20 de agosto de 2012

[Touch] Capítulo 10 - Navidad

 Quiero salir a algún lado ._.
 La radio...
 En casa~


Ciaossu~!!
Ayer estuve a full con Touch y estoy en la mitad del siguiente episodio :3
No falta nada para el final~~ >< *inserte chillidos de fangirl*
Creo que este episodio es igual de corto y quizás innecesario como lo fue el 7, Engaño, ya que lo importante venía en el siguiente episodio. Y aunque suene a spoiler: SÍ, LO INTERESANTE ESTÁ EN EL EPISODIO QUE VIENE xD
Así que, mientras tanto, los dejo con este ^^
Si por algún motivo de la vida repetí el avatar de Massu... Es porque no tenía ganas de buscar o hacer avatares xD


Enjoy~ ♥

Título: Touch
Fandom: Johnnys.
Pairing: IkuTego [Ikuta Toma x Tegoshi Yuya], OkuMassu [Okura Tadayoshi x Masuda Takahisa] (pero nadie dice que no pueden haber más ;3)
Formato: Multi-chaptered.
Género: AU, romance, drama.
Rating: PG-13
Capítulos: 10 / ¿12?
Sinopsis: Aunque la llegada de Diciembre marca el regreso a su hogar para muchos estudiantes del instituto Kitagawa, Yuya no quiere eso y pone todo su empeño en hacer que Tadayoshi y Takahisa se reconcilien. ¿Lo logrará?


"Realmente no entendía la mente de Nishikido-san.
¿Cuáles eran sus verdaderas intenciones con Massu?
¿Cuáles eran sus intenciones conmigo?
No tuve más noticias acerca de Massu y Okura senpai.
No volvieron a hablar en todo ese mes.
Algo tenía que hacer, para volver a ver la sonrisa en el rostro de mi mejor amigo"  

( 06. Susto


Capítulo 10: Navidad

- ¡Atchús!
 Un estornudo resonó en el club de literatura, asustando a más de uno de los compenetrados estudiantes, generando la risa en alguno que otro alumno.
- ¿Estás bien? – Le preguntó Keiichiro a Tadayoshi, el provocador de aquel estornudo, con una sonrisa.
- Sí, creo. Suelo resfriarme con facilidad en días fríos como estos – Dijo el muchacho, sentado en su usual pupitre al lado del escritorio donde estaba sentado su oyente.
- Ahh… Esta será la última Navidad que pasaremos juntos, Tacchon – Dijo Keiichiro, palmeando la espalda del morocho, diciendo con gracia su apodo.
- Mhh… Es verdad – Dijo el aludido, mirando el cielo gris a través de la ventana -. Es raro, ¿verdad? Que todavía no haya nevado.
- Quizás el cielo esté esperando un milagro.
- ¿Eh? – Le preguntó, volviendo su vista a él, con una amplia sonrisa.
- Nada, nada, yo me entiendo – Negó Keiichiro -. Oye… Ya va siendo hora de que nosotros también escojamos a nuestros reemplazantes.
- Tengo a uno – Dijo Tadayoshi, volviendo a mirar el cielo.
- Parece que coincidimos, yo también pensé en alguien – Dijo el muchacho, buscando su mirada. Al no poder encontrarla, suspiró, sin perder su sonrisa. Estaba por demás seguro que aquella persona que tomaría su puesto como vice-presidente del club, no sería otro que Takahisa -. ¿Vas a volver a casa para las vacaciones?
- ¿Mhh? No, no lo sé, quizás alquile una habitación de hotel. Sólo son dos semanas y tampoco quiero llegar y contagiar a mis hermanos.
- Ay, él tan lindo con sus hermanitos.
- Cállate – Le pidió el morocho, sonriendo.

