6 de noviembre de 2015

[THW] Capítulo 03: Cuando no podemos hablar de eso

Ciaossu~!!
Este capítulo sí que es largo xD como siempre, pasa de todo, espero que les guste :3
Enjoy~ ♥



Título: The hardest word.
Fandom: Johnnys/ Kyanjani∞.
Pairings: Ryokura [Okura Tadayoshi x Nishikido Ryo/ Nishikido Ryo x Okura Kurako].
Formato: Multi-chaptered.
Género: AU, drama, romance.
Rating: NC-17.
Estado: Finalizada, en proceso de subida.
Capítulo: 03/ 07
Cantidad de palabras: 5099.
Sinopsis: Ryo poco a poco empieza a abrirse a su novia, quien se siente sumamente feliz por ese avance en su relación. Al mismo tiempo, aunque Tadayoshi lo reclama como suyo, el acercamiento de él con Nishikiko lo molesta un poco....


-------------------------------------------------------------


Capítulo 03: Cuando no podemos hablar de eso


Una bastante enojada Kurako salió a la azotea con un par de hojas entre sus manos. Ryo la oyó cerrar la puerta detrás de sí de una forma brusca, chistando luego por el viento que jugaba con su cabello. Refunfuñando, llegó a su lado y le extendió lo que tenía entre sus manos.
— Y que sea la última vez.
— Gracias — Dijo Ryo, agarrando las hojas. Volvió su vista a Kurako, que permaneció de pie frente a él —. ¿No trajiste tu almuerzo? — Le preguntó, al darse cuenta que su novia no llevó aquel objeto con ella.
— Voy a comer con las chicas en el salón.
— Ah, está bien. Entonces, ve.
— Bien — Dijo la morocha, secamente, frunciendo el ceño. Estaba por darse la media vuelta e irse, pero Ryo la agarró de uno de sus brazos, e incorporándose apenas, llegó a sus labios, besándolos con una ternura que dejó perpleja a Kurako.
— ¿Qué… fue eso…? — Le dijo, aún sintiendo el calor de los labios de Ryo sobre los suyos.
 — ¿Eso? Fue sólo un beso — Respondió el aludido, sonriendo de lado. Ante la respuesta de su pareja, y al darse cuenta que aquella sonrisa ocasionó que sus mejillas se tornaran rojas, se giró y volvió sobre sus pasos dentro del recinto escolar. Llegó a su salón corriendo, donde un grupo de chicas la esperaban para almorzar. El grupo de no más de tres muchachas se preocuparon al verla llegar corriendo y abrazar a una de sus mejores amigas, Yasuko.
— ¿Qué sucede, Kura-chan? — Le preguntó Maruko.
— ¿Te peleaste con el insípido que tienes de novio? — Preguntó Subako.
— No fue eso — Gimoteó la aludida, despegando apenas su rostro del hombro de Yasuko para enseñarles a sus amigas lo sonrojada que estaba.
— ¡¿Qué ocurrió?! ¡Mira cómo estás! — Exclamó Maruko.
— ¡Shhh! ¡Déjala hablar, Maru-chan! — Intentó calmar Yasuko a su amiga —. ¿Qué ocurrió, Kura-chan?
— Ryo me besó — Musitó la morocha.
— ¿No me digas que realmente estás llorando por eso? — Preguntó Subako después de lo que pareció una eternidad.
— Pero…, ¿Ryo-chan no te había besado ya antes? — La pregunta formulada por Maruko fue oída por Tadayoshi que, escondido, detrás de un pequeño grupo de estudiantes, intentó agudizar su oído todo lo posible por oír las palabras de su gemela.
— Sí, pero esta vez… Realmente me tomó por sorpresa. Estaba por regañarlo porque me pidió que lo ayudara con una tarea, y… Fue tan dulce — Suspiró, volviendo a apoyarse sobre el hombro de su amiga, quien le palmeó la espalda.
Mientras Kurako y sus amigas entraban al salón de la primera, Tadayoshi se quedó de pie hasta encontrar con la vista a un recién llegado Ryo, quien apenas podía caminar por la cantidad de comida que había ingerido. Con pisadas fuertes, Tadayoshi se acercó a él y lo agarró firmemente del brazo.
— Sígueme.
— ¿Qué? Recién vengo de comer. Podrías tener algo de compasión, ¿no?
— Sígueme — Reiteró Tadayoshi, mirándolo de reojo, remarcando cada una de las sílabas.
Con muy pocas ganas, Ryo lo siguió hasta el baño de hombres, lugar donde el más alto lo encerró en uno de los cubículos, junto con él.
— ¿Qué haces? Ya está por sonar la campana.
— Quiero que te quede claro una sola cosa — Antes de seguir hablando, Tadayoshi agarró a Ryo por los hombros, ocasionando que su caja de almuerzo terminara estrellándose en el suelo por la sorpresa, y sus labios fueran apresados por el mayor —: tú eres sólo mío. Me perteneces.
Ryo no pudo reaccionar hasta que pasaron unos buenos segundos. Se quedó estático en el cubículo. Podía sentir su corazón latiendo con fuerza dentro de su pecho. ¿Acaso esos eran celos? ¿Qué demonios estaba pasando con ese par de hermanos? Volviendo en sí, salió furioso del baño, bajo la mirada de los pocos alumnos que habían entrado en el lugar luego de que Tadayoshi se fuera.

