13 de noviembre de 2012

[Double U] Capítulo 08 - Buscando un final

 Sueño~ ε-(´・`)
  安田章大 - アイライロ
  En casa (^v^)


Ciaossu~!!
Wowwwww... ¿Desde el 16 de Octubre que no subo nada? xD Tengo que tener una alarma en el celular para este tipo de cosas xDDDDDD
¿Qué les parece mi nuevo banner? Lindo, ¿no? *-* Digan que sí porque los mato, estuve como dos horas decidiéndome a ver qué le encajaba para que, al menos, zafe (´;ω;`)
Estamos llegando al final :D y al principio de Forever -w- (aunque reconozco que debería terminar dos oneshot que dejé en las mejores partes... If you know what I mean (^_−)☆)
Así que los dejo con el 8 de Double U y prometo que a fin de mes a más tardar les subo el último xD
Enjoy~ ♥



Título: Double U.
Fandom: Johnnys.
Pairing: IkuTego [Ikuta Toma x Tegoshi Yuya], OkuMassu [Okura Tadayoshi x Masuda Takahisa], RyoPi [Yamashita Tomohisa x Nishikido Ryo] (pero nadie dice que no pueden haber más ;3)
Formato: Multi-chaptered.
Género: AU, romance.
Rating: PG-13
Capítulos: 08 / 09
Sinopsis: Aunque hay una sola persona atentando contra la relación de Toma y Yuuko, es el propio Yuya quien no puede soportar más el estar cerca suyo como hombre y no poder decirle que lo ama...

( 02. Cita
( 04. Fiebre
( 05. Celos
06. Deseo )


