2 de octubre de 2015

[Ring] Capítulo 03: Dudas

Ciaossu~!!
Tercer capítulo de Ring ^^
Enjoy y hasta la semana que viene~ ♥



Título: Ring 「指輪」
Fandom: Johnnys.
Pairings: Ryokura [Okura Tadayoshi x Nishikido Ryo].
Formato: Multi-chaptered.
Género: AU, drama, romance.
Rating: NC-17.
Estado: Finalizado.
Capítulo: 03/ 08
Cantidad de palabras: 4101.
Sinopsis: Mientras Tadayoshi quiere ver más a Ryo, Masami siente curiosidad por el anillo que vio que tenía su esposo.

( 01. Promesa )
( 02. Trátame suavemente )

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Capítulo 03: Dudas.



Sólo había un par de clientes en el bar, así que aprovechó para descansar un poco en la parte trasera, escuchando música. Oyó sonidos que no parecían provenir de su reproductor musical. Al abrir los ojos, vio a Aya chasqueando sus dedos a la altura de sus oídos para llamar su atención. Sin dejar de cantar una de sus canciones favoritas en voz baja, le sonrió, quitándose los auriculares. 
— ¿Qué sucede? 
— Si vas a dejarme allá sola, avísame. 
— No estás sola, estás con Eita — Se sonrió Ryo.  
— ¿Y bien? ¿Qué pasó con el señor millones? 
— ¿Crees que estoy sentado sobre una cubeta con hielo a causa del calor? 
— Ay, no… ¿No me digas qué…? — Aya lanzó un chillido en forma de grito, generando la sonrisa de su oyente —. Cuéntamelo todo. ¿Te dolió? 
— Horrores… Pero… la segunda no tanto… 
— ¡Qué insaciable eres, Ryo-chan! — Reconoció la muchacha, codeándolo. 
— Hubiera habido una tercera, pero… no iba a llegar al trabajo. 
— Ah… Su esposa es tu nueva jefa, ¿no? ¿Cómo te trata? 
— Aya… Estuve tratando de olvidarme ese detalle mientras escuchaba música, ¿sabes? — Suspiró. 
— Lo siento. Pero, bueno, nadie dijo que sería fácil, ¿no? 
— Chicos, ¿vienen a ayudarme? — Les pidió Eita, metiendo medio cuerpo dentro de la habitación —. Ryo, ¿está todo bien? — Le preguntó a su empleado, al ver lo que le costó levantarse de la cubeta de hielo. 
— ¡Ah! Sí, está todo bien. No te preocupes — Respondió, palmeando su hombro —. Voy a cambiarme y voy, ¿de acuerdo? — Antes de salir al bar, Ryo lavó su rostro y se miró al espejo. Volver a la realidad le hacía darse cuenta no sólo que estaba engañando a la persona que le había tendido una mano cuando necesitaba una ayuda económica más, sino también, a todo el mundo. ¿Cómo iba a salir a la calle y decir abiertamente que estaba saliendo con una persona casada y, para colmo, que esa persona era un hombre, igual que él? 

