[Supplier] Capítulo 10 - Red de mentiras

 Engripada, para atrás, todo mal -__-
関ジャニ∞ - Baby Moonlight
 En casa~


Ciaossu~
¿Creyeron que me había olvidado que tenía que actualizar Supplier? También, aprovechando que estamos en agosto, pienso ya terminar de traducir el fic homónimo, que sino, no lo termino más -___-
Sin más vueltas, el décimo de Supplier :3

Gracias a mi querida Culebra políglota por ayudarme en una frase en italiano (Maru es tano... WTF?! xD) sin imaginarse que era para esto xD

Enjoy~ ♥

Título: Supplier.
Fandom: Johnnys.
Pairing: Ohkura Tadayoshi x Nishikido Ryo.
Formato: Multi-chaptered.
Género: AU, smut, violento.
Rating: NC-17.
Estado: Finalizado.
Cantidad de palabras: 2524.
Sinopsis: En medio del baile de máscaras se levantan tres nuevos suppliers. Aunque intenten ocultarlo, las circunstancias se lo impiden. Toma y Yuya se enteran de algo que tampoco podrán mantener en secreto por mucho tiempo.

( 01. Unnamed )

( 02. Supplier )

( 03. Disculpa tardía )

( 04. Plan )

( 05. Escape )

( 06. Buscando la muerte )

( 07. Reviviendo recuerdos )

( 08. Bienvenida )

( 09. Baile de máscaras )

Capítulo 10: Red de mentiras.

Las palabras de Ryo dejaron a Erika sin omitir sonido. Finalmente, la mujer reaccionó, sonriendo suavemente.
– ¿Qué clase de proposición es esta? – Le preguntó.
– Es justo lo que dije – Respondió Ryo, levantándose –. Te estoy pidiendo que seas mi prometida.
– Y lo hiciste a propósito…
– ¿Por qué?
– Porque sabes que no sería correcto negarme a tal proposición frente a miles de personas.
– Claro que no. Simplemente, pensé que sería un motivo más para añadirle al baile. ¿Y bien? ¿Qué dices?
– Digo que deberías esperar al beso que selle nuestro compromiso más tarde. No quiero enseñarles a mis invitados mi rostro rojo de la vergüenza – Se sinceró.
– Creo que su respuesta es un sí – Comunicó el hombre a los presentes, en voz más alta.

El baile no tardó mucho en comenzar. Pero como él nunca había aprendido a bailar, optó por llevarse una bebida al balcón, donde el aire empezaba a volverse fresco. Se llevó la copa a sus labios, pero chistó al chocarse con su propia máscara.
– Rayos – Se quejó, dejando la copa sobre el barandal del balcón, antes de sentir un suave agarre sobre su cintura y el sonido de un beso.
– Hola, Hina – Susurró You.
– Yoko – Dijo el ex-sirviente, quitándose rápidamente su máscara, encontrándose con un frío beso por parte del aludido, quien se acerco a sus labios sin quitarse su máscara –. ¿Q… Qué haces…?
– Te besé, ¿acaso debo pedir permiso para hacerlo?
– No… A lo que me refiero es… ¿Qué haces aquí? Subaru debió haber sido invitado también.
– Como dice el dicho, si Mahoma no va a la montaña…
– Estaba pensando en ir a verte mañana…
– Mentiroso…
– No te miento. Oye…
– ¿Mh?
– ¿Has perdido peso?
– Un poco…
– Oye, Yoko – Lo llamó, mientras el aludido se quitaba la máscara, dándose cuenta Shingo del deplorable estado en el que se encontraba –, ¿de dónde estás obteniendo el sustento?
– De mi cuenta – Bromeó el vampiro.
– Sabes que no me refiero a eso. Que nosotros hayamos rescatado a Uchi-kun, quiere decir que te hemos dejado sin supplier. ¿De dónde obtienes la sangre?
– Hina…, aún sigo esperándote – Le dijo, acariciando su mejilla –. Hasta el día en que aceptes ser mi supplier…, te esperaré.
– ¡No digas estupideces! – Furioso, Shingo sostuvo a You de los brazos y apoyó su cuerpo contra el barandal, exponiendo su cuello ante él –. No quiero que mueras… No ahora que te encontré…
– Hina…
You lo estrechó entre sus brazos, buscando su rostro para besar sus labios.
– Toma mi sangre… si necesitas hasta la última gota para reponerte… no me importaría morir.
– No digas esas cosas – Susurró, inclinando con delicadeza el cuello de Shingo para besarlo sonoramente, lamiéndolo después –. Gracias, Hina, por darme tu vida…
Shingo se aferró a su cuerpo, lanzando un grito sordo al sentir los filosos colmillos de You clavándose sobre su cuello. Podía sentir cómo su sangre era succionada de su cuerpo, cómo la ropa que llevaba puesta le quemaba, pero estaba feliz, porque estaba ayudando a la persona que más amaba.