Capítulo 08: Buscando un final


Que Misako sonriera al ver a Toma y Yuya tan sólo caminando juntos, hacía que el rubio se crispara. Obviamente, no podía ir a la universidad como Yuuko, y mucho menos, enfrentarla como Yuya. En el momento que lo hiciera, sabía que ella iría y le contaría todo a Toma. Sabía que eso era lo que ella estaba buscando. Cada día, cada semana, aún estando con Toma, se estaba volviendo insoportable.
- ¿Qué? ¿Que no hiciste esos ejercicios? – Se alertó Toma -. Tegoshi, Sato-san va a matarte…  Voy a preguntarle a Misako-san si los hizo para ver si los míos están bien y te ayudo a pasarlos, ¿de acuerdo? – Le preguntó, levantándose de su asiento.
- Claro, a ella sí la llamas por su nombre – Murmuró, mirando hacia otro lado.
- ¿Qué? ¿Dijiste algo?
- Que yo voy a ir a pedírselos – Dijo el rubio, levantándose.
- Qué carácter – Murmuró Toma, con una sonrisa.
- Renbutsu-san – Llamó su atención Yuya, por lo que la muchacha lo miró, sonrisa por medio.
- Dime.
- Toma quiere comparar los ejercicios que hay que entregar hoy con los tuyos, ¿me los podrías prestar por favor?
- Claro – Dijo la muchacha, buscando mencionados ejercicios en su cuaderno -. Pero, ¿por qué no vino él? ¡No me digas que tienes miedo que le cuente algo, Tegoshi-kun! – Yuya recibió el cuaderno entre sus manos, pero no dijo nada. Su rostro de preocupación fue captado por Toma.
- Aquí tienes – Suspiró el rubio, entregándole a Toma el cuaderno y juntando sus cosas.
- ¿Adónde vas?
- A casa. No tengo ganas de comerme un sermón por no traer hecha la tarea, así que me voy.
- Pero… Te dije que te ayudaría…
- Lo siento, pero realmente, quiero irme.
- Espera, Tegoshi – Lo detuvo Toma, agarrándolo de la muñeca, por lo que el rubio, mirándolo, asombrado, se zafó -. Voy contigo – Agregó, segundos más tarde.
- No hace falta, estaré bien.
- Dije que iré contigo, y así lo haré -Yuya espero a que Toma le devolviera el cuaderno a Misako y salieron juntos -. ¿Puedes decirme qué te sucede? – El rubio lo miró -. No sé cómo explicarlo, pero… estás muy raro últimamente. Hasta podría jurar que casi ni sonríes. Me preocupas…
- No sucede nada – Sonrió Yuya, forzadamente -. Perdóname por hacerte preocupar.
- ¿Problemas con Oomasa-san? – El rubio negó con la cabeza.
- No soy tan tonto como para hacerme problemas por cosas tan triviales como esas.
- El amor no es una cosa trivial.
- ¿Lo crees? – Le preguntó, mirándolo.
- ¿Acaso cada vez que escuchas un te amo de la persona que amas, es algo trivial para ti?
- Por supuesto que no – Respondió Yuya, sonriendo sinceramente, bajo la mirada de Toma.
- Ese es el Tegoshi Yuya que quiero ver. Uno con una alegre sonrisa.
- Ikuta-kun, ¿puedo hacer el camino solo a partir de aquí?
- Seguro – Respondió el aludido, mirando cómo se alejaba de él -. Tegoshi – Lo llamó, haciendo que el rubio se diera media vuelta para mirarlo -. Si necesitas algo, algún consejo, algo de lo que quieras hablar… Sabes que cuentas conmigo, ¿sí?
El aludido no respondió, sólo le dedicó una sonrisa antes de seguir su camino. Inconscientemente, o quizás, porque realmente lo necesitaba, llegó a Eden y se acercó al mostrador.
- Tegoshi-kun – Llamó su atención la voz de Tadayoshi, apareciendo frente a él con una sonrisa -. ¿Qué se te ofrece?
- Necesito hablar… con Ryo-chan.
Su oyente notó la tristeza en su mirada y en su forma de hablar.
- Pasa – Le dijo, dejando que pase por detrás del mostrador y lo siguiera hasta la cocina. Aquellos quienes no lo conocían, se quedaron mirándolo, no sólo por su presencia, sino también, por la tristeza que llevaba encima -. Ryo-chan – Lo llamó la voz de Tadayoshi, haciendo que el muchacho pausara sus acciones sobre un plato para darse media vuelta -…, tienes visitas.
Bajo la mirada de Shingo, Yu y de muchos otros cocineros, Yuya se desplomó sobre el cuerpo de su amigo, aferrándose a él mientras de sus ojos, no dejaban de caer lágrimas de dolor.
- No aguanto más… Ryo-chan… No sé cuánto más pueda soportarlo.
- Ya, ya – El morocho, intentaba calmarlo, acariciando su espalda y sus cabellos. Yu le hizo una seña para que lo llevara al menos hasta el baño, no fuera cosa que Shota los encontrara. Haciendo caso a las señas de su superior, Ryo llevó a su amigo hasta los vestuarios, lo sentó en una silla y se arrodilló frente a él, levantando su rostro para secar sus lágrimas -. A ver, ahora, ¿qué sucedió?
- Hay una chica que está detrás de Toma… No sé cómo lo notó, pero… Se dio cuenta que… Yuuko y yo… somos la misma persona.
- ¿Te amenazó?
- No, pero… Siento que está esperando que haga un movimiento en falso para ir a contarle todo. Ryo-chan… No puedo soportarlo más. Yo… Yo realmente lo amo – Volvió a sollozar, generando la sonrisa en su amigo.
- Sientes… ganas de besarlo todo el tiempo, ¿no? – Le preguntó, por lo que Yuya levantó la mirada -. De estar con él todo el tiempo… Como Yuya – El aludido asintió con la cabeza -. Yo me sorprendí bastante cuando te vi. Si no te conociera de pies a cabeza, no hubiera imaginado que eras tú. Las palabras de Oo-chan son reales, tú pareces una mujer cada vez que te quieres ver como una. Pero, Tegoshi, no importa cómo te veas, por más disfraces que tengas encima, siempre serás el Tegoshi  que yo conozco, y estoy seguro que cuando Toma sepa la verdad alguna vez… Sabrá que es así, que aunque al principio se haya enamorado de Yuuko, en realidad lo que estaba sucediendo… era que se estaba enamorando de ti. La figura de Yuuko es lo que no hace que él note eso. Eres tú mismo el que se lo está impidiendo.
- No me pidas que vaya y se lo diga, Ryo-chan – Negó Yuya, con la cabeza -. Toma no lo soportaría.
- Entonces, ¿para qué viniste? ¿Para que te abrazara, te consolara y te dijera que todo se solucionará? Sabes que yo no soy así. Sabes que yo soy la única persona que te dirá la verdad, siempre. Por eso viniste. No me pidas que me quede de brazos cruzados cuando mi mejor amigo está sufriendo – Susurró, volviendo a secar sus lágrimas con las manos -. Ve y pídele algún postre a Tadayoshi. Yokoyama-kun hace unas cosas dulces que te levantarán el ánimo. Después vete a casa y descansa.
- Sí, mamá – Sonrió el rubio, imitándolo Ryo a los pocos segundos.

