[Supplier] Capítulo 05 - Escape

 Tengo sueño~
 Lo que escuchan afuera -w-'
 En casa~

Ciaossu~!
Mientras sigo Supplier, se me ocurrió dejarles el siguiente episodio de Supplier LOL
Espero que lo disfruten :3
Enjoy~ ♥

Título: Supplier.
Fandom: Johnnys.
Pairing: Ohkura Tadayoshi x Nishikido Ryo.
Formato: Multi-chaptered.
Género: AU, smut, violento.
Rating: NC-17.
Estado: Finalizado.
Cantidad de palabras: 3761.
Sinopsis: Después del fallido plan de Ryo, una nueva estrategia es puesta en marcha. Decidido a ayudar a Ryo a saber el por qué de su presencia en ese lugar,y la obsesión de Tadayoshi para con él, accede a su pedido de viajar al pasado, aunque eso signifique que dejará de ser el supplier de Yuya.
Hina termina siendo encerrado junto con Hiroki, a la espera de que vayan a rescatarlos, pero la tarea será complicada ya que You ordena la ejecución de las personas que llegaron para salvarlos.

( 01. Unnamed )

( 02. Supplier )

( 03. Disculpa tardía )

( 04. Plan )

----------------------------------------------------------------

Capítulo 05: Escape.