- ¿Qué vas a hacer? – Le preguntó Yuya a su pareja, moviendo el bolso que cargaba entre sus manos de un lado a otro, esperando a Takahisa frente a las escaleras de los dormitorios.
- Voy a mi departamento… ¿Quieres ir? – Miró a Yuya.
- Más tarde – Respondió el aludido, con las mejillas de un brillante color carmesí -. La verdad es que… quiero ver a mi madre.
- Te entiendo – Dijo Toma, acariciando sus dorados cabellos -. Por un lado no veo la hora de que termine todo esto, pero por el otro – La mirada inquisidora de su pareja lo hizo hacer una pausa -… Pero si eso sucede, el año que viene voy a verte menos, Yuya.
Toma se acercó a su pareja con intenciones de besarlo, pero al oír unos pasos bajando por las escaleras, se detuvo.
- Ya está – Dijo Takahisa, a su mejor amigo, ocasionando que Toma lo soltara.
- Entonces, vámonos – Dijo Yuya, agarrando al pelirrojo de la mano y saliendo del lugar, en compañía de su pareja, quien los seguía unos pasos detrás de ambos.
- Yuya, ¿me esperan un momento afuera?
- ¿Mhh? ¿Por qué? – Lo miró el rubio.
- Creo que Keiichiro hace unas cuadras para mi lado, para no ir solo. ¡Hace frío, ¿sabes?! – Tembló el morocho en forma exagerada.
- ¿Es que no tienes ropa, Ikuta? – Le preguntó Takahisa, entrando los tres al edificio escolar, estallando en risas junto a su amigo.
- ¿Están de salida?
- ¡Ah! Takizawa sensei – Dijo Yuya, en referencia al mayor, dedicándole una reverencia, acción imitada por su amigo y pareja -. Sí, ya nos vamos.
- ¿Cómo fue tu estadía, Tegoshi-kun? – Preguntó el profesor, acomodando unas carpetas que llevaba entre sus brazos.
- ¿Eh? Eh… Buena… Sí. Buena… ¿Por qué… me pregunta eso?
- No creas que los profesores no tenemos conocimiento de los problemas que pasan los chicos que entran gracias a la beca… Simplemente, no tenemos la capacidad de actuar en contra de tales actos.
- No tiene de qué preocuparse, sensei – Le dijo Toma, agarrando a Yuya de un hombro -. Yuya no está solo.
Hideaki se quedó mirando a Toma, podía ver la determinación en cada una de sus palabras y en su mirada.
- Ya veo – Dijo el profesor, sonriendo -. Entonces, los dejo. Que pasen buenas vacaciones, chicos.
- Muchas gracias – Dijeron los tres al unísono.
Al salir al enorme patio que se extendía hasta el enorme portón de entrada a la institución, los tres se cruzaron con la gran mayoría de sus compañeros.
- ¡Keiichiro! – Llamó Toma al aludido, quien hablaba con Tadayoshi.
- Ah… Nos vemos – Dijo el morocho a su oyente, al notar la presencia de Takahisa. Agarró el bolso que estaba a su lado y se fue con pasos rápidos.
- ¿Qué… sucede…? – Le preguntó el muchacho a Toma, sorprendido por la huida de su amigo.
- Vas hacia el norte, ¿no?
- Síp, ¿vas a hacerme compañía? – Le preguntó pestañeando en forma exagerada.
- Sí, unas largas cuadras, creo – Respondió el aludido, entre risas -. Masuda y Yuya van hacia el sur, así que…
- Ah, ya veo – Dijo Keiichiro -. Ah, Masuda-kun – El pelirrojo lo miró -, cuando regresemos de las vacaciones, hay algo de lo que queremos hablarte con Tadayoshi.
- ¿Eh? ¿Conmigo? Está bien – Dijo el muchacho, sin entender a qué se refería.
- Bueno, ¿nos vamos? – Le dijo Keiichiro a Toma -. Hace frío – Siguió, dando pequeños saltos en el lugar.
- Está bien, está bien. Nos vemos más tarde – Le dijo el morocho a su pareja, quien asintió con su cabeza.