Al día siguiente, Ryo le dijo a Tomohisa que llegaría un poco más tarde. Iba a ir a un lugar que no pensó pisar en su vida: la universidad. Pidiendo distintas indicaciones, llegó después de mucho caminar al salón del primer año de la carrera de Idioma y literatura inglesa. A partir de ahí, podía dar fácilmente con la persona que había ido a buscar.
- ¿Ikuta-kun? – El aludido giró su cabeza, sorprendiéndole sobremanera la presencia de Ryo en aquel lugar -. ¿Podemos hablar?
Toma llevó a Ryo al patio del lugar, dejándolo solo unos minutos para volver con dos refrescos.
- Ten – Dijo, entregándole una lata de jugo.
- Ah, gracias – Dijo el morocho.
- ¿De qué quieres hablar?
- De Yu… ko-chan…
- Te escucho.
- No me disculpé correctamente por lo que oíste cuando fuiste a devolverle el libro a Tegoshi el otro día.
- Yuuko ya me dijo lo que tenía que saber.
- No. Realmente… Yo quiero hacerlo – Toma pudo notar la sinceridad en su mirada, por lo que dejó que siguiera hablando -. Yo… conozco a Tegoshi y a Yuuko desde que éramos pequeños. La familia de Tegoshi debió ir a Osaka por asuntos de trabajo y, nosotros, como niños nos hicimos muy buenos amigos. Yuuko venía a visitarlo todos los fines de semana, así que, indudablemente, terminó siendo parte de aquel grupo. Ellos… son como mis hermanos. Por eso, no quiero que pienses que lo que oíste o dejaste de oír ese día, tenía malas intenciones. Nunca, pero nunca, les haría daño a mis amigos, ni siquiera jugando. Por eso, voy a pedirte una cosa… No los hieras. A ninguno de los dos.
Terminado el monólogo, Ryo se levantó.
- Ahh… Nishikido-kun – La voz de Toma, impidió que el morocho llegara a hacer siquiera un paso -. ¿Por qué haces esto?
- Porque no soporto ver a mis amigos llorar.

