[Supplier] Capítulo 07 - Reviviendo recuerdos

 Debería ir a vestirme... Hmm...
La tele a mis espaldas...
 En casa~


Ciaossu~!!
Estoy entre hacer un nuevo fic (en realidad, ya lo empecé, pero me refiero a seguirlo xD), cambiarle un final fluffy a un oneshot y hacerlo hard o terminar Supplier... Creo que mejor termino Supplier... *se esfuma*

*vuelve a aparecer porque se olvidó de escribir algo*

Este episodio de Supplier es MUY DECISIVO, así que léanlo con pochoclos y música de suspenso si es posible (? xD

Enjoy~ ♥

Título: Supplier.
Fandom: Johnnys.
Pairing: Ohkura Tadayoshi x Nishikido Ryo.
Formato: Multi-chaptered.
Género: AU, smut, violento.
Rating: NC-17.
Estado: Finalizado.
Cantidad de palabras: 2596.
Sinopsis: Aunque Tadayoshi se rehusara e intentara hacer todo lo posible para que no sucediera, Ryo y Toma terminan siendo capaces de viajar al pasado. Debido a la diferencia de tiempo entre el mundo de los muertos y los vivos, cuando regresan, lo hacen un año más tarde. En aquel año, al parecer pasaron cosas algo inesperadas...

( 01. Unnamed )

( 02. Supplier )

( 03. Disculpa tardía )

( 04. Plan )

( 05. Escape )

( 06. Buscando la muerte )

Capítulo 07: Reviviendo recuerdos.

En su oficina, Tadayoshi iba de un lado a otro de la misma, siendo observado por su secretario, que estaba sentado en una silla.
– Me estás mareando.
– Hay que evitar eso…
– Es imposible, Tacchon. Por más que lo intentes, es imposible. No conoces el alcance de los poderes de Ikuta como para meterte en el medio.
– Pero, es que… ¡¿Quién demonios fue el imbécil que hizo que se le metiera a Erika esa estúpida idea en la cabeza?!
– Si quieres puedo empezar a enumerar – El vampiro lo miró –. Mentira. En realidad, sólo tengo uno: Murakami-kun.
– No, no, no. Hina no sería capaz de hacerlo – Dijo Tadayoshi, negando con la cabeza –. ¿Por qué no mencionas a Yasu? – Ryuhei frunció el ceño –. No creas que soy estúpido, Maruyama Ryuhei – Le dijo, apoyando ambas palmas sobre la mesa para acercarse más a él –. Sé que dejaste que viera lo que sucedió, y estoy seguro de que él tiene algo que ver en esto – Ryuhei se levantó y agarró a Tadayoshi del cuello de la camisa –. Oh… ¿Qué es esto…? ¿Me estás desafiando?
– Así como tú eres capaz de hacer cualquier cosa por Ryo, yo estoy dispuesto a hacer cualquier cosa por Yasu, así que mantenlo al margen de toda esta mierda que tú mismo generaste – Susurró seriamente, antes de soltarlo.
– Tú estás con tanta mierda hasta el cuello como yo, Maru – Le recordó el vampiro, mientras el aludido se dirigía a la puerta para salir de la oficina. Mas Ryuhei se detuvo a mirarse ambas palmas.
– Lo sé… Y no sabes cómo me arrepiento cada día de mi vida por eso.
Ryuhei salió de la habitación, encontrándose con Hiroki y Ryo en el pasillo.
– Creo que debería ser por aquí – Le dijo Hiroki a su amigo, intentando ubicarse en un mapa de papel que tenía entre sus manos.
– ¿Están perdidos? – Preguntó Ryuhei, ocasionando que ambos lo miraran.
– Algo así – Respondió Ryo, mientras Hiroki mantenía su mirada clavada en Ryuhei, sin omitir sonido alguno.
– ¿Adónde quieren ir? Yo los guío.
– En realidad, Erika-san nos espera.
– Entonces, están perdidos – Rió el secretario, suavemente –. Erika-san es como una mariposa cuando está en la empresa. Aunque aparece revoloteando, cuando uno se da cuenta, ya no está. Así es ella.
– ¿Ohkura está en su oficina? – Preguntó Ryo.
– Sí, pasa. Yo me quedo cuidando a Hiroki-kun – El mortal asintió con la cabeza y entró a la oficina de Tadayoshi, generándose así, un incómodo silencio –. Hiroki-kun, respecto a lo sucedido cuando fuimos a rescatarte…
– No hay nada de qué hablar. Entiendo por qué soy el blanco de Ohkura-san.
– Si lo sabes, ¿por qué no te vas?
– Porque Ryo-chan me necesita.
Ryuhei se quedó mirando al muchacho, sin decirle nada más.