Ese día, su trabajo había sido normal. Tal y como le había advertido Suzuki, en el lapso que estuvo en la empresa, fue de un lado al otro.  
Pero así como Tadayoshi no podía sacarse del paladar el sabor de su café –el cual Ryo veía como extraño, ya que para él, no tenía nada fuera de lo normal-, tampoco podía hacerlo Meisa, encargada de relaciones públicas de la empresa. 
Fue a llevarle su café de la media tarde, minutos antes de terminada su jornada laboral cuando, al entrar a su oficina, la encontró hablando por teléfono, pero, al verlo, sin soltar el tubo telefónico, la mujer le dijo que entrara, con una seña de mano.  
— ¿Puedes ir a buscarla tú? Hoy no creo que pueda salir temprano — Suspiró —. Seguro. Intentaré que Masa-chan me libere para la cena. Besos. Adiós.  
— Aquí tiene su café — Le dijo Ryo, dejando su bebida frente a Meisa, junto con el trozo de pastel de manzanas que siempre pedía de la cafetería de la esquina. 
— ¡Miles de gracias! — Agradeció, aplaudiendo —. No he podido quedarme sentada ni un rato.  
— Si no se le ofrece algo más… 
— ¿Puedes quedarte a hacerme compañía? — Ante la pregunta de la mujer, el aludido no hizo otra cosa más que pestañear sorprendido —. Es que no me gusta estar sola. Ja, ja, ja. 
— De acuerdo… Con permiso — Dijo Ryo, sentándose en uno de los sillones frente a su escritorio. 
— Tu nombre es Ryo, ¿no? — Le preguntó Meisa, devorando casi la mitad del trozo de pastel de un solo bocado. 
— Eh… Sí… 
— Puedes decirme Meisa cuando estemos solos — Ryo la miró —. Los amigos de Tada, también son mis amigos — La mujer apoyó ambos codos sobre la mesa y su rostro sobre ambas palmas abiertas —. Vaya… No puedo creer que finalmente te haya conocido… 
— Habla como si fuera famoso o algo así — Se apenó el aludido. 
— Bueno, cuando estábamos estudiando, mi esposo y yo, y Masa-chan y Tada, éramos mejores amigos. En un primer tiempo, Tada siempre estaba hablando de ti — Ryo se hizo escasos milímetros hacia atrás, sorprendido por sus palabras. 
— ¿Okura… hablaba de mí? 
— ¡Sí! — Respondió Meisa, bebiendo un poco de café —. Siempre fuiste una persona muy importante para Tada. 
— N… No diga esas cosas. Las hace sonar raras. 
Meisa rió. 
— Sí, ¿no? — La mujer se quedó mirando las nubes blancas que surcaban vagamente el cielo azul mientras enfriaba el contenido del pocillo que sostenía entre sus finas manos —. Pero, realmente creo que es así. 
Ryo se quedó mirando el rostro de la mujer. Por algún motivo, le pareció que había una carga de seriedad en aquella última frase. 
— Kuro… Meisa-san… Es hora de irme — La aludida lo miró —. Mi turno termina a las tres — Se disculpó el muchacho. 
— Ah, tienes razón. No te quito más tiempo. Vete, vete — Lo echó Meisa, con un movimiento de mano —. ¿Tienes otro trabajo? 
— En realidad… Vengo de otro trabajo. Trabajo a la noche en un bar. 
— Ah… Suerte con eso, entonces. Nos vemos mañana. 
— Gracias. Nos vemos.  
Antes de irse, como parte de su trabajo, debía dejar limpias las cosas que había usado en el transcurso del día. Es por eso que se dirigió a la cocina, al mismo tiempo que una nueva reunión finalizaba. Les dedicó una reverencia a las personas que se le cruzaron en el camino, al igual que a Masami y Tadayoshi.  
— ¿Vas a estar en tu oficina? — Le preguntó la mujer a su esposo. 
— Sí, cualquier cosa, búscame ahí — Le respondió, viendo la ruta que había tomado Ryo. 
— Te llevo unas cosas que quiero que revises — Le dijo su mujer, sin advertir las acciones de su esposo. 
— Claro, llévalas, llévalas. Voy al baño — Dijo él, rápidamente, siguiendo luego los pasos de Ryo. 
