31 de julio de 2015

[BMS] Capítulo 04: Distancia

Ciaossu~!!
Finalmente (?) llegamos a uno de esos capítulos donde vamos a conocer un poco al Tegoshi que ya vimos en MTS. Este es uno de esos capítulos donde la vida de Tego queda marcada por completo, y... bueno... Si sigo escribiendo, voy a spoilear sin darme cuenta xD
Notita antes de que arranquen con el capítulo: Esta vez sí este capítulo es no apto para menores.
Tardé muchísimo para escribirlo y realmente no sé si expliqué exactamente todo lo que pasó ><
De alguna forma... una bastante perversa... disfrútenlo... o__O

Título: Before my soul was no longer mine.
Fandom: Johnnys.
Pairings: OkuTego [Okura Tadayoshi x Tegoshi Yuya], RyoTego [Nishikido Ryo x Tegoshi Yuya]
Formato: Multi-chaptered.
Género: AU, romance, smut, violento.
Rating: NC-17 (y esta vez con conocimiento de causa xD no me hago responsable si siguen leyendo LALALALALA~~).
Estado: Finalizado.
Cantidad de palabras: 4125.
Sinopsis: Ryo cumple su cometido y canaliza sobre Yuya todo el odio que siente por él. Mientras él es amenazado y le advierten que no debe siquiera acercarse a Tadayoshi, Ryo es quien vuelve a acercarse a él mientras planea su siguiente movimiento.

( Capítulo 02: Cambio )
( Capítulo 03: Mentiras )

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Capítulo 04: Distancia.

La cabeza le daba vueltas, necesitaba levantarse e irse, pero por más que lo intentara, sólo oía risas a su alrededor, voces extrañas, un idioma extraño. Una vez más un golpe, y de nuevo, su cuerpo cayendo sobre una cama ajena.
Catch’im — Ordenó Ryo al grupo que en vez de sostener el cuerpo de Yuya, se reía en torno a él —. Don’t fucking let’im go. [1]
Take it easy, bro. [2]
— No lo van a soltar hasta que hayan terminado con él, Ryo — Dijo Jin, arrastrando una silla hasta los pies de la cama, donde se terminó sentando —. Guys… Please — El grupo lo miró. Con una seña, les pidió que se hicieran a un lado, mientras buscaba algo en su celular.
— ¿Vas a hacerlo tú? — Le preguntó Ryo, al lado suyo.
— Por hoy, dejaré que ustedes se diviertan.
— ¿Por hoy? — Repitió Ryo, con una sonrisa, subiéndose a la cama.
— Sí… Primero quiero ver qué tan bien se porta.
Mientras el grupo sostenía a Yuya de sus extremidades, Ryo le sacó la remera, rompiéndola de un tirón. La música que entraba a sus oídos lo estaba poniendo de mal humor, y no faltaba demasiado para que su cabeza explotara de dolor. Pero la razón de tener a Yuya de ese modo y en esa situación, era justamente para apaciguar el dolor que no sólo sentía en su cuerpo, sino también en su corazón, palabras que no podía transmitirle a Jin y su pandilla a menos que quisiera ser el hazmerreír hasta quién sabe cuánto tiempo. Pero también, estaba la sencilla razón de que no podía ir con Tadayoshi y confesarle su amor, menos cuando Yuya y él ya habían sido uno. No tenía otra forma de expresarle a Yuya cuánto lo odiaba, que con lo que le estaba haciendo. Se ayudó de un poco de loción que había conseguido para la ocasión antes de penetrarlo. Sin siquiera importarle cuánto contenido desperdiciara, simplemente dejó fluir un poco dentro suyo. Oyó un quejido por parte del rubio. Al levantar la vista, vio su cuerpo intentando moverse, de sus labios intentaba escaparse un vocablo de queja, pero no lo logró. Hasta estaba pensando en hacerlo lo más rápidamente posible para que al día siguiente no sufriera, pero sí logró hablar, sí intentó llamar a alguien, inconscientemente.