— No me estás oyendo, Ryo-chan — Dijo su hermana, mirándolo de reojo.
— Ah, no. Lo siento — Le susurró el aludido, cayendo en cuenta, una vez más, que estaban en un tren repleto de gente. Pese a ser su hermano, muchas veces los guardias de seguridad al otro lado de las puertas herméticamente cerradas habían pensado que era un pervertido por estar encima de quien, no sabían, era su gemela. Al ver su movimiento de mano negando y su sonrisa, se dio cuenta que eso había sucedido una vez más, cuando las puertas a sus espaldas se abrieron, pero de alguna forma, debía proteger la integridad de su hermana… a menos que ella quisiera perderla.
— ¿Voy a tener que pegarme nuestra partida de nacimiento en la espalda? — Refunfuñó, sin querer, levantando la voz.
— No ayuda mucho que te pongas nervioso — Respondió su hermana, descruzando y volviendo a cruzar sus piernas en sentido contrario. Ryo la miró unos segundos, y desvió su vista, bufando.
— Sabes por qué me pongo así — Susurró, agarrando el caño del cual se sostenía con más fuerza. Nishikiko se percató de esto y acarició su mano, ocasionando que su hermano lo mirara.
— Lo sé… Y te agradezco que pese a todo hagas esto por mí — Le dijo, rodeando su cuerpo con ambos brazos y entrelazando sus manos sobre su espalda.
— Oye, suéltame. Esto sí es raro.
— No me importa. Eres mi hermano, y te quiero — Le dijo, dándole un cálido beso sobre su mejilla.
— ¿Qué quieres? — Dijo, después de suspirar.
— ¿Mh? — La curiosa mirada de Nishikido se posó sobre él, sin soltarlo.
— Te conozco. Algo quieres…
— En realidad — Soltó la muchacha, haciendo círculos imaginarios con su yema sobre el saco de su gemelo.
— Lo sabía…
— ¿Me acompañas a la playa?
— ¿Qué?
— ¡Va a ir Kura-chan! — Exclamó, soltando a Ryo y juntando sus palmas a la altura de su nariz —. Por favor.
— ¿A la playa? ¿Cuándo? — Suspiró.
— El fin de semana.
— Eso es dentro de dos días…
— Sabía que no ibas a decir que no.
— Aún no he dicho que sí — Afirmó, con una sonrisa.
— Tada-chan tuvo la idea.
Ryo volvió a mirar a su hermana, con los ojos abiertos como platos al darse cuenta la forma en que llamó a su cuñado.
— Ya veo…