La jornada laboral había terminado. No había nada que le gustara más antes de irse, que la tranquilidad de Eden antes de retirarse a descansar. Caminó por esos pisos una última vez, antes de dirigirse a los vestuarios.
- Tacchon – Llamó Shota a la persona sentada en una silla en el lugar.
- Vaya, pensé que nunca más ibas a venir – Le dijo, levantándose.
- Deberías dejar de hacer estas cosas. ¿Qué sucede? – Le preguntó el gerente.
- Quiero que sepas algo por mi propia boca, antes de que alguien más te lo cuente.
- Dime.
- Estoy saliendo con Masuda-kun.
- Lo sé – Dijo Shota, con una sonrisa -. No te conozco desde hace dos días como para darme cuenta que estás más tonto de lo habitual.
Tadayoshi rió.
- Yasu… Quiero que aceptes mis disculpas.
- ¿Por qué?
- Por no haber sido capaz de aceptar tus sentimientos por mí.
Shota detuvo sus acciones y se giró para mirarlo a los ojos.
- Pensé que algún día me dirías que me amabas. Siempre lo supe, Tacchon, desde el primer día en que Masuda-kun pisó Eden, siempre supe que estabas enamorado de él. Pero… mi orgullo me impedía hacerme a un lado. Tenía ese sentimiento egoísta de querer luchar por ti hasta el final, de no querer entregarte a nadie aunque eso significara mi muerte. O, al menos…, hasta que tú mismo te encargaras de decirle a Masuda-kun que lo elegías a él para que fuera tu compañero en la vida. Ese día llegó, y estoy dispuesto a olvidarte, así que por favor, ¿podríamos actuar como si esta conversación no hubiera existido?
- Está bien – Dijo Tadayoshi, antes de agarrar sus cosas y dirigirse a la puerta -. Hasta mañana.
- Tacchon… Felicidades.
- Gracias, Yasu.

El timbre sonó en la casa de Toma. Esperó a que la atendieran, sorprendiéndose la mujer por su presencia en el lugar.
- Yuuko-chan…
- Buenas noches. Perdón por la intromisión. ¿Está Toma?
- Sí, pasa, por favor – La mujer dejó pasar a la muchacha, quien esperó sus indicaciones para saber adónde ir -. Mi hijo está en su cuarto. ¿Quieres que te lleve algo para tomar?
- No, gracias. Sólo vine un momento – Dijo la muchacha, antes de subir las escaleras.
- ¿Yuuko-chan? ¿Todo está bien?
La aludida asintió con la cabeza y subió las escaleras. Golpeó la puerta del cuarto de Toma y esperó a que le diera el paso para poder entrar.
- Pase – La muchacha entró, dejando boquiabierto a su pareja -. Yuuko-chan… Pasa, pasa – Dijo el morocho, haciendo a un lado los libros abiertos que estaban en el suelo, a su lado, para que ella se sentara -. Qué sorpresa que estés aquí. ¿Sucede algo?
La aludida negó con la cabeza.
- Sólo quería que supieras que te amo – Toma sonrió -. Cuando acepté salir contigo… Si tengo que ser sincera, acepté por lástima – Reconoció, sonriendo -. Realmente no pensé que nos terminaríamos besando, saliendo más veces y mucho menos que nos terminaríamos poniendo de novios. No pensé que… que te amaría tanto. Pero, ¿sabes una cosa, Toma? Tu amor me duele – El aludido la miró a los ojos, sintiendo que en algún lugar había visto esa misma mirada -. Me duele demasiado. Terminémoslo, ¿sí? – Sollozó, segundos antes de levantarse, pero Toma fue más rápido que ella y la agarró de las muñecas para que lo mirara.
- Si tú eres la que lo está terminando, ¿por qué lloras?
- Porque te amo. Y es por ese motivo que te estoy dejando.
- Yuuko…
La muchacha agarró su rostro y besó sus labios con extrema ternura.
- No me preguntes. No me sigas lastimando – Le susurró antes de irse.
La madre de Toma, al oír los tacos de Yuuko bajando hacia la planta baja, miró hacia los pies de la escalera, viendo a la muchacha salir corriendo de la casa, llorando.
Cubriendo su rostro, Yuuko llegó hasta la esquina, donde vio a alguien familiar para ella.
- Sabía que vendrías aquí…
- Ryo-chan… ¿Cómo…?
- Es fácil saber dónde vive alguien si vas al lugar donde estudia. Siempre hay un chismoso en la clase – Dijo el muchacho, sacándose el sacón para cubrir con él a Yuuko -. ¿Qué estás esperando? Sigue llorando – Acercó el rostro de la muchacha a su hombro, acariciando su espalda -. Te dije que iba a estar aquí cuando quisieras hacerlo. Llora todo lo que quieras, Tegoshi.
A través de la ventana, Toma vio cómo Ryo abrazaba a Yuuko. Iba a llamarla, a seguirla, a detenerla, pero en ese momento reparó en que, sin saberlo, las palabras de Yuuko eran ciertas. Por algún misterioso motivo, él era quien la estaba hiriendo.