What’s he saying? — Le preguntó a uno de los sujetos que lo estaban sosteniendo de los brazos. [3]
I… don’t understand Japanese — Reconoció el aludido —. He said something about some… Tatsu guy? Maybe? [4]
Ryo se acercó al rostro de Yuya. Pudo ver que aún a punto de quedar inconsciente, le quedaba algo de fuerzas para un último pedido de auxilio.
— Ayúdame…, Tatsu.
Automáticamente, ante aquellas dos palabras, el rostro de Ryo se transformó por completo. Con la palma abierta, le pegó una sonora cachetada que dejó sorprendido al resto del grupo.
Do the fuck you want with him — Dijo, con la voz ronca, antes de volver a sentarse entre las piernas de Yuya —. Iba a hacerlo suave, ¿sabes? Pero ya me arrepentí — De un solo golpe, Ryo enterró el pomo de lubricante en el interior de Yuya. Se ayudaba de la parte inferior para adentrarlo y sacarlo una y otra vez, cada vez con más fuerza y frenesí. Al mismo tiempo, dentro de su boca, los extraños miembros de aquellos sujetos se intercambiaban entre sí para su propio disfrute. Jin se dedicaba a sacar fotografías desde los ángulos que creyó perfectos. Cuando se dio cuenta que toda aquella situación lo estaba sobrepasando, Ryo se deshizo de su pantalón y su ropa interior, y penetró al rubio sin siquiera sacar el objeto con el que lo había estado sodomizando. Hizo su cabeza hacia atrás, agarrando sus caderas con las yemas de sus dedos. [5]
— ¿Demasiado estrecho para ti? — Le preguntó Jin, sacándole una fotografía en primer plano.
— Aleja… esa cosa de mí — Le respondió el aludido, con una media sonrisa —. Ya se va a acostumbrar… esta perra… Es más… voy a hacer que se acostumbre… ahora mismo — Reconoció, antes de sostener las piernas de Yuya juntas sobre uno de sus hombros, haciendo aún más difícil el acto de las embestidas, obligando a aquel cuerpo ya inconsciente a que, quiera o no, se acostumbrara a aquella dolorosa intromisión.
Oh, fuck — Susurró Jin para sí, entregándole luego su celular a uno de sus camaradas para apresurarse a atender su creciente erección —. ¿Cómo mierda lo hace?
— ¿Qué… cosa…? — Gimió Ryo.
— Quiero cogerlo — Reconoció, masturbándose frente a la cara de Yuya —. Necesito hacerlo…
— Te dije… que me ayudaras… Ah… Nada más…
— Soy capaz de pagarte, Ryo… Por favor…
Sus palabras sonaron a súplica.
No.
Efectivamente, Jin le estaba suplicando manejar aquel cuerpo a su antojo, de la misma forma en que él lo estaba haciendo, o incluso todavía peor.
Él sabía que Jin lidiaba con drogas. Él había sido quien lo había iniciado a él. Primero unos cigarros preparados caseramente para olvidar los problemas, y luego pastillas, hasta terminar con unas inyecciones de quién sabe qué cosa que le hacían perder la noción del tiempo, de la consciencia, y hasta de su propia vida. Todo era culpa de Tadayoshi, de Yuya, y de su propia nula capacidad para solucionar los problemas. Pero al menos podía desquitarse con alguien al respecto, con el eslabón más débil de la cadena, con el que parecía que iba a solucionar por lo menos, sus problemas monetarios.
Supo que ese pomo seguía dentro de Yuya porque la fricción de la parte superior sobre su hombría, le estaba doliendo un poco. Lo sacó de allí del mismo modo en que lo puso, de una forma violenta que hizo despertar a Yuya, lanzando un grito de dolor desgarrador, mientras un fino hilo de sangre se asomaba de su interior. Pero no le importó, siguió embistiéndolo, golpeándolo. Junto con Jin, ultrajaron su cuerpo, todo su ser, de todas las formas que ambos maquinaron. Aún seguían jugando con él cuando todo su grupo ya estaba en la planta baja, durmiendo. Metieron todas las drogas que tenían a su alcance en ese momento, y aunque Jin quiso ir a su casa a buscar más, su afán de seguir corriéndose en su boca, pudo más. El afán de seguir ultrajándolo hasta ser ellos quienes perdieran el conocimiento, pudo más.

