14 de agosto de 2015

[BMS] Capítulo 05: Acercamiento

Ciaossu~!!
Esto lo puse en la fanpage, pero BMS ya tiene cantidad de capítulos confirmados ^^
Van a ser ocho los capítulos que completen esta historia. Y después, ya saben, si no leyeron More than souls, saber que es la continuación de BMS, es una buena razón para hacerlo :P (y para mí para subirla a AO3 y Asian fanfics xD) (esto de hacer setenta páginas para lo mismo no rinde xD).
Sin más, los dejo con el quinto de BMS.
Enjoy y hasta la semana que viene~ ^3^ ♥

Título: Before my soul was no longer mine.
Fandom: Johnnys.
Pairings: OkuTego [Okura Tadayoshi x Tegoshi Yuya], RyoTego [Nishikido Ryo x Tegoshi Yuya]
Formato: Multi-chaptered.
Género: AU, romance, smut, violento.
Rating: NC-17.
Estado: Finalizado.
Cantidad de palabras: 2465.
Sinopsis: Ryo se acerca a Yuya y Tadayoshi con intenciones de acercarlos, pero debido a lo sucedido con Yuya, él intenta alejarse de su pareja, diciéndole que cuando sea el momento, va a confiar en Ryo para contarle sus problemas.


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Capítulo 05: Acercamiento.



Cuando Ryo bajó las escaleras, encontró a la madre de Yuya sacando cosas que había ido a comprar al almacén.

— Hola — La saludó, ocasionando que la mujer se girara y le sonriera.

— Buenas tardes, Nishikido-kun. ¿Dormiste bien?

— Sí… Lo que pude dormir — Respondió el aludido, rascándose el brazo.

— ¿Yuya no te dejó?

— No, es que…

— ¿No puedes dormir si no es tu cama?

— Algo así.

— Ya veo — La mujer se sirvió un vaso de agua y se sentó en la mesa en medio de la cocina —. Siéntate — Le dijo a Ryo, con una sonrisa. El aludido accedió a su pedido —. ¿Yuya te ha comentado si le sucede algo?

— ¿Eh? No, ¿por qué? — La mirada del morocho se clavó sobre la mujer mientras oía su respuesta.

— Quizás sea mi imaginación, pero creo que le pasó algo… Instinto maternal, quizás. ¿Será que se peleó con Tadayoshi-kun? Ya van dos días que no va a la escuela…

— No me ha dicho nada al respecto — Le dijo Ryo, cerrando ambas manos en un puño al haber oído la mención de la relación amorosa de sus amigos —. Creo que está imaginando cosas — Intentó calmarla, dedicándole una sonrisa.

— Tienes razón. Si no te ha dicho nada, entonces, no pasa nada.

— Respecto a la escuela… Tengo pensado regresar.

— Eso es bueno — Reconoció la mujer, prestando atención a sus palabras.

— Y quizás con eso pueda sacarle algo a Tegoshi… Si es que le pasa algo.

— Eso es genial — Reconoció —. A Yuya le dará mucho gusto saber eso.

— ¿Saber qué? — Preguntó el aludido bajando las escaleras restregándose los ojos.

— Voy a regresar — Respondió Ryo.

— ¿Adónde…?

— Eres lento, Tegoshi. ¡A la secundaria!

— ¿A la secundaria…? ¡¿En serio, Ryo-chan?! — La reacción tardía de Yuya, hizo que el morocho se sonriera.

— Bueno… Al menos lo voy a intentar.

— Ve por tus cosas, yo te explico todo lo que necesites.

— Yuya, él tiene que regresar a su casa — Le dijo su madre, ante lo cual, el aludido calmó un poco su entusiasmo.

— Si no es molestia… Puedo irme a bañar, buscar mis cosas, y pasar la noche aquí. Después de todo, si Tegoshi estuvo sintiéndose mal estos días, es mejor que no esté solo, ¿no es así?

— Eso es verdad — Dudó la madre del rubio, mirando a su hijo.

— ¿Puede quedarse, mamá? Por favor, por favor.

— Está bien, está bien.

— Entonces, en dos horas como mucho, estoy de regreso — Dijo Ryo, levantándose de la silla. Yuya lo acompañó a la puerta, donde se despidieron. Camino a su casa, silbando una canción, Ryo agarró su celular y marcó un número —. ¿Dónde estás? Ah. Está bien. Espérame ahí. En una hora más o menos estoy por allí.