– ¿La mentira? – Preguntó Ryo, entrecerrando los ojos, a causa del sueño.
– No puedes darte cuenta cuando miente. Personalmente, creo que, aunque no sepamos la especialidad de Yoko, ha sido una buena estrategia que él haya ido a “tantear terreno.”
– Hay algo que no entiendo, ¿cómo es eso que no conoces su especialidad? – Bostezó –. ¿No eres su hermano?
– Somos medio hermanos. Yoko es mi hermano por parte de padre. Es el hijo de la esposa legítima de mi padre.
– ¿Tú eres…?
– El bastardo. Sí – Se formó un incómodo silencio por unos instantes, que Tadayoshi decidió cortar –. Tuve suerte de que mi madre trabajara en casa de casa de Erika-san. De otra manera ni habría recibido esta casa al momento de su muerte, ni habría tenido la educación que tuve. Si bien la familia de Erika-san me dio su apellido y me hizo pasar por un sobrino, cuando mi madre falleció, en su testamento estaba estipulado que me hiciera cargo de los ahorros que ella había depositado en la empresa y que dispusiera de él como yo quisiera. Después de eso – Cuando su vista se posó sobre Ryo, lo halló dormido, lo cual generó su sonrisa –. Así que mi historia te aburrió, ¿eh?
Tadayoshi se levantó y se acercó a él. Acomodó su cabello detrás de su oreja y se sentó de cuclillas en el suelo, sólo para admirar su pacífico rostro dormido. De tan cerca que estaba, podía sentir su aliento golpeando directamente contra su rostro, lo cual lo hizo sonreír. Acarició su mejilla con la yema de sus dedos y terminó dando un envión hacia adelante, acaparando sus labios con dulzura. Al retroceder, el mortal frunció su ceño y sus labios, suspirando luego. Nuevamente, ocasionó la sonrisa de Tadayoshi, quien terminó por incorporarse y dirigirse a la puerta entreabierta de la biblioteca. Al abrirla un poco más, encontró a Ryuhei de brazos cruzados, con una expresión de satisfacción en su rostro –. Llévalo a su habitación – Le ordenó, dirigiéndose a las escaleras –. Y deja de andar espiándome.
– Lo hiciste a propósito, ¡sabías que estaba mirándolos! – Se defendió el secretario, entre risas.
– Sólo cállate y lleva a Ryo a su cuarto…
Riendo por lo bajo, Ryuhei entró a la biblioteca y se acercó a Ryo. Al tomarlo entre sus brazos se dio cuenta cuál era su verdadero estado. Frunció sus labios. Después de todo, más que aconsejarlo, no podía hacer otra cosa por él. Con pasos sigilosos, lo llevó a su habitación, cubriendo su delicado cuerpo con las blancas sábanas de la cama. El mortal se movió entre sueños, quedándose quieto al cabo de unos pocos segundos, de cara a donde Ryuhei estaba de pie.
– Tada… yoshi – Murmuró.
Su único oyente revoleó los ojos y salió en silencio de la habitación.
– Vamos uno de dos… Creo que el otro será más difícil de persuadir – El corto camino hacia su habitación se vio interrumpido por algo que atrajo su atención, en el piso de abajo. Volvió sus pasos a la planta baja, hallando una silueta familiar acurrucada sobre uno de los sillones del comedor, mirando las estrellas –. Si estás esperando que te respondan, estás un poco equivocado, Yasu - El aludido lo miró, al principio, sorprendido por su presencia en el lugar pero, segundos más tarde, le dedicó una tímida sonrisa. Ryuhei advirtió que entre sus manos, descansaba una humeante taza de té –. ¿Qué sucede? – Le preguntó, sentándose en el sillón de un cuerpo al lado de aquel donde estaba sentado el rubio.
– Estoy preocupado por Hina – Respondió el aludido, sirviéndole una taza de té y entregándosela al secretario.
– Tienes ese don – Dijo el morocho, agradeciendo la bebida con un movimiento de cabeza –. Murakami-san estará bien, no tienes de qué preocuparte – Le dijo, acariciando sus cabellos por sobre la manta que lo cubría de pies a cabeza –. Si él mismo se ofreció a ir a lo de Yokoyama-san, estoy seguro que es porque sabe lo que hace.
– Usted nunca hace las cosas sin pensar, ¿verdad? – Por unos instantes, siendo observado por aquellos orbes oscuros, se sintió transparente a él, por lo que desvió su vista de inmediato, resoplando una suave risa.
– Lo siento – Dijo Ryuhei, suavemente, después de un rato, levantándose de un salto y dejando la taza de té sobre la pequeña mesa que los separaba –. Es que…
– Es mi culpa. Lo siento mucho, Maruyama-san – Se disculpó Shota, levantándose él también y dedicándole una reverencia, sin darse cuenta que su manta estaba cayendo poco a poco al suelo. Instintivamente, ambos la agarraron, encontrándose también sus manos, obligando a sus dueños a mirarse a los ojos. La piel de Ryuhei se crispó, soltando el suave agarre que había mantenido sobre la mano de Shota y dirigiéndose con pasos rápidos a su habitación –. La carga que lleva dentro es demasiado oscura, ¿verdad?
– Lo que sea que viste…
– No pude ver nada. Tampoco es que haya querido meterme en su corazón.
– Lo sé. Aunque no quieras, puedes ver ese tipo de cosas. Buenas noches.
– Maruyama-san – El llamado del rubio, ocasionó que Ryuhei detuviera sus pasos -. Sabe que aquí tiene un amigo a quien puede contarle sus inquietudes cuando usted quiera – Le dijo, agachándose para levantar su manta del suelo. Al volver la vista al secretario, éste ya había desaparecido.
Ryuhei cerró la puerta de su habitación y apoyó su cuerpo contra la misma.
– Pero lo que no sabes, es que yo no quiero tenerte de amigo…, Yasu…