– Oye, Ohkura…
– Ah, Ryo. Pensé que eras Ryuhei, ya estaba por mandarte al diablo – Se sinceró el aludido, lanzándose sobre su silla.
– Wow… Pensé que ustedes siempre se llevaban bien…
– Tenemos nuestras diferencias… ¿Qué haces aquí?
– Vinimos con Hiro… Erika-san nos dijo que…
– Ah, sí, sí. Erika – Suspiró.
– ¿Te molesta que ella haya hecho eso?
– ¿Qué cosa?
– Obligarte a que me ayudaras a volver al pasado.
– Es algo que tú dijiste que querías hacer. Y yo no puedo hacer nada para evitarlo.
– ¿Por Tegoshi?
El aludido asintió.
– Tegoshi ha sido lo más cercano que he tenido a una familia, después de Erika. Es normal que me preocupe por él.
– Yo mismo me encargaré de proteger a Ikuta.
– Sé que lo harás – Le sonrió, Tadayoshi.
– El cielo está hermoso, ¿verdad? – Preguntó Ryo, luego de estar unos instantes contemplando las blancas nubes a través de la ventana. Al volver su vista a Tadayoshi, se dio cuenta que lo estaba observando –. ¿Qué tanto me miras? – Se sonrió, sintiendo un leve ardor sobre sus mejillas.
– ¿Acaso no puedo mirarte?
– Por supuesto que no, necesitas autorización.
– ¿Y a quién debo pedírsela? – Le preguntó el vampiro, apoyando su mentón sobre su mano. Ambos se quedaron mirando unos instantes, estallando en carcajadas a los pocos minutos.
– ¿De qué te ríes?
– ¡¿Tú de qué te ríes?! ¡Tú fuiste el primero que se río!
– ¡Lo siento! Yo no puedo ver el pasado para saberlo.
– Yo tampoco – Tadayoshi dejó sus carcajadas de lado y volvió a posar su vista sobre él, seriamente –. Oye, Ryo, ¿confías en mí?
– ¿Eh? – Preguntó el aludido, después de unos instantes.
– Si confías en mí…
Ryo le dio la cara al techo e hizo girar la silla donde estaba sentado con los pies.
– Pues mira… Tú me salvaste la vida. Aunque al principio pensé que eras alguien inalcanzable, me di cuenta de que tendríamos casi la misma edad, si ambos estuviéramos vivos.
– ¿Inalcanzable?
– Tú tienes clase – Aclaró Ryo.
– Ah.
– Además…, no me has convertido en tu supplier a la fuerza, sigues esperando mi decisión. Así que, creo que ambas cosas: que me hayas rescatado y que estés respetando mi decisión, hacen que confíe en ti.
– Gracias. En cierto modo, necesitaba escuchar esas palabras de tu boca.
Ryo se levantó, pero detuvo sus pasos, como si hubiera recordado algo.
– Cuando regrese, te daré una respuesta  – Le dijo, sonriendo, antes de irse. Al salir de su oficina, se encontró con la presencia de Erika.
– ¿Terminaste de hablar con Tadayoshi-kun? – Le preguntó.
– Sí.
– Bueno, vamos. Hay muchas cosas que tengo que explicarles. Si nos disculpas, Maruyama-kun…
– Ah, sí, claro. Sigan – Dijo el aludido, dedicándole una reverencia a la mujer.
El grupo se dirigió a la biblioteca, lugar del cual eligieron la mesa más alejada del tumulto de gente.
– Muy bien – Dijo Erika –. Empecemos. Según mis experiencias, en el mundo de los vivos el tiempo pasa más lento que aquí. Lo que allí es una hora, aquí pasa en un año.
– Ahora entiendo por qué Tegoshi estaba tan reacio a que Ikuta me acompañara – Dijo Ryo –. Él me había comentado que el tiempo es distinto, pero no supo explicarme del todo bien cuál era la diferencia exacta.
– Ahora lo sabes. Sin embargo, en lo que ustedes están en el mundo de los vivos, dejaré a mis servidores más fieles para que protejan el portal ante cualquier eventualidad.
– ¿Se refiere a los shadows? – Preguntó Hiroki.
– Así es… Realmente, no quiero confiarme de mis poderes, aunque esté allí la mayoría del tiempo para vigilar la entrada, no podré hacerlo el año entero. Otra cosa que me gustaría decirles, cuando estén materializados en el mundo de los vivos, no deben hacer contacto con absolutamente nadie. Recuerden que su presencia es algo anormal, ya que se supone que Hiroki-kun ya está muerto y Nishikido-kun está a pocas horas o minutos de morir.
– Es Ikuta-san quien debe manejar el tiempo en el que llegan, ¿verdad? – Pregutó Hiroki.
– Así es, puesto que él es el único capaz de moverse a través del tiempo.
– Creo que ya me está dando dolor de cabeza – Reconoció Ryo, llevándose una mano a su rostro.
– ¿Demasiada información para un solo día, Nishikido-kun? – Le sonrió Erika.
– La verdad que sí…
– Cuando vuelvas, créeme que será peor. Debemos hacer algo con tus modales – Se explicó, mirándolo de arriba abajo, reparando en que se encontraba sentado con las piernas abiertas y sin apoyar la espalda contra el respaldo de la silla, mientras que tanto ella como Hiroki, estaban sentados correctamente. Ryo, al darse cuenta de la diferencia, los imitó, dejando ambas manos sobre sus piernas, generando la melodiosa risa de la mujer –. ¡No te dije que te sentaras bien! Sólo dije que modificaríamos un poco tu manera de comportarte.
– Erika-sama – La llamó una persona la cual no podía decirse si era hombre o mujer, puesto que estaba cubierto con una capa de color añil.
– Ah, chicos, lo siento. Debo irme – Dijo la aludida, levantándose de su asiento, al igual que los hombres a ambos flancos suyo.
– Erika-san, ¿cuándo podremos irnos? – Preguntó Ryo.
– Cuando esté todo listo. Habla con Ikuta-kun y avísenme cuando esté preparado.