Al llegar Takahisa y Yuya a la estación de tren, el transporte no se hizo esperar. No estuvieron más de cinco minutos de pie en el andén.
- ¿Qué crees que sea eso de lo que quiere hablarte Koyama senpai? – Le preguntó Yuya al pelirrojo.
- Quizás sea por el club.
- ¿El club de literatura?
- Sí, ya va siendo hora de que escojan al presidente y el vicepresidente del año que viene.
- Me alegro por ti, Massu – Dijo Yuya, sonriendo -. Ese puesto es algo que te mereces.
Takahisa sólo atinó a sonreír, desviando su vista al cielo. Quería despedirse de Tadayoshi pero, indudablemente, él se estaba negando a verlo. Yuya pudo ver un deje de tristeza en la mirada de su amigo.
- Massu – El aludido lo miró -. Todo estará bien.

- Ahhh… ¡No quiero volver a casa! – Exclamó Ryo, lanzándose sobre el bolso ya cerrado sobre su cama.
- Te invitaría a la mía, pero lo que menos haré será estar allí – Dijo Jin, dedicándole una rápida mirada acompañada de una sonrisa, antes de volver a la tarea de lograr cerrar su bolso.
- ¿Vas a ponerte al día con tus novias? – Le preguntó Ryo, con una mirada cómplice.
- Gracioso. No. Pasaré los días por ahí.
- ¿De nuevo problemas?
- Los mismos que los tuyos, supongo – Le dijo su amigo, dedicándole una rápida sonrisa -. La única razón por la que espero que todo esto termine es para poder irme lejos y que nadie me moleste.
- Creo que tenemos el mismo pensamiento, pero… ¿No crees que aún falta mucho? – Jin lo miró, con el ceño fruncido -. Podemos divertirnos un poco más.
- Mejor me voy, sino no sé qué terminaré pensando…
Ryo rió bajito, pensando él también qué podía hacer.
- Quizás las vacaciones no sean tan malas…

Takahisa abrió la puerta de su casa, suspirando con una sonrisa al sentir la bocanada de aire caliente que salió de la misma. Entró y dejó su bolso al lado de la puerta, para saludar a su familia.
- Volví – Dijo, con un alegre tono de voz, encontrándose sólo con la radio de la cocina encendida -. Esta madre mía – Murmuró, bajando el volumen del aparato antes de dirigirse a la heladera en busca de comida. Se sirvió un vaso con jugo, sosteniendo una gyoza con la boca y dejando otras dos sobre un plato antes de dirigirse al comedor.
Se sentó en el sillón y buscó mensajes nuevos en su celular, hallando que no tenía ninguno. Suspiró, y se dispuso a comer en silencio.

- ¿Así que Tadayoshi se iba a ir para su casa? – Le preguntó Toma a su compañero de ruta, degustando un plato de ramen hecho por la madre de Keiichiro, dentro de su pequeño restorán familiar.
- Dijo que no sabía – Respondió el muchacho, suspirando.
- ¿Qué sucede con ese suspiro?
- Creo que es… por Masuda-kun que quiere irse – Reconoció, mirándolo a los ojos.
- La verdad es que no conozco mucho a Tadayoshi, pero, ¿realmente se vio afectado por tocar la batería?
- No fue tan así. Creo que lo que más le dolió fue haber olvidado el cumpleaños de Ryo y que él haya sido el que lo arrastrara a ayudar a Yasuda-san, aún contra su propia voluntad.
- Ah… Fue el día del festival, ¿cierto?
- Sí – Respondió el aludido, mirándolo luego, con una amplia sonrisa -. Es raro que hayas olvidado su cumpleaños…
- Bueno… Digamos que… he cortado todos los lazos existentes con Ryo una vez me enteré lo que le hizo a Yuya….
- Entiendo.
- Así que… La verdad… no me importa lo que haga o deje de hacer con su vida… Siempre y cuando no se meta con él.
- ¿No crees que está intentando molestarlos indirectamente? – Bebiendo el caldo del ramen, Toma lo miró -. Digo… Masuda-kun es amigo de Tegoshi-kun, y Ryo, estando con él, lo único que logró fue separarlos.
- Ah – Dijo Toma, dejando el bowl vacío y sentándose derecho en la banqueta -. Yuya quería hacer algo respecto a Masuda, pero no me dijo bien qué… Creo que quiere que se amigue con Okura.
- Dile que cuenta conmigo – Toma parpadeó varias veces -. Sé que en realidad tendría que ser Tadayoshi el que cuide de mí, pero… De alguna forma, siento que el hecho de ser el presidente del club de literatura y las palabras de Yasuda-san, hace que sea todo lo contrario. A veces siento que él mucho más pequeño que yo, que el que necesita que lo cuiden es él.