Estaba aburrido. Le parecía que esa casa sea mucho más grande por dentro que la de Tadayoshi. Después de todo, You era el hijo mayor, y el legítimo. Y aunque nunca le hubiera presentado guerra formalmente a Tadayoshi, se notaba a la legua que lo odiaba. Y ese odio era mutuo. Chistó al abrir la puerta de un cuarto, y hallarse perdido por cuarta vez en la madrugada. No podía dormir si no era su cama, así que decidió recorrer la casa para conocerla, aunque la realidad era que quería encontrar a Hiroki.
– No deberías estar aquí.
Su voz lo hizo sobresaltar. Se giró para mirarlo.
– Me asustaste.
– Lo siento, no fue mi intención – Le molestaba su forma de mirar. Hacía no mucho tiempo, se había dado cuenta que no pestañaba. Muchas veces le pareció estar viendo un fantasma, una sombra. Si bien hablaba, no lo hacía más de lo debido. Si bien bebía y comía, tampoco lo hacía hasta el hartazgo. Pero indagar más en Subaru no era su misión en ese lugar. Su misión era encontrar a Hiroki y, de ser posible, antes de que fuera demasiado tarde.
– Me perdí – Le dijo, utilizando las mismas pocas y palabras correctas con las que él le había hablado. Subaru le respondió frunciendo el ceño.
– Sígueme. Te conduciré hasta tu cuarto – El secretario condujo a Shingo hasta el piso de abajo, el segundo, si no había contado mal, y abrió la sexta puerta de la izquierda –. Este es tu cuarto.
– Muchas gracias – Agradeció el nuevo integrante de la mansión, entrando a la habitación y cerrando la puerta a su paso. Su cama era inmensa a comparación de la que había estado usando en la mansión de Tadayoshi. Negó con la cabeza de un lado a otro. ¿Qué rayos estaba pensando?
Sintió un suave agarre sobre su cintura y su piel estremecerse al sentir un cálido aliento sobre su cuello.
– Al fin solos – Le susurró You al oído.
– ¿Qué hace aquí, Yokoyama-san? – Preguntó Shingo, sorprendido por su presencia.
– Estás distraído, Hina – Se quejó el vampiro –. Estuve esperándote detrás de la puerta todo este tiempo. Ya me estaba aburriendo… ¿Dónde estabas? – Dijo, girando su cuerpo para mirarlo a los ojos.
– No podía dormir – Respondió Shingo –, así que fui a recorrer un poco la casa, hasta que me perdí.
– ¡Pobrecito, mi Hina! – Exclamó You, abrazándolo y enterrando suavemente una de sus manos entre sus cabellos –. La próxima vez, yo mismo te haré un breve recorrido por la misma. ¿Quieres que te haga compañía esta noche? – Susurró sobre su oído.
Un interminable silencio se hizo presente. Shingo cerró los ojos lentamente, sin mover en lo más mínimo sus músculos.
– Sí…, quiero…

