20 de noviembre de 2015

[THW] Capítulo 04: Sintiéndote respirar

Ciaossu~!!
Sí, ya sé que me faltó otro de los días del desafío de la OTP ;n; pero les traigo otro capítulo de THW :v
Acuérdense de la especie de concurso que tengo para ustedes en la fanpage ^^
Enjoy~ ♥



Título: The hardest word.
Fandom: Johnnys/ Kyanjani∞.
Pairings: Ryokura [Okura Tadayoshi x Nishikido Ryo/ Nishikido Ryo x Okura Kurako].
Formato: Multi-chaptered.
Género: AU, drama, romance.
Rating: NC-17.
Estado: Finalizada, en proceso de subida.
Capítulo: 04/ 07
Cantidad de palabras: 3838.
Sinopsis: Mientras Ryo intenta comprender qué es lo que realmente siente, un encuentro cercano con Kurako lo hará dudar todavía más. Pero serán las palabras de un nuevo amigo lo que lo lleve a tomar una decisión.

( 01. Una triste situación )
( 02. Sin aliento )
( 03. Cuando no podemos hablar de eso )

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Capítulo 04: Sintiéndote respirar

Y aunque le había pedido a Kurako que le explicara lo de Biología, y aunque le había pedido que si no podía, mandara a alguno de sus amigos… Había mandado a su hermano en su lugar. No era muy diferente de ella, era igual o quizás más inteligente que su novia… Pero era él. No habían intercambiado palabras desde lo sucedido en la cabaña. Ryo aún no entendía por qué estaba celoso de Kurako, cuando ellos no podían mantener ningún tipo de relación a excepción de la que el resto de las personas sabían. Sus ojos recorrían desde el débil ondear de algunos de sus cabellos hasta el movimiento de su dedo sobre una línea del libro. Sus pensamientos fueron interrumpidos al encontrar sus ojos mirándolo y luego, su sonrisa.
— ¿Me estás prestando atención? — Le preguntó Tadayoshi.
— No – Reconoció  el aludido, suspirando luego.
— Disculpen, pero estamos por cerrar — Los interrumpió la bibliotecaria.
— ¡Ah! Muchas gracias por avisarnos — Dijo Tadayoshi, levantándose una vez la mujer se fue a dar aviso a las demás mesas, y agarrando varios de los libros que estaban dispersos sobre la mesa —. Tiene razón, no me di cuenta de la hora. ¿Me acompañas a llevar estos libros?
Sin siquiera mirarlo, cual resorte, Ryo se levantó, también agarró un par de libros y siguió sus pasos.
— ¿Sabes dónde va cada uno? — Le preguntó a Tadayoshi, entrando a uno de los pasillos entre dos estantes.
— Hay una forma de saberlo por los números que están en el lomo — Respondió el aludido.
— Ah…
Después de haber pasado por casi cinco estantes diferentes, terminaron de dejar todos los libros en su respectivo lugar.
— Ya está — Dijo Tadayoshi, aplaudiendo una vez. Deslizó su cuerpo sobre los libros y se sentó en el suelo.
— ¿Qué haces?
— Me estoy sentando. Estoy cansado.
— ¿De qué? Desde que vinimos que estuvimos sentados en una maldita silla.
— Desde que vinimos, yo fui el único que usó el cerebro — Al darse cuenta que lo había estado mirando fijamente, Ryo desvió la vista y chistó. Pero al sentir un agarre sobre su pierna, volvió a mirarlo, dándose cuenta que estaba intentando llamar su atención jalándolo del pantalón —. ¿Qué?
— ¿Tanto te desconcierto?
— ¿Eh…?
— ¿Tanto te afecto como para que no puedas prestar atención a un par de apuntes, Ryo?
