13 de marzo de 2015

[Star] Capítulo 04: Enfermedad


Título: So you think you can be a star.
Fandom: Johnnys.
Formato: Multi-chaptered.
Género: AU, Romance, Smut, Violento.
Rating: NC-17.
Cantidad de palabras: 3315.
Estado: Finalizado.
Sinopsis: Al sentirse acorralado por la abrumadora presencia de Tadayoshi, Yuya recurre al más bajo de sus movimientos con tal de no perder su lugar ni en la empresa ni en la mente de Ryo.


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Capítulo 04: Enfermedad.

Su teléfono celular volvió a sonar a su lado. Con un rápido movimiento, su dueño volvió a apagarlo y se giró para ver a su amante, quien seguía dormido. Suspiró, se levantó y se dirigió al cuarto de baño, agarrando toda su ropa en el camino.
Sin poder sacarse las imágenes de lo sucedido la noche anterior, se duchó.
Esperaba que por una buena noche de sexo, su trabajo sea muy bien recompensado. Frunció el ceño, sonriendo, luego. No sabía en qué pensaba. Haber pasado la noche con Yuya y haber dormido mal, lo habían dejado tonto. Quería creer eso. No quería creer que para Yuya fue sólo su paño de lágrimas, a su manera. Se dio cuenta lo que le dolió ver cómo Ryo tocaba el cuerpo de Tadayoshi. Se dio cuenta que aunque lo tratara como a una muñeca, Yuya lo amaba, y que ese amor no le era para nada correspondido.

Tadayoshi de nuevo estaba ahí. De pie en la oficina de Ryo. Y el mayor, seguía con su teléfono pegado a la oreja.
— Ve al piso justo debajo de este — Le dijo, a lo que el muchacho simplemente asintió con la cabeza —. Ah, ¿Okura-kun? — El aludido estaba por volver sobre sus pasos, pero se detuvo, y lo miró —. Ya encontré a la enfermera que va a encargarse de tu madre. Me tomé el atrevimiento de darle tu dirección para que fuera directamente para allá, ¿estuve bien?
— Aunque le diga que no, ya lo ha hecho, ¿no es así?
Ryo simplemente sonrió, dándose cuenta que el muchacho tenía razón.
Cuando Tadayoshi salió de la oficina, encontró a una voluptuosa rubia sentada en los sillones de la sala de espera. Al verlo, la mujer se levantó y se acercó a él, dedicándole una reverencia.
— Buenos días, Okura-kun. Mi nombre es Izumi. Soy la enfermera designada para atender a su madre.
— Ah... Pero... Nishikido-san me dijo que...
— Que debo ir a cuidar a su madre. Pero me pareció descortés no venir a presentarme primero.
La muchacha le pareció simpática y sincera, por lo cual, sólo sonrió.
— Vamos al ascensor, aunque yo sólo tengo que bajar un piso — Cuando las puertas del ascensor se abrieron para que Tadayoshi bajara, miro a Izumi —. Cuide bien a mi madre, por favor.
— Claro — Dijo la aludida, con una sonrisa.
El espacio entre la puerta del ascensor y lo que parecía ser, de nuevo, una sola habitación, era extremadamente pequeño. Sobre la puerta revestida con gamuza, apenas podían leerse carteles de advertencia, ya que la luz sobre su cabeza, no acompañaba. Giró el picaporte y entró. Frente suyo se extendía un interminable estudio de grabación y, al otro lado del vidrio, un hombre fumando un cigarrillo, tocaba un par de melodías con su guitarra. Cuando creyó que había terminado, Tadayoshi aplaudió un par de veces, llamando así la atención del hombre.
— ¿Y tú qué haces aquí? — Le dijo el guitarrista, apagando el cigarrillo en un cenicero que había dejado sobre el parlante que estaba más cerca suyo.
 — Nishikido-san me envió.
— Ah... Sí...  Creo que hoy tiene que ver Tegoshi... Déjame ver eso — El hombre se levantó de su asiento, encendió la luz y se acercó a una pequeña pizarra pegada a una pared en el lugar, que parecía ser un calendario del mes hecho con tiza —. Sí... Debe estar viniendo — Se respondió a sí mismo. Seguido por Tadayoshi, salió de la habitación y se acercó a un horno microondas. Debajo del mismo había una alacena, de la cual sacó un pote de fideos instantáneos. Antes de cerrarlo, se volvió a Tadayoshi —. ¿Quieres comer fideos?
— Eh... Ya desayuné...
— Ya veo... ¿Es de día?
— Usted..., ¿se pasó aquí toda la noche...?
— Suelo hacerlo. Este es... como mi hogar.
Mientras colocaba el pote de fideos dentro del microondas y expresaba esa sola oración, Tadayoshi vio un brillo especial en sus ojos.
— Le gusta estar aquí, ¿no es cierto?
— Cuando Ryo no viene a molestarme... Sí.
Tadayoshi sonrió.
— La verdad... no sé qué pretende Nishikido-san de mí — Soltó el menor, mirando el techo —. Aunque Maru y Yasu me lo hayan querido explicar... Alcanzar a Tegoshi-san es imposible...
— Aún no lo conoces del todo bien...
— Creo que sí.
— Oh, no. Créeme que no — Reiteró el hombre, siendo advertido por el sonido emitido por el microondas, que su desayuno ya estaba caliente —. Tegoshi es... muy diferente a lo que ves, incluso, a lo que ves dentro de este edificio.
— ¿Diferente? ¿Aún hay algo peor que ser egoísta y pensar sólo en sí mismo?
— Lastimar a las personas — Respondió, después de sentarse con las piernas debajo de sus muslos, en su asiento al lado de Tadayoshi —. Aunque creo que eso es... porque siempre lo lastiman a él.
— ¿Nishikido-san? — El aludido lo miró, comiendo —. Ah... Lo siento. Yasu me dijo que no dijera nada.
— Sí, Ryo lo hace. Ryo lastima a Tegoshi, y es por eso que él es así como es. Ryo le ha metido en la cabeza que es brillante, que es inalcanzable, que es sólo suyo. Y Tegoshi se lo cree.
— Yo creo que al menos sí es brillante e inalcanzable.
— Nosotros también lo éramos, siendo parte de KS. Pero jamás nos creímos inalcanzables, y por sobre todo, jamás nos creímos más que el resto de los mortales. Eso fue lo que cosechó Ryo. No quiero decir que vaya a hacer lo mismo contigo, pero... Ten cuidado. De ambos. De Ryo y de Tegoshi.