El teléfono sonó en la casa de la familia Okura. La señora de la casa se acercó corriendo al aparato, levantando el tubo telefónico.
- ¿Diga?
- “Mamá.
- Ahh… Hijo. ¿A qué hora sale tu vuelo?
- “Dentro de media hora, pero…
- ¿Pero?
- “Mamá… ¿Puedo quedarme en Tokio?
La mujer sonrió.
- Claro que sí, Tadayoshi. No tienes que preguntármelo siquiera. Sólo te pido que te cuides, ¿está bien?
El muchacho hizo una pausa.
- “Sí. Mamá… Gracias.

- Estaba delicioso – Dijo Toma, sacando luego su billetera -. ¿Cuánto es?
- Nada, es cortesía de la casa – Dijo Keiichiro, secando unos bowl.
- Vamos, dime, ¿cuánto es?
- Ya te dije que no es nada – Reiteró el muchacho, con una amplia sonrisa, antes de ser interrumpido por el sonido de su celular recibiendo una llamada, la cual atendió a los pocos segundos -. ¿Diga? ¡Ah! ¿Tadayoshi? ¿No deberías estar yendo a tu casa a esta hora? Ahh… ¿Por qué? Mhhh… Eh… Mi casa… Espera un momento – Keiichiro tapó el auricular del celular con una mano y miró a Toma -. Sí hay una forma en la que me puedes pagar la comida.
- Dime, ¿qué es?
- ¿Puedes darle alojamiento a Tadayoshi?
- ¿Eh? Pero, ¿él no se iba a ir a Osaka?
- Sí, pero… No se fue… ¿Puedes hacerlo?
- Ehh… Claro – Respondió Toma, con una sonrisa nerviosa, pensando en que los planes románticos que involucraban a Yuya, habían sido pulverizados por completo.
- Gracias. ¿Tadayoshi? Te conseguí un lugar donde hospedarte.
- Aquí… tienes mi dirección – Le dijo Toma, escribiendo sobre una servilleta de papel -. Dile que vaya que estoy yendo para allá – Siguió, levantándose de la banqueta y agarrando el bolso que estaba a su lado. Salió del lugar y se dirigió a la esquina a esperar por un taxi, mientras sus dedos se movían frenéticamente sobre las teclas de su celular.

Para: Yuya
Vamos a tener que aplazar nuestros planes.

De: Yuya
¿Por qué~~? (:_;)

Para: Yuya
Tadayoshi se quedó en Tokio y le di alojamiento en el departamento.

De: Yuya
Ah, ¡¡pero eso es genial!!

