18 de septiembre de 2015

[Ring] Capítulo 02: Trátame suavemente

Ciaossu~!!
Me doy cuenta que tengo problemas siempre con el título del segundo capítulo... Me va pasando bastante que siempre lo dejo para lo último, o lo pongo a último momento, o lo cambio tres veces... Y en este caso, lo puse mientras lo releía xD jajajajaja
Espero que les guste y nos vemos la semana que viene con el último capítulo de BMS.
Enjoy~ ♥



Título: Ring 「指輪」
Fandom: Johnnys.
Pairings: Ryokura [Okura Tadayoshi x Nishikido Ryo].
Formato: Multi-chaptered.
Género: AU, drama, romance.
Rating: NC-17.
Estado: Finalizado.
Capítulo: 02/ 08
Cantidad de palabras: .
Sinopsis: Ryo deja al descubierto sus verdaderos sentimientos. Aconsejado por Aya, encuentra un trabajo de medio tiempo que no es sino en el mismo lugar donde trabajan Tadayoshi... y su esposa.

( 01. Promesa )



-----------------------------------------------

Capítulo 02: Trátame suavemente.


Esa noche, agradeció que el bar estuviera atiborrado de gente. De no ser así, estaría deprimido por haberse encontrado con Tadayoshi. No había tenido tiempo de charlar largo y tendido con sus amigos y compañeros de trabajo porque llegó sobre la hora, y estar ocupado lo ayudaba a no caer dormido en un rincón al fondo del bar, junto a las cajas de bebidas. 
— Ryo, ¿puedes atender a aquella señora? — Le preguntó Eita, preparando un trago.  
— Seguro. ¿Qué toma? 
— Bloody Mary.  
— De acuerdo — Dijo el muchacho, acercándose a la mujer —. Buenas noches.  
— ¿Mh? Buenas noches — Lo saludó la mujer, dejando de prestar atención a la pantalla de su teléfono celular para levantar la cabeza y mirarlo —. ¿Y Eita-kun? 
— Hay demasiada gente y me mandó a mí a preparar su trago. Espero que no le moleste. 
— Claro que no — Sonrió la mujer. Parecía ser de buen pasar económico. Tenía un vestido color rosa viejo, del cual salían dos lazos que se unían alrededor de su cuello. Su cabello castaño claro ondulado le llegaba a la altura de los hombros. Pero no fue la ropa lo que la delató, sino sus joyas.  
— Aquí tiene — Dijo Ryo, dejando su bebida sobre un posavasos frente a ella. 
— Gracias — Dijo la mujer, bebiendo un sorbo. 
Aunque el lugar estaba lleno, nadie llamaba por él. Se estaba durmiendo. 
— ¿Escapando de su casa? — Le preguntó Ryo, generando la sonrisa en su cliente. 
— Escapando de asuntos laborales, en realidad. Un arduo día de trabajo.  
— Ya veo — Jugó con sus pulgares sobre la barra, sin poder hacer otra cosa —. Usualmente, las mujeres que vienen solas buscan compañía. 
— Me ofendes. 
— Lo siento. No era mi intención — Se disculpó el morocho, rápidamente. 
— A diferencia de esa clase de mujeres, yo vengo a tomar un trago y estar en tranquilidad en este lugar.  
— Tiene razón, lo siento mucho. 
— Me parece que te llaman — Le dijo, en referencia a un sujeto que intentaba llamar su atención desde una de las mesas —. Mejor ve antes de que te despidan.  
Ryo sonrió y fue a atender su mesa.  

Cuando regresó a su casa, escapando del cuestionario que le esperaría por parte de Aya y Eita, encendió su teléfono, el cual automáticamente empezó a sonar por los mensajes de texto y llamadas perdidas. El remitente de todos estos era el mismo. Sonriendo, se acostó en su cama, lanzando el aparato a su lado y jugó con el collar que colgaba sobre su cuello. 
— Tadayoshi — Susurró, suspirando luego. Su mente estaba cansada y le dolía la cabeza, pero su cuerpo reaccionó al recordarlo. Lanzó una suave carcajada mientras, con los ojos cerrados, acarició su propio cuerpo con una mano, y su creciente erección con la otra, jadeando su nombre suavemente, imaginando que eran las manos de su amigo las que lo tocaban, intentando llevarlo al borde de la locura. Agarrando con fuerza su musculosa, desabrochó su pantalón y metió su mano dentro de su ropa interior, tiritando de placer al sentir el contacto de su fría palma rodeando su hombría. Sin dejar de acariciarse, se colocó boca abajo y tanteó su mesa de luz a ciegas. Abrió el único cajón que tenía y sacó un pomo, lanzando un poco del contenido de éste sobre su mano para volver a acariciar su erección. Su cuerpo se elevó un poco al sentir frío, pero a la vez el calor de aquella loción. No dejó de pronunciar su nombre hasta que, después de frenéticos movimientos, llegó al clímax, culminando sobre su mano. Su agitada respiración volvió lentamente a la normalidad mientras caía profundamente dormido.   
Lo despertó el sonido de su celular recibiendo una llamada. Hasta podía asegurar que cantó una parte de la canción que estaba sonando, estando semidormido. Se sentó de un salto en la cama, cayendo en cuenta a los pocos segundos que estaba en su casa. Agarró su celular y atendió la llamada.  
— ¿Diga? 
— “Te llamé más temprano, pero al parecer estabas ocupado”, dijo Tadayoshi. 
—  Eh… Sí. Estaba trabajando. 
— “Tienes razón. Lo había olvidado. Perdón. ¿Te molesté? Estabas durmiendo, ¿no?”  
— Sí, pero… No te preocupes — Dijo Ryo despeinando sus cabellos, dándose cuenta un poco tarde que lo había hecho con su mano derecha, por lo que lanzó un vocablo de disgusto. 
— “¿Qué tienes que hacer esta noche?” 
— ¿Esta noche? — Repreguntó Ryo, levantándose y dirigiéndose a la cocina, agarrándose de las paredes.  
— “”, rió su oyente. “¿Estás despierto?” 
— Perdón — Respondió, aclarando su garganta. Encendió la luz de la cocina y se quedó pensando —. No tengo que hacer nada. ¿Por qué? 
— “¿Está bien si voy a cenar a tu casa?” 
— ¿Hoy…? 
— “Mi esposa va a tener una cena de negocios, me avisó esta mañana.” 
— Ah… Bueno… Espera un momento — Ryo se acercó a la heladera y examinó con la vista su contenido, haciendo luego lo mismo con las alacenas —. Sí, está bien. Puedes venir. 
— “Genial”, dijo, sonriendo al otro lado de la línea. “¿Necesitas que lleve algo?” 
— No, tengo todo — Respondió Ryo, haciendo malabares con el celular para que no se cayera del débil agarre en que lo mantenía entre su hombro y mejilla. 
— “Llevo algo para beber.” 
— Como quieras — Resopló Ryo, con una sonrisa.  
— “Nos vemos en un rato.” 
— Claro — Después de cortar la llamada, Ryo se quedó sentado en la banqueta, sonriendo —. Mierda, tengo que limpiar todo — Al darse cuenta del caos que tenía por departamento, se apresuró a levantarse y empezar a ordenar un poco. 

