22 de marzo de 2013

[Forever] Capítulo 07 - Recuerdos ambiguos

 Me tengo que ir >_<
 La radio~
 En casa~


Ciaossu~!!
Oficialmente esta es la entrada número 100 del blog................. No puedo creer que haya hecho durar tanto una página como para llegar a las 100 entradas xD
Realmente, muchísimas gracias a mis lectoras ^_^ que por pocas que sean, puedo entretenerlas un poco, hacerlas llorar un poco xD con mis fics ♥ Sin ustedes, esto no tendría gracia, así que...

本当にありがとうございます!!

Les dejo el siguiente de Forever ^^
Enjoy~ ♥

Título: Forever.
Fandom: Johnnys.
Pairing: IkuTego [Ikuta Toma x Tegoshi Yuya], Ryokura [Okura Tadayoshi x Nishikido Ryo], RyoTego [Tegoshi Yuya x Nishikido Ryo] (pero nadie dice que no puedan haber más ;3)
Formato: Multi-chaptered.
Género: Drama humano (?), romance.
Rating: PG-13
Capítulos: 07 / ¿?
Sinopsis: Confusiones y sentimientos encontrados no sólo para Yuya, sino también para Ryo.




Capítulo 07: Recuerdos ambiguos



Tegoshi se quedará a dormir en casa hoy. Mañana, ¿podemos hablar a primera hora?
Eso le había enviado Takahisa para que no se preocupara, pero sólo había logrado preocuparlo más. No supo en qué momento había logrado conciliar el sueño, y tampoco supo a qué hora se despertó. Salió de ahí y fue directamente a la empresa. Lo que sea que le había sucedido a Yuya, le preocupaba. Después de todo…
 - ¡Vaya! ¡Qué extraño encontrarte aquí tan temprano? ¿Te caíste de la cama o algo así? - Volteó al oír su voz. Estaba sonriendo. Ahora que se ponía a pensar, desde hacía ya un tiempo que lo había visto sonreír de nuevo, pero se preguntaba cuán sincera era aquella sonrisa -. ¿Ryo-chan? – Lo llamó la voz de Tadayoshi.
- Sí, algo así – Respondió el morocho, volviendo un poco en sí -. La verdad es que… no pude dormir muy bien.
- Ya veo – Dijo el muchacho, apoyando su cuerpo contra el barandal de la planta alta, del mismo modo en que lo estaba haciendo Ryo -. ¿Quieres que te compre una bebida? – Preguntó, haciendo una clara referencia a la máquina expendedora de bebidas que estaba a pasos de ambos.
- Ahh… De acuerdo – Dijo el aludido, sacando su billetera, pero la mano del menor lo detuvo, ocasionando que éste lo mirara.
- Está bien, después me lo pagas.
Se lo quedó mirando. Se preguntaba cuánto lo había lastimado y por qué, en vez de seguir insultándolo, lo trataba como siempre lo había hecho. Quizás, porque sabía que esa forma de tratarlo, le dolía todavía más que la indiferencia o el mal trato.
- Aquí estás – Dijo Takahisa, haciéndolo voltear.
- Sí, llegué hace un rato – Dijo Ryo, guardando sus manos en los bolsillos -. ¿Y bien? ¿Qué sucede con Yuya?
- Mira, Ryo… La verdad… no sé ni por qué te lo voy a decir, pero en parte tienes derecho a saberlo, ya que… estás en esto por nuestra culpa.
- ¿Qué sucede? – Volvió a preguntar, frunciendo el ceño.
- Anoche Tegoshi vino a casa y estaba deshecho. Se la pasó llorando toda la noche preguntándose por qué, por qué.
- Por qué…, ¿qué?
Takahisa tomó aire y habló.
- Ikuta lo abrazó. En su casa. Y Tegoshi… Sintió cosas, obviamente. Es como si… su corazón no lo hubiera olvidado.
- ¿Y no ibas a decirme eso?
- ¿Tenía alguna imperiosa razón para hacerlo? – Preguntó el pelirrojo, con el ceño fruncido.
- Por supuesto: porque soy su pareja.
Takahisa se quedó en silencio, mirando algo detrás de Ryo. Al voltear, vio a Tadayoshi con dos bebidas en la mano.
- Aquí tienes. Café – Dijo el menor, entregándole una lata al morocho -. Ten cuidado de no quemarte. Nos vemos más tarde.
- Parece que la está llevando mejor de lo que esperaba – Dijo Takahisa, pero Ryo sólo lo miró. Se debatía internamente si seguir a Tadayoshi o quedarse allí y seguir planteándole al pelirrojo qué era lo que iba a hacer a partir de ahora con Yuya. Suspiró y se quedó allí.
- ¿Y bien?
- Sabes que esto está por terminar, ¿no? Esto significa que…
- Eso no significa nada – Lo interrumpió.
- ¿No crees que te estás pasando un poco con el papel de novio?
Ryo le dedicó una mirada asesina, pero no le dijo nada. En cambio, abrió la lata de café. Iba a necesitar unas cuantos para poder seguir el día, sobre todo para estar otro día sin Yuya, ya que la filmación al día siguiente se llevaría a cabo muy temprano y el personal decidió quedarse en la locación, inclusive los actores.