De: Ikuta-kun
¿Sigues enfermo?

Para: Ikuta-kun
Parece que me agarró una gripe. Disculpa que no te haya avisado. ¿Podrías darle los apuntes a Oo-chan para que me los alcance?

De: Ikuta-kun
Seguro. Cuídate.

De: Ikuta-kun
¿Puedo llamarte? Necesito contarte algo.

De: Ikuta-kun
Te dormiste, ¿no? Que te mejores. Buenas noches.

Había pasado una semana desde que Yuya había decidido terminar su relación con Toma. Con la situación contada a medias por Aya, pero contada en su totalidad por Takahisa, Subaru comprendió que Yuya necesitaba descansar, por lo que tampoco había ido a trabajar a Shibuyan, pero había sido reemplazado impecablemente por Takahisa. Yuya oyó por boca de Aya (que se lo estaba comentando a Ryo en voz baja) que toda esa semana Toma había pasado por la plaza, obviamente buscando a Yuuko. A partir del día en que decidió separarse de él, su nombre se había vuelto una palabra prohibida en sus conversaciones. Pero tanto Aya como Ryo sabían que aún faltaba mucho para que sus heridas sanaran.
- ¿Vas a estar bien? – Le preguntó Aya, frente a la puerta del salón al cual Yuya debía entrar.
- ¿Quieres entrar y sentarte conmigo también? – Bromeó el rubio.
- Está bien, está bien, me voy – Le dijo Aya, esperando a que el muchacho entre para irse, aunque estaba rodeado de personas que iban a venían por ese mismo pasillo.
- Buenos días – Saludó Yuya a Toma, quien le dedicó una sonrisa.
- Vaya, pensé que ibas a abandonar.
- Gracias por los apuntes.
- No hay de qué. ¿Cómo te sientes?
- Mejor – Respondió el muchacho, sentándose a su lado -. ¿Y bien? ¿Qué era eso de lo que me querías hablar?
- ¿Mh?
- ¿Me estuviste diciendo toda esta semana que necesitabas decirme algo y ahora te olvidas? – Sonrió Yuya.
- ¡Ah! Es que – Suspiró -… Yuuko me dejó.
- Ahhh… Lo sé – El morocho lo miró -. Yuuko… Va a irse esta noche.
- ¿Eh?
- Si te lo estoy diciendo… es porque creo que te mereces una explicación. Si hoy no vas, ya no vas a verla nunca más.
- ¿Qué quieres… decir? ¿Renunció a Shibuyan?
- Así es. Ella no va a volver nunca más a Tokio. Massu la está reemplazando, y yo, a él en el negocio.
- Ya veo…
- ¿Qué vas a hacer?
- No lo sé – Respondió el morocho, sonriendo.