Sintió que tenía miles de pájaros piando sobre sus oídos. Quiso taparse los oídos con la almohada, pero al levantar ambos brazos, sintió un indescriptible dolor desde su cabeza y hasta el dedo más pequeño de su pie. Ahogó un quejido y se sentó como pudo. La cabeza le dio vueltas, su estómago estaba revuelto y su mente estaba en blanco. Abrió los ojos poco a poco. No tenía idea en dónde estaba. Un reloj digital sobre una mesa de noche a su lado, le advertía que faltaba una hora para que su madre regresara a su hogar, lugar donde definitivamente no estaba. Intentando acomodar un poco las ideas, encontró un teléfono celular al lado suyo, y una nota debajo del mismo pidiéndole que por favor abriera el dichoso aparato. Al hacerlo, vio fotografías de sí mismo con personas que no recordaba haber visto, en una situación que no debía ser justamente fotografiada. En la misma nota, se le pedía que llamara a cierto número después de haber visto aquellas fotos, cosa que hizo. No tardó más de dos tonos en que el auricular al otro lado fuera levantado.
— “Hola, hola, bella durmiente. ¿Cómo dormiste?
Una voz burlona y desconocida lo saludó.
— ¿Quién rayos eres? — Su propia voz le pareció diferente. Sintió que algo se revolvía desde lo más profundo de su ser, y que necesitaba escaparse de su interior rápidamente. Dejó el teléfono a un costado y se agolpó contra uno de los laterales de la cama, lanzando el contenido de su propio estómago. Después de hacerlo, tosió varias veces, sintiendo un horrible sabor en su boca, y volvió a agarrar el celular.
— “Creo que me pasé un poco con la mezcla, lo siento.
— Te pregunté quién eres…
— “¿Por qué quieres saberlo? Lo único que debes saber es que te portaste muy bien, Tegoshi. Pero la próxima, me gustaría hacértelo yo también por atrás, no es justo que sólo me hayas hecho varias veces el oral. Realmente me gustaría sentir cómo te retuerces de dolor mientras te cojo.
— ¿Quién eres? — Volvió a musitar.
— “Ya lo sabrás, linda. Y no va a gustarte la respuesta. Ah. Antes de que lo hagas: no importa si borras esas fotografías o destruyes este aparato, no soy tan estúpido como para haberte dejado los archivos originales. También… no le digas nada a nadie, o ya sabes con qué va a estar empapelado el pueblo al día siguiente. Y, por sobre todas las cosas: ni una sola palabra de esto a tu novio. Tadayoshi-kun se llama, ¿no?
— ¿Cómo…?
— “Y de ser posible… Aléjate de él… o me vas a conocer. Y créeme que no te va a gustar la forma en que lo hagas. Hasta nuestro próximo encuentro… cuida de ese traserito.
Yuya cortó la llamada rápidamente y, pese a las palabras de aquel sujeto, borró todas y cada una de las fotografías que estaban en ese aparato, antes de estrellarlo contra el suelo. Con la poca rapidez y lucidez que pudo, salió de esa casa vacía y se metió en el vehículo que lo llevaría de vuelta a su hogar. Al sentir la vibración del motor encendiéndose, volvió a tener unos terribles deseos de vaciar su estómago por completo. Abrió la puerta del automóvil y terminó dejando parte de aquel contenido extraño sobre la acera. Cerró la puerta y volvió a sentarse correctamente en el asiento del conductor. Respiró en forma agitada, dándole la cara al techo y con los ojos cerrados. No encontraba una respuesta para lo que había sucedido. Al menos aquellas fotografías correspondían con los no tan gratos recuerdos que surcaban su mente. Sollozó antes de llevarse ambas manos al rostro y llorar en forma desgarradora. De repente, recordó que debía regresar cuanto antes a su casa, ya que si su madre se daba cuenta que no estaba, sería capaz de darle aviso a Tadayoshi y eso, por nada del mundo debía suceder.