— Ya tengo cita — Le dijo Tadayoshi a su esposa, abrazándola por detrás, mientras ella se ponía un aro frente al espejo de su cuarto. 
— ¿Con el amigo que me comentaste? — Le preguntó —. ¿Me ayudas con esto? — Le pidió, extendiéndole una fina cadena de plata con un diamante blanco por dije. 
— Claro — Respondió el aludido, pasando el collar por sobre el cuello de su esposa y abrochándolo por sobre su nuca —. Ya está. Sí. Ryo-chan.  
— Qué suerte. Me sentía mal por dejarte solo en casa — Dijo la mujer, girándose y rodeando su cuello con ambos brazos para darle un suave beso sobre la punta de su nariz, ocasionado que Tadayoshi sonriera. 
— Tampoco es que me molestara quedarme solo, pero seguir con la planificación tampoco me emocionaba demasiado… 
— Sabes que no necesitas mi supervisión para aprobarlo — Dijo su esposa, acercándose a su armario para buscar un abrigo. 
— Lo sé — Dijo Tadayoshi, con el ceño fruncido, sentado en la cama —. Pero como te dije, no quiero hacerlo solo. Me aburre demasiado — Agregó, acostándose con los brazos abiertos. 
— Como tú digas — Le dijo su esposa, agarrando el pequeño bolso que estaba al lado de Tadayoshi —. Nos vemos más tarde. Suerte. 
— Gracias. Igualmente — Respondió el aludido, saludándola con la mano —. Ya sé qué voy a llevar — Dijo, levantándose de un salto un tiempo después de que su esposa dejara la habitación. 

Sonó el timbre en el departamento de Ryo. Rápidamente, el morocho se acercó a la puerta de entrada y suspiró antes de abrirla. 
— Bienvenido — Le dijo a Tadayoshi —. Siéntete como en tu casa. 
— Permiso — Dijo el aludido, entrando al departamento —. Toma — Agregó, entregándole una bolsa. 
— Ehm… Gracias, pero te dije que no era necesa… ¿Un Perrier-Jouët? — Preguntó, sacando la botella que asomaba de la bolsa. 
— ¿Lo conoces? — Repreguntó sacándose los zapatos. 
— Por supuesto que lo conozco. Eita… Mi jefe mantiene esta clase de vinos lejos de nuestro alcance. Se nos llega a caer una sola botella de esta y tendremos que darle un órgano nuestro a cambio… Estás loco… 
— Lo estuve guardando para una ocasión especial, y esta una ocasión que amerita esta clase de bebida.  
— Pero no pega para nada con lo que cociné, Okura… 
— No te preocupes por eso. Quedará bien.  
Dándose cuenta que su amigo no se echaría para atrás, suspiró, volviendo sobre sus pasos hasta llegar a la cocina.  
— ¿Qué es? 
— ¿Mh? — Preguntó Tadayoshi, con el torso apoyado sobre la mesada de la cocina.  
— El vino. 
— Es un Belle Epoque Rosé.  
— Qué buen francés — Lo elogió Ryo, mirándolo de reojo. 
Merci. Cuando quieras, puedo enseñarte. Sirve mucho para llamar la atención de las mujeres.  
Su oyente sonrió de lado, mientras se dirigía a la mesa con un plato en cada mano. Las recetas preparadas por Ryo fueron típicamente japonesas, bastante hogareñas, fáciles y rápidas de hacer, teniendo en cuenta lo que tenía en sus alacenas y el poco tiempo que tenía a su favor.  
— Espero que te guste — Le dijo, sentándose a la derecha de uno de los extremos de la mesa, dejando que su invitado se sentara en una de las puntas.  
— Cualquier cosa que tú hagas va a gustarme — Lo halagó, sentándose en el lugar indicado —. Siempre y cuando sigas cocinando igual que antes. 
— En eso creo que no he cambiado. 
Ambos sonrieron y empezaron a comer. 
— Mhh… Está delicioso. 
— ¿Ahora vas a contratarme como tu cocinero personal? — Bromeó Ryo, ocasionando que Tadayoshi sonriera. 
— Podría ser. Tienes las cualidades — El invitado abrió el vino y sirvió un poco en cada copa. Acercó su nariz a la copa e inhaló el dulce aroma de la bebida antes de beber un poco —. Está bueno. Y va bastante bien con este tempura aunque no lo creas. 
— Deja de mentir — Le pidió su amigo, dándole un sorbo a su bebida —. ¿De dónde sacaste esta botella? 
— Fue un regalo de bodas — Respondió Tadayoshi. 
— ¿Eh…? ¿Y lo trajiste aquí?  
— Sí — Respondió el aludido, sonriendo —. Te dije que lo estaba guardando para una ocasión especial.  
— Pero… como ocasión especial debiste haber esperado… No sé… ¿Hasta que tuvieras un hijo? ¿Tienes hijos? 
— No — Respondió secamente su oyente, admirando el color de la bebida a través del fino cristal de su copa —. Masami-chan y yo estamos ocupados con el trabajo…  
— ¿Cuándo se casaron? — Le preguntó, terminando el contenido de su copa de un solo sorbo, mirando a Tadayoshi de reojo. 
— Hace seis años — Respondió su oyente, mirando luego a Ryo y dedicándole una sonrisa —. Aunque nos conocimos después de que te fuiste.  
— Lo dices como si yo tuviera la culpa… 
— Pero, ¡la tuviste! — Se sonrió Tadayoshi —. ¡Fue por la pelea en la que te involucraste que te echaron! 
— Bueno, ya, ya… 
— Además, ya no tenía a nadie que me aconsejara con qué tipo de chicas andar… Así que empecé a salir con ella… 
— Ahora suena a que no tuviste otra opción… 
— Probablemente — Dijo, bebiendo un poco más de vino —. ¿Y? — Ryo lo miró —. ¿Te diste cuenta que sí es bueno para el tempura? — Su oyente le sonrió —. ¿Y tú? ¿No has salido con nadie? 
— Sólo con las clientas a las cuales les agrado… O clientas que me agradan a mí. Pero nada más de una noche.  
— ¿Es una especie de regla? 
— No quiero involucrarme sentimentalmente con nadie — Reconoció, mientras se incorporaba para agarrar la botella de vino y llenar su copa. 
— El matrimonio es terrible — Ryo lo miró, sorprendido por sus palabras. Tadayoshi se sonrió por la expresión de su amigo —. En realidad…, Masami-chan lo es… Desde el primer día en que llegamos a nuestra casa… cambió completamente conmigo… No sé cómo explicarlo. 
— ¿La amas? — Le preguntó Ryo, seriamente. 
— Si no la amara…, no me habría casado con ella, ¿no lo crees? 
— Como eres tú…, no lo habrías hecho. Es verdad — Una vez más, Ryo vació el contenido de su copa en unos cuantos sorbos.  
— ¿No quieres beber directamente del pico? — Le preguntó Tadayoshi. 
— Estoy feliz… por habernos reencontrado después de todo este tiempo.  
— Yo también lo estoy — Dijo Tadayoshi en voz baja, como si quisiera que sus palabras fueran un secreto entre ambos.  
— Pero a diferencia tuya, yo no tengo nada qué contarte, Okura. Estoy seguro de que tú tienes miles de experiencias que viviste en tus viajes alrededor del mundo, en la universidad, aunque haya sido con el monstruo que dices que tienes por esposa. 
— No dije que fuera un monstruo — Se sonrió el aludido. 
— En cambio yo… Terminé mis estudios en la secundaria, empecé a trabajar y ahí terminó mi vida — Soltó, casi acostándose sobre la silla, con la mirada en el techo donde una imperceptible tela de araña vacía brillaba por la luz de la calle que entraba por uno de los ventanales semiabiertos —. No estoy saliendo con nadie, puedo contar mis amigos con los dedos de una mano y sólo voy a la casa de mis padres durante las fiestas de fin de año… Para ver cuán felices son mis hermanos con sus esposas e hijos — Suspiró, cruzando sus brazos sobre la mesa y escondiendo su rostro en el hueco hecho entre ellos —. Soy un fracaso… 
— No lo eres, Ryo-chan — Le dijo Tadayoshi, alzando su mano para acariciar sus cabellos. Aquel contacto hizo que Ryo girara su cabeza y lo mirara con una sonrisa. 
— Siempre te esperé — Le dijo —. Todo este tiempo… sólo te estuve esperando a ti.  
Tadayoshi respondió a aquellas tiernas palabras imitando su expresión. Se levantó y apoyó parte de su cuerpo sobre la espalda de Ryo, abrazándolo.  
— Bueno, entonces, aquí estoy. Para lo que necesites, aquí estoy, Ryo-chan — Debajo suyo, Ryo sentía que su cuerpo se derretía. Lentamente, sin querer que aquel cálido abrazo se rompiera, se giró hasta quedar frente a Tadayoshi. Acarició su rostro con ternura y separó sus labios para decirle algo, pero el más alto que más rápido que él e interrumpió lo que aún no había alcanzado a decirle —. Todavía lo tienes…  
— ¿Eh? 
— El anillo que te regalé — Respondió, señalando el objeto que se asomaba de entre sus ropas. 
— ¡Ah! Sí… Por supuesto que lo tengo — Dijo el aludido, agarrando el anillo con sus dedos para admirarlo. 
— ¿Así que me estuviste esperando? — Preguntó, haciendo volver a Ryo a su modo anterior —. ¿Por qué? 
— Porque te amo — El silencio que produjo su confesión pareció interminable para ambos. Tadayoshi se había quedado sin palabras. Realmente no se esperaba para nada algo así. Sonrió y volvió a abrazar a Ryo. 