– Así que..., "prometido de Erika-san", ¿eh?
Ryo se giró. Se había aburrido de ver a la gente bailar, así que subió a una de las habitaciones por algo de aire fresco. Vio a Tadayoshi acercándose a él con dos copas, una de las cuales fue extendida frente a él.
– ¿Qué tiene de malo? Nos llevamos bien – Se defendió el mortal, hincándose de hombros, mientras agarraba la copa que Tadayoshi le ofrecía –. Gracias.
El vampiro se sentó a su lado en la cama, cuya cabecera daba al ventanal abierto de par en par.
– Es que no sólo tiene que ver que te lleves bien con la otra persona, también debe haber amor de por medio.
– ¿Acaso vas a decirme que lo de Mirei-chan es amor? – Preguntó Ryo, sonriendo, utilizando un tono diferente de voz al mencionar a la prometida del vampiro.
– Esa forma en que llamaste a Mirei-chan…, ¿acaso son celos, Ryo?
– Bueno… Después de matarme, Ryuhei dijo que a veces uno por amor hace cosas impensables o algo así.
– Entonces, sí fue por celos…
– Si vamos a sacar los trapitos al sol – Dijo Ryo, luego de beber un poco del contenido de la copa –…, déjame decirte que sigo esperando tus disculpas después de haberme tratado como un objeto frente a Yokoyama.
– Discúlpame, pero sí fui a pedirte disculpas.
– Jamás las oí.
– Porque estabas yendo a lo de Yoko para salvar a tu amiguito.
– Ese “amiguito” me sonó a celos…
– Tómalo como quieras.
– También ibas a deshacerte de Hiro… Así que sí, lo tomo como celos.
– ¿Y qué si te celo?
– Sigo esperando una disculpa…
– ¿Qué gano yo con eso?
– No pensaba darte absolutamente nada a cambio.
– Recuerda que me debes una respuesta.
– ¿Yo? – Preguntó Ryo, frunciendo el ceño.
– Dijiste que cuando regresaras, me dirías si serías mi supplier o no.
– Y tú que me tomarías a la fuerza si no aceptaba serlo.
– Pero, antes de tomar cartas en el asunto, debo conocer tu respuesta. Y bien, Ryo, ¿serás mi supplier o no?
– No – Respondió el aludido, al cabo de unos pocos segundos.
Lo siguiente que supo el mortal fue que una de las finas cortinas del ventanal era arrancada para terminar siendo enrollada a su cuerpo. Tadayoshi le impidió el movimiento atando rápidamente sus muñecas a la cabecera de la cama con su propia corbata.
– Muy bien, entonces, voy a obligarte a que lo seas.
Ryo sintió que su cuerpo entero tiritó al ver la frialdad con la que Tadayoshi lo estaba mirando. El vampiro volvió a agarrar al mortal del cuello y por el contrario al beso que le había dado esa misma tarde, el de esta vez fue uno mucho más intenso. Mientras tanto, sus piernas se colocaban a ambos lados de su cintura, para terminar sentándose encima suyo.
– Tada… yoshi – Gimió el mortal.
Con sus dientes, el vampiro fue rompiendo poco a poco la cortina, desabotonando la camisa del mortal lentamente, lamiendo su torso desnudo, sintiendo su cuerpo estremecerse ante aquel contacto. Dejó su cabeza hundida entre sus piernas abiertas, mordiendo y lamiendo su erección que dentro de sus pantalones, a Ryo le dolía en demasía. Tadayoshi sintió las piernas del mortal tensionándose entre sus manos, acto que lo excitaba sobremanera.
– No aguanto más – Gimió el vampiro con la voz ronca. Más que su accionar sobre su cuerpo, lo que más encendió a Ryo fue la figura de Tadayoshi desnudándose sensualmente encima suyo. Llegó a hacerse sangrar el labio inferior al mordérselo con extrema fuerza –. Ten cuidado – Le dijo, acercándose a él mientras frotaba su entrepierna sobre la de Ryo. Lamió su labio sensualmente, succionando la poca sangre que pudo de aquella parte de su cuerpo -. No vayas a morir desangrado antes de que yo te muerda.
– ¿Alguna vez… lo has hecho de esta manera?
– ¿Con un hombre? – Jadeó el vampiro –. No. Tú serás el primero – Respondió, besando luego sus labios –. ¿Y tú?
– Yo tam... poco…
– Entonces, hagamos de esta una noche inolvidable, en la que terminarás siendo mío…, lo quieras o no…