Aunque habían organizado todo con muy poco tiempo de anticipación, alcanzaron a llenar dos pequeños vehículos que los llevarían hasta la cabaña de playa de la familia Okura. Ryo decidió irse en el segundo vehículo y soportar a la parlanchina Yasuko y no a un acosador Tadayoshi. En el vehículo, conoció al gemelo de la amiga de su hermana, Shota; y a un par más. Kimitaka, o You, como era llamado por sus amigos, dijo que parecía una reunión de gemelos más que otra cosa. Subaru reconoció que siempre le incomodó los enormes pechos de su gemela, y que si fuera a tener una hija en un futuro, sacara eso de su familia. Ryo esbozó una sonrisa y se hizo el dormido hasta llegar a destino. Luego de dejar su maleta en la habitación que le habían designado, bajó hasta la playa, desde donde podía ver a Tadayoshi haciendo kitesurf. Era como si las olas lo amaran, como si su recorrido dentro y fuera de ellas lo manejara él, en vez de ser gracias a la acción del viento. A medida que se acercaba a la orilla, fue agarrando poco a poco las líneas de la cometa hasta terminar frenando por completo. Dejó su tabla a un lado para desabrocharse el traje y sacárselo hasta la altura de su cintura. Desde allí, vio a Ryo un poco alejado, pero volvió su mirada a Nishikiko que, sentada sobre una manta, lo saludaba con su mano en alto. Tadayoshi se acercó a ella, y se sentó a su lado.
— ¿Qué te pareció? — Le preguntó a la muchacha.
— ¡Me encantó! ¡Estuviste genial! — Exclamó.
— Me alegra que te haya gustado, Nishi-chan — Le dijo, sinceramente, dedicándole una mirada a Ryo, quien sintió algo parecido a una puntada a la altura de su pecho.
— Ryo.
La voz de Kurako lo volvió a tierra. Se giró apenas para saludarla, pero se terminó quedando perplejo. Estaba vestida con un traje de baño rosa pastel con grandes contornos de flores de cerezo en un rosa más brillante y pequeñas flores de color blanco. Un pareo translúcido, cubría sus partes bajas, como si su dueña tuviera vergüenza de aquella parte. Se aclaró la garganta para llamar la atención de su novio, que había quedado hipnotizado, quien sabe si con el ondear del pareo, o queriendo ver a través del mismo.
— ¡Ah! Lo siento. Es que…
— No sabía que tenías esa clase de pensamientos por mí…
— ¿No es normal? Soy tu novio.
— No es necesario que una mujer sea la novia de un chico para que ese chico sienta atracción por ella, ¿o sí?
— Mh… Puede ser…
— Además… A veces no lo aparentas.
Ryo pudo ver un brillo de tristeza en su mirada, aún cuando un par de gruesos anteojos negros le impedía verlos; pero así de bien conocía a Kurako.
— Lo siento…
— Me las vas a pagar el tiempo que estemos aquí — Le dijo, extendiéndole la mano con una dulce sonrisa.
— De acuerdo — Dijo Ryo, sosteniendo con ternura aquella pequeña y blanca mano que le estaba siendo extendida. Sintió que aquella calidez llegó hasta su corazón, por lo cual sonrió.
— ¡Ryo-chan! ¡Kura-chan! — Llamó su atención Nishikido, ocasionando que el dúo se girara para mirarla e imitar el saludo que les estaba dando la morocha —. ¿Adónde crees que van? — Le preguntó a Tadayoshi, viendo alejarse a su hermano junto con su novia.
— No lo sé. Toda pareja necesita un tiempo a solas de vez en cuando — Respondió Tadayoshi, recostándose sobre sus espaldas —. Me pregunto si ya lo hicieron…
— ¿Eh?
Tadayoshi no se había dado cuenta que había hablado en voz alta, por lo que miró a Nishikiko con cara de terror y negó con ambas manos.
— Eh… Nada, lo siento. No me hagas caso.
— No lo hicieron — Dijo la muchacha.
— ¿Eh?
— No se lo digas a Kura-chan o va a matarme, pero… Todavía no lo hicieron…
— Ah… Bueno… Mejor que sigan así. De otro modo, no voy a perdonárselo a Ryo.
— Despreocúpate. Mi hermano no es de esos que sólo tienen eso en mente — Intentó calmarlo, recostándose a su lado —. Él es un tanto… particular — Hizo una larga pausa hasta que se giró un poco para mirar a Tadayoshi, quien también la miró —.Pero…, no creo que Kura-chan pueda soportarlo mucho más.
— ¿Por qué dices eso?
— Porque ella realmente ama a mi hermano. Aunque Ryo no le niega nada, como te dije, no es de esos que iniciarán algo tan grande como eso. No será Ryo quien le preguntará a Kura-chan que quiere hacerlo — Se interrumpió a sí misma para lanzar un mechón de cabello hacia atrás —. Y ella ya no tiene la paciencia para esperarlo eternamente.
— ¿Crees que se separen? — Preguntó Tadayoshi, con el ceño fruncido.
— No. Kura-chan lo va a incitar. Ella quiere entregarse a Ryo.
La pequeña cantidad de saliva que bajó por la tráquea de Tadayoshi, en ese momento, le resultó amargo.
— Ah — Dijo, sencillamente.