— Oye, Ryo. Ryo. Ryo, Ryo, Ryo, Ryo, Ryo, Ryo, Ryo. 
— Cállate de una vez, ¿quieres? — Le pidió el aludido, abrazando su almohada y abriendo los ojos rápidamente al oír la voz de Aya. Hizo una flexión de brazos y miró hacia ambos lados en el proceso —. Ay… Mi cabeza… 
— Encontré una botella de Perrier-Jouët. Que no sea del bar porque Eita te corta en pedacitos — Dijo la muchacha, abriendo apenas la cortina del lado opuesto al que estaba durmiendo su amigo. 
— Por supuesto que no es del bar. La trajo Okura. 
— Eh… ¡¿Eh?! — Preguntó la aludida, sentándose de un salto a su lado —. ¿Cómo que de Okura? ¿Cómo la consiguió? 
— Fue un regalo de bodas. 
— ¿Y lo trajo para ti? 
— Dijo que era una ocasión especial. 
— ¿Qué pasó? Cuéntamelo todo. 
— ¿Puedes esperar a que me vista?  
— No tienes nada que no haya visto. Además, estás vestido, por si no te diste cuenta. 
— ¿Puedes esperar a que me cambie? 
— Está bien, está bien. Espero afuera. 
Cuando Ryo salió, encontró a su amiga preparando el desayuno, tarareando una canción.  
— Gracias — Le dijo, sentándose en una banqueta.  
— ¿Mh? 
— Por venir a hacerme el desayuno. 
— No vine por eso. Anda, dime, ¿qué sucedió? 
— Tomé demás y le dije que lo amaba. 
— ¿Qué? No puedes hacer eso. 
— Bueno, lo hice. Y cuando me desperté… estabas tú llamándome con tu voz chillona y — Suspiró —… ¿Lo llamo? 
— Ni lo sueñes. 
— ¿Y qué quieres que haga? ¿Qué espere a que él me llame?  
— ¿Por qué no te buscas un trabajo de medio tiempo por la mañana? 
— ¿Eh? ¿A qué viene eso? 
— A que no debes tener tiempo para pensar en él.  
— ¿Tú tienes algo? 
— Trabajo como voluntaria en una guardería antes de ir al bar. 
— Ahh… 
— Hagamos algo. Hoy yo voy a tener tu teléfono y va a estar apagado todo el día. Busquemos avisos en los periódicos y mañana ve a ver los que te interesen. ¿Está bien? 
— Sí, mamá — Se sonrió el muchacho. 
— ¿Tienes el periódico de hoy? 
— Seguramente el portero lo habrá tirado debajo de la puerta — Dijo Ryo, bajándose de la banqueta para ir en busca del mismo —. ¿Qué busco? — Preguntó, levantando una ceja y sonriendo en forma nerviosa. 
— No lo sé — Respondió Aya —. Dame — Le dijo, sacándole el periódico de las manos y revisando los avisos clasificados —. Mhh… ¿Mensajero en una empresa de arquitectura? Aunque dice que el turno es por la mañana… En el aviso dice que la paga va a ser muy buena… Deberías ir a ver este — Dijo, dejando el periódico a un lado. 
— ¿Sólo ese? — Sonrió Ryo. 
— Tengo hambre, ¿de acuerdo? Después sigue buscando otros. 