La mujer se acercó a atender la puerta, ya que alguien estaba llamando a la misma. Al abrir, halló a Izumi dedicándole una brillante sonrisa.
— ¿Okura-san? Mi nombre es Izumi, y a partir de hoy, seré su enfermera personal. Encantada de conocerla.
— Ahhh, pasa, Izumi-san.
— Está bien si me llama Izumi-chan, Okura-san. Con permiso — Dijo la muchacha, entrando a la casa.
— En aquel cuarto puedes dejar tus cosas, Izumi-chan. Cuando estés lista, te muestro el resto de la casa, ¿sí?
— ¿Ha tomado sus medicinas de la mañana?
— Aún... no.
— ¿Tengo una paciente remolona? Espere que me cambie y vengo a darle sus medicinas.
— Muchas gracias. Lo siento — Se apenó la mujer.

Sin saberlo, había caído la tarde. Tadayoshi y su acompañante se habían pasando todo el día hablando de los KS Boys, de lo que habían vivido tanto grupal como personalmente y de muchas de sus canciones favoritas. En eso, un leve sonido los interrumpió.
— Pase — Dijo el hombre, reparando Tadayoshi en el oído que tenía al haber alcanzado a oír que alguien llamaba a la puerta.
— Subaru — Lo saludó Ryo —. Y..., ¿Tego no está?
— No vino todavía — Respondió el aludido.
— Son las seis de la tarde, ¿sabías? — Preguntó Ryo, sacando su celular del bolsillo y marcando un número.
— Ah... Vas a tener que salir al balcón para agarrar señal — Le advirtió Subaru, por lo que el aludido abrió la puerta que se hallaba a la derecha de la habitación.
Tadayoshi miró a Subaru y él sólo levantó las cejas.
Fuera, Ryo marcó el teléfono de Yuya y esperó a que atendiera al otro lado.
— ¿Tegoshi? — Preguntó, una vez oyó que alguien había respondido la llamada.
— “¿Qué quieres?
— ¿Dónde rayos estás? Tienes que grabar el día de hoy.
— “Ah, hoy no.
— ¿Qué?
— “Que hoy no quiero grabar.
— Sabes que la salida de tu nuevo álbum es dentro de unas semanas junto con la gira, ¿no?
— “Lo sé.
— Y tampoco has venido a practicar las coreografías como debes.
— “Deberías contratar a nuevas personas. Estoy cansado de que tus pajaritos te anden diciendo lo que hago o dejo de hacer.”
— ¿Para que tú los manejes como marionetas? No, gracias. Me quedo con los que tengo.
— “¿Sólo llamaste para eso?”, le preguntó Yuya, después de un largo silencio.
— Ven ahora mismo.
— “Me voy. Nos vemos.”
— ¿Tegoshi? — Ryo se quedó en silencio, simplemente para oír cómo el rubio cortaba la llamada al otro lado de la línea telefónica —. ¡¿Tegoshi?!
Como quien lo llevara el diablo, Ryo entró al edificio, y cruzó el cuarto que lo separaba del ascensor.
— ¿Qué sucedió? — Le preguntó Subaru.
— Pon las pistas, ahora traigo a ese hijo de puta — Respondió el aludido en referencia a Yuya, antes de salir disparado de la sala de grabaciones.
— Me parece que Tegoshi-san se las va a ver negras — Murmuró Tadayoshi.
— Ni que lo digas.