Alertado por un estrepitoso sonido proveniente del cuarto de Yuya, Takahisa subió corriendo las escaleras que lo separaban de aquel lugar. Al abrir la puerta, halló al rubio de brazos cruzados, sentado sobre la cama y a Toma de pie, al lado de la misma, habiendo sido parte de su ropa alcanzada por el desayuno de su amante.
– ¡Deja de decir estupideces! – Vociferó el vampiro –. ¡Llegas a cometer una cosa como esa y…!
– ¡Ya estoy harto de vivir rodeado de mentiras, Yuya! – Tanto Takahisa como su amo, se quedaron más que sorprendidos por la respuesta del supplier, ya que, si bien de vez en cuando discutía con Yuya, nunca antes le había levantado la voz –. Esta vez, no pienso hacerte caso – Agregó, dirigiéndose a la puerta del cuarto.
– Si llegas a hacer eso, Toma… Ya no serás mi supplier – Susurró Yuya. Sin responderle absolutamente nada, el morocho salió de la habitación.
Takahisa se quedó estático unos instantes, antes de volver la mirada a su amo, quien, enfadado y susurrándole maldiciones a su supplier, se hizo un ovillo entre las sábanas y le dio la espalda.
– Tegoshi, ¿qué sucedió? – Le preguntó Takahisa con un poco de miedo, mientras levantaba los trozos de vidrio de lo que había sido una taza y un pequeño plato de porcelana.
– Toma quiere saber por qué Ryo-chan vino aquí.
Su oyente detuvo sus acciones por unos instantes.
– Ya veo…
De un salto, Yuya se sentó en la cama y se estiró hasta poder mirar a su secretario.
– No quiero que vaya, Massu. ¿Y si no puede volver? Si a Toma le pasa algo, yo me muero.
– Quizás – Lo interrumpió Takahisa, ocasionando que el rubio lo mirara –… Quizás Ikuta tenga razón.
– ¿Eh…? – Alcanzó a musitar Yuya, antes de sonreír suavemente –. Massu, ¿qué te sucede? Jamás has estado de acuerdo con Toma en absolutamente nada y ahora le das la razón en… Ah… Ahhh… Ya entiendo qué es lo que sucede aquí… Tú quieres que Toma vaya, que se pierda y jamás regrese, ¿cierto?
– ¿Qué? – Preguntó Takahisa, sin poder salir de su asombro –. No puedo creer que a esta altura del partido pienses eso de mí…
– ¡Claro que lo pienso! ¡Tú siempre has estado celoso de Toma! – El pelirrojo jamás había visto a Yuya tan furioso como lo estaba en ese momento. Sintió a los trozos de porcelana que descansaban sobre sus manos, vibrar ante los gritos del vampiro. Agachó la cabeza, mordiéndose el labio inferior. Al levantar su rostro, Yuya pudo ver cómo una catarata de lágrimas se desbordaba a borbotones de sus ojos.
– ¡Eres un idiota, Tegoshi! – Exclamó el secretario, lanzando al suelo los pedazos de taza que había juntado y saliendo corriendo de la habitación. En la planta baja, Toma pudo ver la figura del pelirrojo saliendo rápidamente de la mansión, enjugándose exageradamente las lágrimas. El supplier suspiró y siguió sus pasos hacia fuera del lugar, sin embargo, sus pasos se dirigieron a la mansión de Tadayoshi, donde golpeó la puerta suavemente.
– Buenos días, Ikuta-san – Lo saludó Shota, al abrir la puerta de entrada.
– Buenos días – Respondió el morocho, casi susurrando –. ¿Se encuentra Ohkura-san?
– S… Sí… En estos momentos, está desayunando. Pase, por favor – Le dijo el rubio, haciéndose a un lado para que el hombre entrara.
– Muchas gracias – Le dijo Toma, dedicándole una reverencia para luego ir hacia el comedor donde, tal y como había dicho Shota, Tadayoshi desayunaba en compañía de Ryo, su secretario y sus invitados –. Ryo, ¿recuerdas lo que me pediste una vez? – Preguntó, desde la entrada. Tadayoshi miró al mortal, quien estaba muy poco despabilado como para poder entender las palabras de Toma, pero pasaron escasos segundos hasta encontrarse con un brillo esperanzador en su mirada, por lo que dirigió su vista al recién llegado –. Voy a cumplirlo. Tengo la confianza suficiente como para decirte que estoy en condiciones de llevarte conmigo al pasado y descubrir cuál fue la causa de tu muerte, y por qué terminaste aquí.
– ¿E… En serio…? – Preguntó Ryo, sin poder evitar esbozar una sonrisa. Como respuesta, Toma asintió con la cabeza. Tadayoshi dirigió una rápida mirada a Ryuhei, quien también lo estaba mirando a él.
– Bueno, ¿has venido solo a eso o vas a sentarte a desayunar? – Preguntó Keiichiro.
– No, lo siento, Koyama-san. Hay algunas diligencias que debo hacer – Se disculpó el supplier al ver de reojo que Takahisa estaba entrando a la mansión –. Nos vemos más tarde.
– Toma – Lo llamó Tadayoshi –. Esta noche vamos a ir a rescatar a Uchi-kun. Estoy seguro de que Hina ya habrá estudiado el campo de batalla como para que podamos presentarnos y no tener problemas al respecto.
– Entiendo – Dijo el supplier, dedicándole una reverencia, apresurando su partida para evitar que Takahisa entrara al comedor. Toma se dio media vuelta y se acercó a Takahisa a quien agarró del brazo.
– Oye, ¿qué haces?
– Shh… Sígueme, tengo que hablar contigo.
– ¿No van a entrar…? – Preguntó Shota, al lado de la puerta de entrada, sin entender del todo la situación.
– No, más tarde venimos – Dijo Toma, llevándose al pelirrojo a la rastra –. Adiós.
– Disculpen – Dijo Ryuhei, lanzando la servilleta que descansaba sobre su regazo arriba de la mesa –. Yo también tengo cosas que hacer. Nos vemos más tarde.
Keiichiro siguió a Ryuhei con la mirada, mientras sus papilas olfativas y gustativas se dedicaban a beber y olfatear el contenido de la taza de té que tenía entre sus manos. Se dio cuenta que ni Ryuhei miró a Shota, ni Shota miró a Ryuhei, aún cuando solían dedicarse una rápida mirada cuando estaban en la misma habitación.
El secretario salió de la mansión y se dejó guiar por una fuerza extraña, esperando que lo condujera al lugar donde Takahisa y Toma estaban charlando.