Así como pasó la tarde, pasó la noche. La escasa clientela tampoco ayudaba demasiado.  
Cuando el sol se asomó por el horizonte y volvió a su casa, se dio cuenta que tenía tres horas para prepararse e ir a la entrevista laboral.  
El lugar de la entrevista sería en la empresa misma, lugar al cual fue vestido lo más formalmente que pudo, aunque le faltaba una corbata. Tras ser anunciado por una persona de la recepción, llegó hasta el último piso, donde sería atendido por la directora ejecutiva. 
Cuando el ascensor abrió sus puertas, una mujer familiar lo estaba esperando a pasos del mismo. 
— Usted es… 
— ¡Vaya! Esto sí que es una sorpresa — La mujer que le habló no era otra que la usual cliente que siempre pedía un Bloody Mary cada vez que iba al bar —. ¿Será una especie de castigo por no haber charlado contigo ese día? — Dijo, sonriendo —. Bueno…, Nishikido-san, ¿verdad? — El aludido asintió con la cabeza —. Vamos a mi oficina — El muchacho siguió los pasos de la mujer por lo que parecía un laberinto de cubículos hasta llegar a su oficina, desde la cual podía verse todo lo que sucedía en el exterior de la misma. Apenas entró, la mujer bajó las persianas de las dos paredes vidriadas para tener algo de privacidad, acto seguido, se acercó a su escritorio, frente al cual también estaba Ryo, de pie —. Siéntate, por favor — Le pidió, haciendo ella lo mismo sobre su sillón —. Muy bien, veamos. Vienes por el puesto de mensajero, ¿estoy en lo correcto? 
— Sí — Respondió el aludido. 
— El trabajo será por la mañana y hasta pasadas las tres de la tarde, ¿está bien? 
— Sí, no hay problema con el horario. 
— ¿Eita-kun te paga mal? — Bromeó la mujer. 
— ¡No! ¡No es eso! — Negó Ryo también con ambas manos —. Es que… necesito… algo más de ingresos. 
— Ya veo — Dijo la mujer, jugando con un bolígrafo. 
— Oh, estás ocupada — Dijo un hombre, abriendo la puerta de la oficina. 
— No, pasa. Estoy entrevistando a una persona por el puesto de mensajero — Dijo la mujer, llamando su atención con una seña —. ¿Qué sucede? 
— Necesito que me firmes estos pape… les…  
Ninguno de los dos podía creerlo. Encontrarse después de lo sucedido justamente ahí. La mujer que estaba entrevistando a Ryo, miró las sorprendidas expresiones en los rostros de ambos, de Ryo y de Tadayoshi. 
— ¿Se conocen? — Preguntó, con una sonrisa divertida. 
— Ryo-chan — Susurró Tadayoshi. 
— ¿Tú eres ese Ryo-chan? — Volvió a preguntar la mujer, sorprendiéndose ella también.  
— Entonces, usted es — Dijo Ryo. 
— Creo que no me he presentado contigo, ¿verdad? Lo siento mucho — Se apenó, la mujer —. Mi nombre es Nagasawa Masami. Soy la CEO de Nagasawa Corporations — Tadayoshi se aclaró la garganta, mientras la mujer agarraba la carpeta que él tenía entre sus manos —. Perdón, Okura Masami — Ese momento no pudo haber sido más incómodo. Aunque Masami estaba concentrada leyendo y firmando la carpeta que le llevó su esposo, apenas las miradas de Ryo y Tadayoshi se encontraban no pasaba más de una fracción de segundo en que se desencontraran nuevamente —. Muy bien, aquí tienes — Le dijo a Tadayoshi, entregándole la carpeta. 
— Gracias. 
— En cuanto a ti, Nishikido-san… Puedes venir mañana mismo a ocupar el lugar. 
— ¿Eh…? ¿Está bien? No creo que sea prudente dejarse llevar porque soy amigo de… su esposo… 
— ¡Claro que no! ¡Está bien! ¿No lo crees, Tadayoshi?  
— Mhh… Sí. Si necesitas el puesto. 
— No se diga más. Te esperamos mañana, Nishikido-san — Dijo Masami, sonriéndole.  
El aludido se levantó y le dedicó una reverencia. No se dio cuenta que Tadayoshi se lo quedó mirando, lo único que él quería en ese momento, era desaparecer, que la tierra se lo tragara. Maldita Aya por haberle dado ese estúpido consejo. Sin poder ser capaz de oír otra cosa más que los propios latidos de su corazón, llegó casi corriendo al ascensor. Suspiró, apoyando su cuerpo contra una de las paredes laterales del mismo, pero la mano de Tadayoshi interponiéndose entre las puertas, evitó que se cerrara, haciéndolo recién cuando él entró al mismo.  
Ryo se dio cuenta que él también había corrido. Aunque intentara recuperar el aliento rápidamente, alcanzó a ver una gota de sudor cruzando su mejilla hasta perderse en su cuello.  
— No respondiste mis mensajes — Le dijo, finalmente. 
— Aya tenía mi teléfono — Tadayoshi lo miró —. Una compañera de trabajo. 
— Ah. También te llamé varias veces. 
— Aya tenía mi teléfono. 
— Ah. ¿Tienes planes para esta noche? — Le preguntó, examinando la hora en su reloj de muñeca —. Creo que puedo salir a eso de las ocho, si te parece… 
— Tengo que trabajar — Reconoció Ryo, con una sonrisa. 
— No voy a estar mucho tiempo. Sólo… quiero mostrarte algo — Le dijo, rascándose una mejilla con el dedo índice. 
— Siempre piensas que el mundo está a tu disposición, ¿no? 
Tadayoshi lo miró, sorprendido por sus palabras, pero al ver su sonrisa, se dio cuenta que estaba bromeando, y que aceptaba su propuesta. 
— Llevo comida china. 
— Y nada de vino. 
— Hecho — Sonrió el aludido. 
Tadayoshi se despidió en el quinto piso. En lo que tardó en bajar hasta la planta baja, salir del edificio y llegar a su casa, se preguntó por qué había aceptado su propuesta. Sobre todo cuando Tadayoshi no había respondido en forma directa a sus sentimientos.  