No sabía qué hora era. Tenía su teléfono celular al lado pero no tenía ganas de voltearse a verlo. Sí sabía que era de noche. Desde que había decidido acostarse no había podido conciliar el sueño. Aunque bostezara una y mil veces, no podía dormir. En su mente daba vueltas la figura de Toma y los sentimientos que, desde que se besaron, su presencia despertaban en él.
- Ikuta-san – Susurró, acariciándose los labios. Suspiró y se sentó de un salto.
Necesitaba una respuesta, y la única persona que podía dársela era Toma.
Salió de su casa rodante y halló luz en la de su compañero de trabajo. Sigilosamente, se acercó y golpeó la puerta de la misma.
- Pase – Respondieron al otro lado, por lo que entró.
- Buenas noches – Dijo Yuya, entrando, tímidamente.
- Después de que prácticamente me tiras la puerta del departamento abajo, ¿ahora tienes modales? – Sonrió, acomodándose los anteojos, sentado frente a un pequeño escritorio al costado de la cama.
El aludido se hincó de hombros, cerrando la puerta a su paso y acercándose a él.
- ¿Estás repasando el guión?
- Así es – Dijo el morocho, cerrando el libreto y lanzando los anteojos sobre la mesa -. ¿No puedes dormir?
- No – Dijo Yuya, después de recorrer el lugar con la mirada e intentar descifrar con la mirada, si la cama de Toma era cómoda. Se sentó en la misma y lo miró -. No puedo dormir.
- ¿Quieres hablar? – Preguntó el mayor, girando la silla y su propio cuerpo para apoyar sus brazos sobre el apoyacabeza y su mentón sobre ellos.
- No lo sé.
Toma rió.
- Entonces, ¿cómo tú no puedes dormir harás que las personas que te rodean tampoco puedan conciliar el sueño?
- Algo así – Respondió, tirándose de espaldas a la cama.
- Eres increíble - Estaba mirando el techo cuando sintió el peso de Toma al lado suyo. No supo en qué momento se levantó de la silla, pero ahora estaba sentado a su lado, supuso que mirándolo. Su corazón latía demasiado rápido. Tanto que le dolía. Se sentó de un salto, sorprendiendo al mayor. Lo miró, suplicándole algo con la mirada -. ¿Tegoshi-kun?
- Yuya – Dijo -. Dime Yuya.
- De acuerdo…, Yuya – Susurró. Al oír su voz, el rubio estaba seguro de que, de haber estado él de pie, sus piernas hubieran flaqueado. Toma acercó su mano a la suya y la acarició, siguiendo el recorrido con su mirada. Subió lentamente por su brazo, viendo cómo su piel se erizaba ante aquel delicado contacto. Se mordió el labio inferior, sonriendo. Aun teniendo a aquella remera por medio, siguió acariciando su cuerpo, recorriendo su cuello con las yemas de sus dedos, sus mejillas, sus labios -. Abrázame – Musitó -. Como lo hiciste ayer…, abráza…
No tuvo necesidad de pedirlo dos veces. Toma lo jaló del brazo y lo acercó a él, estrechándolo con fuerza entre sus brazos. Yuya suspiró, hundiéndose lentamente en él, dejando que el perfume que se desprendía de su piel lo embriagara por completo.
- Yuya – Susurró, sobre su oído, besando su cuello con delicadeza.
- No te dije que… me besaras – Lo regañó el rubio, sonriendo por las cosquillas que le había dado aquel acto.
- Eso fue… un pequeño extra – Se excusó el morocho, encontrándose con su mirada y con su brillante sonrisa.
- Ese extra fue muy malo…
- Lo sé – Acarició su mejilla, sosteniendo su mentón con la mano -. Por eso, ahora voy a enmendarlo.
Besó sus labios, sin pedirle permiso para hacerlo. Yuya sintió que el alma se le escapaba. Rodeó su cuello con ambos brazos, mientras el morocho, acariciaba su cintura por debajo de su ropa, levantando su cuerpo para sentarlo encima suyo. El tiempo pasaba, seguía, pero para ellos, estaba detenido. En ese momento, no existía nada más que ellos.
Los labios del morocho recorrieron esa exquisita piel que tanto había extrañado, dejando Yuya que besara su cuello tanto como quisiera y de las formas que él lo creyera necesario.
- Ahh… Ikuta-san…
- Toma – Jadeó el aludido, jalando de sus cabellos para que lo mirara -. Dime Toma.
- Toma – Gimió el rubio, volviendo a besar sus labios como si no hubiera mañana. En cada beso, con cada caricia, Toma sentía que le estaban devolviendo su vida. Porque eso era lo que significaba Yuya para él: su vida, su todo. Fue el menor quien le dio un final parcial a aquel encuentro, besándolo sonoramente en los labios y abrazándolo con fuerza. Toma, por su parte, acariciaba sus muslos por sobre sus pantalones -. Esto está mal, ¿cierto? No deberíamos estar haciendo esto…
- No hicimos nada malo. Nadie nos está viendo. Si eso es lo que te preocupa, no hay nadie que nos esté viendo y que vaya a contárselo a Ryo - No obtuvo respuesta. Podía oír su acompasada respiración sobre su oído. Era un respirar que hacía mucho no oía. Al girar lentamente el rostro de Yuya, se había dado cuenta que había caído dormido. Sonrió, besando sus cabellos antes de acomodar su cuerpo sobre la cama. Apagó la luz y se acostó a su lado, cayendo dormido mientras miraba su pacífico rostro.