– ¡¿Qué te sucede, Ikuta?!  – Le preguntó el pelirrojo, siendo soltado por el supplier, sobre uno de los bancos del jardín de la casa de Yuya.
– ¿Qué sucedió con Yuya? – Le preguntó el aludido, cruzado de brazos.
– ¿Eh?
– Te vi salir corriendo y llorando de la mansión.
– No creo que estés precisamente preocupado por eso… Más bien, yo debería ser quien te preguntara qué sucedió.
– Vamos… ¿Vas a decirme que Yuya no te lo dijo? Oí sus gritos en el piso de abajo. Es más, los vidrios estaban vibrando…
– Me lo dijo. Lo que no entiendo es por qué quieres hacerlo…
– No me cierra el por qué de la presencia de Ryo en este lugar…
– Tú le dijiste a Ohkura-san que su supplier vendría desde el mar – Dijo el pelirrojo, frunciendo el ceño.
– Aún así, por más que vaya a ser su supplier, no entiendo por qué tanta devoción por él. No soy perfecto, ¿sabes? Quizás me haya equivocado, quizás Ryo no sea su supplier.
– No lo sé – Dijo Takahisa, hincándose de hombros –. Pero, por primera vez, creo que tienes razón – Agregó, mirándolo a los ojos, ocasionando la risa en Toma –. ¿Qué es tan gracioso…? – Se quejó el pelirrojo, inflando sus mejillas.
– Lo siento… Es que… no es precisamente normal que estemos de acuerdo en algo…
– Ikuta…
El aludido lo miró. Notó seriedad en sus ojos.
– ¿Qué?
– Cuida a Tegoshi. Si algo me sucede, te lo encargo.
– ¿Si algo te sucede…? ¿A qué te refieres…?
– No puedo decírtelo ahora… Pero…, cuando sea la hora, prometo decírtelo. ¿Podrías prometerme eso?
– Mira… La verdad es que no me importa que Yuya me haya gritado, o si quiere echarme de su lado. Siempre estaré junto a él, de eso, que no te quepa la menor duda.
– Gracias…

Tadayoshi leía un libro en la biblioteca, hasta que la puerta se abrió, dando paso a Ryuhei. El secretario miró a ambos lados antes de cerrarla, verificando varias veces con la mirada que nadie lo hubiera seguido.
– ¿Y bien? – Preguntó el vampiro, cerrando el libro que estaba leyendo, usando su mano como señalador.
– No sé por qué, pero Masuda-kun está empecinado en ayudar a Toma a descubrir cómo Ryo llegó aquí – Tadayoshi suspiró, cerrando los ojos.
– Sabes lo que tienes que hacer si se acercan a la verdad – Dijo el vampiro, levantándose y dejando el libro sobre la pequeña mesa a su lado.
– Matarlos… , ¿verdad?
– Lo siento, Maru – Se sinceró Tadayoshi, apoyando su mano sobre su hombro, ocasionando que lo mirara –. Sé que lo que menos desea un médico es quitarle la vida a alguien, pero no hay otra alternativa, y lo sabes – El aludido no omitió sonido alguno –. Mantengamos un ojo sobre esos dos, hasta esta noche. Si podemos juntar algo más de información, y estamos seguros de que van a actuar en contra nuestra…
– Pero, y Tegoshi, ¿qué? Estará destrozado, no sólo tras perder a Ikuta-kun, sino también a Masuda-kun…
– Lidiaremos con eso… Sabes que Tegoshi siempre me vio como a un hermano mayor. Además, no seremos nosotros quienes tomarán cartas en el asunto… Recuerda que el asunto de Uchi-kun es algo complicado…
– Nunca vas a ensuciarte las manos, ¿verdad?
– Jamás, amigo mío – Respondió Tadayoshi, palmeando su hombro varias veces, antes de dirigirse a la salida –. Ah… De ser necesario… Uchi-kun también deberá ser eliminado.
– Entendido – Dijo Ryuhei, suspirando al oír la puerta de la biblioteca cerrándose –. Que vampiro complicado el que me tocó a mí…