El sonido del timbre distrajo la vaga atención que mantenía sobre el televisor. Desde que llegó, se había quedado sentado allí, observando cada tanto el anillo que colgaba entre sus ropas. No sólo estaba casado, sino que lo estaba con quien al día siguiente sería su superior, y para colmo, tendría que verlo todos los días. Se levantó tranquilamente y abrió la puerta de la misma manera, encontrándose con dos bolsas y, detrás de ellas, a Tadayoshi. 
— ¡También traigo alcohol! ¡También traigo alcohol! — De alguna forma, Ryo sintió que el tiempo había retrocedido. Cada vez que discutían por algo, ambos conocían el punto débil del otro, lo cual funcionaba muy bien para hacer las paces. 
— Entra de una vez — Le dijo el dueño del lugar, haciéndose a un lado para que su invitado entrara a su hogar —. Pero…, no sé de dónde sacaste que estaba enojado contigo. 
— Porque no me respondiste los mensajes. 
— Realmente no tengo el celular — Reiteró el aludido, con una sonrisa, mientras él se quitaba los zapatos. 
— ¿Por qué lo tiene tu compañera de trabajo? 
— ¿Quieres que te lo diga ahora o prefieres cenar? — Le preguntó Ryo, apoyando las bolsas con las que había llegado Tadayoshi sobre la mesa y cruzándose de brazos. 
— ¿No podemos hacer las dos cosas al mismo tiempo? 
Ryo suspiró. 
— Ayer te fuiste sin decir una sola palabra… Quisiera pedirte que hoy al menos me escuches hasta el final.  
— De acuerdo. Te escucho. 
— ¿Conoces la frase “uno no sabe lo que tiene hasta que lo pierde”? — Su oyente asintió con la cabeza —. Muy bien, eso fue lo que me pasó a mí. En todo este tiempo, nunca tuve el valor de buscarte, de hablarte. Hace poco estuvimos hablando con unos amigos de… todo lo que siento, y me dijeron que te buscara por medio de las redes sociales. 
— Y lo hiciste. 
— Sí.  
— Mira, no sé si esto es una especie de respuesta o no, pero — Del bolsillo de su pantalón, sacó un anillo exactamente igual al que Ryo tenía colgando en su cuello como dije —… nunca lo he olvidado. El día en que te fuiste de la secundaria. Y tampoco el regalo que te hice ese día. Siempre lo llevo conmigo, de alguna u otra manera, yo tampoco te he olvidado. 
— No lo entiendes, Okura. Tú no sientes lo mismo que yo. 
— ¿Crees conocer mis sentimientos? ¿Que no te haya buscado quiere decir que no significas nada para mí? 
— No es eso. Es que… tú no sientes lo mismo que yo. Todo esto está… mal — Musitó la última palabra con la vista clavada en el suelo, al borde de la frustración —. Ni siquiera sé por qué te lo dije… Eres un tipo casado después de todo. 
— ¿Qué es lo que está mal? — Ryo estaba tan ensimismado en sus propios pensamientos que no se percató de la cercanía de Tadayoshi sino hasta que éste le hizo levantar el rostro con sus propias manos —. ¿Qué es lo que está mal, Ryo-chan? 
— No me mires así — Le susurró, suplicándole.  
— ¿Por qué? 
— Porque no sé qué sería capaz de hacerte.  
Sentir el dorso de su mano acariciando su mejilla, hizo que aquella zona de su cuerpo ardiera. Oyó la suave risa de Tadayoshi que, dio por seguro, se había percatado de ese detalle. Sus labios besaron su otra mejilla, sonoramente. Ryo cerró los ojos con fuerza, sintiendo que sus labios temblaban, y sus manos, a ambos lados de su cuerpo, estaban inmóviles. Lo siguiente que supo, al sentir las manos de Tadayoshi sosteniendo su rostro, fue que iba a besarlo. Abrió los ojos lentamente para ver con claridad cómo Tadayoshi se acercaba a él hasta pegar sus labios contra los suyos. Gimiendo de felicidad en medio del beso, Ryo volvió a cerrar los ojos, dejándose besar todas las veces que Tadayoshi quiso, de todas las formas que él quiso. Cuando recobró el aliento, se dio cuenta que sus manos ahora estaban aferradas al saco del más alto. 
— No digas que esto está mal si sentiste lo mismo que yo en ese beso — Le dijo casi en un susurro. Ryo ya no poseía control ni de sus pensamientos ni de su cuerpo. Se dio cuenta de esto al mirar a Tadayoshi a los ojos. Suspiró. Claro que lo había sentido. Había sentido cómo su cuerpo se estremecía por un simple roce contra el suyo, por un simple beso —. Te sonrojas — Musitó Tadayoshi. 
— ¿Eh? 
— Cuando te beso, te sonrojas — Repitió, sonriendo —. ¿Por qué? — Gimió, acariciando su brazo con el dorso de su mano.  
— N… No lo sé… ¡No preguntes esas cosas! — Exclamó Ryo. 
— Ryo-chan… 
— ¿Qué? 
— Pareces una colegiala — Le dijo, estrechándolo entre sus brazos. Ryo se estaba por zafar y gritarle, pero no pudo. Terminó suspirando e inflando levemente sus mejillas. 
— Por favor… Trátame suavemente… 
— ¿Eh? — Tadayoshi aflojó el agarre sobre su cuerpo para mirarlo a los ojos. 
— ¿Acaso no vamos a hacerlo? Bueno, trátame suavemente. Después de todo, será mi primera vez — Tadayoshi ahogó una carcajada que hizo crispar los nervios de Ryo —. Oye, ¡te estoy hablando en serio! — Exclamó, con el rostro igual de rojo que un tomate. 
— En serio que pareces una colegiala — Reconoció Tadayoshi. Se acercó y besó su frente con ternura —. Sí, sí. Voy a tratarte como nunca nadie lo hizo. 
— Estúpido — Bufó Ryo, escondiéndose sobre su pecho. 
Aunque ambos estaban seguros de lo que iba a acontecer, ninguno tenía el valor de comenzarlo. Dándose cuenta que los pies de Ryo parecían estar clavados en el suelo, Tadayoshi agarró su mano derecha y la entrelazó a la suya.  
— ¿Tu cuarto?  
— La puerta a la izquierda — Respondió el aludido, susurrando, sintiendo su corazón latiendo con fuerza dentro de su pecho. A medida que sus pasos se acercaban a la habitación, sentía que el sonido de sus propios latidos le hacía doler la cabeza.  
— Voy a preguntártelo una sola vez — Le dijo Tadayoshi, una vez ambos estuvieron dentro de la habitación, soltando el agarre que mantenía sobre su mano, y girándose para mirarlo —: ¿estás seguro? 
— Sí — Respondió Ryo, mirándolo a los ojos, seriamente. 
— Bien. No quiero que mañana te arrepientas — Dijo el más alto, sentándose a los pies de la cama —. Ven — Le ordenó, quitándose los anteojos y dejándolos a un lado de la cama. 
Ryo se acercó a él y se sentó a horcajadas suyo. Su cuerpo ya no aguantaba las ganas de ser tomado por la persona que esperó por tanto tiempo, pero también quería que aquel momento fuera especial. Mientras él se debatía internamente cómo reaccionar, Tadayoshi lo agarró de la nuca y le dio un profundo beso, que le hizo olvidar hasta su propio nombre. Definitivamente no había estado preparado para eso, ni para las pobres reacciones que tenía su cuerpo sobre el suyo —. Tócame — Jadeó Tadayoshi, intentando que Ryo reaccionara a lo que estaba por acontecer. 
— Perdón — Susurró el aludido, al borde de la desesperación, cubriendo su rostro con ambas manos —. Soy un desastre — Musitó. Tadayoshi suspiró y sacó sus manos de su rostro para poder mirarlo a los ojos. 
— Por eso te pregunté si estabas seguro — Reconoció el mayor, con las mejillas rojas a causa de la excitación —. No quiero apresurarte. 
— No — Negó Ryo también con la cabeza —. Quiero hacerlo. 
Antes de poder agregar algo más, Tadayoshi agarró el cuerpo de Ryo de la cintura y lo lanzó sobre la cama, sorprendiéndolo. 
— Perdiste la oportunidad. 
— ¿Eh? 
— De estar arriba — Sonrió Tadayoshi. 
Lentamente, como si fuera una fruta prohibida, fue probando la piel de Ryo, intentando reconocer su cuerpo con todos sus sentidos, recorriéndolo para encontrar todas sus zonas erógenas y atacar la mayoría de ellas de un solo golpe. Debajo suyo, sentía cómo el cuerpo de Ryo se estremecía, aferrándose con fuerza a las sábanas, mientras sus labios dejaban múltiples marcas sobre su bronceada piel. Ahora sus manos estaban aferradas a su camisa, sintiendo cómo la piel debajo de ella se calentaba todavía más rápido que la suya.  
— Okura — Jadeó. Tadayoshi se incorporó y agarró los anteojos que estaban al lado de su cuerpo. Los examinó unos segundos con la vista y después le dedicó una pícara mirada a Ryo, colocándoselos luego —. ¿Qué haces? 