— Sí, sí — Dijo Masami para  ella misma, tomando el camino contrario. 
Cuando Tadayoshi entró a la cocina, vio a Ryo de un lado a otro, intentando lavar las cosas lo más rápido que podía. También había una empleada, a quien le dedicó una reverencia y cuyo saludo fue imitado. 
— ¿Te ayudo? — Le preguntó a Ryo, una vez la muchacha salió de la cocina, arremangándose el saco. 
— ¡Claro que no! Esto es parte de mi trabajo — Se quejó Ryo. 
— Pues parece que tienes mucho. Oye, ¿no crees que ya es demasiado trabajo? 
— Suzuki-san me dijo que esto podía suceder. Además, ya estoy acostumbrado — Dijo, levantando los hombros —. Trabajo en un bar después de todo. 
— Déjame ayudarte — Volvió a pedir Tadayoshi. 
— Te dije que está bien. Además…, no estaría bien visto que el jefe esté con la camisa remangada y lavando las tazas — Se burló. 
— En realidad, la jefa es Masami-chan — Dijo el aludido, inflando levemente las mejillas. 
— Te miro y a veces no aparentas tener la edad que tienes. 
— Perdón por eso. 
Estando los dos solos en aquel pequeño lugar, aún con el bullicio normal en un horario de oficina, Tadayoshi sentía una inmensa paz. Ryo se dio cuenta que se había quedado mirándolo cuando sintió el débil roce de las yemas de sus dedos sobre su sien. Al girar la cabeza, se dio cuenta que había acomodado un mechón de cabello detrás de su oreja. 
— ¿Qué haces? 
— Te miro.  
— No lo hagas — Murmuró. 
— ¿Por qué? — Se sonrió el aludido. 
— Porque está mal que me mires en la forma que lo haces… 
— Es tu culpa por provocarme. 
— Estoy lavando una maldita taza. Si eso te parece provocativo, hay algo que está andando mal contigo — Dijo, sacudiendo el agua de sus manos y cerrando luego el grifo de la canilla. 
— ¿Ya está? — Le preguntó Tadayoshi. 
— Voy al baño y me voy — Le respondió Ryo, mirándolo. 
— Está bien — Dijo Tadayoshi —. Nos vemos mañana. 
Ryo no se cercioró si lo siguió o no. Al oír sus palabras, creyó que volvería sobre sus pasos, después de todo, estaban en su lugar de trabajo y, para peor, con la esposa de Tadayoshi en el mismo piso que ambos. Estaba por suspirar profundamente cuando entró al baño y vio el reflejo de su rostro en el espejo, pero lo siguiente que sintió fue su cuerpo siendo arrastrado hacia dentro de uno de los cubículos y una mano sobre su boca que le impidió pegar un grito de auxilio. 
— ¡¿Qué rayos haces?! — Preguntó, en voz baja, a un sonriente Tadayoshi. 
— Ni siquiera me diriges la palabra cuando estamos solos. Es normal que me sienta abandonado — Le susurró el aludido, besando su cuello. 
— Okura… Espera… Aquí no podemos — Un fogoso beso le impidió seguir hablando. Toda su fuerza pareció desvanecerse en aquel contacto. Por unos instantes, se olvidó de todos los obstáculos que había entre ambos, por unos instantes, deseó volver a ser suyo como aquella noche. 
— Te lo pusiste — Susurró Tadayoshi, en referencia al anillo que descansaba en su dedo medio, besándolo luego, sin despegar su mirada de la suya. 
— ¿Recién lo notas?  
— No. Me había dado cuenta el otro día — Respondió Tadayoshi, entrelazando su mano a la suya. 
— Okura… Aquí no podemos — Reitero Ryo, seriamente. 
— Entonces, déjame ir, por lo menos, dos veces a la semana a tu casa. 
— Está bien. 
— Y un día por medio, los fines de semana. 
— Pareces un niño — Dijo Ryo, abrazándolo con ternura. 
— Tú me consientes. 
— ¡Yo no he hecho nada! 
Tadayoshi estaba por abrir la puerta del cubículo, pero la mano de Ryo lo detuvo. Acto seguido, él salió, espió para ambos lados y le hizo una señal para que él también saliera. 