Cuando se dio cuenta, Tadayoshi estaba completamente acostado sobre el suelo, con las piernas juntas, pero boca arriba, llamando su atención como un niño pequeño. Ryo se arrodilló y empezó a jugar con sus manos.
— Levántate del suelo — Le pidió, en un susurro —. No quiero terminar encerrado aquí contigo.
— ¿Por qué? — Le preguntó, levantando una mano para acariciar su rostro.
— Porque no quiero que me lastimes otra vez — Reconoció.
Tadayoshi se quedó estático ante su respuesta. Ryo, ni siquiera mirándolo a los ojos podía decir qué estaba pensando el más alto. Simplemente lo vio incorporarse para abrazarlo con ternura. Pero Ryo no pudo levantar los brazos y responderle. Dejó que aquel contacto durara el tiempo que fuera a durar. Cerró los ojos, intentando que a sus oídos, lo único que llegara, fuera el sonido de la respiración de Tadayoshi. Su primer sorpresivo beso sobre su oído lo hizo sobresaltar, pero dejó que lenta, dulce y dolorosamente, aquel recorrido llegara a sus labios.
Al oír un estrepitoso sonido cerca de ambos, Tadayoshi se alejó y se quedó sentado en el suelo.
— ¿Sucedió algo? — La misma mujer que les había dicho que faltaba poco para que cerraran, pasó por allí.
— Creo que me torcí el tobillo — Mintió Tadayoshi.
— ¿Quieres que llame a un médico?
— No, no, no. Creo que puedo caminar.
Ryo lo ayudó a levantarse y salir de la biblioteca. La parada del autobús que debía tomar de regreso a su hogar estaba frente a la que debía tomar Tadayoshi, así que, se hicieron compañía uno al otro. Ryo estaba de pie en la acerca y Tadayoshi esperaba sentado en la banca, mirando el camino en sentido contrario al que estaba mirando Ryo.
— ¿Cómo lo haces? — Tadayoshi levantó las cejas —. Mentir tan fácilmente — Agregó, volviendo la vista a las incandescentes luces de los automóviles —. Ahora llegas a tu casa y miras a tu hermana a la cara cuando hace unos momento me estuviste besando — No obtuvo respuesta, sólo el cálido contacto de Tadayoshi sobre su cuerpo, abrazándolo por detrás.
— ¿Y tú como haces? Teniendo en cuenta que tienes que besarla y eso.
— Me siento una mierda…
— Entonces, déjala.
Ryo se giró, y al mirarlo a los ojos se dio cuenta que estaba hablando en serio.
— Es una broma, ¿cierto?
— No encuentro otra solución. Ryo, yo no soy el segundo plato de nadie. Menos el tuyo — Reconoció, mirándolo de pies a cabeza, con el ceño fruncido cuando dijo la última frase.
— ¿Para qué mierda me buscas entonces? — Preguntó Ryo, en voz alta, sin percatarse de la pareja de ancianos que llegó junto a ambos para sentarse a esperar el mismo autobús que Ryo.
— Quién sabe… Quizás sean celos — Respondió Tadayoshi, hincándose de hombros. Ryo estaba por increparlo, pero al girarse, vio las luces del autobús que su acompañante debía abordar, a lo lejos.
— ¿Por qué mejor no te vas? Tu autobús está llegando — Le dijo el más bajo, ocasionando la sonrisa en su oyente.
— Tienes razón. Buenas noches.
Ryo se quedó mirando a Tadayoshi cruzar la calle para abordar el vehículo que lo llevara a su hogar. Fue advertido por la pareja que había llegado que su autobús también se estaba acercando.