— No quiero que se rompan, así que, quédate quieto — Le pidió. Acto seguido, volvió su mirada a la entrepierna de Ryo, encontrándose con su creciente erección —. Vaya… No recordaba que la tuvieras así de grande — Sin saber qué insulto proferirle, el aludido, con las mejillas rojas, se mordió el labio inferior, ocasionando que su amante, riera suavemente. Mientras era desvestido de la cintura para abajo, Ryo sentía que su cuerpo ardía cada vez más con el paso de los segundos, con cada acción que Tadayoshi hacía sobre él. Tiritó de pies a cabeza al sentir su hombría siendo tocada por una mano ajena a la suya, con un vaivén completamente diferente a los que había sentido antes, ya sea por otra persona o por él mismo. Esa vez, era real, era él quien lo estaba masturbando, moviendo su mano hábilmente sobre su hombría de arriba hacia abajo, haciéndole perder la cordura junto con cada gemido que se escapaba de sus labios —. Eres tan lindo, Ryo-chan — Gimió, besando apenas la punta de su virilidad, haciéndolo estremecer. Cuando Ryo intentó volver en sí, Tadayoshi ya estaba desvestido frente a él, enseñándole su parte más íntima, su blanca piel brillante a causa del sudor que el juego previo había generado en su cuerpo. Retrocedió hasta golpear su espalda contra la cabecera de la cama cuando sintió el glande de Tadayoshi intentando inmiscuirse en su intimidad —. ¿Qué? — Preguntó, extrañado. 
— No… No… No… — Ryo tragó en seco —. No irás a hacérmelo así, ¿verdad? 
Tadayoshi tardó varios segundos en reaccionar a sus palabras. Terminó sentándose entrecruzando sus piernas y miró a Ryo. 
— ¿Tienes enfermedades venéreas? 
— ¡Por supuesto que no! 
— ¿Entonces? Tampoco es que me acueste sin protección con medio mundo. Tú serás el primero. 
— No es eso — Tadayoshi no comprendía la situación. Frustrado, enredó sus cabellos, suspirando —. Te dije… que esta es mi primera vez…  
— Ah, eso — Dijo Tadayoshi, finalmente, comprendiendo algo de lo que Ryo estaba tratando de transmitirle. Lo jaló de ambos pies y lo atrajo hacia él, ocasionando que el más bajo lo mirara con los ojos abiertos como platos —. Eso puede arreglarse. 
Aunque quisiera, Ryo ya no poseía control ni sobre su mente, ni sobre su propio cuerpo. Tadayoshi se recostó sobre la cama, sintiendo su pecho contra las suaves sábanas debajo suyo. Abrió lo más que pudo las piernas de Ryo, observando su intimidad en esplendor. 
— No… ¡me mires así! — Exclamó Ryo. 
— Ah, perdón — Sonrió Tadayoshi, sintiendo curiosidad por el cuerpo de su amigo. Pero al sentir todas esas sensaciones de placer extremo que le hizo sentir después Tadayoshi, Ryo habría preferido que se lo quedara mirando desnudo, vulnerable así como estaba, unas cuantas horas más. Las manos de Tadayoshi acariciaban su erección y sus muslos, arañándolos, apretándolos, alternadamente; mientras sus labios se deleitaban recorriendo la base de su virilidad, hurgando lo más profundo de su ser. Ryo se sentía completamente perdido. Sentir la lengua de Tadayoshi recorriendo su interior lo excitaba todavía más de lo que ya estaba. Sus jadeos se volvieron respiraciones irregulares. Por más que intentara decirle que se detuviera, una parte más fuerte quería que lo tomara por completo, en ese mismo instante. Cuando creyó que aquella tortura había terminado, se dio cuenta que apenas empezaba. Tadayoshi se incorporó y esta vez, Ryo no tenía excusa alguna para dar marcha atrás. Lentamente, sintió cómo la hombría de Tadayoshi se enterraba en su ser. Su cuerpo se crispó al sentir apenas una porción de su miembro dentro suyo —. ¿Te duele? — Gimió el más alto, recibiendo por respuesta un movimiento de labios por parte de Ryo que interpretó como una respuesta afirmativa a su pregunta —. Si no te relajas, será peor para ti. 
Ryo lo fulminó con la mirada. Abrió la boca y musitó algo, pero debió aclararse la garganta para que le volviera la voz.  
— No dirías eso si fueras tú al que le estuvieran metiendo algo en el… 
— Demasiado tarde para quejas — Dijo Tadayoshi, mirándolo fijamente. 
— Nadie dijo que era una queja. Tú preguntaste — Reconoció Ryo, desviando su mirada —. Sólo… hazlo — Musitó, inflando las mejillas con resignación. 
Teniendo cuidado de no deshacer la débil unión que lo mantenía atado a Ryo, Tadayoshi se sentó correctamente sobre sus piernas, abriendo las de Ryo lo más que pudo a ambos lados de su cuerpo, apoyando una de sus manos sobre éstas mientras, con su mano libre ayudaba a su erección a adentrarse hasta lo más profundo de su ser. Concentrado en hacer su labor lo mejor posible, se percató de un débil gimoteo proveniente de quien estaba debajo suyo. Al levantar la vista, vio a Ryo mordiéndose el labio inferior con fuerza, mientras una fugaz lágrima caía de uno de sus ojos.  
— ¿Aún así quieres que siga? — Le susurró. El aludido, alertado por sus palabras, lo miró y asintió con la cabeza. Tadayoshi suspiró y lentamente terminó de meter su hombría dentro de Ryo. Podía sentir su interior por demás ardiente, por demás estrecho. Se mordió el labio inferior mientras, con lentos movimientos, intentaba que él se acostumbrara a la intromisión. Los gemidos de Ryo lo excitaban, se sentía de lo peor, pero estaba seguro pronto se le pasaría. Intentando apaciguar un poco el dolor, acarició su hombría, pero esto no parecía tener efecto en su amante —. Relájate — Le susurró, acercándose a su rostro para secar una de las tantas lágrimas que habían caído sobre su mejilla, ocasionando que su mirada se posara sobre él —. Sino me sentiré mal… por excitarme al oír tus gemidos… 
— Eres un…pervertido — Dijo Ryo, sonriendo de lado, dando un respingo al sentir cómo de una leve estocada, Tadayoshi golpeaba su punto más débil una y otra vez, sintiendo su interior quebrándose cada vez. 
— Por favor, Ryo-chan… No me digas que pare — El aludido lo miró a los ojos. La mirada de Tadayoshi estaba vidriosa, deseosa de poseer su cuerpo. Sus mejillas estaban rojas debido a la excitación. En ese momento se dio cuenta que para él, esa situación era todavía más complicada porque, como le dijo, quería seguir y si eso sucedía, debían hacerlo hasta el final. 
— No… lo haré — Dijo Ryo, inspirando en un gimoteo —. Sigue... Aunque llore y grite de dolor... Sigue — Agregó, sonrojándose por sus propias palabras. 
— Te dije que no iba a parar aunque me lo pidieras. Esta noche, serás mi presa — La mano que estaba sobre la mejilla de Ryo acarició su torso, su brazo hasta llegar a su mano, a la cual se entrelazó con fuerza. Estando encima suyo, a escasos centímetros de su rostro, empezó a mover su cuerpo lentamente dentro de Ryo, sintiendo que en vez de intentar relajarse, él se tensaba todavía más —. Ryo-chan… No hagas eso — Ronroneó, relamiéndose los labios.  
— ¿Por qué…? 
— Porque me haces estar peor de lo que estoy. 
— ¿Te… gusta…? — Le pregunto, sonriendo de lado. 
— Claro que sí. Pero — Tragó un poco de saliva, intentando no sentir el rápido palpitar de su corazón —… Quiero que nunca te olvides de esta noche, pero no por el dolor que voy a causarte… o que te estoy causando — Reconoció, sonriendo —, quiero que la recuerdes porque será la primera noche que voy a amarte — Ryo abrió sus ojos ampliamente al oír tan tiernas palabras de su parte. Sintió que sus ojos se llenaron de lágrimas al darse cuenta que su vista estaba nublada —. ¡Ah! ¿Estás bien? ¿Lo hice muy fuerte? 
— No, no, no. Es que — Tadayoshi lo miró —… Gracias… Por esas palabras. 
El que estaba arriba, sonrió, besando su frente con delicadeza, antes de seguir moviéndose lentamente dentro suyo. Quizás haya sido por sentir que Tadayoshi estaba en peor estado que él que lo abrazó, pegando su cuerpo contra el suyo, sintiendo que su mente se desvanecía al oír sus toscos gemidos sobre su oído. No se dio cuenta en qué momento su espalda estuvo apoyada contra la cabecera de su cama, su cuerpo pegado al de Tadayoshi, tan enredado que no podía decir dónde terminaba uno y empezaba el otro. Sus gemidos se habían vuelto uno y ya no había dolor de por medio, o al menos, no el punzante dolor que había tenido apenas habían empezado el acto.  
— Ryo-chan — Jadeó Tadayoshi sobre sus labios, enterrando una de sus manos entre sus cabellos. 
— Te amo — Gimió Ryo, ocasionando que su oyente sonriera sinceramente.  