Masami llegó a la oficina de Tadayoshi en el mismo instante en que el teléfono sonaba, por lo cual, atendió. 
— ¿Diga? ¡Ah! Habla Nagasawa. Sí… Eh… En estos momentos no se encuentra, pero… Deme unos segundos, por favor, enseguida lo mando a llamar — Le dijo a la persona al otro lado de la línea, saliendo luego de la oficina —. ¿Tanto va a tardarse en el baño este hombre? 

— ¿Me lavas las manos, Ryo-chan? 
— ¿No puedes hacerlo tú? — Sonrió el aludido. 
— Me gusta que tú lo hagas — Reconoció Tadayoshi, apoyando su cabeza sobre el hombro del más bajo, mientras éste se secaba las manos con un par de toallas de papel. 
— Oye, basta, pueden vernos. Es en serio — Se quejó Ryo, haciéndose a un lado. 
— ¿Por qué eres tan malo? — Preguntó Tadayoshi, entrelazando su mano a la de Ryo. Masami alcanzó a ver esto último y a oír la última frase que dijo su esposo. Rápidamente, cruzó la puerta del baño de hombres del lado de afuera y se quedó oyendo su conversación. 
— No es que sea malo. Es que… tú ya sabes… 
— Simplemente, no me ignores. Si no lo haces, no te molestaré en todo el día. 
— Está  bien, no lo haré. Ahora, ¿puedo irme? Tengo sueño y tengo que trabajar a la noche. 
— Puedes irte — Respondió Tadayoshi, soltando el agarre que tenía sobre su mano y frunciendo sus labios, llamando su atención. Ryo suspiró y miró a ambos lados, dándole un corto beso en  los labios —. Hasta mañana. 
— Hasta mañana. 
Con Ryo saliendo del baño de hombres, Masami entró al baño de damas, ubicado exactamente al lado para que ninguno de los dos la vieran cuando salieran de allí. 
A la noche, a Ryo le pareció ver a Masami hablando con Eita, pero cuando volvió a la barra, ella, o la mujer parecida a ella, ya no estaba. 
— Oye, la mujer que estaba aquí recién, ¿no era Nagasawa-san? 
— Sí… ¿La conoces? — Le preguntó Eita, sorprendido por su pregunta. 
— Si… Casualmente ella es mi superior en el trabajo al que me mandó Aya. 
— Ah… Ya veo. Sí. Bebió un Blood Mary y se fue. Dijo que tenía trabajo acumulado o algo así — Le dijo el mayor, mirándolo de reojo. 

Tadayoshi había terminado de secarse el cabello con el secador, pero aún seguía con su bata de baño. La tela de paño todavía calentaba su cuerpo así que, quiso quedarse con ella hasta que esa sensación se fuera.  
Salió y se sentó en la cama vacía al lado de su mesa de noche. Abrió el cajón de la misma y escarbó hasta encontrar una pequeña bolsa de tela, algo vieja, y sacó el contenido de ella. Era el mismo anillo que vio sobre el dedo medio de Ryo esa misma tarde. Sonrió, admirando el objeto con la luz del velador.  
— ¿Tendré que ponérmelo yo también? — Susurró, para sí mismo. El sonido de la puerta de la habitación abriéndose, lo volvió a tierra, alcanzando a cerrar su mano en un puño y esconder dentro del mismo, los objetos que había estado mirando segundos antes —. Masami-chan… 
— Ah, ¿terminaste? 
— Sí… ¿Y tú? — Repreguntó, cerrando el cajón de su mesa de luz lentamente mientras la miraba de reojo, pero su esposa estaba concentrada en sacar ropa de su armario, dándole la espalda.
— No, pero lo termino mañana. Siempre y cuando estés dispuesto a ayudarme — Dijo la mujer, ahora sí, mirándolo y dedicándole una sonrisa. 
— Sabes que no voy a decirte que no. 
— Gracias. Voy a bañarme yo también. Me dio frío. 
— Está bien — Dijo Tadayoshi, cerrando su puño con más fuerza. Recién cuando Masami entró y cerró la puerta del baño detrás de sí fue que volvió a prestar atención a los objetos que había escondido —. Quizás todavía no sea el momento — Se dijo, en voz baja. 

Al día siguiente, Ryo odió haberle hecho caso a su amiga y haber ido a ese trabajo. No pudo sentarse sino hasta diez minutos antes de terminado su turno. Lanzó un sonoro suspiro al hacerlo, en una de las banquetas de la  cocina.  
— Buen trabajo — Le dijo Suzuki, entrando. 
— Buen trabajo — Respondió Ryo, dedicándole una reverencia —. ¿Qué es lo que está sucediendo que está todo demasiado movido? 
— La empresa cumple su aniversario número cincuenta. 
— Ah…  
— No te sorprendas si te hacen trabajar de mozo. 
— Eso no es parte de mi trabajo.  
Suzuki sonrió. El teléfono de Ryo sonó, avisándole que tenía un nuevo mensaje de texto. Era de Tadayoshi. Miró de reojo a su compañera, pero ella no pareció haberlo oído. Pensó que estaba en medio de una reunión, pero así y todo, la respuesta de Tadayoshi fue que estaba aburrido, y que quería encontrarse con él, al menos un rato, a la noche. Ryo le advirtió que iba a dormir todo el día hasta tener que presentarse en el bar, por lo cual, Tadayoshi se ofreció a llevarlo a su trabajo nocturno. Ryo no se negó.  