Con varios obstáculos por medio, Kurako llevó a su novio al lugar que había querido mostrarle. Era un acantilado un tanto alejado de su cabaña, pero que valía la pena visitar.
— Es hermoso…
— Sí, ¿no?
Mientras Ryo admiraba el sol que se ponía en el horizonte, el reflejo del mismo sobre el interminable océano y sentía la cálida brisa, Kurako se sentó y abrió su pequeña mochila para sacar un bloc de hojas y una pequeña cartuchera de la misma. Su novio no oyó sonido alguno proveniente de sus espaldas, así que se giró.
— ¿Qué estás haciendo? — Le preguntó, haciendo un paso para acercarse a ella.
— No te muevas — Respondió la morocha, dedicándole una rápida mirada antes de volver a apoyar el lápiz sobre el papel y seguir trazando algo que Ryo no alcanzaba a ver —. Te estoy dibujando.
— ¿A mí?
— Ahjá. Siempre lo hago cuando no te das cuenta.
Ryo volvió a mirarla, sorprendido. Se sintió un mal novio. Nunca se había dado cuenta de eso, que Kurako lo dibujaba. Quizás ella pasaba más tiempo mirándolo que lo que actualmente él lo hacía con ella.
— Lo siento.
— ¿Mh? ¿Por qué?
— Por no mirarte.
— No es un reproche. Después de todo, eres así. Por eso te amo. Si no fuera así, no podría dibujarte tanto como quisiera.
En ese momento, recordó las palabras de Tadayoshi diciendo que sólo le pertenecía a él. Eso no era amor, ¿verdad? El amor, aunque uno se entregue en cuerpo y alma a alguien más, también significaba libertad. Y Kurako le daba eso. Ella no esperaba nada a cambio.
— Kurako – Le dijo, mirando el sol que seguía escondiéndose frente a ambos, dejando encima suyo una mezcla de colores rojizos y violáceos. La muchacha detuvo sus trazos para mirarlo —... Quizás no te lo diga tan seguido. No sé si hace falta decir lo que voy a decir hasta gastarlo…
— ¿Qué sucede?
— Te amo — Le susurró, mirándola, aún cuando ella le había pedido que no lo hiciera. La aludida pestañeó varias veces, no se esperó eso, para nada. Sin darse cuenta, soltó su lápiz, el cual rodó hasta caer al suelo. Deshaciendo su posición original, Ryo se acercó a ella y agarró el objeto, arrodillándose frente a ella, que seguía mirándolo, con una hermosa expresión de sorpresa que jamás había visto. Dejó suavemente el lápiz sobre su bloc y acarició su mejilla con ternura, terminando por sostener su rostro y posar sus labios sobre los suyos.
— Eres un tonto — Soltó Kurako, con los ojos  cerrados con fuerza y las mejillas rojas.
— No es esa la respuesta que me esperaba — Reconoció el morocho, sentándose frente a ella y sacándole el bloc de entre sus manos para empezar a hojearlo —. No mentiste cuando dijiste que te gusta dibujarme — Dijo, recorriendo uno a uno los dibujos que Kurako había hecho. Desde su lugar, la muchacha espiaba lo que su novio estaba viendo. Cuando se dio cuenta que estaba por ver algo que no debía, se acercó a él rápidamente y posó ambas palmas sobre el bloc, evitando que Ryo girara la hoja. Sorprendido, el aludido la miró —. ¿Qué sucede? — Le preguntó, con una sonrisa.
— Ya es suficiente. No veas eso.
— ¿Kurako…? — Ryo frunció el ceño, con una singular y pícara sonrisa.
— No quiero que sigas mirando.
— Tu rostro te delata, ¿sabes? Déjame ver.
— No. Me vas a hacer enojar.
— Entonces, dime qué es.
— No lo haré.
— Entonces, voy a mirar — Afirmó, intentando hacer a un lado las manos de su novia.