— ¿Crees que a Ryo le moleste que me quede a dormir? — Le preguntó Kurako a su cuñada, junto a quien esperaba a que terminara de cocerse el arroz.
— Si le molesta, que se aguante. Después de todo, además de ser mi cuñada, eres mi amiga.
— Es verdad.
El sonido de la puerta abriéndose y cerrándose abruptamente interrumpió su charla. Nishikiko salió a su encuentro con su hermano, pero éste pasó rápidamente por el pasillo para subir corriendo las escaleras en dirección a su habitación.
— ¡¿No vas a cenar?! — Exclamó Nishikiko.
— No, no me molestes — Le pidió su hermano, llamando la atención, no sólo de la muchacha, sino también, de su novia.
— ¿Habrá sucedido algo con Tadayoshi…?
— Quizás lo habrá puesto en su lugar — La mirada de sorpresa y, a la vez, de preocupación de Kurako, hizo que Nishikiko riera —. ¡Es una broma!

Ryo podía sentir unas tímidas caricias sobre su rostro, recorriendo luego toda la extensión de su brazo. Se movió apenas, como si aquel contacto le generara cosquillas. Sus labios fueron apresados dulcemente. Aunque no podía abrir los ojos, sentía y sabía que ya había tenido una sensación parecida, alguna vez. La sensación de querer poseer, o dejarse poseer por alguien. A medida que aquella prisión sobre sus labios fue haciéndose más y más profunda, su cuerpo se electrificaba; aunque quería levantar sus brazos y poder tocar él también a quien sea que estaba ahora encima de su cuerpo, no podía. Cuando finalmente lo logró, suspiró, jadeó, excitado. Quiso decir un nombre, el primero que se le cruzó por la mente, pero no pudo. Cuando sus ojos finalmente pudieron abrirse, se dio cuenta que no estaba soñando, que todo lo que había sentido era real. Encima suyo, estaba sentada Kurako. Su cuerpo deseaba obtener más de él; de ser posible, todo. Ryo pestañó reiteradas veces antes de darse cuenta del estado en que se encontraba su novia. Entre sueños, sus manos habían logrado llegar hasta su cintura.
— Kurako — Jadeó, intentando sentarse, pero terminó por volver a acostarse, al no poder hacerlo por el peso de la muchacha encima suyo —. Deja que me siente — Le pidió.
La aludida tardó unos segundos en reaccionar. Ryo vio cómo sus ojos se llenaron de lágrimas y saltó de la cama.
— Lo siento — Musitó, antes de salir de la habitación.
Ryo no supo qué hacer. Aunque sus padres no estaban en casa y su hermana ni siquiera escucharía lo que iba a acontecer, no le pareció justo hacerlo porque sí. Él quería que la primera vez de su novia fuera especial, y dejarse llevar por el momento, no sería agradable para ella. Se dio cuenta que había sido egoísta, que quizás había tomado muy a la ligera los sentimientos que Kurako tenía para con él, y los deseos que él había despertado en ella. De repente, se dio cuenta de algo mucho peor. Toda esa excitación que se había despertado en él hace unos segundos, no había sido producto de Kurako. El nombre que iba a mencionar entre sueños, no iba a ser el de Kurako.

La puerta del cuarto de Nishikiko se abrió lentamente, dando paso a una pensativa Kurako.
— ¿Qué sucedió? — Le preguntó la dueña de la habitación, quitándose los auriculares y acercándose a ella a gatas, sin levantarse de la cama. Sin embargo, su amiga optó por sentarse cerca de la cabecera y seguir con la vista en la nada —. ¡Kura-chan!  — Como respuesta, la aludida la miró y muy lentamente, su rostro se transformó hasta que un sinfín de lágrimas empezaron a salir de sus ojos. Alertada, Nishikiko se acercó a ella y la abrazó con fuerza —. ¿Qué sucedió? ¡No me asustes!
— Ryo no me quiere, Nishi-chan. ¡Él no me quiere! — Declaró, refugiándose en aquel cálido abrazo.