— ¿Así que se cumplen cincuenta años de la apertura de la empresa? — Le preguntó Ryo, ni bien subió al auto de Tadayoshi. 
— Hola — Le dijo el aludido, con el ceño fruncido. Su oyente, después de colocarse el cinturón de seguridad, le dio un suave beso en los labios —. Ahora sí… En efecto, se cumplen cincuenta años, pero dejar las cosas a último momento… es normal en la empresa — Suspiró. 
— Ya veo. 
— ¿Cómo van tus trabajos? 
— Bien… Hago lo que puedo — Respondió Ryo, frotándose las rodillas con las palmas —. ¿Y tú? 
— Van bien. Pero detesto tener que seguir las cosas en casa — Reconoció Tadayoshi, revoleando los ojos —. Lo único que quiero es descansar. 
— Yo sí puedo hacer eso cuando llego a casa. 
— Te odio. 
— Sé que sí — Hasta llegar al bar donde trabajaba Ryo, charlaron de cosas triviales. El tráfico estuvo a su favor, y agradeció haber podido llegar más temprano —. Todavía no le dije a Eita por qué no fui el otro día — Se sinceró —. Así que intento llegar lo más temprano que puedo todos los días. 
— Mejor, así puedes faltar otro día. 
— ¡Ni lo sueñes!  
— Oye, Ryo-chan… 
— ¿Mh? 
— Un fin de semana, ¿puedes acompañarme a un lugar? — Le preguntó, con la cabeza levemente apoyada sobre el volante. 
— Claro… ¿Adónde me quieres llevar?  
— Secreto… 
— Eres malo — Se quejó el aludido. 
— Lo sé — Susurró Tadayoshi, quitándose los anteojos y dándole un profundo beso en los labios —. Suerte en el trabajo — Le dijo, al darse cuenta que Ryo se había quedado con los ojos cerrados, como si hubiera perdido consciencia de sí mismo culpa de ese beso. 
— Gracias — Dijo el aludido, sonriéndole y dándole un corto beso en los labios antes de bajarse del vehículo. Mientras Ryo bajaba, un coche a toda velocidad pasó al lado del de Tadayoshi, pero ninguno de los dos le prestó atención.  