– ¿Ya estás de mejor humor? – Le preguntó Tadayoshi a Ryuhei, mirándolo por sobre el libro que estaba leyendo en la biblioteca de su hogar.
– Empezamos mal…
– Está bien, me retracto: ¿Cómo estás?
– Bien – Respondió el secretario, cerrando la puerta a su paso –. ¿Qué harás?
– ¿Respecto a…?
– Respecto a Ryo…
– Intentaré usarlo…
– Estás loco…
– Todo estará bien. Sólo necesito demorar su llegada.

Dos lanchas se dirigían a una isla en el medio de la nada, el mar era igual o aún más cristalino que lo que era visible desde la costa.
Los dos grupos bajaron de las lanchas una vez llegaron, y se encaminaron al corazón de la isla misma, donde el aire se estaba volviendo cada vez más y más denso. Al llegar a destino, vieron algo parecido a un profundo agujero negro, cuya succión parecía ser frenada por varias personas reunidas a su alrededor, recitando una especie de cántico en un extraño lenguaje.
– Por favor – Erika les dio el paso a Ryo y Toma, por lo que dos de aquellas personas rodeando aquel agujero negro, se separaron un poco para dejarlos pasar. Al hacerlo, dentro de aquel círculo, los recién llegados, se dieron cuenta que la succión era más potente. Hicieron un semicírculo a su alrededor, recitando un cántico a coro, diferente del que habían estado diciendo anteriormente.
– Dame la mano – Le pidió Toma a Ryo.
– Olvídalo.
– Si no lo haces, vas a perderte en el espacio temporal…
– Está bien, está bien – El aludido extendió su mano, la cual fue estrechada por el supplier. Toma miró a Yuya, y le sonrió, acto que fue imitado por el rubio –. Ahora se supone que deben darte su poder para que el tuyo se multiplique y lleguemos a destino, ¿cierto?
– Así es… Cuando sientas que estás siendo arrastrado, déjate llevar.
Poco a poco, ambos sintieron cómo el agujero negro estaba comenzando a succionarlos. Cuando estuvieron dentro, a sus espaldas oyeron un sonido seco.
– ¡Tadayoshi!
Al girar su cabeza, Ryo pudo ver a Tadayoshi en el suelo, siendo rápidamente intervenido por sus amigos.
– Él estará bien – Le dijo Toma, sosteniendo su mano con más fuerza. Al mirarlo, Ryo pudo ver su sonrisa –. Estoy seguro que dio lo máximo de su poder para que lleguemos bien a destino.
Una destellante luz terminó envolviéndolos. Al abrir sus ojos, pudieron ver una típica calle japonesa, pero fueron sorprendidos por una repentina tormenta.
– Lluvia…
– Ah, qué suerte que traje todo lo necesario – Dijo Toma, agachado en el suelo, revolviendo la mochila que hasta ese momento había estado sobre sus espaldas, para sacar un paraguas, el cual abrió –. ¿Recuerdas cuál es tu casa? – El aludido negó con la cabeza –. No te preocupes, si llegamos aquí, por algo debe ser. Vamos, empecemos a caminar un poco. Intenta ver cada uno de los detalles, a ver si recuerdas algo.