Apenas llegó a su hogar, le preparó el desayuno a su madre, como cada mañana, y le dejó una nota explicándole que, debido a un dolor estomacal, no iba a ir ese día a la escuela. 
Se aseó lo más rápido que su cuerpo le permitió e intentó deshacerse de cualquier droga indebida en su organismo, antes de hundirse entre sus sábanas aunque afuera, el sol se alzaba brillante en el cielo.
Mientras su celular se cargaba, empezaron a llegar varios mensajes de texto. Optó por ignorar los de Tadayoshi y responder los de un amigo que había hecho por internet. Aunque por la hora estaba seguro que estaba en la universidad, decidió responder simplemente por su estado anímico el día de la fecha. Estaba por dejar el aparato al lado suyo, sobre la almohada, y conciliar el sueño, pero el sonido de una llamada entrante lo alertó. Sonrió ligeramente al reconocer el número y atendió.
— Hola — Dijo, suavemente.
— “¿Llamo en un mal momento?
— Nunca antes me habías llamado, pero… siempre es bueno hablar contigo, Kei-chan — Keiichiro era el nombre de un muchacho que vivía en Tokio. Aunque sus padres casi le habían exigido que siguiera estudiando cuando terminó la secundaria, él sabía que su destino sería seguir con el restaurante familiar. Se había hecho amigo de Yuya por pura casualidad, y así, su amistad estaba llegando casi al segundo año —. Tienes una voz muy dulce — Reconoció el aludido.
— “Tú te oyes horrible, ¿qué sucedió? Me habías contado que ya estabas saliendo con Okura-kun. ¿Acaso él te dijo algo malo?
Yuya sonrió. Una de las cosas que lo había unido a él era que ambos eran hijos únicos y quizás por eso, habían formado un lazo de hermanos sin siquiera haberlo pensado.
— Claro que no. Sólo… tuve una mala… noche — Aunque intentó no ahondar en detalles, se dio cuenta que su voz se quebró.
— “Tesshi… Si no quieres contarme, está bien. Pero…, sabes que las puertas de mi hogar están abiertas para cuando quieras venir a Tokio, ¿verdad?
— Lo sé — Musitó el rubio —. Perdón… Cuando sea el momento indicado… te lo contaré todo, pero ahora… no puedo — El sonido del timbre  lo hizo sobresaltar —… Alguien está tocando el timbre.
— “De acuerdo. Hablamos luego. Cuídate.
— Tú también.
Mientras terminaba de asearse, oyó la llegada de su madre, pero aún así, tenía curiosidad acerca de quién había llamado a la puerta. Tenía dos opciones: o era Hikari, o Tadayoshi. Y no se equivocó.
— Buenos días. ¿Está Tegoshi-kun? — Suspiró al reconocer la voz de su amiga, escondiéndose luego lo más que pudo entre sus sábanas.
— Buenos días, Hikari-chan. Sí, pero… parece que anoche comió algo que le cayó mal — Respondió la mujer, con una mueca —. ¿Quieres ir a verlo?
— ¿Puedo?
— Claro, pasa. Estás en tu casa.
Hikari subió corriendo las escaleras que la separaban del cuarto de Yuya, encontrándolo en su cama.
— Buenos días. ¿No vas a ir a la escuela?
— No… ¿Puedes traerme la tarea a la tarde?
La aludida suspiró con una sonrisa.
— Eso me suena a que estás perfecto pero quieres que alguien venga a curarte, ¿no es así?
De tan sólo imaginar a Tadayoshi viéndolo en aquel deplorable estado, su piel se crispó. Atinó a negar con la cabeza.
— Por supuesto que no. Realmente me siento mal.
— Está bien, está bien. Digamos que te creo.
— ¿Puedes?
— Sí, sí. Lo haré. Que descanses.
— Gracias.