Ryo sonrió por sus palabras. Quizás internamente eso era lo que quería, lo que siempre quiso: ser poseído por él hasta sentir que tocaba su alma con las manos. La lengua de Tadayoshi hacía maravillas sobre las caras internas de sus piernas, sin rozar en lo más mínimo su desatendida hombría que latía por él. Cuando sintió que el mortal había tenido suficiente castigo como para una década, posó sus piernas sobre sus hombros y llevó dos de sus dedos a los labios del mortal. Ryo intentó lamerlos sensualmente, tratando de imitar el trabajo que había hecho el vampiro entrelazando su lengua a la suya, pero fracasó miserablemente en ello, generando la sonrisa en su amante.
– Lo siento – Musitó el mortal.
– No te preocupes, sé que vas a hacerlo mejor la próxima vez – Dijo Tadayoshi, besándolo mientras introducía ambos dedos en su intimidad –. Relájate – Le susurró –… Mi amor, por favor, tranquilízate… Te prometo que no te haré daño…
– ¿Cómo me dijiste?
– ¿Mi amor? – En los ojos del vampiro, Ryo halló un brillo que jamás había visto en él, un brillo que lo hipnotizó. Cuando Tadayoshi sintió que el cuerpo de Ryo ya se había acostumbrado a la intromisión, los sacó lentamente, gimiendo el mortal por ello. El vampiro lo penetró, aferrándose a sus caderas, moviéndolas a piacere, una vez se sintió a gusto en su interior –. Ryo… Tu rostro… está tan rojo… Me pregunto si… Ah… Tu sangre será igual de roja…, mi amor…
– Te amo – Musitó el aludido, a modo de respuesta.
– Ah… Mhhh… Yo también – Le dijo Tadayoshi, sonriéndolo, y besándolo dulcemente antes de soltar sus muñecas. Sin dejar de moverse dentro suyo, Tadayoshi mordió con fuerza su muñeca derecha, sintiendo Ryo que su cuerpo ardía, aún más de lo que ya estaba ardiendo en medio del acto amoroso. Era un ardor demasiado cruel, un dolor demasiado placentero para ser verdad. Un dolor que podría haber matado a cualquier mortal. Sintió que su alma pendía de un hilo, y ese hilo era Tadayoshi. Pudo ver cómo un fino chorro de sangre rodeaba su brazo derecho, cómo sus venas se hinchaban, llevando todo su contenido directamente a la boca de su amante. Ya había dejado de sentir dolor en sus partes bajas, o quizás, el dolor que sentía mientras Tadayoshi succionaba su líquido vital, era todavía peor que el vaivén del vampiro dentro suyo.
– Ta… dayoshi…
– No te desmayes – Le pidió el aludido, soltando su muñeca y dejando que las sábanas blancas se tiñeran de un brillante color carmesí. Volvió a sostener sus caderas, meciéndolas en sentido contrario a sus frenéticos movimientos.
– No puedo… soportarlo más – Jadeó Ryo.
– Yo tampoco – Los movimientos de ambos se volvieron uno, con su única mano libre, el mortal se aferró a la cama, sintiendo como los vaivenes de Tadayoshi llegaban a lo más profundo de su ser –. Mi esencia quedará impregnada en tu cuerpo por días… Ah…
– No me importa… que todos sepan que soy tuyo…
– Y yo, tuyo… Ah… Mi amor – Jadeó, desplomándose encima suyo, sin detener sus movimientos en su interior.
– No importa con quien pretendas… estar en el futuro – Ryo acercó la muñeca derecha de Tadayoshi a su boca, mordiéndolo con fuerza, hasta hacerlo sangrar –…, todos ellos sabrán que alguna vez fuiste mío.
– ¿O sea que… soy tu supplier? – Preguntó el vampiro, sonriendo.
– Algo así…
– Supplier de supplier… ¿Sabes que eso es posible?
– M… ¿Me lo vienes a decir… ahora…?
– Más vale… tarde que nunca…
– Todo fue… ah… parte de tu maquiavélico plan…, ¿no?
– No que me rechaces… y que me cambies por Erika…
– Estás celoso – Sonrió ampliamente el ahora nuevo supplier de Tadayoshi.
– Termina de una maldita vez – Le ordenó el aludido, apretando con su dedo pulgar la punta de la erección de Ryo.
– Si no me… hicieras eso… Ah… lo haría…, maldito…
– Te gusta… que te maltrate – Susurró el vampiro, recorriendo el contorno de la oreja de Ryo con su lengua, haciéndolo estremecer.
– ¿Quién dijo… que en el amor es todo de color rosa…? – Jadeó.
Las caricias sobre el miembro de Ryo se volvieron aún más frenéticas que los vaivenes de Tadayoshi dentro suyo. El vampiro sintió el cuerpo del menor tiritando como una fina hoja de papel mientras que su mano y parte de su torso desnudo recibieron completamente su descarga, haciendo él lo mismo, llenando su interior con él y terminando el momento del clímax con un sonoro gemido de placer.
– Te… amo tanto – Susurró Tadayoshi, sintiendo cómo, con lentitud, la mano izquierda de Ryo acariciaba sus cabellos húmedos.
– Yo también…