Golpeó la puerta. Cuando se fue, le había dejado la llave y, de alguna forma, sabía que estaba en ese lugar. La persona que le abrió se sorprendió sobremanera al verlo allí.
- Ryo-chan…
- ¿Puedo pasar?
Tadayoshi se hizo a un lado.
- Es tu casa.
- Gracias – El morocho entró y rápidamente se dio vuelta y lo miró -. De nuevo, lamento haber venido sin avisar.
- No te preocupes, después de todo esta es…
- ¡Tacchon! ¡¿Puedes dejar de esconder mi ropa?! - Tadayoshi estalló a carcajadas. Se acercó a uno de los sillones y le lanzó la ropa a Shota, que apareció en bata de baño -. Ah… Ry… Ryo… Eh… Esto…
- Lo siento – Se disculpó el aludido -. Tendría que haber llamado antes de venir.
- ¡Ahhh…! ¡Pero…! – Shota estaba por hablar, pero su amigo lo agarró del brazo. Al mirarlo, negó con la cabeza, dejando que Ryo se fuera.
- Así está bien, Yasu. Así está bien.
- Pero… Él va a pensar que tenemos algo…, no que vine a ducharme aquí porque en casa no hay agua.
- Como sea, así está bien – Volvió a decir el muchacho, sentándose en uno de los sillones.
- Pero tú no lo estás.
- Me sale bien fingir, ¿no lo crees? – Le dijo, con una sonrisa -. El otro día, dijo que Tegoshi era su pareja. Esto ya no tiene retorno.
- ¿Y si recupera la memoria?
- No creo que Ryo-chan se deje ganar. Ryo-chan no va a perder contra Ikuta-kun. No va a querer hacerlo.

Detuvo la marcha del vehículo en el estacionamiento. Se quedó unos instantes mirando hacia adelante, hacia la pared del estacionamiento. Sacó la llave que aún mantenía encendido el automóvil y golpeó el volante con furia. Volvió a golpearlo una vez, dos veces, tres veces con más furia.
¿Qué había significado para Tadayoshi? Todos esos años que habían estado juntos, ¿los había botado sin importarle? No lloraba por eso. Lloraba porque él le había hecho exactamente lo mismo. Dolía. Lo que estaba sintiendo Tadayoshi, lo que había sentido cuando él se fue con Yuya, le dolía.