Los cuatro cursos del segundo año serían los encargados de la obra de teatro para la fiesta de despedida de los egresados. Yasuko y Maruko eran las encargadas de buscar posibilidades que llamara la atención al resto de sus compañeros. Aún así, nada parecía agradarle a ninguno de los grupos.
— Bueno, todavía tenemos una última opción — Dijo Maruko, mirando a su compañera de refilón.
— No van a querer Maru-chan — Reconoció la aludida, sonriendo.
— ¿Cuál es? — Preguntó Shota.
— Podemos realizar una obra… estilo kabuki — Mencionó la morocha.
— ¡¿Kabuki?! — Exclamó Ryuhei.
—Estilo kabuki — Reiteró su hermana con especial énfasis en la primera palabra.
— Ya pensaron en algo, ¿no? — Preguntó Tadayoshi, con ambos brazos y cabeza apoyados sobre el pupitre. Las aludidas se miraron entre sí antes de responder.
— Algo.
— ¿Qué tienen pensado hacer? — Preguntó Nishikiko.
— Pensaba que nosotros podríamos actuar en la obra. O al menos…  aquellos que no fueran a estar encargados del mantenimiento del escenario y cosas por el estilo — Respondió Yasuko.
— ¿A quiénes te refieres cuando dices nosotros? — Preguntó Tadayoshi.
— A aquellos que tienen hermanos gemelos. Tenemos pensado jugar con eso de alguna u otra forma.
— Yasu pensó que podría pedirle el vestuario a su tía de Ishigaki — Dijo Maruko.
— ¿Ishigaki? —Preguntó su hermano.
— Sí, nuestros tíos tienen un comercio de telas y se dedican a hacer trajes — Respondió Shota —. Ahora que lo pienso…, la idea no es mala…
— ¿Lo ves? — Le dijo Maruko a Yasuko —. ¡Te dije que no sería mala idea! — La aludida se sonrió. Poco a poco se fue armando un bullicio en el salón, pero fue abruptamente interrumpido por el movimiento de Ryo haciendo su silla hacia atrás, para salir del salón sin decir absolutamente nada. Todos los presentes se quedaron mirando la puerta cerrándose detrás de sus espaldas, sin saber del todo muy bien cómo reaccionar ante eso. Kurako estaba por levantarse y seguirlo, pero su hermano fue más rápido que ella al levantarse, lo cual, la sorprendió tanto a ella como a Nishikiko.
— Yo iré a hablar con él, no se preocupen — Les dijo a las muchachas.
— Tadayoshi — Lo llamó su hermana, a quién miró —. Debe estar en la azotea.
— Gracias — Tadayoshi salió del salón y fue con pasos lentos al lugar donde se suponía, estaba Ryo. Sonrió satisfecho al hallarlo allí, tal y como su hermana se lo había dicho. Estaba tratando de tomar aire, en cuclillas y sosteniendo su cuerpo enredando sus dedos entre el enrejado que rodeaba el lugar —. Así que aquí estás — El aludido lo miró escasos segundos, antes de volver su vista a la nada —. No tienes de qué preocuparte — Le susurró, acariciando su espalda afectuosamente —. Todo estará bien.
Instintivamente, Ryo hizo su hombro hacia atrás, para evitar aquel contacto.
— Me da terror…
— Creo que es una buena forma de ayudarte — Reconoció el más alto. El aludido lo miró, pero no dijo nada.
— ¿Hablaste con Kurako?
— No, ¿por qué? — Le preguntó, mirándolo de reojo.
— Por nada — Respondió Ryo, incorporándose.
— Vamos, dímelo. ¿Qué sucedió? — Repreguntó, sonriéndole.
— Ya te lo dije. Nada.
— Oye, Ryo — Lo llamó, al ver cómo se alejaba en dirección a la puerta. El aludido se giró —. ¿Cómo haces?
— ¿Para qué?
— Para mostrarte indiferente cuando esto te está afectando más de lo que aparentas.
Ryo se sonrió.
— Es lo único que puedo hacer. No puedo hacer un berrinche por esto y decir que no voy a participar por tenerles fobia a las personas.  Aunque… Bueno… No a todas — Reconoció, con una ligera sonrisa.
Su reacción dejó pensando a Tadayoshi, hasta que siguió sus pasos hacia dentro del edificio. ¿Acaso lo decía por él… o por Kurako?

— Si nuestra tía va a hacer los trajes, vamos a tener que ponernos de acuerdo cuanto antes de qué va a encargarse cada uno para tomarles las medidas — Dijo Yasuko.
— Podríamos decirle a Subaru que haga la música — Dijo Maruko.
— Yo podría ayudarlo — Se ofreció Shota.
— Y yo, ¿qué? — Preguntó su hermana, con una sonrisa.
— Si es sacar medidas, yo puedo ayudarte, Yasu — Le dijo Maruko.
— Yo también — Dijo Nishikiko —. Cuando no estemos ensayando, puedo hacerlo. Además, si quieres anota ahora las medidas de Ryo, me las conozco de memoria. El muy maldito desde los 12 que tiene las mismas medidas — Reconoció, con un poco de envidia.
— Bueno, eso es normal teniendo en cuenta que los chicos no tienden a engordar durante esta etapa de su vida — Dijo Kurako, mirando a Ryo mientras hablaba. El timbre del recreo ocasionó que el alumnado decidiera separarse e irse cada uno por su lado.
— ¡Ah! ¡Después le entregaremos una planilla a cada uno! ¡Por favor! ¡Esperen un poco antes de irse cuando termine el día! — Exclamó Yasuko —. ¿Crees que me hayan oído? — Le preguntó a Maruko, quien negó efusivamente con la cabeza.
— Kurako, ¿podemos hablar? — Le preguntó Ryo, bajo la fija mirada de Tadayoshi.
— Lo siento, estoy algo cansada — Respondió la muchacha, sin mirarlo, mientras se levantaba de la silla —. Quiero salir a tomar algo de aire con las chicas.
— Ah… Lo entiendo — Dijo Ryo, sin tener el valor de confrontarla.
— Quizás ella estaba esperando que salieras corriendo a detenerla, ¿no lo crees? — Le dijo Tadayoshi, una vez su hermana se fue. El aludido lo miró, pero no dijo nada —. Lo dijiste por Kurako, ¿cierto?
— ¿Eh? ¿Qué cosa?
— No, nada. Olvídalo.