Para: Yuya
¿Por qué? ¿Acaso no querías pasar estas vacaciones?  (T___T)

De: Yuya
¡¡Claro que sí!! Pero esto sirve para el plan que tengo en mente, mi amor~~  (^ε^)

Un taxi frenó frente a Toma, por lo que la seguidilla de mensajes con su pareja fue interrumpida. Abordó el vehículo con una sonrisa, negando con la cabeza. Cuando a Yuya se le metía algo en la cabeza, hasta cumplirlo, no iba a detenerse. Y teniendo en cuenta que Tadayoshi era parte de ese plan, era fácilmente deducible que la víctima del mismo no sería otro que Takahisa. Mirando al cielo, Toma rogaba que todo saliera como su pareja deseaba.

Los días pasaban y la nieve seguía sin llegar. Quizás la Navidad era el desencadenante necesario para que la nieve finalmente cayera sobre la ciudad.
- Niichan? NiichanNiichan!!
Takahisa se sobresaltó, generando la suave risa en su hermana.
- Me asustaste.
- Te llamé como cuatro veces y no me respondiste – Dijo la muchacha, inflando sus mejillas -. ¿Puedes poner el mantel sobre la mesa?
- Ya voy, ya voy.
La muchacha reemplazó a su hermano y miró el cielo gris a través de la ventana, deseando la nieve.
- ¿Tegoshi-kun va a venir? – Le preguntó la madre de Takahisa al aludido, mientras él abría la puerta de la heladera sin dar con nada de su agrado.
- Supongo que sí, sino, iré yo a su casa.
- Ahh… Esto es malo – Dijo la mujer, abriendo de a una, todas las puertas de la alacena frente a ella.
- ¿Qué sucede?
- ¿Puedes ir a comprar salsa de soja? – Le pidió su madre con una sonrisa -. Parece ser que se me terminó la última botella.
- No sé por qué se te da por cocinar demás en Navidad…
- Eso es porque cierta personita no hace más que comer y comer – Bromeó su hermana, agarrando un snack dulce de la mesada de la cocina.
- Graciosa – Se quejó el aludido, antes de salir de la casa en dirección al supermercado. La noche había llegado, dándole una tonalidad rosa al cielo. Al encontrar el almacén más cercano cerrado por culpa de aquella fecha festiva llamada Navidad, optó por ir al centro. No le quedaba muy lejos y estaba completamente seguro que el mercado de la avenida principal estaría abierto.
- ¿Takahisa?
Una voz familiar hizo que se volteara.