Era el mediodía cuando tuvo algo de tiempo para revisar su celular. Su casilla de mensajes estaba llena con mensajes de Ryo, preguntándole cómo estaba y cómo le estaba yendo, entre miles de otras cosas. Mientras en sus oídos sonaban las pocas canciones que había logrado conseguir cantadas por Toma, revisaba el único mensaje de Takahisa, en el que le advertía que tendría que almorzar con él ese mismo día. Sonrió, sintiendo cómo una mano ajena sacaba uno de sus auriculares para poder oír él la canción que estaba sonando, pero Yuya evitó aquello al sacárselo de un golpe, inflando las mejillas.
- Lo siento – Dijo Toma, sonriendo -. ¿Dormiste bien?
- Ah… Eh… Sí – Suspiró el rubio, pero el sonido de su celular recibiendo una llamada, lo alertó -. Massu – Respondió el muchacho con una sonrisa, ocasionando que Toma revoleara los ojos y bufara -. Ah, ¿ya estás aquí? Ahora voy.
- ¿Tiene planes? – Preguntó el morocho a su lado, mientras el rubio se apresuraba a guardar sus cosas en la mochila que había estado todo ese momento encima suyo.
- Sí, voy a almorzar con Massu. Nos ve - Se quedó inmóvil. Sin darse cuenta, se había acercado a sus labios con el propósito de besarlos. Toma sonrió siendo él quien se alejó -. Lo siento…
- Está bien – Dijo el morocho, sin perder su sonrisa. Rápidamente, Yuya fue en su encuentro con su mejor amigo, bajo la mirada del morocho. Encontró a Takahisa bailando uno de sus solos con los pies pegados al suelo. Estaba casi seguro que esa canción estaba sonando a través en su reproductor musical, pero dejó de bailar al verlo llegar, apagando el mismo y recibiéndolo con una enorme sonrisa.
- Deja de bailar en medio de la calle.
- ¿Temes que me arresten confundiéndome con un loco?
- No, tengo miedo que alguna fanática te descubra y no podamos almorzar tranquilos. Vamos – Dijo, agarrándolo de la mano.
- Ah, espera.
- ¿Qué?
- Le pregunté a Ikuta si quería venir a almorzar con nosotros.
- ¿A Ikuta-kun?
- Sí, ¿qué tiene de malo? – Le preguntó, mirándolo.
- No… Nada – Respondió Yuya, aferrándose al brazo de su mejor amigo, escondiendo una sonrisa.
Los tres fueron al mismo restorán donde ya habían ido a cenar. Takahisa dejó a sus invitados solos, yendo él a pedir el almuerzo.
- ¿Le has hablado? – Preguntó Yuya.
- ¿A quién?
- A tu novio – Toma lo miró, sorprendido, haciendo sonreír al rubio -. No me mires así, la verdad es que me quedé preocupado con lo que me contaste.
- Como te dije, pasaron cosas complicadas entre nosotros.
- Pero ese no es motivo para separarse – Toma iba a decir algo, pero optó por suspirar. ¿Qué podía decirle en realidad? ¿Cómo podía mentirle si esa otra persona no era otro más que él? -. Eres una persona muy amable y gentil, cualquiera persona se enamoraría de ti sin siquiera pensarlo.
- ¿Incluso tú?
Yuya abrió la boca, pero su pregunta lo dejó sin habla. Atinó a sonreír, mirándolo a los ojos.
- Incluso yo.
- Claro… Si no estuvieras con Ryo – Se apresuró a agregar Toma.
- Así es – Respondió el aludido -. Pero… No me cambies el tema… Por eso, estoy seguro que él tampoco ha podido olvidarte.
- ¿Tú lo harías?
- ¿Qué cosa?
- Olvidarme – Sintió un puñal cargado de tristeza clavándose en su pecho al verlo a sus ojos.
- ¿Por qué siempre me pones a mí de ejemplo? – Preguntó el muchacho, riendo.
- Yuya, tú…, si fuéramos pareja y nos separáramos, ¿me olvidarías?
- Todo depende de cómo haya sido nuestra relación.
- Maravillosa.
- Y no me llames por mi nombre frente a Massu.
- Lo siento - Sonrió el aludido.
- Si hubiera sido de ese modo… No veo razón alguna para haberle puesto un final. Si yo fuera esa persona a la que amas, me gustaría que vinieras y me lo dijeras. Que me dijeras que me amas y que quieres estar conmigo. Si me lo dices así… De ese modo, yo—
- El camarero ya viene hacia aquí – Advirtió Takahisa, siendo blanco de una mirada asesina por parte de Toma, pero el pelirrojo, lejos de percatarse de ello, se sentó al lado de Yuya, quien agradeció internamente su presencia en el momento más oportuno. “De ese modo, yo…” ¿Qué? ¿Qué hubiera llegado a decirle a Toma? De alguna forma, tenía que cambiar el transcurso de la conversación pero, al mismo tiempo, todavía seguía preocupado por la vida amorosa de su compañero de trabajo.
- Massu, necesito ayuda aquí.
- ¿Qué sucede?
- Ikuta-kun tiene problemas amorosos - El pelirrojo sólo miró a Toma y luego a Yuya, dos veces -. Hasta hace… ¿Cuándo se separaron?
- En Agosto.
- Hasta Agosto, tenía una pareja estable con la que habían estado conviviendo.
- En realidad – Lo interrumpió Toma, convirtiéndose en el centro de las miradas -… Cada uno vivía en su casa, pero al mismo tiempo, también vivía en la casa del otro.
- O sea que… ¿Hay cosas de a pares en la casa de tu ex-pareja?
- Así es.
- Bueno… No vivían juntos, pero a la vez sí, y por algo que Ikuta-kun no me termina de contar, se separaron. El punto es, ¿qué puede hacer Ikuta-kun para volver a acercarse a él?
- ¿A… él…? – Takahisa no podía salir de su asombro. Yuya, sin saberlo, estaba hablando de él mismo.
- Ah, sí, es un chico – Dijo Toma -. La persona de la que habla, Tegoshi-kun.
- Yo sólo quiero que… Ikuta-kun sea feliz.
Esa mirada con la que Yuya estaba mirando a Toma, la había visto antes. Desde agosto, desde el mismo día en que Toma perdió a su pareja, había dejarlo de verla.
- Oh – Dijo Takahisa, ocasionando que Yuya lo mirara.
- ¿Qué? ¿Tienes una idea? – Preguntó su amigo.
- No, no es eso. Tu mirada, Tegoshi – Toma dirigió su mirada al pelirrojo, frunciéndole al ceño.
- ¿Qué? – Preguntó el rubio, sonriendo.
- Eh… No. Nada – Negó su amigo.