Suspiró al ver a su amiga bajando las escaleras. Cuando intentaba quedarse dormido, horribles imágenes se le cruzaban por la cabeza, impidiéndoselo. Estaba a punto de quedarse dormido, pero el abrupto sonido de la puerta cerrándose hizo que sus ojos se abrieran como platos y su presión arterial subiera a niveles anormales. Lo siguiente que oyó fue un insulto por parte de su madre y de nuevo la puerta cerrándose pero, esta vez, en forma correcta, y el sonido de la llave trabando la cerradura.
No pudo volver a conciliar el sueño. Ni siquiera estaba seguro si había podido dormir aunque sea unos segundos. Se giró como pudo, y se quedó mirando el techo. Ya no iba a poder dormir, quizás, nunca más sería capaz de hacerlo. Cerró los ojos, suspiró y se levantó como pudo. A través del televisor encendido en el living vio un anuncio de un nuevo maquillaje. Rápidamente, se dirigió al cuarto de baño de la planta baja y halló el maquillaje de todo tipo donde su madre siempre solía guardarlo. En ese momento aprendió el arte de cubrir marcas con aquellos productos. Al menos por fuera, debía verse bien ya que si había a alguien a quien no podía engañar, era a la persona que le había dado la vida, pero esperaba que eso le ayudara aunque sea un poco a hacerlo.
Su madre llegó y desayunó con ella tranquilamente. Yuya le dijo que ya se sentía un poco mejor, pero aún no estaba del todo seguro si ir o no a la secundaria al día siguiente.
— ¿Quieres hacerme compañía en la farmacia? — Le preguntó su progenitora, acomodando un mechón de cabello de su hijo que caía sobre su frente.
— Lo pensaré — El sonido de su celular sonando escaleras arriba interrumpió la conversación. Mientras su madre levantaba los platos, Yuya fue a su habitación y, pese a no reconocer el número, atendió la llamada —. ¿Diga?
— “¿Tegoshi?
— Sí… ¿Quién habla?
— “Bella durmiente, me pone mal que no me recuerdes.
Su piel tiritó cuando lo llamaron de esa forma. Tragó en seco y su propia saliva le supo amarga.
— ¿Qué quieres?
— “Oye, oye, oye, no te conviene hablarme en ese tono. Tengo cositas que te comprometen, ¿lo recuerdas? Y no queremos que tu noviecito se entere, ¿no es cierto?
— ¿Qué quieres? — Repitió, esta vez con un tono de voz más tranquilo.
— “Ahora sí. Ese tonito sí me gusta. A ver… ¿Qué quiero? Sólo recordarte todo lo que te dije en la mañana, por si las drogas te hicieron olvidarlo.
— Despreocúpate por eso. Tengo marcas por todo el maldito cuerpo y me duele horrores como para que lo olvide.
— “¡Ja, ja, ja, ja! Muy bien. Así me gusta, mi pequeña. Lo único que quiero es que estés disponible para mí: cuando yo lo pida, en el momento en que a mí se me dé la gana, voy a llamarte y vas a tener que venir. ¿Estamos de acuerdo?
— Sí — Musitó.

— Entonces, ¿en media hora te espero? — Yuya había accedido a ir con su madre a la farmacia. De todos los lugares posibles, sabía que el menos seguro para él, era su propia casa.
— Sí, en media hora estoy por ahí — La mujer sonrió antes de darle un dulce beso en la frente y emprender el camino a su trabajo. El timbre sonó detrás de sus espaldas, por lo que se acercó sonriendo a abrir la puerta —. ¿Qué te olvidas… te…? — Grande fue su sorpresa al ver no a su madre, sino a Tadayoshi —. Tatsu…
— ¿Puedo pasar? — Le preguntó el morocho, con una sonrisa.
— ¡Ah! Sí… Claro — Respondió el aludido, haciéndose a un lado para dejar entrar a su pareja.
— ¿Cómo estás? — Le preguntó Tadayoshi, arreglando la tira del morral que llevaba consigo.
— ¿Yo? Bien…
— Hikari-chan me dijo que te sentías mal y por eso no fuiste.