– Erika-san, ¿sucede algo malo? – Le preguntó Shota a la mujer al sentir que sus pasos se volvieron torpes por unos instantes.
– N… No… No me sucede nada…
– ¿Quieres descansar un poco? Creo que si hay alguien que ha bailado todo el repertorio hasta lo que va de la noche, no es otra más que usted.
– Gracias, Yasuda-kun, creo que eso haré – Le dijo la mujer, dedicándole una reverencia antes de salir de la pista de baile y acercarse a la barra de bebidas.
– Lo ha sentido, ¿no? – Le preguntó Keiichiro.
– Sí… Ha aparecido… No… Han aparecido tres nuevos suppliers…

– ¿Me permites la pieza? – Aún a través de aquella máscara color naranja, con detalles en color negro y dorado, podía ver su rostro, incluso, hasta sus ojos, de lo bien que lo conocía.
– No creo que esté bien visto que dos hombres bailen juntos, Maruyama-san – Le dijo Shota.
– ¿Qué me dices de Ikuta y Tegoshi? – Preguntó el morocho, mirando hacia donde el mencionado par estaba bailando.
– Bueno, ellos son… un caso aparte…
– Yasu…, por favor – Odiaba ver su alma, haberlo conocido a fondo aquel día en que lo hizo suyo. Desvió su vista, sintiendo cómo lo miraba lastimosamente.
– Está bien – Suspiró Shota –. Pero sólo una canción.
Ryuhei entrelazó su mano a la del rubio y juntos se adentraron a la pista de baile.
– Yasu… Lamento mucho lo sucedido – Susurró, sobre su oído, apoyando su cabeza sobre el hombro del muchacho –. No era mi intención… hacértelo de ese modo… No sé qué me… sucedió…
– Yo creo saberlo – Ryuhei lo miró, como si quisiera oír su teoría –. Es como si… el poder que Ohkura-san le dio para viajar al pasado hubiera quedado prendado a su corazón, y tomara posesión de su cuerpo, sin que usted se dé cuenta. Aún estando su cuerpo siendo poseído por aquel poder, usted es consciente de sus acciones, pero no puede hacer nada para remediarlo.
– Vaya… Deberías ser médico – Reconoció el aludido, volviendo a apoyar su cabeza sobre su hombro –. Es justamente eso lo que me está sucediendo.
– Le he pedido ayuda a Koyama-san, así que, le pido que por favor, nos deje hacerlo.
– Lo siento, Yasu, pero no puedo – Dijo Ryuhei, soltando lentamente el cuerpo del rubio.
– ¿Eh?
– Todavía no puedo hacerlo. Necesito de este poder. Confío en que seré capaz de controlarlo tarde o temprano.
– ¿Para qué quiere algo tan peligroso?
– No puedo decírtelo, amore mio – Respondió, acariciando su rostro por sobre la máscara –. Pero, si fallo en mi destino y termino siendo poseído por esta fuerza maligna…, ti prego, uccidimi. Se mi ami, uccidimi.
Shota no conocía el idioma en el que estaba hablando Ryuhei. Supuso que era italiano, pero aún sin saber las palabras exactas que quiso transmitirle, sí notó una profunda tristeza en su voz, y el deber de llevar a cabo una misión que él mismo se impuso. No pudo reaccionar a sus palabras. Recién lo hizo cuando vio la figura de Ryuhei desapareciendo de la sala de baile, perdiéndose entre la multitud.