Jin y su pandilla vio llegar a Ryo a su usual lugar de reunión, casualmente el templo donde él antes se reunía con Tadayoshi. El grupo se sorprendió al verlo tan fresco teniendo en cuenta las noches que habían estado pasando.

— ¿Qué pasa que luces tan… tan…?

— ¿Tan...? — Le preguntó el aludido, con una sonrisa.

— No encuentro la palabra apropiada. ¿Para qué querías verme?

— Vengo a decirte que voy a volver a la secundaria.

— Y eso a mí me afecta porque…

— En nada, en realidad. Pero puedes seguir con tus planes sin mí.

— Eres una persona bastante particular, Ryo — Declaró Jin, finalmente.

— ¿Por qué?

— Lo estás haciendo para ver el desenlace en primera fila, ¿no es así?

Ante sus palabras, Ryo no pudo evitar sonreír.

— Bueno, eso era todo. Nos vemos.



De regreso a la casa de Yuya, no pudo evitar la sonrisa que decoraba su rostro. Delante suyo, vio una figura bastante familiar para él. Intentando volver a ser el Ryo de antes, se acercó sigilosamente y lo abrazó por atrás, asustándolo.

— Okura — Llamó su atención de una forma melodiosa.

— Ryo-chan…

El aludido, no podía salir de su asombro. No sólo al verlo distinto a la persona que había encontrado al ir a su casa, sino por la expresión cercana a la felicidad que había en su rostro.

— Oye, ni que hubieras visto a un fantasma. ¿Adónde vas?

— Voy… a llevarle a Yuya la tarea de hoy — Reconoció el más alto, con un tono apesadumbrado en sus palabras.

— ¡Ah! ¡Qué casualidad! Yo también voy para allá.

— ¿Sí? ¿Para qué?

— Para que me explique qué estuvieron haciendo hasta ahora.

— ¿Quieres postularte para estudiante del año o algo así?

— Ya era hora que regresara, ¿no lo crees?

— ¿Quieres llevarle esto por mí? — Le preguntó, en referencia al folio que tenía entre sus manos.

— ¿Por qué no vamos juntos? Estoy seguro de que estará feliz de verte.



Aunque el televisor estuviera encendido, Yuya no prestaba atención a lo que estaba diciendo la conductora del programa que estaban transmitiendo. Estaba sentado en el sillón, con la cabeza apoyada sobre sus rodillas flexionadas. Sus ojos, miraban la nada misma dentro de su vacío hogar. Mantuvo su teléfono en su habitación, lejos de su alcance, todo el día, el tiempo que pudo.

No quería recibir llamadas, mensajes o algo parecido. Necesitaba estar solo.

El timbre sonó, quitándolo de su ensimismamiento. Supo que era Ryo, al darse cuenta de la hora, pero grande fue su sorpresa al ver primero a Tadayoshi.

— ¿Te gusta lo que me encontré en la calle?

La pregunta de Ryo, lo hizo sonreír de lado. Alejarse de Tadayoshi no sería una tarea fácil después de todo.

— Pasen — Fue lo único que dijo, con parsimonia.

— Hola — Lo saludó Tadayoshi, recibiendo por respuesta el mismo esbozo de sonrisa que hizo al oír a Ryo, quien no le quitó la vista de encima al rubio, aún estando unos cuantos pasos lejos de ambos —. ¿Te sientes mejor? — Le preguntó, entregándole la tarea del día.

— Algo. Gracias.

— Se te oye cansado…

— Me estaba quedando dormido en el sofá, eso es todo. ¿Quieres algo de tomar?

— Estaba pensando en pedirle a Okura que se quede esta noche a hacernos compañía. ¿Qué te parece? — Declaró Ryo, ante lo cual, Yuya lo miró casi con una expresión de terror que debió disimular rápidamente.

— Me parece bien — Respondió el aludido, sirviendo jugo de naranja en tres vasos —. Además, va a facilitarme las cosas contigo.

Lo que más se le complicaba, era entender las cosas de Matemática. Nunca le habían parecido fáciles esas cosas prácticas. Hasta podía decirse que era su materia menos favorita, pero en ese momento se dio cuenta que incorporar cosas nuevas le estaba costando más de lo habitual.