Ambos empezaron a caminar muy lentamente, hasta que Ryo llegó a una veterinaria, donde un pequeño perro de pelaje ocre, se lo quedó mirando, intentando olfatearlo a través del vidrio, para terminar ladrándole alegremente, mientras movía la cola.
– Lo recuerdo…
– ¿Sí?
– Siempre que volvía por esta calle, solía detenerme a saludarlo. Y si la veterinaria estaba abierta, entraba y estaba con él un rato.
– ¿Por qué no lo compraste? ¿Es que acaso no tenías dinero?
– No… Pero… en el lugar donde estaba… Yo – Intentó hacer memoria, empezando a recordar muy vagamente –… No me permitían tener mascotas…
– Tenemos un avance: estás recordando.
– Pero, esa noche – Ryo se giró unos noventa grados y señaló una esquina de la acera de enfrente, desde donde un muchacho encapuchado apareció corriendo –…, vine por ese lado…
– Vamos, sigámoslo desde aquí – Dijo Toma.
Ambos siguieron a quien se suponía era Ryo, hasta su propio departamento, pero Toma detuvo sus pasos rápidamente al llegar a la puerta de entrada, la cual estaba entreabierta.
– ¿Qué sucede?
– Eso – Respondió Toma, señalando una débil mancha negra que se trasladó sobre la pared hasta entrar al departamento –. Ahora sí.
Al entrar, ambos se quedaron escondidos detrás de unas cortinas que separaban dos sectores de la casa. Del otro lado, el Ryo de ese mundo luchaba contra aquella sombra que había aparecido, hasta que finalmente fue alcanzado y lanzado al suelo. De esa misma forma, fue sentado sobre sus rodillas y sostenido de manos, sobre sus muslos. Delante suyo, poco a poco, la sombra fue materialIzándose, tomando una forma humana.
– Ryuhei – Susurró Ryo.
– Lo siento – Dijo el secretario, sacando una pequeña daga de entre sus prendas –. Créeme que no es nada personal.
– ¡¿Quién rayos eres?! – Preguntó Ryo, sin poder moverse.
– Pronto lo sabrás – Respondió, limpiando la brillante daga con su capa.
– ¡No! ¡Espera! ¡¡Espera!!
Al otro lado de la cortina, Ryo se llevó una mano a su estómago, recordando una horrible sensación que prefirió no recordar, y mucho menos, ver.
– Realmente lo siento – Oyeron ambos susurrar a Ryuhei –. Pero a veces el amor es tan egoísta que a uno le hacen hacer cosas impensables… Incluso matar a la persona amada para poder ser capaz de poseerlo en otro lugar. Pronto nos conoceremos, Nishikido-kun.
Lentamente, tanto las figuras como el departamento fueron esfumándose, como si fueran sombras. Repentinamente, Toma agarró con fuerza la mano de Ryo, sintiendo cómo eran succionados desde sus espaldas.
– No puede ser – Dijo Ryo. Su acompañante, por su parte, sostuvo su mano todavía con más fuerza –. No puede ser…