El reloj que cada hora sonaba en su cuarto, volvió a hacerlo en punto. Estaba segura de que Izumi se había quedado leyendo una revista frente a la ventana, pero no la vio allí.
— ¿Izumi-chan? — La llamó, pero no obtuvo respuesta. Intentó agudizar el oído, aún estado medio dormida, pero aún así, no oyó nada más que el sonido de la calle. Se levantó lentamente, dándose cuenta que las articulaciones le dolían. Del mismo modo llegó a las escaleras, desde donde, nuevamente, intentó ubicar a su enfermera —. ¿Izumi-chan? — Un paso en falso la hizo trastabillar y caer escaleras abajo, perdiendo la conciencia en el proceso.

— ¡Tegoshi, abre la puerta inmediatamente! — Vociferó Ryo, golpeando la puerta del departamento de Yuya con el puño. A los pocos minutos tuvo por respuesta, el sorprendido rostro de Toma.
— Nishikido-san...
— ¿Dónde está Tegoshi? Déjame pasar — Le dijo el recién llegado, entrando al departamento y dirigiéndose al cuarto de Yuya, quien estaba acostado en la cama, mirando algo en el televisor.
— Ryo-chan...
— Vamos — Le dijo, haciéndolo apurar con un gesto de manos.
— ¿Adónde...?
— ¿Cómo que adónde? Vamos a grabar. Ya estoy cansado de tus escenitas.
— ¿Acaso no me merezco un día de descanso? — Preguntó el rubio, arreglando sus sábanas.
— Puedes descansar todo el tiempo que quieras cuando termines la gira. Ahora tienes un álbum que grabar.
— ¿Y si no quiero?
— ¿Si no quieres? Sabes muy bien lo que va a pasarte cuando no quieras.
— ¿De qué sirve que vaya corriendo a la sala de grabación o me preocupe por la gira si cuando te hayas cogido a la perra que encontraste en la calle, te vas a deshacer de mí sin siquiera pensarlo dos veces? — Ryo se quedó en silencio, sobre todo al darse cuenta que Toma estaba observando la situación desde la puerta del cuarto —. Pero, ¿sabes una cosa? No te la voy a dejar tan fácil — Agregó Yuya, levantándose de la cama y cambiándose de ropa —. Me encantaría poder irme a la mierda y dejarte lleno de deudas, pero, ¿sabes una cosa, Ryo-chan? — Le dio un suave beso en la comisura mientras una de sus manos acariciaba su mejilla —. Te amo demasiado como para verte así de desesperado.
Ryo tardó unos minutos en reaccionar. La voz de Toma llamándolo, lo volvió a Tierra.
— Tú eres sordo, ciego y mudo, ¿de acuerdo, Ikuta? — Le dijo, ante lo cual, él respondió asintiendo con la cabeza.

Casi cuarenta y cinco minutos más tarde, Yuya estaba siendo traído a la rastra por Ryo, seguido ambos por Toma. Cuando Ryo lo tiraba literalmente a la sala de grabaciones, Tadayoshi pudo vislumbrar una sonrisa en el rostro del rubio.
— Ya puedes empezar, Subaru — Le dijo Ryo.
— Tegoshi, mira que esto tiene para rato, y ya son como las ocho de la noche — Le advirtió el aludido a través de un micrófono.
— No importa, puedo aguantar — Le respondió el rubio.
— Okura-kun, puedes irte a casa si quieres — Dijo Subaru.
— No te preocupes por él. Yo me quedo un rato más y lo llevo a casa.
Subaru lo miró unos segundos, pero no dijo nada.