También se dio cuenta que cada vez que Tadayoshi intentaba acercarse a Yuya, él lo usaba como medio de escape, preguntándole si necesitaba algo, o si había algo que no entendiera, saltando a su lado.



El día y la noche pasaron tranquilos. Aunque Yuya podía ir a dormir a la cama de su madre y dejar que sus amigos durmieran en la suya, Ryo no se lo permitió y, evocando viejas épocas, lo convenció de dormir los tres en la misma habitación. Habían empezado a recordar cosas de cuando eran pequeños, hasta que sólo se oyó la voz de Ryo resonando en la habitación. Cuando giró su cabeza hacia la derecha, se dio cuenta que tanto Yuya, a quien tenía más cerca, como Tadayoshi, ya estaban profundamente dormidos. Pero, por más veces que lo intentara, él no encontraba forma de quedarse dormido. No pensaba en nada, pero aún así, no podía conciliar el sueño. Bufando, se levantó y bajó las escaleras para ir a buscar el paquete de cigarrillos que había llevado en su mochila. Volvió al dormitorio y se sentó frente a la ventana, alternando entre mirar la luna menguante o las pocas personas que pasaban ocasionalmente por la calle.

— ¿No puedes dormir?

La voz de Yuya no lo asustó, simplemente lo sorprendió.

— No, ¿y tú?

— Tampoco — Respondió el rubio, acercándose a él para robarle el cigarrillo que había estado fumando y darle una probada.

— No sabía que fumabas — La respuesta que recibió por parte del rubio fue un par de toses que se escaparon de sus pulmones.

— No sé…

— Me di cuenta — Reconoció el morocho, sacándole el cigarrillo de las manos —. ¿Te sucede algo? — Inquirió, buscando su mirada.

— No, ¿por qué?

— Te noto raro… Es decir… a Okura también. ¿Se pelearon o algo?

— No. Es otra cosa, pero… No viene al caso.

— Tego — El aludido lo miró —…, sabes que cuentas conmigo para lo que necesites.

— Gracias, Ryo-chan — Le dijo, sonriendo ante sus palabras —. Cuando sea el momento… te lo diré.

— Así debe ser.

— Me voy a dormir.

— Que descanses.

No tardó más de cinco minutos en seguir los pasos de Yuya. Cuando regresó a su lugar de la cama, el rubio se acurrucó en busca de calor. Se sintió satisfecho cuando sintió el del cuerpo de Ryo a su lado. El aludido sonrió. Aunque Tadayoshi, ajeno a todo, les estaba dando la espalda, lo abrazó. Abrazó a su pareja, imaginándose qué expresión tendría cuando se despertara a la mañana siguiente y los encontrara así.



El sol de la mañana lo despertó. Abrió los ojos lentamente, con lentitud, intentando que su vista se acostumbrara a tal resplandor. Cuando pudo abrirlos por completo, pensó que estaba soñando. A su lado, estaba la persona que más amaba, por quien sería capaz de dar su vida, por quien sería capaz de quitarle la vida a alguien más. Sintió un extraño palpitar dentro de su pecho. Sintió una calidez que recorría todo su cuerpo. Tuvo curiosidad acerca de la cantidad de lunares que parecían oscuras estrellas sobre su rostro. Unió varios de ellos con la yema de su dedo índice hasta que el sujeto en cuestión lanzó una indescifrable queja, haciéndolo sonreír. De repente, aquel leve tacto llegó a sus comisuras. A sus labios. Se relamió los propios, mordiéndose luego el inferior, deseando tener la oportunidad de besarlos en algún momento, de poseerlos, de no entregárselo a nadie más.

Cuando se dio cuenta que seguir fantaseando no haría más que interferir con sus planes, se levantó de un salto de la cama, despertando del mismo modo a su acompañante.

— Ryo-chan — Mencionó Tadayoshi su nombre con somnolencia, restregándose los ojos de una forma infantil —. Buenos días.

— Buenos días — Respondió el aludido, sin siquiera mirarlo, sintiendo aún su corazón palpitando aceleradamente.

— ¿Y Yuya?

— Supongo que abajo — Su corazón, que antes latía furiosamente por estar cerca de Tadayoshi, ahora latía por la furia de oír el nombre de Yuya saliendo de sus labios.