– Así que aquí está – Dijo el secretario, saliendo a la azotea, donde una mujer lo esperaba.
– ¿Dónde está Tadayoshi-kun?
– ¿Acaso soy su niñero? – No obtuvo respuesta por parte de su oyente –. Lo siento. No, no sé dónde puede estar.
– ¿Puedes buscarlo? Estoy cansada y quiero volver a casa – Suspiró Mirei, quitándose la máscara –. Y hazme el favor de quitarte eso cuando estás hablando conmigo.
– Sí, Señora.
– Señorita.
– Sí, Señorita – Se corrigió el hombre, deshaciéndose de la máscara que cubría su rostro. Mirei pasó al lado suyo, pero detuvo sus pasos justo a sus espaldas.
– Haces una linda pareja… con Yasuda-kun…
Como si hubiera sido movilizado por el diablo, Ryuhei se giró y agarró a la mujer del cuello, con fuerza, mas Mirei no se dio por aludida.
– No te atrevas a meterte con él…
– ¿Lo dice quien terminó ultrajándolo? – El aludido chistó, soltando el cuello de la mujer –. Tú no te atrevas a meterte conmigo – Le advirtió, sintiendo Ryuhei cómo su cuerpo era levantado del suelo contra su voluntad, terminando patas arriba, frente a Mirei –. No tienes ni la remota idea de lo que puedo llegar a hacer – Sin siquiera pestañear, la mujer llevó rápidamente el cuerpo de Ryuhei a escasos centímetros del suelo, arrodillándose ella luego –. La próxima vez, no lo frenaré, Ryuhei-kun – Le dijo, dejando su cuerpo delicadamente sobre el suelo.
– Hija de puta – Murmuró el hombre, una vez Mirei se fue. Se llevó una mano al pecho, como si quisiera alcanzar su corazón y oprimirlo con fuerza, intentado calmarse.

– Espera…, Yoko – Gemía Shingo, sintiendo las manos de You recorriendo su cuerpo a través de su ropa, recordando aquella única vez en que fueron uno.
– ¿Por qué quieres que me detenga? – Le susurró al oído, sensualmente.
– Porque no podré contenerme – Se sinceró el aludido, sintiendo sus mejillas ardiendo de la vergüenza que le producía pronunciar esas palabras. A lo lejos, oyó un sonido acercándose, por lo que, con ambas manos, hizo a un lado el rostro del vampiro.
– ¿Qué sucede?
– ¡Agáchate! – Le pidió, en voz baja, empujando su cuerpo hacia abajo.
– Oye, Hina, ¿no es que no querías hacerlo en este lugar…?
– ¡No me refiero a eso, estúpido! ¡Alguien se acerca!
You se agachó, ocultándose detrás de la columna donde ya estaban posados ambos amantes. Shingo salió de la oscuridad de la misma, con su máscara en mano.
– Hina…
– Ah, ¡Yasu! ¿Cómo estás?
– Bien, ¿y tú? Te noto algo agitado – Reconoció el rubio, con el ceño fruncido.
– Ah, ¿esto? Es que… bueno…me costó un poco… ¡quitarme la máscara!
– ¿Seguro que es sólo eso?
– Sí, también, hay una mosca que me está atosigando – Dijo el aludido, haciendo una mano hacia atrás, para golpear a You en la cabeza, quien le había mordido un muslo, razón por la cual Shingo gritó.
– Ya veo…
– Tú… ¿cómo estás?
– ¿Mh? ¿Por qué lo preguntas?
– Maru.
– Ah… No, nada. Ah, Hina…, ¿tú sabes italiano?
– Pues…, no… ¿Por qué?
– Es que… Maru me dijo algo... creo que en italiano… y no sé qué puede significar…
Debajo suyo, Shingo sintió a You llamándole la atención por lo que lo miró.
– ¿Qué… te dijo…?
– Algo así como… Ti prego, uccidimi. Se mi ami, uccidimi.
– Mhh… No, la verdad que no lo sé…
– Ya veo… Bueno, ¿tú qué harás? Yo voy a pedirle a Kato-san que me alcance a casa.
– Yo me quedaré un rato más.
– Está bien.
– Que descanses, Yasu.
– Gracias.
Una vez Shota se fue, Shingo se giró, por lo que You se puso de pie.
– Por favor, mátame. Si me amas, mátame.
– ¿Eh…?
– Esas fueron las palabras que Maru le dijo a Yasuda-kun.
Shingo no dijo nada, en cambio, se quedó pensativo, mirando el camino que había tomado su amigo.
– Yoko…, ¿te molesta si seguimos esto mañana?
– ¿Vas a abandonarme en este estado?
– ¿No debería ser yo quien dijera eso?
– Tienes razón – Dijo el vampiro, apoyando su mejilla sobre el hombro de Shingo.