Tal y como Suzuki le había dicho a Ryo, alguien lo había designado como mozo para la fiesta aniversario de Nagasawa Corporations. Por más que intentó, no pudo comunicarse con Masami, ya que ésta iba de reunión en reunión. Ella salió de su oficina con Tadayoshi, tanteó los bolsillos a ambos lados de su saco, pero no halló lo que estaba buscando. 
— ¿Me prestas tu celular? — Le preguntó a su esposo. 
— ¿Y el tuyo? 
— Lo habré dejado en la oficina de Meisa, es para hacer una llamada corta, no te preocupes. 
— Está bien — Suspiró Tadayoshi, sacando su celular del bolsillo pero, al agarrarlo, el anillo que estaba en el mismo sitio salió rodando hacia la alfombra, llamando su atención y la de Masami. 
— Se te cayó algo — Dijo la mujer, pero por más que Tadayoshi intentó agarrar rápidamente el anillo, ella fue más veloz que él —. ¿Qué es esta baratija? — Le preguntó, sonriendo ampliamente. 
— Ah… No es nada — Respondió el aludido, sacándole de las manos el objeto y volviendo a guardarlo en el bolsillo de su saco. 
— Si no quieres que se pierda, ese es el lugar menos seguro para dejarlo. ¿Por qué no te lo pones? 
Molesto por la cantidad de carpetas que estaba cargando, Tadayoshi las posó sobre su pecho y se colocó el anillo como pudo, en su dedo medio, generando la sonrisa en Masami. 
— ¿Entramos? — Le preguntó Tadayoshi, ambos frente a la sala de reuniones. 
Ryo fue llamado desde el salón donde se realizaría la fiesta, en la planta baja, y grande fue su sorpresa al encontrar a Aya también trabajando como moza y a Eita en la barra. 
— ¿Qué haces ustedes aquí? — Preguntó, sonriendo, cargando una fila de sillas. 
— Ya sabes que Nagasawa-san es cliente del bar. Ella me pidió si podíamos venir a cubrir unas vacantes — Respondió su jefe en el bar. 
— Un poco de dinero extra no viene mal, ¿eh? — Dijo el muchacho, siguiendo con su trabajo, dirigiéndose al otro extremo de la sala. Ryo no se dio cuenta que Masami, si bien chequeaba junto con Meisa que todo estuviera en orden, no le sacaba los ojos de encima. 
— ¿Sucede algo, Masa-chan? — Le preguntó Meisa a la mujer. 
— No, nada. 
— Hace rato que estás prestando atención a cualquier otra cosa menos a esto…   
— Nada, nada. No me hagas caso.  
— Buenas tardes — Las saludó Ryo a ambas.  
— Ah. Nishikido-kun — Llamó su atención Masami. 
— ¿Sí? — Preguntó el aludido, volviéndose. 
— ¿Y ese anillo? — Le preguntó, en referencia al objeto sobre su dedo medio. 
— Eh… ¿Esto…? — Masami se dio cuenta, en ese preciso momento, que Ryo no sabía mentir. Se le notaba a la legua el nerviosismo generado por su pregunta —. Esto… Esto… 
— Déjalo Masa-chan. ¿No ves que Nishi-chan no va a contarnos nada de su novia? — Dijo Meisa, bromeando. 
— ¡No! ¡No es nada de eso! — Se apresuró en aclarar Ryo. 
— Tienes razón, Meisa — Dijo Masami, sin despegar su mirada del muchacho —. Sigamos con esto — Agregó, girando unos noventa grados y apoyando su mano sobre el hombro de su amiga para alejarse de Ryo, quien se quedó extrañado por la situación —. Ah. ¿Nishikido-kun? — Ryo volvió a mirarla —. ¿Puedes pedir que lleven las copas a la mesa de entrada y las acomoden allí, por favor? 
— Sí… Claro — Su pedido le pareció extraño, pero debía llevarlo a cabo, ya que después de todo, en ese lugar, debía responder a sus órdenes. 
Claramente, ese día no tendría trabajo en el bar. No estaba preparado para pasarse toda la noche en ese sitio sin haber pegado el ojo, así que decidió confiar en la cafeína para mantenerse despierto. Estaba por prepararse un café cuando vio a Masami entrando a la cocina. 
— ¿Me preparas uno, por favor? 
— Seguro — Dijo el aludido, sacando otro pocillo de la alacena. 
— ¿Cómo vas a sobrevivir el día de hoy? — Le preguntó la mujer, sentándose en torno a la pequeña mesa en medio de la habitación. Ryo la miró —. ¿Te vas directo al bar desde aquí todos los días? 
— No, voy a mi casa a dormir un rato — Respondió, vertiendo el agua caliente en ambos pocillos. 
— Disculpa mi indiscreción hace unos momentos — Le dijo, agarrando la taza de café que Ryo le estaba entregando. 
— No hay nada de qué disculparse. 
— ¿Puedo verlo? — Le preguntó, mientras Ryo se sentaba frente a ella. 
— ¿Qué cosa? 
— Ese anillo. 
— Claro — Le dijo el aludido, entregándole el objeto. Masami lo examinó cuidadosamente con la mirada —. ¿Hay algo malo en él? — Dijo, mientras la mujer le devolvía el objeto. 
— No. Nada — Respondió —. Ah. Me olvidé el celular en la oficina — Recordó. 
— ¿Quiere que se lo vaya a buscar? — Preguntó Ryo —. Hoy tampoco vi que Masami-san haya podido sentarse siquiera un rato — Le dijo, levantándose de su asiento. 
— Por favor — Le pidió, con una sonrisa. El aludido asintió con la cabeza y salió de la cocina a toda marcha. Internamente, agradeció que automáticamente Masami hubiera recordado que no llevaba consigo el celular, ya que si preguntaba algo más acerca de su anillo, no iba a saber qué responder. Cuando regresó a la cocina, halló a Masami con el pocillo de café que él había estado bebiendo entre sus manos. 
— Eh… ¿Sucedió algo? 
— ¡Ah! ¡Regresaste! Toma — Le dijo, revolviendo el contenido de su taza —. Pensé que iba a enfriarse en lo que regresabas, así que me tomé el atrevimiento de ponerle un poco más de agua caliente. 
— Aquí tiene su celular — Musitó Ryo, agarrando aquella taza entre sus manos mientras él le entregaba su teléfono a Masami. 
— Muchas gracias. No sé qué haría sin él — Se sonrió la mujer, atesorando aquel aparato entre sus manos —. Cuando termines con el café, baja al salón, por favor. 
— Seguro — Dijo Ryo. Cuando quiso darse cuenta, Masami había dejado su café por la mitad y lo había dejado solo en la cocina —. Se ve que el día de hoy va a ser terrible para mí… 