— Eh… Sí… Estoy mejor. De hecho… Voy a ir a ayudar a mi madre a la farmacia — Ante sus palabras, Tadayoshi se sorprendió sobremanera —. ¿Por qué pones esa cara?
— No… Nada… Es que… es extraño que digas eso… Siempre dijiste que odiabas las farmacias, los hospitales y esas cosas — Reconoció el más alto, sin poder evitar sonreír.
— Bueno, es eso o desmayarme en casa y que nadie esté para socorrerme — Bufó el rubio.
— Y… ¿Por qué no llamas a tu mamá y le dices que no vas?
— ¿Eh?
Cuando quiso darse cuenta, Tadayoshi estaba demasiado cerca suyo, por lo que retrocedió unos pocos centímetros.
— Dile que yo voy a cuidarte toda la noche.
Al oír tales tiernas palabras saliendo de sus labios, al ver la dulce mirada que Tadayoshi le daba, Yuya sintió un dolor punzante en el corazón. ¿Culpa? ¿Remordimiento? ¿Ese horrible sentimiento de estar mintiéndole a la persona que más amaba? No lo sabía. Lo único que sabía en ese momento era que debía evitar cualquier contacto con él. Todo acercamiento le dolía aún más que todas las cosas que debió pasar la noche anterior.
— Pero, ya se lo prometí — Le mintió descaradamente, sin siquiera atreverse a mirarlo.
— Está bien — Dijo Tadayoshi, ocasionando que Yuya lo mirara de refilón. Se dio cuenta que hablaba sinceramente —. A diferencia tuya, yo sí sé cuándo debo darme por vencido. ¿Nos vemos mañana?
— Supongo — Respondió Yuya, lentamente.
— Te estuve llamando, pero…
— Debí haber dejado el teléfono en silencio. Lo siento.
— No te preocupes. Cuídate — Supo lo que seguiría al sentir el tacto de su mano apoyándose sobre una de sus mejillas. Aunque le doliera tener que renunciar a sus besos, debía hacerlo. Giró su cabeza, por lo que Tadayoshi besó su mejilla, en vez de sus labios, sonriendo instantáneamente —. Yuya, ¿está todo bien?
— Sí… Es sólo que… estoy apurado… Nos vemos.
Yuya cerró la puerta con llave cuando se fue, y subió corriendo las escaleras a esperar a que su figura desapareciera entre el paisaje nocturno para poder dirigirse al trabajo de su madre.

Cuando el sol se alzó dándole paso a un nuevo día, Yuya se percató de dos cosas: la primera, que el trabajo nocturno en aquel lugar era demasiado aburrido; y lo segundo, que debido a fallas en la impresión de las cajas o numeración de productos, habían muchos remedios y derivados que siempre eran donados a las escuelas u hospitales. Justamente, la secundaria donde Yuya asistía era una de las principales beneficiarias. Al darse cuenta que no iba a serle fácil renunciar a sus citas amorosas con aquel grupo de personas desconocidas, llevarse a su casa un par de esos medicamentos iba a ser de utilidad. Además, su cuerpo se lo agradecería al día siguiente.
— Yuya, Satou-san me invitó a desayunar, ¿quieres venir? — Le dijo su madre, en referencia a una compañera de trabajo suya.
— No, me muero de sueño. Creo que voy a ir a casa.
— Oh, está bien. Ten cuidado.
El aludido asintió con la cabeza antes de irse. Empezó a caminar lentamente por las todavía desiertas calles del pueblo, sin detenerse a pensar en nada.
— ¿Tego?
Al oír que alguien lo llamaba, se giró.
— Ryo-chan…
— ¿Cómo estás? ¿De dónde vienes a esta hora?
Al mirarlo con un poco de detenimiento, le pareció que Ryo recién se levantaba y estaba listo para empezar un gran día. Yuya, por el contrario, no esperaba otra cosa que saltar a su cama y dormir, de ser posible, hasta el día siguiente.
— Fui a hacerle compañía a mamá en el trabajo.
— Ah, ya veo. Qué buen hijo. Oye, ¿no vas a ir a la escuela?