– Están llegando – Dijo Hiroki, esperando a Ryo y Toma al otro lado del agujero negro, al igual que las mismas personas que los habían despedido hace un año. Yuya miró a Hiroki e hizo un paso hacia adelante cuando sintió un cambio en la estructura de aquel agujero. En un abrir y cerrar de ojos, el supplier de Yuya y el mortal, fueron transportados nuevamente de regreso.
Toma fue abrazado con fuerza por Yuya, a quien el morocho estrechó entre sus brazos con un amor imposible de controlar.
– Espera – Dijo Toma, zafándose lentamente del agarre de su pareja y clavando su mirada sobre Ryo, quien, con muchísima razón, buscaba con la mirada inyectada en odio a una persona en cuestión.
– ¡Hijo de puta! – Exclamó el mortal, abalanzándose sobre Ryuhei, a quien derribó de una trompada –. ¡Fuiste tú! ¡Fuiste tú! ¡Todo este tiempo fuiste tú!
– ¡Espera, Ryo, ¿qué está sucediendo?! – Exclamó Keiichiro, intentando detenerlo.
– ¡Todo este tiempo fue este desgraciado! – Respondió, siendo sostenido por Keiichiro y Takahisa.
– ¿A qué te refieres? – Preguntó el secretario de Yuya.
– ¡Ryuhei fue quien acabó con mi vida!
– ¿Eh?
– ¿Eso quiere decir que Maruyama-san es…? – Preguntó Hiroki.
– Se equivocan – Respondió Tadayoshi, ayudando a su secretario –. Yo soy quien posee los atributos shadow.
– ¡Suéltenme! – Vociferó Ryo, zafándose del agarre para poder ser capaz de atacar al vampiro, pero cuando estuvo lo suficientemente cerca suyo, sintió cómo una fuerza anormal evitaba que siguiera acercándosele.
– No te atrevas a ponerle siquiera un dedo encima – Le dijo una mujer a sus espaldas. Estaba vestida igual o todavía más elegante de lo que había visto vestir a Erika. Su cabello castaño caía por debajo de sus hombros en forma de ondas, cayendo varios mechones sobre sus pechos. Su mirada era desafiante, al contrario que Tadayoshi, cuya mirada se hallaba vacía.
– Ryo-chan, cálmate – Le susurró Yuya. Por algún motivo, el aludido desistió de su idea, lo cual fue interpretado por la mujer como una señal para bajar la intensidad de su poder.
– ¿Y tú quién eres? – Le preguntó a la castaña.
– Mi nombre es Kiritani Mirei, y soy la prometida de Tadayoshi-kun – Respondió, agarrando el brazo del aludido.
En aquel momento, no supo por qué, pero recordó las palabras que Ryuhei le dijo a su cuerpo ya sin vida. Lanzó una suave risa que fue oída por unos pocos.