Shigeaki llevó a Keiichiro y Shota de vuelta al hogar del primero. Si bien el dueño del lugar fue directo a su cuarto, al rubio no se le borraba de la mente las palabras de Ryuhei, por lo que, en la biblioteca, obtuvo una rápida lección de italiano. Al darse cuenta cuáles fueron las palabras que quiso transmitirle el hombre, salió corriendo de la mansión, aún pese a la fuerte tormenta que se había levantado. El rubio no se dio cuenta que Keiichiro se había mantenido despierto, viendo cada una de sus acciones.

No le importó la tormenta que se había desatado, ni la poca visibilidad que tenía culpa de la misma, sólo necesitaba correr y conocer el por qué de aquellas palabras.
Golpeó la puerta con una fuerza que no creyó que tenía, llamándolo a los gritos. Fue Mirei quien abrió la puerta, mirándolo de arriba abajo.
– ¿Qué quieres tú a estas horas?
– Vengo… a hablar con Maru.
– Maruyama-kun está durmiendo – Le dijo la mujer, haciéndose a un lado para dejar que el rubio entrara a la casa.
– Gracias – Le dijo el recién llegado, antes de ir corriendo hasta las escaleras.
– No está allí.
– ¿Eh?
– Maruyama-kun está durmiendo en el área de la servidumbre. Cierra la puerta cuando te vayas, por favor – Le pidió la mujer, mientras volvía a su habitación.
Pudo deducir el por qué de la presencia de Ryuhei en aquel sector de la casa, sobre todo al ver en qué cama estaba durmiendo. Sonriendo, el rubio entró a la habitación, cerrando la puerta a su paso. Se acercó a él y se sentó a su lado, mirando su rostro dormido.
– ¿Qué haces aquí? – Le preguntó el morocho.
– Vine a buscar una respuesta.
– ¿A esta hora? – Preguntó el secretario.
– Sí.
– Dime. Si mis neuronas me lo permiten, te la responderé con gusto.
– Por favor, mátame. Si me amas, mátame. ¿Por qué me dijiste eso? ¿Por qué quieres que termine con tu vida?
– Ese pedido tuvo un motivo más profundo en forma secreta.
– ¿Cuál?
– Saber si me amas.
– Por supuesto que te amo. Pero eso no quiere decir que vaya a asesinarte.
– Yasu, no sabes lo que uno es capaz de hacer cuando se enamora – Susurró, acariciando una de sus mejillas.
– Lo sé. Fui testigo de lo que Ohkura-san hizo para estar al lado de Nishikido-san.
– ¿Acaso están juntos? Después de todo eso.
– No, pero…
– Yo me moriría si no te tengo. Ya te hice daño una vez, y no quiero hacerlo de nuevo. Por favor, cuando te des cuenta que no soy yo con quien estás hablando… Te pido que acabes con mi vida.
– Eres tan egoísta – Empezó a sollozar Shota, con la cabeza gacha –. Me pides que termine con tu vida, pero, y yo, ¿qué? ¿Acaso piensas que podré ser capaz de vivir sin ti?
– Eres más fuerte de lo que crees, Yasu – Respondió Ryuhei, sentándose en la cama y besando la frente del muchacho.
– Si tú te mueres, yo me iré contigo. No me digas que puedo vivir sin ti, no creas que me conoces tanto.
– ¿Sólo viniste a esto? ¿A discutir quién ama más a quién?
– No, vine a decirte que no lo haría. No pienso utilizar mis manos en contra tuya.
– Qué terco eres – Susurró, antes de voltear el cuerpo de Shota para acostarlo sobre la cama y abrazarlo con fuerza –. ¿Puedes quedarte así hasta que amanezca? Necesito sentirte a mi lado.
– Mentiroso… Lo haces porque ya no sientes mi esencia en las sábanas.
– Eso es un tema completamente diferente. Yasu… Perdóname.
– No tengo nada qué perdonarte. No fuiste tú quien lo hizo.
Ryuhei levantó el rostro del rubio para besar su mejilla, sus labios dulcemente, ocasionando que Shota suspirara una vez él se alejó.
– ¿Qué? – Preguntó Ryuhei, riendo al notar el ceño fruncido en el rubio.
– ¿Sólo vas a darme eso? Te recuerdo que vine corriendo en medio de la lluvia.
– ¿Quieres que te prepare un baño y te ayude a lavar tu espalda?
– No estaría mal… Podrías hacerme un baile sexy también.
– Pides demasiado…
– ¿Puedo cambiar mi deseo entonces?
– Depende de lo que quieras…
– Quiero que me beses.
– Pides poco – Ryuhei se acercó a él y besó sus labios con delicadeza, como si tuviera miedo a romperlo. Mas el menor, rodeó su cuello con ambos brazos, buscando un beso todavía más apasionado, ocasionado que el morocho lo alejara utilizando sus manos en el proceso –. Oye, ¿qué te sucede…?
– Quiero hacer el amor.
Sin mediar palabra, Ryuhei se sentó en la cama, mientras los ojos de Shota buscaban los suyos en medio de la oscuridad.
– No puedo… Tengo miedo de lastimarte otra vez.
Shota suspiró, sonriendo y lo abrazó con fuerza.
– Te amo.
– Yo también – Musitó Ryuhei, abrazando aquellos brazos que lo rodeaban.