— Te llevaría a cenar a algún lado, pero me imagino que ya tienes planes — Le dijo Ryo a Tadayoshi, una vez estacionó su automóvil frente a la casa del menor.
— Lo siento.
— Me la debes — Le dijo el hombre, sonriendo.
— Gracias por traerme.
— Lamento lo de hoy.
— ¿Lo de hoy...?
— Tegoshi.
— Creo que voy a terminar acostumbrándome — Reconoció el menor con una sonrisa.
— Bueno..., te libero por el día de hoy.
— Muchas gracias. Hasta mañana, Nishikido-san.
— Hasta mañana, Okura-kun.
Tadayoshi bajó del vehículo y llegó al portón de su casa, pero Ryo seguía ahí. Se giró y con una seña de mano, le dijo que podía irse, pero él negó con la cabeza, con una sonrisa que débilmente podía ver a través del vidrio polarizado. El menor negó con la cabeza y entró a su hogar. Sus ojos no querían creer lo que estaban viendo, sus manos le temblaban pero sus pies no parecían poder separarse del suelo.
— Ma... Mamá — Gimoteó.
— ¿Okura-kun? — La voz de Ryo detrás suyo lo hizo girarse apenas. Su mirada llena de lágrimas ocasionó que el mayor lo estrechara con fuerza entre sus brazos. Sintiendo aquel respaldo, Tadayoshi cayó sobre sus rodillas, siendo ayudado por Ryo. Desde el suelo, Tadayoshi lo vio entrar a su casa y socorrer a su madre, pero sus oídos no oían más que el sonido de su propio llanto.

Cortó la llamada. Suspiró, acomodándose sobre su cómodo sillón y girando el mismo para ver el débil rayo de sol pasando a través de las nubes hasta llegar dentro de su oficina. Miró su teléfono celular, pero no tenía ni una llamada, ni un mensaje de texto.
— Eso que le dije que me llamara cuando supiera algo — Se dijo, buscando un número en la agenda del aparato para hacer una nueva llamada, pero, cuando estaba por rendirse y cortar, una voz lo atendió al otro lado.
— “Nishikido-san...”
— Okura-kun, ¿cómo está tu madre?
— “Está estable. Se despertó en la madrugada y habló un rato conmigo.”
— ¿Te dijo que sucedió?
— “Antes que nada, déjeme decirle que puede llamar a Izumi-san y decirle que está despedida.”
— ¿Izumi...?
— “Sí, ese es el nombre de la enfermera.”
— Te equivocas, Okura-kun. La enfermera que yo contraté se llama Tae... Espera, Sayuri entró recién. Déjame preguntarle a ella.
— ¿Sucede algo, Nishikido-san...?
— Sayuri, tú te encargaste de llamar a la enfermera que te pedí para la madre de Okura-kun, ¿verdad?
— S... Sí... Si hasta vino aquí y usted se la cruzó...
— ¿Me la crucé...?
— Sí. También habló con Okura-kun antes de ir a su casa...
— ¿Recuerdas el nombre de la persona?
— Izumi... Su nombre es Izumi.
Ryo, sin entender del todo la situación, volvió a su conversación con Tadayoshi.
— Tienes razón... Su nombre es Izumi, pero — La sorprendida mirada del hombre se posó sobre su secretaria —... ¿Puedes traerme todas las referencias que te di?
— Por supuesto.
— “¿Y bien?
— Es que... no es posible... La persona que yo había seleccionado tenía por nombre Tae, no Izumi...
— “Quizás...
Hubo una pausa interminable.
— ¿Okura-kun...?
— “Tengo que irme. Lo llamo luego”, dijo el muchacho, rápidamente, antes de cortar la llamada.
— Aquí está lo que me pidió, Nishikido-san — Dijo Sayuri, entrando con una carpeta que dejó frente al hombre —. Así estaban sobre mi escritorio, sin ningún otro papel demás.
Ryo observó la primera y la segunda hoja y le extendió ambas a su secretaria.
— Esta es Izumi — Le dijo, señalando con los ojos la hoja que estaba a su derecha —... Y esta es Tae — Dijo, señalando la que estaba a su izquierda.
— Ah..., pero...
— Es más, ni siquiera recuerdo haber visto la fotografía de esta mujer, y soy bastante bueno recordando rostros.