El timbre sonó en la casa de los Masuda.
- ¿Será que no se llevó la llave? – Preguntó la menor de la casa a su madre, quien se hincó de hombros -. ¡Ya voy~! – Exclamó, dirigiéndose corriendo a la puerta. Al abrirla, halló a Yuya y a dos personas más a sus espaldas, siendo una de ellas particularmente conocida por ella.
- Feliz navidad – Dijeron los tres sujetos al unísono.
- Gracias, igualmente. Pero pasen, pasen – Dijo la muchacha haciéndose a un lado, temblando en forma exagerada -. Se nota que hoy no salí, ¡hace mucho frío! – Las tres personas entraron.
- Perdón por la intromisión – Dijo uno de los muchachos, generando la amplia sonrisa de la muchacha.
- No tienes que pedir perdón ni nada de eso – Dijo la muchacha -. Eres bienvenido a esta casa las veces que quieras, Tadayoshi-kun.
- Gracias – Agradeció el morocho, visiblemente avergonzado, bajo las miradas de Toma y Yuya.
- Ustedes entren al living, no sé qué hacen ahí parados.
- ¿Y Massu? – Preguntó el rubio, dejando pasar primero a la muchacha.
- Fue a comprarme salsa de soja – Dijo la dueña de la casa -. Tadayoshi-kun, bienvenido. Feliz navidad – Sonrió la mujer, ocasionando que el aludido le respondiera con una reverencia -. Pero… Hay un rostro que no conozco – Dijo mirando a Toma.
- ¡Ah!
- Mi nombre es Ikuta Toma, y soy amigo de Yuya, Masuda-kun y claro, que de Tadayoshi también – Dijo el muchacho, dedicándole una reverencia a ambas.
- Muchas gracias por cuidar de mi hijo todo este tiempo.
- Yuya, ¿eh…? – Murmuró la muchacha, entre risitas.
- ¿Sucede algo? – Preguntó su madre.
- No, nada, me acordé de un chiste – Respondió rápidamente la aludida.
El sonido de las llaves girando dentro de la cerradura hizo que la breve charla se viera interrumpida. Una amplia sonrisa fue visible en el rostro de Yuya, quien, junto a Toma miraban a Tadayoshi, con miedo a perderse alguna de sus expresiones al ver al recién llegado.
- Regresé – Se oyó desde la puerta de entrada, mientras esta se cerraba a su paso.
Pero las sonrisas y el plan de Yuya terminó siendo un plan fallido, con la desgracia de no contar con ningún plan B.
Takahisa se quedó sorprendido al ver a los presentes. No estaba tan sorprendido por la presencia de Toma, ya que de alguna manera, suponía que se le pegaría a Yuya en esas vacaciones, mas sí lo sorprendió, y sobremanera, fue la presencia de Tadayoshi, no sólo en Tokio, sino también en su casa.
- Ahh… Los presento – Dijo, señalando a la persona que lo había acompañado de regreso -. Él es uno de mis superiores… Nishikido Ryo. 
- Encantado de conocerlas – Dijo el morocho, dedicándoles una reverencia -. Takahisa no hace más que hablar de ustedes.
La hermana del aludido frunció el ceño. Algo no le cerraba de ese nuevo superior de su hermano. Y ella nunca se equivocaba en esas cosas.
- El placer es nuestro, Nishikido-kun.
- Ah. Toma – Le dijo su hijo, entregándole una bolsa con un pequeño frasco de salsa de soja.
- Muchas gracias – Dijo la mujer, agarrando la bolsa -. Se quedan a cenar, ¿cierto?
- No – Dijo Tadayoshi, quien desde que Ryo había entrado al lugar, no le había quitado los ojos de encima -. Yo me voy. Que pasen buenas noches.
El muchacho se dirigió con pasos firmes a la entrada, pero el brazo de Ryo lo detuvo, ocasionando que le dedicara, de reojo, una mirada asesina.
- No te vas porque yo vine, ¿cierto?
No hacía falta leer nada entre líneas. Ryo estaba diciendo lo que pensaba sin maquillar ninguna de sus palabras. Pero Tadayoshi no tenía motivos para hacerle nada, ni para insultarlo, ni para golpearlo, menos en esa casa, menos frente a aquellas personas que nada tenían que ver con su cobardía. Sólo se zafó del agarre y lo miró.
- No. Sólo vine de paso. Tengo cosas que hacer.
Tadayoshi siguió sus pasos hacia la puerta, mientras la madre de Takahisa se disponía a seguir con sus labores culinarias y mientras Toma y Yuya intentaban, desesperados, hacer que Tadayoshi no se fuera. Definitivamente, la llegada de Ryo había echado a perder absolutamente todos los planes de Yuya.
- Ahh… Massu – Lo llamó el rubio, una vez se oyó la puerta de entrada cerrándose, ocasionando no sólo que el pelirrojo lo mirara, sino también, su hermana, Toma y hasta Ryo -. Mi madre dijo que tiene unas gyozas para ti, ¿por qué no vas a buscarlas?
- Eh… Pero – Dijo el aludido, mirando de reojo a Ryo.
- Nosotros nos haremos cargo… de Nishikido-kun, ¿no? – Dijo la hermana del muchacho, abrazando a Toma y Yuya.
- S… Sí – Dijo Toma.
- Entonces… me voy – Dijo Takahisa -. No me tardo – Le dijo a Ryo, mirándolo.
- Está bien  - Dijo el morocho, cruzándose de brazos.
- Ustedes dos, más vale que me expliquen que pasa entre esos tres – Dijo la hermana del pelirrojo, en voz muy baja a Toma y Yuya.