El sol lo despertó. Al girar su cuerpo, se dio cuenta que Mirei no estaba allí. Al agudizar su oído, alcanzó a oír el sonido de la ducha al otro lado de la puerta de baño, por lo que supuso que estaba allí. Tadayoshi se levantó y luego de vestirse apropiadamente, bajó a desayunar. Se sorprendió sobremanera al ver el arreglo de la mesa y los alimentos que allí lo esperaban.
– ¿Qué haces tú aquí? – Le preguntó a Shota al verlo salir de la cocina.
– Ah, buenos días, Ohkura-san – Le dijo el aludido, con una sonrisa, dejando una tetera sobre la mesa –. Lo que sucede es que…
– Anoche vino a hablar de un asunto conmigo – Respondió Ryuhei por él, también saliendo de la cocina y sentándose en su usual lugar en torno a la mesa –. Y como se hizo muy tarde, le dije que se quedara a dormir.
– Y cuando me levanté, me di cuenta que Ohkura-san debía levantarse a desayunar y pensé: “oh, ¿extrañará Ohkura-san mis desayunos?” – Preguntó Shota, mientras servía té en un pequeño pocillo, el cual dejó frente a Tadayoshi.
– Maru hace todo lo posible, pero no hay nada como tus desayunos, Yasu.
– Mañana vas a desayunar agua y pan duro – Sonrió el aludido.
– Buenos días – Saludó Mirei, entrando al comedor. Mientras se sentaba a la derecha de Tadayoshi –. ¡Ah! ¿Así que anoche te quedaste aquí? – Le preguntó a Shota.
– Así fue – Respondió el aludido lentamente, viendo el lugar que la mujer había ocupado.
– Pero creo que eso fue sólo por el día de ayer, ¿verdad? – Preguntó Mirei, mirando al rubio.
– Um… Sí… Fue sólo por el día de ayer – Respondió lentamente el muchacho, con una sonrisa.
La mujer estaba por decir algo, pero el sonido del cubierto de Tadayoshi cayendo al suelo, ocasionaron que dirigieran su vista al vampiro.
– Ohkura-san, ¿se encuentra bien?
– S… Sí… Sólo fue un mareo – Respondió el aludido, tragando saliva en seco –. No se preocupen – Prosiguió, dejando la servilleta que descansaba sobre su regazo, sobre la mesa y levantándose. Pero se llevó una mano a la cabeza, cerrando los ojos con fuerza. Intentó no perder el equilibrio tanteando el respaldo de su silla, la cual terminó cayendo al piso, al igual que Tadayoshi.
– ¡Tadayoshi-kun! – Exclamó Mirei, levantándose, al igual que Ryuhei, quien se acercó a socorrer al mayor.
– Yasu, ayúdame a levantarlo y llevarlo a su cuarto – Pidió el secretario.
Una vez Tadayoshi estuvo tranquilo en su habitación, Ryuhei decidió que lo mejor sería que pasara el día descansando un poco.
– Pueden irse si quieren – Les pidió Mirei, por lo que tanto Ryuhei como Shota, se la quedaron mirando –. Mientras que no se levante de la cama, no hay de qué preocuparse. Si llega a ver alguna eventualidad, se los haré saber.
– No lo sé – Dijo Ryuhei.
– Creo que Mirei-san tiene razón – Dijo Shota, ocasionando que el secretario lo mirara, sorprendido por sus palabras –. ¿Qué mejor que la persona que amas sea la que te cuide? – Le preguntó, sonriendo.
– Bueno…
– Ya, ya, vamos – Lo empujó el rubio.