Sus ojos se abrieron cuando su olfato se percató que el aroma a café que estaba sintiendo era real. Se levantó con lentitud, con la poca rapidez que su propio cuerpo le permitió hacerlo y llegó a la cocina después de haberse duchado. Al hacerlo, se encontró con la sonrisa matutina de Tadayoshi, quien besó afectuosamente sus labios cuando se acercó a él.  
— Buen día. 
— ¿Por qué estás bebiendo eso? — Le preguntó Ryo, husmeando dentro de la taza. 
— ¿Eh? 
— Lo menos que puedo hacer es prepararte uno de esos cafés que te hacía en la secundaria. ¿Los recuerdas? 
— ¡Oh! ¡Ese café! — Recordó Tadayoshi, cerrando los ojos con una expresión de placer en el rostro —. ¡Cómo lo extrañaba!  
— ¡Mentira! No lo habías recordado sino hasta recién — Se quejó el aludido entre risas. 

Después de un ligero desayuno, ambos salieron juntos hasta la recepción del edificio. 
— ¿Quieres que te alcance? 
— ¿No crees que será un poco sospechoso que entremos juntos? — Preguntó Ryo. 
— Como tú digas — Dijo Tadayoshi, sin siquiera retrucar sus palabras, saliendo del edificio. 
— Oye, al menos, quéjate, ¡di algo! — Le recriminó Ryo, riendo. Su oyente, con la puerta abierta, se giró para mirarlo y puso una expresión pensativa. 
— Nos vemos en el trabajo — Dijo, dándole luego un suave beso en los labios. 
— Maldito — Murmuró Ryo, por lo bajo, sintiendo sus mejillas rojas por aquel dulce beso. Se lo quedó mirando mientras abordaba su automóvil. Se quedó pensando si iría directamente a la empresa, o pasaría por su casa a cambiarse de ropa. Pero recordó que la esposa de Tadayoshi sabía que había pasado la noche con él.  

Ryo llegó a la empresa en taxi, incluso media hora más temprano del horario que pensó llegar. Al abordar el ascensor, se encontró con Tadayoshi.  
— ¿Subes? — Le preguntó, intentando ocultar su sonrisa. 
— Sí — Suspiró Ryo, a modo de respuesta —. Voy a hablar con Nagasawa-san porque… no sé qué hacer — Dijo, tironeando de su corbata. 
— ¿Qué te pasa? — Volvió a preguntarle Tadayoshi, riendo. 
— Desde que me subí al taxi que estoy tratando de ponerme bien esta cosa — Se quejó su acompañante. 
— A ver, date vuelta — Con un movimiento de hombro, Tadayoshi tuvo a Ryo frente a suyo, arreglándole el nudo de su corbata —. ¿Qué? — Dijo, al darse cuenta que lo miraba fijamente. 
— Pareces mi padre… 
— Haces que todo esto parezca peor de lo que ya es… 
— Perdón. 
Al llegar al último piso, Ryo se dio cuenta que se había olvidado de preguntarle algo, pero al ver la cantidad de empleados que atiborraban el piso y la cercanía de Masami, quien hablaba con una persona en uno de los cubículos, le impidió transmitírselo. 
— Al fin llegas — Le dijo Masami a su esposo, acomodando las solapas de su saco antes de darle un suave beso en los labios —. ¡Ah! Bienvenido, Nishikido-kun. Suzuki-san, ¿puedes acompañar a Nishikido-kun a la cocina? Tenemos reunión ya con Tadayoshi y necesitamos que nos lleven algo para tomar, por favor.  
— Claro — Dijo Suzuki, una muchacha, quizás de la misma edad que Ryo, de cabello y ojos marrones —. Nishikido-san, acompáñeme, por aquí, por favor.  
— Ah… Sí… 
— Tú eres el nuevo mensajero, ¿verdad? — Le preguntó, una vez entraron a la cocina. 
— Eso creo… 
— Bueno. Nagasawa-san me ha dicho que te harás cargo de este sector, pero también tendrás que ir llevando y trayendo cosas desde y hasta los demás pisos del edificio. Y, también, hacerte cargo de este tipo de pequeñeces. Aquí tienes — Le dijo, entregándole una pequeña hoja de papel en los que estaban anotadas las bebidas que habían pedido con anterioridad las personas que se reunirían con Masami y Tadayoshi. 
— ¿Qué es esto? 
— Es lo que debes llevar a la sala de reuniones. Empieza con el café, que es lo que se hace más rápido, y sigue con el té, que lleva un tiempo más de preparación. Por último, llevas las bebidas frías, si alguien las pidió, y demás acompañantes. Como no sabes dónde está lo que necesitas para hacerlo, por el día de hoy, te mencionaré dónde está cada cosa. 
— Muchas gracias. 