— ¡No! ¡Está bien! Te lo diré — Después de mucho dudar, Kurako lo miró —. Es un dibujo de Nishi-chan.
— ¿Y?
— No quiero traumarte de por vida. Dámelo.
— ¿Acaso está desnuda?
— ¡Por supuesto que no!
— Entonces, déjame — Le dijo, zafándose del agarre que mantenía sobre el bloc y girando la hoja. Pese a la negación de su novia, el dibujo era precioso. En efecto, era un dibujo de su hermana, transmitiendo una paz que él jamás había conocido en ella. Estaba durmiendo sobre su cama, abrazando su almohada y vestida sólo con una remera corta y ropa interior. El manejo de las sombras lo hizo girar el dibujo varias veces, ocasionando que el rostro de su novia se tiñera de todos los colores existentes —. Es — De un tirón, Kurako le sacó el bloc, lo cerró y lo abrazó —… ¿Por qué no querías mostrármelo?
— Ni siquiera Nishi-chan lo ha visto. Ni siquiera mi hermano, quien conoce todos mis dibujos.
— ¿Le muestras tus dibujos a tu hermano? — La aludida, asintió con la cabeza, volviéndose para guardar las cosas en su mochila. Un ave saliendo repentinamente de uno de los árboles que los rodeaban, hizo que lanzara un grito, y ocasionó que Ryo la abrazara por detrás, protegiéndola —. ¿Estás bien? Sólo fue un ave… ¿Kurako? — Lentamente, la morocha se giró, enseñándole a su novio una expresión de sorpresa, pero al mismo tiempo, podía ver sus mejillas rojas, despertando en él un sentimiento de ternura. Le sonrió, queriendo calmarla de ese modo. Se dio cuenta que una de las hojas que cayeron a causa del repentino vuelo del ave, se había quedado enganchado sobre el collar de Kurako, por lo cual, la quitó suavemente, ocasionando que Kurako se girara y cubriera su pecho con ambas manos —. ¿Tienes frío?
— Ryo…, ¿puedo hacerte una pregunta?
— Claro.
Kurako se giró apenas para mirarlo.
— ¿Qué sientes por mí?
— ¿Eh? Hace unos momentos te dije que te amo, ¿o no?
— Lo sé, pero… Como mujer… ¿Yo… te atraigo?
Ryo se sorprendió por su pregunta.
— Por supuesto que sí. A cualquier hombre le atraería una chica como tú — Expresó el aludido, hincándose de hombros.
— Pero… A mí no me interesa atraerle a cualquier hombre… A mí sólo me importa ser atractiva para ti.
Aunque la luz del sol estaba desapareciendo cada vez más a medida que hablaban, Ryo pudo encontrar la respuesta que Kurako quería oír tan sólo mirándola a los ojos, viendo cómo lentamente a medida que hablaba, sus labios temblaban. Movilizado por las reacciones de la muchacha, Ryo se abalanzó sobre ella, terminando por recostar su cuerpo en el suelo y sostener sus brazos a ambos lados de su cuerpo. Besó sus labios con total delicadeza, con ternura, pero al mismo tiempo, buscando algo más de ellos. Se separó de ellos y miró el rostro de Kurako. Permaneció un tiempo con los ojos cerrados.
— Kurako… ¿Me deseas? — Le preguntó, más por curiosidad que por egolatría. La aludida abrió sus ojos con lentitud y lo miró. Despegó sus labios, pero el débil sonido de su celular llamando su atención desde dentro de su mochila, llamó su atención. Ryo se incorporó y dejó que su novia atendiera la llamada.
— ¿Sí? Lo sé. Enseguida vamos. No te preocupes, no estamos lejos. Nos vemos — La muchacha cortó la llamada, se levantó, bajo la mirada de Ryo y lo miró —. ¿Sabes algo? Sí tengo frío.
El aludido se levantó y le entregó la camisa que llevaba sobre su remera.