— Ah, ya se despertaron — Dijo el rubio, subiendo las escaleras —. El desayuno está listo.

— Gracias — Dijo Ryo, pasando a su lado y yendo a la planta baja pisando fuerte —. Voy a comer algo por ahí.

— ¿No vas a quedarte a desayunar? — Le preguntó Yuya, girándose para mirarlo.

— No, me olvidé algo en casa y tengo que ir a buscarlo — Respondió el aludido —. Nos vemos en la escuela.

— Nos… vemos — Se despidió Yuya, pero Ryo ni siquiera pareció oírlo, ya que prácticamente huyó de la casa —. ¿Vienes? — Le preguntó a Tadayoshi, mirándolo escasos segundos para darse cuenta que aún estaba semidormido. Estaba sentado sobre sus rodillas sobre la cama, pero por algún motivo, parecía que no estaba del todo despierto todavía —. ¿Tatsu? — Lo llamó, sonriendo y acercándose a él. De un tirón, terminó sobre la cama, y siendo abrazado por Tadayoshi. Su cuerpo no hizo más que anhelar por más calidez de la que ya estaba sintiendo pero, al mismo tiempo, le dolía el alma por no poder ser capaz de pedírselo. Se quedó unos pocos segundos hasta reaccionar e intentar zafarse del agarre —. Vamos a desayunar. Si no te levantas, vamos a llegar tarde.

— El día de hoy quedémonos aquí — Le pidió Tadayoshi, adormilado.

— Lo dices porque tú no faltaste dos días — Logrando escaparse del agarre de su pareja, se sentó en la cama y lo miró —. Vamos, Tatsu.

Tadayoshi lo miró, se levantó y se dirigió al cuarto de baño. Yuya se dio cuenta que estaba molesto con él, y no era para menos, pero no podía contarle lo sucedido, y tampoco quería perderlo. En medio de esa encrucijada, llegó la hora de gimnasia en la cual, sorprendentemente estaba sentado sobre las gradas, en vez de estar en el campo de juego con sus demás compañeros de grupo. El sonido de su teléfono celular lo volvió un poco a tierra.

— ¿Quién habla?

— “Más vale que guardes este número, ya me estoy cansando que preguntes quién habla.

— Sé que eres tú, reconozco el número.  ¿Qué quieres?

— “¿Acaso crees que estás protegido entre esas rejas, Tegoshi-kun?

Sus palabras hicieron que sus ojos se abrieran como platos y empezara a buscar con la vista a algún desconocido.

— ¿Cómo…?

— “Así no vas a encontrarme. Pero, recuerda: ni una palabra de esto a nadie. ¿Me oíste?

— ¿Con quién hablas? — Le preguntó Tadayoshi, apareciendo a su lado, haciéndolo sobresaltar y cortar la llamada.

— Ah… Nadie… Era… un número equivocado.

— Para que haya sido un número equivocado, estás bastante nervioso.

— No, realmente no pasa nada. Eh… Tengo que irme… Nos vemos luego.

— Yuya, espera — El aludido se giró para mirarlo al sentir su mano agarrándolo con fuerza de una de sus muñecas. Desde uno de los pisos superiores, Ryo observaba la situación, sin ser capaz de entender de qué estaban hablando a tal distancia —. Si tienes problemas, vas a decírmelo, ¿verdad?

— Claro…

— No tengo que preocuparme, ¿cierto?

Por primera vez, Yuya lo miró a los ojos. Tal y como sus palabras se lo estaban expresando, la distancia que Yuya había impuesto entre ambos, había empezado a preocupar a Tadayoshi. Deshaciendo por unos instantes la barrera que él mismo levantó, se sentó sobre sus rodillas y apoyó su frente a la suya, cerrando los ojos.

— Todo está bien — Le susurró, como si quisiera que aquellas palabras quedaran entre ambos. Acto seguido, le dio un beso furtivo en los labios, antes de levantarse e irse lo más rápido que pudo. Esperó a llegar al baño y encerrarse en uno de los cubículos. Mirando la puerta cerrada del mismo pero, al mismo tiempo, con la consciencia en un lugar aparte, se llevó ambas manos al rostro y cubrió sus lágrimas. Aquel beso despertó sentimientos en él que debía suprimir todo lo que pudiera, todo lo necesario para no lastimar a Tadayoshi.

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