– ¿Y Ryo-chan? – Preguntó Yuya, esperando a sus amigos, en el hall de la mansión de Keiichiro.
– Hiroki-kun dijo que se sentía algo mal el día de hoy, así que – Respondió el dueño del lugar, pero fue interrumpido por el rubio.
– Ah, no, eso sí que no – Dijo Yuya, dirigiéndose a las escaleras –. ¿Cómo va a escapar así de sus obligaciones?
– Ah… ¡Espere, Tegoshi-san! – Intentó detenerlo Hiroki, haciendo todo lo posible para hacer equilibrio con la bandeja donde estaba el desayuno para su amigo y, al mismo tiempo, poder detener a Yuya, pero, sin ser capaz de detenerlo, el vampiro abrió estrepitosamente la puerta del cuarto de Ryo, haciendo lo mismo con las cortinas.
– ¿Qué es lo que pretendes quedándote aquí? ¿Acaso crees que por estar saliendo con Erika-san tienes algún tipo de inmunidad contra mí o algo así? Pues déjame decirte que…
– Vete de aquí – Oyó salir lentamente de un bulto entre las sábanas. No parecía siquiera que fuera la voz de Ryo, por lo que Yuya detuvo sus palabras y frunció el ceño, dirigiendo luego su mirada a Hiroki.
– Koyama-san ya le dijo que Ryo-chan se siente mal, ¿cierto? Pues… No estaba mintiendo – Dijo, hablando cada vez con voz más baja mientras sus manos cerraban suavemente la puerta de la habitación –. Ryo-chan se convirtió en supplier de Ohkura-san.
– E… E… ¡¿Eh?! ¡¿En serio?! ¡¿Eso es cierto, Ryo?!
– Dile que se calle…
– Ah… Perdón – Dijo el rubio, en voz baja –. Bueno, ahora sabes lo que se siente ser supplier.
– Por favor, Tegoshi-san, no le diga nada a nadie – Pidió Hiroki –. Ninguno de los dos quiere que aún se sepa.
– Pero… ¿Cuándo sucedió…?
– Anoche.
– ¿Y Erika-san lo sabe…?
– Esto sucedió… después de que Ryo cometiera la estupidez de hacer público su pedido de mano a Erika-san – Entre las sábanas, el morocho se retorció, como quejándose por las palabras de Hiroki, generando la sonrisa de ambos presentes.
– Pero… Erika-san no es tan estúpida. Tarde o temprano, se dará cuenta.
– Eso será algo que Ryo-chan tendrá que manejar a su debido tiempo.
– Supongo…
Dos leves golpes sobre la puerta, interrumpieron la charla.
– ¿Yuya? – Lo llamó Toma.
– Ya vamos – Le respondió el aludido –. Que te mejores, Ryo-chan – Bromeó el rubio, oyendo a Ryo susurrar maldiciones a su persona. El muchacho salió, encontrando a Toma apoyado sobre la pared justo frente a la habitación de la cual Yuya salió. Cual resorte, el vampiro se aferró a su cuello, besando apenas sus labios.
– ¿Y esa muestra de amor? – Preguntó Toma, rodeando la cintura de su amante con ambos brazos.
– Se me antojó besarte, ¿acaso no puedo? – Re-preguntó el vampiro, empezando su camino escaleras abajo –. Toma, ¿podemos ir a otro lugar antes de ir a la empresa?
– ¿Adónde tienes que ir…?
– Sólo a lo de Tada-chan, hay algo que quiero hablar con él.
– De acuerdo, no hay problema.

Una vez Toma y Yuya llegaron a la mansión de Tadayoshi, fueron atendidos por Mirei, quien, a diferencia de sus usuales palabras irónicas, los estaba tratando con bastante simpatía.
– Es extraño que él tenga esos mareos, siendo yo quien debería tenerlos.
Camino a la habitación de Tadayoshi, Yuya miró a la mujer, frunciendo el ceño.
– ¿Usted se siente mal, Kiritani-san? – Preguntó Toma.
– Claro que no. Todo lo contrario – Dijo la aludida, girando su cuerpo para mirarlos, una vez estuvo frente a la puerta de la habitación de su prometido –. Estoy esperando un hijo de Tadayoshi-kun.
Como respuesta, lo único que obtuvo Mirei, fue una exagerada expresión de sorpresa en los rostros de sus oyentes.