Le costó bastante despertar. No pudo deducir qué hora era ya que las cortinas estaban corridas, como si quisieran que durmiera eternamente. Se sentó en la cama, cubriendo sus partes bajas con las sábanas y una fina frazada. Se restregó los ojos hasta que ellos se encontraron con un florero lleno de flores de diferentes clases. Se cubrió por completo con las sábanas, se levantó y se acercó al mismo, hundiendo su nariz sobre las mismas.
– Idiota – Susurró. Le asombró no ver la luz del sol a través de las cortinas, por lo que corrió una y vio la luz de la luna –. ¡Rayos! – Exclamó, lanzando las cortinas y buscando su ropa, saliendo como un rayo luego de vestirse –. “Las únicas puertas que no abrí son las cuatro últimas del piso de arriba. ¡En una de esas tiene que estar Uchi-kun!” – No supo cuánto tardó en encontrar el cuarto correcto, pero al hacerlo, encontró a Hiroki a punto de terminar con su vida cortándose las muñecas –. ¡Espera! ¡No, no, no! ¡No lo hagas! – Exclamó, cerrando la puerta a su paso. Se acercó corriendo al supplier y alejó el cuchillo con el cual buscaba darle un final a su tragedia.
– Déjame… ¿Quién rayos eres tú?
– Hoy van a venir a rescatarte – El muchacho lo miró. Su mirada estaba vacía y las ojeras le llegaban casi hasta las mejillas –. Hoy van a venir a rescatarte. Por favor, hasta ese momento, cuídate, no dejes que nada malo te pase – Le dijo, abrazándolo.
– Qué imagen más emotiva – La piel de Shingo se crispó. Eso significaba que era Subaru quien le hablaba –. ¿Qué les parece pasar la noche aquí? – Preguntó el morocho, sin darle tiempo a Shingo de llegar a la puerta, ya que al hacerlo, la misma se cerró sobre su cara, sin ser capaz de abrirla.
– ¡Demonios! – Vociferó el invitado.
– ¿Realmente creías que ibas a poder lograrlo?
– ¿Qué cosa?
– Salir de aquí con vida… Si Yokoyama-san no te hizo aún su supplier, déjame decirte que no tardará mucho en hacerlo.
– ¿Y quién dijo que sería yo el que saldría de aquí contigo? – Hiroki lo miró, pero no dijo nada –. Ahora estás a salvo. Yo voy a cuidarte hasta que vengan por nosotros.
– Qué confianza que tienes en que llegarán vivos a este lugar…
– Hablando de todo un poco… ¿Sabes cuál es la especialidad de Yokoyama-san?
– No la conozco del todo, pero es como… Dios… No puedes hacer nada sin que él lo sepa… Eso tenlo por seguro.

El grupo conformado por Ryo, Ryuhei, Shigeaki, Takahisa y Tadayoshi, entró sigilosamente a la mansión de You.
– Así estaba la primera vez que vine – Dijo Ryo –. Silencioso como un cementerio...
– Tiene razón – Dijo Ryuhei –. Mete miedo que esté todo en silencio…
– No se preocupen, este silencio es normal – Dijo Shigeaki.
El quinteto llegó a la puerta de entrada, la cual fue abierta por los tres secretarios.
– Mierda – Chistó Tadayoshi, colocándose tanto él como Ryuhei, frente a Ryo –. No te alejes ni un milímetro de mí –. Le pidió.
Una incontable cantidad de guardias los estaban esperando, apuntándolos con espadas y armas blancas.
– Te lo había advertido, hermanito – Dijo You, desde lo alto de las escaleras –. Te dije que no me gusta que vengan a mi casa sin anunciarse.
El aludido se giró y salió de la mansión para tocar el timbre.
– Ya está, me anuncié.
– Qué gracioso eres…
– Sólo a veces…
– ¿Qué vienes a buscar exactamente?
– A Uchi-kun y a Hina.
– ¿A Hina? – Preguntó You, frunciendo el ceño –. Hina es mío – Agregó, cambiando su tono de voz.
– Lo siento. Pero no creo haber estado de acuerdo en que se fuera de mi casa. Ahora, hermanito, ¿me los darás por las buenas o por las malas?
– Mátenlos a todos – Respondió el aludido, luego de una interminable pausa.