Sabía muy bien quién pudo haber hecho eso. Quien sería tan inescrupuloso para meterse con la mujer que le dio la vida. Quien podía ser tan cobarde. Llegó a su camerino, donde Ryuhei y Shota estaban mostrándole algunas prendas del vestuario que tenían preparado para la gira. 
 — ¡Ah! ¡Okura-kun! — Lo saludó Shota, quien, junto con Ryuhei y Toma, vieron como el recién llegado, hecho una furia, le daba un fuerte puñetazo a Yuya, lanzándolo contra la mesa en medio de la habitación.
— ¡Espera! — Intentó frenarlo Ryuhei, agarrándolo desde atrás para evitar que volviera a atacar al rubio.
— ¡¿Qué te sucede, Okura-kun?! — Exclamó Shota.
— Suéltame, Maruyama-san — Le pidió Tadayoshi.
— Pero...
Ryuhei miró a Shota, quien asintió con la cabeza, aún no del todo convencido, y soltó al muchacho.
— A mí puedes maltratarme todo lo que quieras, incluso tratarme como basura, pero con mi madre, no te metas, ¿me oíste? — Le dijo, tranquilamente a un Yuya que aún no se reponía de lo acontecido.
— No creas que dejaré las cosas así — Le susurró, con la voz llorosa.
— ¿Qué...? — Preguntó el aludido.
— ¡Que no dejaré esto así! — Vociferó el rubio —. ¡Ahora mismo voy a hablar con Ryo-chan al respecto! ¡Mira cómo dejaste mi rostro! — Exclamó, en referencia a la pequeña marca que le había dejado su golpe —. ¡Considérate fuera de esta empresa, imbécil! 
Seguido por Toma, Yuya salió prácticamente corriendo a abordar el ascensor para llegar a la oficina de Ryo. Al mismo tiempo, que los que habían quedado en el vestuario, fueron al mismo lugar por las escaleras.
— Ryo-chan — Llamó el rubio su atención, apenas llegó al último piso. El aludido estaba por entrar a su oficina pero al ver el rostro acongojado del muchacho, se volvió.
 — ¿Qué sucedió...? — Preguntó, en referencia al golpe marcado en su hermoso rostro, mirando luego a su asistente. 
— Fue Okura...
— ¿Okura-kun? ¿Estás seguro? — Toma asintió con la cabeza.
— ¡Claro que lo estoy! ¡Tienes que echarlo, Ryo-chan! — Exclamó Yuya, aferrándose con desesperación al saco del morocho. 
— ¿Por qué no le cuentas por qué te hice eso, Tegoshi-san? — El aludido lo miró —. Tu amiga fue tan estúpida que no sólo dio su nombre real, sino su dirección real. ¿Sabe que Izumi es una prostituta, Nishikido-san? ¿Que Tegoshi le pidió que se hiciera pasar por enfermera para maltratar a mi madre? ¿Quieres saber cómo me enteré, Tegoshi? No hay nada que el dinero no pueda comprar.
— Suéltame — Susurró Ryo, después de un interminable silencio. Yuya lo miró.
— ¿Ryo-chan?
— Que me sueltes, te dije — Sin comprender del todo su accionar, el aludido aflojó su agarre. Ryo se arregló el cuello de la camisa y lo miró fijamente —. Lo que hizo Okura-kun estuvo bien — Dijo, finalmente —. No hagas más estupideces, Tegoshi, o no tendré piedad de ti.
Yuya se quedó mirando a Ryo aún cuando la puerta se cerró detrás de sus espaldas. Nunca le había hablado así. Nunca antes le había hablado tan fríamente. Pero no fue sino hasta estar en el asiento trasero de su camioneta que de alguna manera, su mente reaccionó al oír el sonido del motor del vehículo encendiéndose.
— Apaga el motor — Le susurró al chofer.
— ¿Qué? — Le preguntó Toma.
— Que apagues el motor — Reiteró su pedido el rubio, mirándolo a través del espejo retrovisor —. Ven aquí — Agregó, palmeando el espacio vacío a su derecha.
Sin atreverse a negarse, el muchacho salió del vehículo y volvió a subir para llegar a su lado. Al instante que Toma cerró la puerta, Yuya se abalanzó sobre uno de sus hombros y suspiró pesadamente. Giró su cabeza, chocándose con el brazo de Toma y se aferró a él, sollozando luego, amargamente.
En ese momento, Toma se dio cuenta de lo mucho que Yuya amaba a Ryo, de lo mucho que significaba para él que le hubiera creído más a un completo desconocido que a él. Y también, se dio cuenta de lo poco que había valido esa noche que estuvieron juntos, cuando, para él mismo, había significado todo.