Hasta el momento en que empezaran los ensayos, y hasta la presentación misma de la obra, Ryo debía rodearse de la mayor cantidad de personas posible. Pero por más que lo intentara, el miedo a ser dañado, a ser juzgado, podía más con él, y siempre terminaba regresando a su casa. Y así fue como el terror se agolpó en su cuerpo una vez más, y debió volver a su casa, derrotado, una vez más.
— ¿Nishikido-kun? — Una voz familiar lo hizo voltear. A sus espaldas, quien lo llamaba era Shota, el hermano gemelo de Yasuko. Pese a su ropa algo peculiar para no llamar demasiado la atención, había alcanzado a reconocerlo —. Sabía que eras tú. Aunque con esa ropa no es fácil reconocerte. ¿Cómo estás? ¿Esperas a alguien o estás en medio de una especie de ritual?
— ¿Ritual?
— Sí — Respondió el aludido, sonriendo —. Allá — Le dijo, señalando una casa de instrumentos musicales no muy lejos de allí —. Ese es mi trabajo. Vienes cerca del mediodía y sueles irte antes de que anochezca, ¿o me equivoco? — El aludido asintió con la cabeza —. ¿Tiene esto algo que ver con tu problema?
— ¿Eh?
— ¡Ah! ¡Lo siento! No debo meterme donde no me llaman. Cuando Kurako-chan me pidió prestada la guitarra el día que fuimos a la playa, me dijo que eres muy tímido con las personas. Lo que haces está bien. Venir aquí y enfrentarte a ellas.
Las palabras dichas por Shota eran como flechas que se estaban clavando en aquella coraza que había levantado imaginariamente en torno a su corazón, por el miedo a ser herido.
— La obra también es una de las razones por las cuales lo hago.
— Es verdad. Eso va a ser muy duro para ti, ¿no? Pero, no te preocupes, puedo meterme en el guión para evitar que tengas que mirar a la audiencia.
— No es sólo eso…
— ¿Mh?
— No quiero que estén ahí — Reconoció, poniendo especial énfasis en el verbo. Shota se dio cuenta que Kurako había omitido varios detalles en lo que a su novio respectaba, así que se lo quedó mirando un buen rato.
— ¿Qué te parece si vamos a comer? Hay un pequeño lago artificial por aquí. Podemos comprar algo en el camino.
El morocho dudó unos instantes, pero terminó asintiendo con la cabeza al ver la sonrisa con la que Shota esperaba su respuesta.
El lugar elegido para comer le pareció bastante tranquilo. Aunque, tal y como le había dicho su compañero, era un lago artificial, el entorno verde lleno de flores y árboles no difería mucho de los demás parques de la ciudad, por lo cual, las pocas personas que habían, estaban muy bien distribuidas.
— Está bueno — Reconoció Ryo, en referencia a la hamburguesa que Shota había comprado en una casa de comidas rápidas.
El aludido rió suavemente, antes de agarrar su vaso de gaseosa y darle un sorbo.
— Y…, ¿cómo va el tratamiento? — Le preguntó.
— Progresando… Creo…
— Bueno, no vas a superar tu timidez de un día para otro.
— Yasuda-san…
—Yasu está bien.
— Yasu… Verás — Se quedó pensando unos segundos, jugando con la tapa de su vaso, pero terminó por negar tanto con su cabeza como con su mano —… No, olvídalo…
— Anda, dime — Insistió el aludido, sonriendo. Al mirarlo, Ryo sintió que podía confiar en él.
— Bueno… Pues… El asunto es que… tengo un amigo… que tiene un problema y… quisiera hablar de alguien al respecto.
— Ahjá… ¿Lo conozco?
— No. No, no, no. Es un vecino mío — Respondió, desviando su mirada a su vaso y jugando sobre él con sus dedos.
— ¿Qué problema tiene?
— Él… ¿Es posible que esté enamorado de dos personas al mismo tiempo?
Shota estaba un poco encorvado hacia adelante, pero la pregunta soltada por Ryo, lo hizo sentarse correctamente. Frunció el ceño y suspiró sonoramente.