Takahisa salió corriendo de su casa, llegando a la esquina y buscando por todos lados a Tadayoshi. No había tardado tanto en salir, por lo que era imposible que hubiera ido demasiado lejos, a menos que, claro está, se hubiera ido corriendo.
- ¿Dónde se fue…, Okura-san…? – Murmuró, corriendo por las calles de Tokio.
No supo cuánto tiempo estuvo corriendo, cuánto había corrido exactamente, pero había llegado al Rainbow Bridge, quedándose estático frente a las luces rojas, azules, verdes y blancas mientras intentaba recuperar el aliento. Sentía cómo al perder de vista a Tadayoshi, había perdido parte de sí mismo. De repente, sintió una molestia en sus mejillas. Eran sus propias lágrimas las que bajaban de sus ojos para expresar el dolor que sentía en ese momento el dueño de las mismas. Sus piernas flaquearon, obligándolo a arrodillarse en el suelo y a abrazarse a sí mismo sintiendo el crudo viento invernal golpeando su cuerpo sin piedad. Pero repentinamente se vio vuelto en un cálido abrazo sintiendo cómo un perfume familiar penetraba su olfato, embriagándolo.
- Okura-san…
- No hables, por favor – Le pidió el aludido -. Déjame quedarme así… un rato más – Murmuró.
El pelirrojo asintió con la cabeza, sintiendo algo frío y blanco que caía al suelo.
- Nieve…
- Un milagro de Navidad, ¿eh…? – Susurró Tadayoshi, recordando las palabras de Keiichiro.

- ¿Queda lejos tu casa, Tegoshi-kun? – Preguntó Ryo, sentado en torno a la mesa mientras cenaba junto al resto.
- No, queda a – Dijo la madre de Takahisa, siendo interrumpida por el amigo de su hijo.
- Lo más seguro es que mamá lo haya retenido con su comida – Dijo Yuya -. No es que menosprecie sus recetas, okaasan, pero usted sabe que si hay una persona que puede retener a Massu desde el estómago, aparte de usted, es mi mamá – Respondió, rápidamente.
- Es verdad – Dijo la mujer, con una sonrisa.
- Ya veo – Dijo Ryo.

- Por fin solos – Susurró Toma, una vez las puertas del ascensor se cerraron a su paso, quedando dentro Yuya y él. El morocho tomó a su pareja de la cintura y lo besó apasionadamente, entrelazando una de sus manos a la suya.
- Mhh… Toma… Espera al menos… que lleguemos al departamento…
- No puedo – Reconoció el mayor, sintiendo sus mejillas sonrojarse por tanta sinceridad -. Te necesito ahora mismo.
- Toma – Susurró su oyente, muchísimo más sonrojado que él.
El ascensor llegó al piso donde estaba el departamento del mayor, quien abrazó a su pareja de la cintura con intenciones de besarlo, pero una persona durmiendo sentado al lado de la puerta de su departamento, se lo impidió.
- Lo mato – Murmuró el muchacho, mirando al mencionado bello durmiente, a medida que, junto a  Yuya, se acercaban a él.
- ¿Okura… senpai?- Preguntó Yuya, reconociendo al morocho, despertándolo al haberlo llamado.
- Ah… Perdón – Dijo el muchacho, restregándose los ojos -. Parece que me quedé dormido.
Toma suspiró. No podía molestarse con él ya que, después de todo, aún faltaban cinco días para el fin de las vacaciones y Tadayoshi se estaba alojando en su departamento.

Hasta el momento en que nos fuimos,
Massu no había aparecido, y mucho menos
habían noticias de Okura senpai.
Creo que se habían reconciliado.
Ninguno de los dos nunca nos dijo a Toma
o a mí qué había ocurrido exactamente, pero
la sonrisa con la que Okura senpai nos recibió
nos dijo todo.




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