Tardó una hora en debatir si entrar o no. Estuvo una hora dando vueltas por los alrededores. Vio salir a Aya, a Ryo entrar y salir del edificio, pero, en esa hora, Yuuko no había entrado ni había salido de allí. Suspiró y con pasos lentos, pero seguros, llamó al departamento perteneciente, según lo que él creía, a Aya y Yuuko.
- “¿Diga?
- Soy Ikuta Toma. ¿Puedo pasar?
- “Ah… Sí… ¿Puedes ir al departamento de Yu-chan?
- ¿Eh? S… Sí… Seguro. Gracias.
- “Mh… De nada.
Apenas colgó el portero eléctrico, Aya salió corriendo al departamento de Ryo y Yuya.
- ¿Qué sucede? – Le preguntó el rubio por la insistencia con el timbre.
- Toma viene para acá.
- ¿Eh?
- ¡Está subiendo! Y espera ver a Yuuko.
- ¿Por qué le dijiste que viniera aquí?
- ¡Porque no se me ocurrió otra cosa! – Exclamó, empujando a Yuya hacia su cuarto -. Anda, ve, cámbiate. Yo lo entretengo - Le guiñó el ojo, generando su sonrisa. Yuya entró al cuarto y cerró la puerta a su paso. Suspiró, cerrando sus ojos. El timbre llamó la atención de la muchacha que, sabiendo quién era la persona que tocaba la puerta, abrió -. Bienvenido.
- Ahh…
- Yuu-chan ya viene – Dijo la morocha, indicándole con una seña que podía sentarse.
- Gracias.
La puerta del cuarto de Yuya se abrió y fue él mismo quien salió, con una bolsa en su mano, ante la expresión de sorpresa de Aya.
- Oo-chan, ¿puedes dejarnos solos?
- S… Sí… Está… bien – Dijo la muchacha mirando a ambos. Al salir, se encontró con Ryo.
- ¿Qué sucede? – Le preguntó el recién llegado. La muchacha se lo llevó a la rastra a su departamento y apoyó su oreja sobre la puerta del mismo.
- Creo que Yu-chan va a contarle todo a Toma.
- ¡¿Eh?! – Ryo imitó a su amiga, aunque sería muy poco lo que llegaran a oír.
- ¿Y Yuuko-chan? – Le preguntó Toma a Yuya, quien como respuesta, apoyó la bolsa que tenía entre sus manos sobre la mesa.
- Por favor, ¿podrías sacar lo que hay dentro de esa bolsa? – Le pidió su amigo. El aludido, sin entender qué estaba sucediendo, sacó lo que había dentro: un sweater blanco, tejido, una musculosa del mismo color, un pantalón de jean y, en una bolsa aparte, una peluca. Con expresión de sorpresa, volvió su vista a Yuya, quien notó que llevaba puestas las botas que Yuuko había tenido para su primera cita.
- ¿Qué es esto?
- Cuando era niño, mi madre siempre me dijo que junto a mi padre, habían pensado que yo era mujer. Toda mi habitación, toda mi ropa, hasta el momento en que nací, había sido para una niña. El nombre que habían elegido para mí, como mujer, había sido Yuuko. A los seis años, para una obra escolar, me dieron el papel de una princesa. Todos los adultos lo vieron divertido, incluso mis padres, pero yo, cuando fui más grande, quise jugar a ser mujer. Los fines de semana, en la casa de Tegoshi, no estaba Yuya, estaba Yuuko. Yo siempre lo vi así, como un juego, y mis padres también estaban conscientes de que eso era para mí, un juego. Pero nunca pensé que ese juego, me llevaría a encontrar a alguien que haría que todos mis esquemas se rompieran. Y ese eres tú, Toma. Tú me hiciste cambiar. Me hiciste dar cuenta… que te amo. Que en mi vida no necesito a nadie que no sea tú. Por haberte mentido, te pido perdón.
Toma no dijo nada. Optó por levantarse e irse. A los pocos segundos, Aya y Ryo llegaron como un rayo al departamento, encontrando a Yuya, obviamente, destrozado. Esa noche se pasó con Aya sentada en un sillón, envuelta en una frazada y Ryo con Yuya entre sus brazos, plácidamente dormido, finalmente.
- ¿Crees que Toma lo perdone?
- Creo que le va a tomar un tiempo asimilar sus verdaderos sentimientos – Respondió el morocho, acariciando los cabellos de su amigo.


2 comentarios:

  1. INCREIBLE!!! ♥

    Que buen capítuloooooooooooooooooo!!!!!

    Quiero saber YA cómo termina!!!!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Buuu... Y yo que esperaba los comentarios largos que me mandás por MP ;A; *se deprime (?)*

      Leelooooo entonces *-*

      Eliminar