Tadayoshi estaba por llamar nuevamente a su hermana cuando la vio regresar de quién sabe dónde junto a Ryo. Así como llegaron, subieron las escaleras de la cabaña, sin reparar en su presencia y tomados de la mano.
— Y… ¿Cuál es tu especialidad? — Preguntó Kurako.
— ¿Especialidad? — Repreguntó su novio.
— Sí. Bueno… Alguna actividad que te guste, algún hobbie.
— Me gusta tocar la guitarra.
— ¿En serio? Nunca me lo habías dicho — Reconoció la muchacha, inflando un poco las mejillas.
— Tampoco es que lo haga muy seguido. Aunque la verdad es que debería hacerlo. Eso me relaja bastante.
— Entonces, ¡con más razón deberías hacerlo! El hermano de Yasu-chan toca la guitarra. Estoy seguro que la trajo. ¿Quieres que se la pida prestada?
— Kurako…
La expresión en el rostro de Ryo, la hizo darse cuenta que con sus acciones lo único que lograría, sería exponerlo, algo que él definitivamente no quería.
— Ah… Lo siento… Creo que me emocioné un poco…
— Si tanto quieres que toque algo para ti… Puedes pedírsela prestada y decirle que queremos aprender a tocar juntos. Dile que encontramos una aplicación en internet o algo así.
— ¿En serio? — Le preguntó Kurako, mirándolo con una amplia sonrisa.
— Por supuesto.
— Entonces, cuando terminemos de cenar, se la pido y vamos a tu cuarto.
— Claro.
— ¡Ah!
Kurako estaba por sacarse la camisa de Ryo y devolvérsela, pero éste se lo impidió apoyando sus manos sobre sus hombros, ocasionando que la muchacha lo mirara.
— Me la devuelves después, no te preocupes.
— Está bien — Dijo Kurako, sintiéndose intimidada por las orbes oscuras de su novio mirándola directamente.
— Nos vemos en la cena.
La aludida se despidió sacudiendo su mano en alto, pero, aunque Ryo no pareció haber reparado en el rápido latir de su corazón cuando posó sus manos sobre su cuerpo, Kurako no podía estar más feliz. Algo había cambiado en Ryo, y ella estaba feliz, como mujer, por eso. Regresó a su cuarto, donde Nishikiko estaba frente a su computadora personal. Estaba por darle la bienvenida cuando vio cómo su amiga deslizaba su cuerpo por sobre la puerta hasta terminar sentada en el suelo y se cubría el rostro con las manos. Sin poder dejar que le hable, Kurako se incorporó a los pocos segundos y saltó literalmente hasta su cama, donde pataleó y gritó, abrazando con fuerza su almohada.
— ¿Qué sucedió? — Preguntó finalmente Nishikiko, con una sonrisa.
— ¡Tu hermano me dijo que me ama! — Respondió la morocha, gritando con la almohada sobre su cara —. ¡Me dijo que le atraigo!
— Es tu novio… Debería sentir todo eso — Sentenció su amiga, antes de volver la vista al monitor.
— Pero, ¡no entiendes! Ambas conocemos a Ryo.
— Sí. Realmente es raro que te haya abierto su corazón de esa forma, pero Kura, es normal. Tarde o temprano iba a tener que hacerlo, ¿o no? A menos que quiera que tú lo sometas o algo así — Dejando que su corazón se calmara un poco, Kurako se quedó mirando el rostro de Nishikido siendo iluminado por la pequeña lámpara encendida a su lado —. ¿Qué sucede?
— ¿Y mi hermano?
— Creo que estaba abajo, ¿por? — Preguntó la muchacha, mirándola escasos segundos frunciendo el ceño.
— Por nada — Respondió Kurako, extendiendo sus piernas en alto e intentando sostener la almohada con las plantas de sus pies —. ¿Cómo van las cosas con él?
— ¿Por qué lo preguntas? Sólo somos amigos.
— Sí, claro. ¿Crees que no me doy cuenta que te gusta, mentirosa? — Le dijo Kurako, lanzándole la almohada a Nishikiko, quien la atajó entre su computadora y su rostro.
— No me gusta. Es decir… es atractivo y todo… Pero, no… Creo que no le gusto —Reconoció, levantándose para devolverle la almohada a su amiga y sentarse a su lado, sobre la cama.
— ¿Quieres que te ayude con él?
— No. Sólo dejemos que las cosas tomen el curso que deban tomar. No apresuremos nada en vano — Respondió.
— Cenas con nosotros, ¿verdad?
— Ahjá.