Aunque las idas y vueltas en aquel lugar eran comparables a una noche con el bar lleno, por algún motivo, Ryo no podía soportarlo. Podía sentir que las luces artificiales sobre su cabeza lo enceguecían. 
— Nishikido-san, ¿te encuentras bien? — Se dio cuenta que era Suzuki quien le hablaba, pero no por haberla visto, sino, por haber oído su voz. El aludido asintió levemente con su cabeza, ya que al abrir la boca, no pudo pronunciar palabra alguna —. ¿Quieres ir a descansar? Tienes un trabajo por la noche, ¿no? 
— Sí, pero… 
— Ve a la entrada. Todavía falta que arreglemos un par de cosas allá — Le dijo la muchacha. Ryo se dio cuenta que su compañera había empezado a preocuparse por él. ¿Tan mal se veía? Pensó en ir con Eita y pedirle un trago que levantara su ánimo, pero no podía ponerse a beber en medio del trabajo. 
— Está bien — Dijo, accediendo a la petición hecha por la muchacha. Mientras más se acercaba a la entrada del salón, la sentía más lejos de lo que realmente estaba. En vez de pies, parecía que estaba arrastrando dos bloques de cemento. Se acercó a la mesa de entrada como pudo, pero llegó hasta el mantel, del cual tiró con fuerza al mismo tiempo que perdía el conocimiento.  



2 comentarios:

  1. se me hizo supero cortito ! D:

    me estoy volviendo adicta a este fic !
    y eso que apenas van 3 caps! D:

    xD

    Está embarazado!?!?!?!?!??! D:
    por eso se desmayó!

    xDDDDDDD *la patean *

    OMG!

    Masami ya sabe!? ya sospecha!?!? y le contó a Meisa!? por eso dijo lo que dijo!?

    Tatsu todo cariñoso <3 lo amo!

    Ryo sentado en hielo xDDDDD OMG! tan adolorido lo dejó!?!??! que no lo hace con cuidado!? o que?! xDDDD

    no sé por que comente de fin a inicio xDDDD

    Gracias por la conti ! *O* a esperar por más !

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  2. ¿¿Se te hizo corto?? xD

    Eso que me parece que es uno de los capítulos más largos que escribí ^.^

    JJAJAJAJAJAAAAJAJAAAJAJAJAJAJA~ No séééééééé~ Si te digo, es spoiler :P

    Me perdí xD ¿Qué le dijo Masami a Meisa que te hace pensar que sospecha? xD

    Siiiii~ Tatsu como que parece un nene al lado de Ryo~ ♥ :3 (o se hace el nene :v)

    Fue su primera veeeeeeeeeeeezzzzzzzzzzzzzzzz xD jajajajajajajaja
    Pero sí, fue media exagerada la cubeta con hielo xD

    No te preocupes, yo hago lo mismo a veces xDDDDDDDDDDD

    Gracias a vos ^3^ *chu* Mucho no vas a esperar, porque mañana toca actualizar Ring :3

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