llave…
– Cierto, ¿no? – Dijo la muchacha, sonriendo, mientras sacaba el pedazo de pastel  y lo colocaba sobre un plato –. ¿Y bien? ¿Cómo te fue anoche con Tegoshi, galán?
El muchacho sonrió.
– ¿Al menos puedes esperar a que vaya a asearme…?
– Tienes tiempo hasta que termine de preparar el desayuno. Sino, vestido o no, te saco a la rastra del baño.
– Sí, no se puede negar que son hermanos – Dijo Toma, entrando a su cuarto, cerrando la puerta a su paso. Al salir del mismo, encontró a la muchacha entretenida con un programa de televisión y con el desayuno esperando sobre la mesa –. Después de todo – Rina lo miró –… Yuya… está en pareja con Ryo…
– Hablando del rubio en cuestión – Toma se sonrió, agarrando un pedazo de pastel –. Si te interesa, tengo un lugar donde puedes ubicarlo – El muchacho la miró –. Todos los miércoles va a la cafetería cerca de la casa de una amiga mía.
– ¿Todos los miércoles?
– Sí, rondando el mediodía…
– ¿Por qué haces esto por mí?
– No creas que he estado siguiéndolo o algo así… Realmente, fue una casualidad. Salimos a pasear con unas amigas, y lo vi.
– Pero después sí lo seguiste…
– Tenía que corroborar qué días iba a ese lugar – Sonrió la muchacha.
– De nuevo, ¿por qué haces esto por mí?
– Te lo dije el otro día, ¿no? Si yo estuviera en su lugar, me gustaría saber que la persona que amé está viva.
– Tú misma lo dijiste. Yuya me amó. Pero eso no quiere decir que aún lo siga haciendo. Sino, no estaría saliendo con Ryo-chan.
– ¿Por qué no se lo preguntas?
– ¿A Yuya?
– A Ryo. Pregúntale por qué empezó a salir con Tegoshi. Después de todo, él era pareja de su mejor amigo, ¿no? ¿Y si, en realidad, siempre estuvo detrás de él y tú ni siquiera te diste cuenta?
– Qué imaginación que tienes…
– Sangre Yamashita, mi querido Okura-san.
– De acuerdo – Suspiró Toma, revoleando los ojos –. Este miércoles iré a ver a Yuya. Aunque… No sé con qué excusa me presentaré frente a él…
– Ya se te ocurrirá algo – Le dijo Rina, zamarreándolo suavemente desde los hombros. 

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