Luego de la cena, Kurako le pidió a Shota su guitarra acústica. Aunque al muchacho le sorprendió que le enviara un mensaje de  texto para pedírselo, cuando estaba a unos asientos lejos suyo, se dio cuenta del por qué cuando le comentó, camino a su habitación, lo tímido que era su novio con el resto de las personas.
— Aquí tienes — Le dijo Shota, entregándole la guitarra dentro de su estuche.
— Te la devuelvo antes de la medianoche.
— No hay problema. ¿Van a estar en el cuarto de Ryo? Tenemos pensado ir a hacer una fogata en la orilla. La vengo a buscar cuando vayamos.
— Gracias, Sho-chan — Le dijo la morocha, con una sonrisa.
— De nada.
Cargando el estuche sobre sus espaldas, Kurako llegó al cuarto de Ryo, golpeando la puerta para llamar la atención de su ocupante, quien la abrió y la recibió con una sonrisa.
— No sé por qué tocas— Dijo Ryo —. Después de todo, esta es tu casa.
— Pero es tu cuarto, por el tiempo que estemos aquí — Reconoció la muchacha, entregándole el estuche —. Vamos, toca algo lindo para mí.
— Supongo que debo esmerarme después de haber visto todos tus dibujos — Dijo Ryo, sacando la guitarra del estuche —. Ven — Agregó, acercándose a los dos asientos cerca de la ventana, en torno a una pequeña mesa de madera en forma circular. Ryo se sentó sobre una de las sillas y se sentó con una pierna encima de la otra, colocando el instrumento musical encima para empezar a tocar varias notas y ajustar los acordes. Empezó tocando una bella melodía. Kurako, sentada con ambas piernas sobre el asiento, se mecía lentamente hacia la izquierda y la derecha, siguiendo la melodía con su cuerpo, con una hermosa sonrisa.