Se preguntaba hacía cuánto no tomaba hasta perder el conocimiento. Una parte suya sentía que lo necesitaba, que necesitaba olvidarse de todo y de todos. Oyó el sonido de la puerta, pero no le importó. Bebió de un solo sorbo casi media lata de cerveza.
- Ryo-chan – Oír su voz no le importó, no le importaba nada -. ¿Qué es todo esto? – Estaba casi seguro que se refería a la casi docena de latas de cervezas que estaban desparramadas entre el sillón y la mesa ratona, pero tampoco le importó -. ¿Sucede algo? – Su mano interponiéndose entre sus labios y la lata de cerveza lo obligaron a mirarlo. Había mantenido su boca entreabierta para ingerir nuevamente aquel líquido de color ambarino, pero la cerró al no hallarlo. Agarró su brazo con la mano, la lata se le deslizó de entre los dedos, y agarró su otro brazo con la otra -. ¡Ryo-chan, ¿qué…?!
- No me mires así – Le dijo, con la voz ronca, lanzando su cuerpo hacia el sillón -. No me mires así – Le suplicó, manteniendo sus brazos agarrados sobre su cabeza. Yuya lo miró, aunque parecía estar furioso, su mirada no transmitía eso, para nada. En su mirada era visible un hombre desesperado, tan sumido en sus pensamientos, que había olvidado al resto del mundo. Yuya quiso secar las lágrimas que terminaron por desbordarse de los ojos del mayor, pero el agarre que él seguía manteniendo sobre sus muñecas, se lo impedía. Se recostó encima suyo y cayó dormido. Mas Yuya no pudo conciliar el sueño de una forma tan fácil como él, los pensamientos que iban y venían en su mente se lo impedían. 




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