Apenas entró, las personas que habían pedido café automáticamente levantaron la mano, sin tener que interrumpir a la persona que estaba hablando y comentando los planes del siguiente proyecto que tenían entre manos. 
A la mitad de la mesa estaban Masami y Tadayoshi, siendo los últimos sentados en aquel lugar. Una curiosa mirada femenina lo había penetrado desde que se acercó a ambos, pero él le restó importancia.  
— Gracias — Le dijo Masami, en voz baja, cuando su pocillo de café fue dejado frente suyo. 
— Gracias, Ryo-chan — Dijo Tadayoshi, ocasionando que la mujer que había estado mirando a Ryo, se hiciera hacia atrás sobre su silla, llamando su atención a causa del ruido que hizo con las pulseras que llevaba en ambas muñecas. 
— ¡¿Tú eres ese Ryo-chan?! — Preguntó la mujer en voz baja, volviéndose hacia ellos. 
— ¿Perdón…? — Repreguntó el aludido, con una media sonrisa. 
— Sí, Meisa. Es ese Ryo-chan — Respondió Tadayoshi —. Te presento a Akanishi Meisa. 
— Kuroki — Lo corrigió la mujer poniendo especial énfasis en cada una de las sílabas de su apellido. 
— Kuroki Meisa — Se corrigió Tadayoshi —. Fue compañera nuestra en la universidad. 
— Ah… 
Tadayoshi se dio cuenta de algo que estaba entre las manos de Ryo, pero cuando había querido volver a llamar su atención, éste ya estaba volviendo sus pasos hacia la cocina.  
Allí, oyendo el agua  hirviendo, Ryo se quedó de pie frente a la mesada, pensando cuánto iba a soportar estar ahí, tan cerca de él, y a la vez, tan lejos. 



-----------------------------------------------


Notas:
Perrier-Jouët: Es una marca de champán fundada en Epernay, Francia en 1811 por Pierre Nicolas Marie Perrier y su esposa Adèle Joüet, poco después de su matrimonio. La casa Perrier-Joüet es conocida por su champán brut Belle Epoque. Sinceramente elegí ese vino porque es carísimo, ronda entre los ARS2,500 o US$261; que para un vino, me parece excesivo xD y porque la botella en sí es hermosa jajajajaja. La realidad es que Tatsu llevó ese vino porque se quedó enojado cuando su esposa le dijo que ya sabía que no necesitaba de su aprobación para hacer la supuesta planificación que estaba haciendo para el trabajo. Fue como si se hubiera vengado por tratarlo de tonto xD o de dependiente de ella xDDDD
Okura/ Nagasawa Masami: ¿A alguien se sorprende esto? xD Paso a explicar por qué Masami y Meisa NO quieren ser llamadas por su apellido de casadas xD En Japón es normal si, por ejemplo, la esposa tiene un mayor estatus social que el esposo, sea el hombre el que se cambie el apellido (el caso más conocido es el de los padres de Shinji en Evangelion). Pero, en este caso, tanto Masami como Meisa prefirieron quedarse con sus apellidos, no cambiárselos por los de sus respectivos esposos :P

6 comentarios:

  1. awwwwwww pobre Ryo u.ú Tatsu casado
    "las mujeres que vienen solas buscan compañía" esa cara de zorra se cargara para que le digan eso xDDDDD *patean a Haru*

    ._. Ryo desesperado xDDDD

    y Tatsu que interrumpe sueños xDDDDD

    Nagasawa Masami la odioooooooooooooooooooooooooooooooooo la odio con todo mi corazon!!!!!! siempre la he odiado -w-

    OMGOMGOMGOMGOMGOMGOMGOMGOMGOMGOMGOMGOMGOMGOMGOMGOMGOMGOMGOMGOMGOMGOMGOMGOMGOMG

    SDFGHJLJHGFDSSDFGHJLJHGFDSDFGHJLJHGFDSSDFGHJJHGFDSSDFGHJHGFDSSDFGHJLJHGFDSDFGHJLJHGFDSDFGHJJHGFDSDFGHJJHGFDSDFGHJL WOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOW D: Tatsu infiel xD

    pero se aman y ella me cae gorda asi que--... que sean felices *o*

    Meisa xDDDD por que ve a Ryo??????
    kuroki???? dejo de ser Akanishi????
    Jin se fue con Kame??? *patean a Haru*

    Muchas Gracias!!!!

    a esperar por el otro cap *O*

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Y bueno, habían pasado sus años :P Si Ryo no andaba con alguien fue por culpa de Tatsu en realidad xD

      ""las mujeres que vienen solas buscan compañía" esa cara de zorra se cargara para que le digan eso xDDDDD *patean a Haru*"
      Nadie te patea, es verdad que su cara la delataba xDDDDDD
      Te juro que no sé CÓMO hice para hacer de Masami un personaje... medianamente agradable... Porque Mirei desde el primer segundo fue odiable xD pero esta, no...

      "SDFGHJLJHGFDSSDFGHJLJHGFDSDFGHJLJHGFDSSDFGHJJHGFDSSDFGHJHGFDSSDFGHJLJHGFDSDFGHJLJHGFDSDFGHJJHGFDSDFGHJJHGFDSDFGHJL WOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOW D: Tatsu infiel xD"
      También, con la mujer que tiene xDDDDDD

      "kuroki???? dejo de ser Akanishi???? Jin se fue con Kame??? *patean a Haru*"
      No te puedo explicar LO QUE ME REÍ con ese comentario xD Ni se me había cruzado eso por la cabeza xD

      "p.d:si lei lo de los apellidos en Japón pero... dejenme soñar!!!!"
      Akameeeeeeeeeee~~~~~~~~~~ </3 ;;

      Gracias a vos por leer y comentar siempre ^u^

      Eliminar
  2. p.d:si lei lo de los apellidos en Japón pero... dejenme soñar!!!!

    ResponderEliminar
  3. inche Tatsu! tiene la culpa de todo!

    eres bien pro! por eso la pudiste poner como personaje -w-

    xDDDDDD cierto xDDDDDD entonces que siga siendo infiel!

    -w- yo sé que eso es verdaderamente lo que pasa xDDDD

    siiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii!! Akame *O*

    gracias a ti por escribir!!!! *O*

    ResponderEliminar
  4. Respuestas
    1. Es que tu divez (? alcanza a todos :P no importa el género (???

      Tuve que hacer una lista de las actrices japonesas que más odio, y bueno xD llegó ella xD

      Su matrimonio es una mentira, es puro marketing y Jin sigue viendo a Kame a escondidas ;; *se mece hacia atrás y hacia adelante*

      Gracias a vos por leer~ ^3^ ♥

      Eliminar