— Vaya… Eso sí que es todo un problema… Mhh… De dos personas a la vez… Bueno… A decir verdad nunca me ha pasado, así que sólo puedo aconsejar a tu amigo desde un punto de vista subjetivo…
— Cualquier ayuda estaría bien.
— De acuerdo. Creo que sí, es posible estar enamorado de dos personas al mismo tiempo. Pero debe tener una escala distinta.
— ¿Escala?
— Claro. Por ejemplo… Entre Nishiyan y tu madre: tú las quieres a ambas, pero, quieres más a tu madre, ¿no es verdad?
— Es verdad…
— Siendo así, supongo que tu amigo debe tener esa misma escala, sólo que, por algún motivo, no se está dando cuenta de ello. Quizás el umbral entre uno y el otro sea tan pequeño que una mínima diferencia puede hacer que se dé cuenta quién le conviene realmente — Ryo se quedó perplejo ante su conclusión. Su expresión fue tal, que hizo preocupar al rubio —. ¿Estás bien?
— Ah, sí. Perdón… Es que… Tienes razón… ¡Tienes toda la razón! — Reconoció, con una sonrisa.
— ¿Realmente nunca lo pensaste de esa forma?
— Bueno, como tú dices… yo tampoco he estado en una situación así…
— Tampoco creo que lo hagas. Kurako-chan te quiere muchísimo, Nishikido-kun.
— Lo sé — Reconoció el aludido, con una sonrisa.
Se despidió de Shota en el mismo parque donde se habían encontrado. Abordó el tren con una terrible ansiedad. Varios pasajeros se quedaron mirándolo y hasta se contagiaron de su felicidad, ya que Ryo no podía evitar sonreír, pensando en todo lo que le diría a Kurako cuando la tuviera en frente. Hizo el trayecto desde la estación hasta su casa corriendo. Vio a la madre de su novia a punto de cruzar el enorme portón  de su hogar, así que, con el poco aire que aún quedaba en sus pulmones, la llamó.
— ¡Okura-san!
Al oír su apellido, la mujer se volteó, recibiendo al muchacho con una sonrisa en el momento en que llegó a su lado.
— Nishikido-kun, buenas tardes — Lo recibió la mujer —. ¿Vienes a ver a Kura-chan?
— S… Sí — Respondió.
— ¿Viniste corriendo? — Le preguntó, curiosa, caminando ambos por el parque entre la mansión y el portón.
— Sí… Estaba un poco apurado…
— Ya veo. Kura-chan está en el jardín, ya sabes dónde queda.
— Muchas gracias — Le dijo el muchacho, rodeando la mansión para llegar al jardín trasero. Tal y como le había dicho, Kurako estaba en la mesa redonda en medio del jardín, supuso que dibujando, a la distancia. Al acercarse a ella, se dio cuenta que también estaba escuchando música con los auriculares —. Hola — Le dijo, pero su voz pareció no haber sido oída por la muchacha, por lo cual, se colocó frente a ella, tapándole el sol. Kurako levantó la vista junto con un ceño fruncido, sorprendiéndose sobremanera al verlo ahí. Se sacó los auriculares y volvió a mirarlo.
— ¿Qué haces aquí?
— Quiero pedirte perdón… por todo. Por no haber hecho el esfuerzo siquiera para entender tus sentimientos, por no haberme dado cuenta todo lo que sientes. Kurako…, discúlpame — La aludida se quedó perpleja ante aquellas palabras. Una vez más, Ryo estaba siendo sincero, había dejado su corazón al desnudo, y sólo para ella. No pudo evitar que se escaparan un par de lágrimas de sus orbes oscuras, alertando a su novio —. ¡Ah! ¿Estás bien? ¡No te estoy diciendo que vayamos a terminar o algo así! — Aclaró Ryo, sentándose de cuclillas en el césped, frente a ella.
— Lo sé, pero… Todo eso que dijiste… fue demasiado tierno, Ryo…
El aludido le sonrió y acarició una de sus mejillas con ternura.
— Te amo. Lo sabes, ¿verdad?
— Claro que lo sé. Yo también te amo.
— Lo sé.
En el desayunador, no muy lejos de ambos, Tadayoshi había visto toda la situación. Sin expresión aparente, se levantó y entró a la mansión.


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