— ¿Nos vamos? — Le preguntó Tadayoshi a Shota, el último en salir de la cabaña para ir con el grupo hasta la orilla.
— Vamos.
— ¿No ibas a traer la guitarra? — Le preguntó Yasuko —. Pensé que habías ido a buscarla.
— Ah… Eso… Shibuyan, ¿puedes traer la tuya? — Preguntó, dirigiéndose a Subaru.
— ¿Y la tuya? ¿No me digas que la rompiste? — Preguntó Subako.
— ¡Claro que no! — Respondió el aludido, sonriendo.
— ¿Entonces? — Repreguntó la pelilarga.
— Se la presté a Kura-chan.
— ¿A mi hermana? ¿Para qué? — Preguntó Tadayoshi.
— Dijo que quería practicar con su novio un par de acordes.
— Ah.
— ¿Celos de hermano, Okura? — Preguntó Maruko, recibiendo por respuesta una ligera sonrisa por parte del aludido.

Cuando la fogata se apagó y se hicieron casi las cuatro de la mañana, el grupo volvió a sus respectivos cuartos, algunos muy dormidos y otros, bastante más despiertos. Tadayoshi subió las escaleras para dirigirse a su cuarto, hallándose con Nishikiko saliendo de su cuarto.
— ¿Todavía estás despierta? — Le preguntó el morocho, cuando sus caminos se cruzaron en el pasillo.
— Estaba esperando a Kura-chan para ir a dormir.
— ¿Vas a dormir con ella?
— Sí, pero…
— ¿Quieres que vaya a buscarla?
— ¿Te molestaría? La verdad es que no quisiera molestarla…
— No te preocupes — Dijo Tadayoshi, posando su mano sobre uno de los hombros de la muchacha —. Además, tiene que devolverle algo a Yasuda-san.
— Ah, ya veo… Gracias.
—De nada.
Tadayoshi siguió su camino hasta la habitación de Ryo, desde la cual podían oírse risas que lo hicieron fruncir el ceño. Sin siquiera golpear la puerta, entró a la habitación, sorprendiendo a los ocupantes que, aunque estaban sentados en dos sillas, estaban bastante cerca, mirando algo en la computadora de Ryo. Ambos lo miraron.
— ¿Sucede algo? — Le preguntó Kurako —. Se toca la puerta antes de entrar…
— Es mi casa — Dijo Tadayoshi, acercándose a la guitarra de Shota, que descansaba sobre la cama —. Al menos, podrían haber guardado la guitarra en su estuche. ¿Y si se cae?
— ¿Estás de mal humor? — Preguntó Kurako, acomodándose un mechón de cabello detrás de la oreja.
— Nishi-chan te estaba buscando — Dijo el muchacho, ignorando las palabras de su hermana y colgándose el estuche sobre el hombro.
— Nos vemos mañana — Le dijo Kurako a su novio, dándole un dulce beso sobre los labios, ocasionando que Tadayoshi desviara su vista.
— Toma — Dijo Tadayoshi, entregándole a su hermana el estuche que había estado cargando. La expresión de duda de Kurako, lo hizo seguir hablando —. Tú debes devolver lo que pides prestado.
— ¿Me estás dando lecciones?
— Tú empezaste — Respondió el aludido.
Ryo apagó su computadora, pero en esos momentos en lo que él estuvo frente al monitor, le pareció que Tadayoshi no iba a irse de ahí.
— ¿Necesitas algo más? — Le preguntó, mirándolo de reojo.
— No quiero que estés cerca de Kurako.
— ¿A qué viene eso? — Dijo Ryo, sonriendo, girándose noventa grados para quedar frente a él —. ¿Te molesta que estemos solos en una habitación?
 Tadayoshi se acercó a él y, aunque Ryo lo estaba mirando, levantó su rostro agarrando su mentón.
— Ya te lo dije: tú me perteneces. Ya fuiste mío dos veces.
— Y no por eso soy de tu propiedad — Reconoció Ryo, zafándose del agarre, sin dejar de mirarlo —. Kurako es mi novia, y puedo estar con ella adonde se me dé la gana.
— No voy a permitir que te acuestes con ella — La mirada de sorpresa de Ryo ante sus palabras lo hicieron sonreír levemente. Dos leves golpes sobre la puerta interrumpieron su charla. Tadayoshi se alejó unos considerables pasos de su cuñado cuando la puerta se abrió.
— ¿Se puede? — Preguntó Nishikiko asomando la cabeza.
— Claro. ¡Pasa, Nishi-chan! — La invitó Tadayoshi.
— ¿Qué sucede? — Le preguntó su hermano viendo que sacaba ropa de su valija.
— Kura-chan quiere que duerma con ella.
— Llévate toda la maleta — Le dijo Tadayoshi, ocasionando que ambos Nishikido lo miraran —. Yo me quedo a dormir junto a Ryo. No sería justo que se quedara solo. Además, ambos seremos los que dormiremos solos, sino. Y Kurako me regañaría si dejo solo a mi cuñado — Agregó, con una sonrisa que le hizo crispar los nervios a Ryo.
— Está bien — Accedió Nishikiko, no del todo convencida.
— ¿Te ayudo a llevar la maleta? — Preguntó Tadayoshi, acercándose a ella rápidamente al ver que la valija pesaba más de lo que aparentaba.
— Por favor — Pidió la muchacha, sonrojada.
— Enseguida regreso, Ryo.
El aludido no le dijo nada. Cuando Tadayoshi regresó, las luces estaban apagadas, había un tatami sin armar sobre el suelo y Ryo estaba sobre la cama, de espaldas a él. El recién llegado, armó su tatami y se acostó, mirando a su invitado.
— ¿Por qué eres así? — Preguntó Ryo.
— ¿Mh?
— Con tu hermana. Dejaste que cargara la guitarra de Yasuda hasta su habitación, pero, en cambio, ayudaste a Nishikiko a llevar su maleta — Tadayoshi tardó en intentar responder algo. Ryo oyó un sonido que parecía que Tadayoshi se levantaba del tatami —. Que ni se te ocurra.
Tadayoshi se quedó inmóvil, sonrió, y volvió a acomodarse dentro del tata
mi.
— Yo debería estar durmiendo ahí — Dijo.
— Tienes tu propia cama en tu habitación. Nadie te dijo que vinieras aquí.
— Me molesta que esté contigo. Esa es la razón.
— No voy a cambiar a Kurako por ti — Al no oír respuesta alguna de su parte, Ryo giró sobre sí mismo e intentó ver aún entre la oscuridad, pero su compañero de habitación parecía haberse quedado dormido. Chistó y volvió a girarse, dándole la espalda —. Idiota. Se viene a quejar y cuando le respondo, se queda dormido… ¿Quién se cree que es…?

A la mañana siguiente, cuando despertó, Ryo vio el tatami donde había dormido Tadayoshi a un costado. Lo único que le había faltado había sido guardarlo en su sitio.

No hay comentarios:

Publicar un comentario