— No, creo que hoy también voy a faltar.
— ¿Hoy también? ¿Te estás saltando las clases?
— Ayer estuve un poco… indispuesto… No pude ir — Ryo miró sus facciones detenidamente mientras lo oía responder a su pregunta —. ¿Qué vas a hacer ahora?
— Volver a casa, supongo.
— ¿Quieres venir a la mía? Todavía estoy algo despierto como para prepararte el desayuno — Le dijo.
— ¿Y tu mamá?
— Se fue a desayunar con una compañera.
— Está bien — Accedió el morocho, sin tener nada qué hacer realmente.

El desayuno pasó tranquilamente. Ryo agradeció internamente que, al menos hasta el momento, no le haya dicho nada de su relación con Tadayoshi, ya que no sabría cómo iría a reaccionar después de haber estado dos días sin dormir y consumiendo quién sabe qué sustancias. Sonrió al darse cuenta que no podía mantenerse en pie siquiera para subir unas escaleras, pero terminó haciéndolo ayudándose de los barandales.
— ¿Ocurre algo? — Le preguntó Yuya al notar que había tardado en llegar a su habitación.
— No, nada — Respondió el aludido, sonriendo. Apoyándose sobre el barandal que se extendía de una pared a la otra del cuarto, Ryo se quedó observando a Yuya arreglando las sábanas de su cama —. ¿Vamos a dormir juntos?
— ¿Acaso no lo hacíamos cuando éramos niños? 
— Y por eso terminaste siendo un miedoso — Le recordó, mientras se sentaba sobre el lado derecho de la cama para sacarse el calzado.
— No sé de quién será la culpa.
Cuando se giró para hablarle, lo halló ya acostado en su lugar y mirándolo.
— ¿Quieres que te pida perdón?
— Como mínimo debes hacer eso.
— Olvídalo — Le dijo Ryo, sonriendo. A diferencia de su compañero de lecho, él no pudo dormir. Se levantó y juntó las finas cortinas de seda, pero no pareció ocultar en lo más mínimo el brillante rayo de sol que entraba directamente a la habitación. Bufando, volvió su vista a la cama, preguntándose cómo podía Yuya conciliar el sueño dándole la cara al sol. Se acercó a él y se sentó en el suelo. Se quedó mirándolo, apoyando su mentón sobre los brazos cruzados sobre el colchón —. Si quisiera podría matarte ahora mismo — Susurró —. Total, nadie sabe que estoy aquí. Nadie nos vio llegar juntos. Pero, ¿sabes algo? — Sigilosamente, se incorporó hasta llegar al oído de Yuya —. Voy a hacerte sufrir tanto que vas a desear nunca haber nacido.
Entre sueños, Yuya se giró, dándole la espalda. Medianamente satisfecho, luego de hacerle saber sus planes, regresó a su lado de la cama, encontrando a Yuya sollozando. Volvió a meterse entre las sábanas de la misma forma en que salió. El cuerpo dormido de su amigo, instintivamente, buscaba afecto, tanteando algo invisible a su lado. Sus sollozos se calmaron al sentir el tacto de Ryo sobre una de sus mejillas. Sin saber por qué, rodeó aquel cuerpo con sus brazos, dándole esa calidez y esa protección que entre sueños necesitaba. Quizás, a pesar de todo lo seguía queriendo. Pero el amor de Tadayoshi estaba por encima de eso y mucho más. Incluso por encima de su propia vida.  
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Notas
[1] Catch’im. Don’t fucking let’im go: Agárrenlo. No se les ocurra dejarlo escapar. El fuckin' en sí fue para meterle algo de énfasis xDDDD volver ↑
[2] Take it easy, bro: Cálmate, hermano volver ↑
[3] What’s he saying?: ¿Qué está diciendo? volver ↑
[4] I don’t understand Japanese. He said something about some Tatsu guy? Maybe?: No entiendo Japonés. ¿Dijo algo acerca de algún Tatsu, quizás? volver ↑
[5] Do the fuck you want with him: Hagan lo que quieran con él volver ↑

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