11 de abril de 2015

[Star] Capítulo 06: Realidad

Ciaossu~!!
Llegamos al seis de Star :)
Este es un episodio crucial, si se quiere, o uno de esos episodios cruciales xD donde vamos a descubrir muchas cosas que nos van a dejar "OMG!" :O
Espero que les guste ^___^ y como siempre, espero sus dulces comentarios (...o tomates (? ya saben xD) 
Enjoy~ ♥



Título: So you think you can be a star.
Fandom: Johnnys.
Formato: Multi-chaptered.
Género: AU, Romance, Smut, Violento.
Rating: NC-17.
Cantidad de palabras: 4577. 
Estado: Finalizado.
Sinopsis: Tadayoshi cae en la trampa, sin poder soportar los sentimientos que le generan el haberlo hecho. Yuya se abre con él, contándole cómo conoció a Ryo y cómo llegó hasta donde está en ese momento.

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Capítulo 06: Realidad.

Apenas se movió, entre aquellas sábanas, sintió algo que recorrió su esófago queriendo escapar de su cuerpo. Adelantándose, se aferró a uno de los lados de la cama y dejó que la gravedad hiciera lo suyo. Se volvió unos centímetros y se agarró la cabeza, dándose cuenta que estaba partiéndosele poco a poco. 
— Ya despertaste — Giró la cabeza con lentitud para ver a Ryo acercándose con una bandeja con comida, pero al ver lo que había devuelto, el mayor frunció el entrecejo y los labios, y dejó sobre la cama lo que estaba cargando —. Iré a llamar a alguien para que limpie esto. Puedes ir a ducharte si quieres. Te dejé ropa limpia en el cuarto de baño.
Su oyente sentía que si hablaba, definitivamente su cabeza iba a partirse en dos, por lo cual atinó a asentir con la cabeza y dirigirse lentamente al cuarto de baño. Hasta que llegó allí y cerró la puerta, se dio cuenta que a cada paso, su cuerpo le advertía que algo andaba mal. Sin detenerse demasiado a pensar o, sin querer hacerlo todavía, se duchó. Al salir, halló a Ryo anudándose la corbata frente a un espejo en el living.
— Tengo que irme — Le dijo, luego de dedicarle una sonrisa a través del espejo —. Te llamo más tarde para saber cómo sigues — Tadayoshi no respondió a sus palabras, pero al sentir los labios del mayor posándose dulcemente sobre los suyos, hizo un paso hacia atrás y lo miró con sorpresa —. No recuerdas lo que sucedió anoche, ¿cierto? — Preguntó el mayor.
— ¿Debería? — Su propia voz le sonó desconocida con lo mal que se sentía en ese momento.
— Me duele un poco que no lo hagas, pero ponte cómodo, come algo e intenta hacer memoria. Nos vemos más tarde.
La piel del menor se erizó al sentir el roce de las yemas de Ryo sobre una de sus mejillas, sobresaltándose. Una vez estuvo solo, Tadayoshi se sentó en el sillón negro al lado del enorme ventanal, pero no se acercó a la bandeja que estaba sobre la pequeña mesa en medio de la habitación. Lentamente, empezó a recordarlo todo. Cómo dejó emborracharse casi hasta perder la conciencia, cómo se dejó llevar por Ryo hasta una habitación desconocida, cómo dejó que lo ultrajara sin poder hacer nada al respecto. Cuando de dio cuenta que la vista se le nublaba y estaban por salir lágrimas de sus ojos, se levantó y se fue. Llegó a su piso y vio una camilla entrando a una de las habitaciones. Al mirar el interior de refilón, vio a Toma desesperado, por lo que se quedó de pie frente a la puerta de su habitación. Cuando la camilla salió, lo hizo con Yuya encima de la misma. Un enfermero la llevaba y otro, cargaba el suero cuyo contenido se le estaba siendo inyectado al rubio. Detrás de ellos, salió Toma, cerrando la puerta de la habitación a su paso y acercándose rápidamente a la camilla.
— Resiste, Yuya. Por favor.
Aunque estaban ya demasiado lejos como para creerle a su vista, le pareció ver que Toma sostuvo la mano de Yuya dentro de la suya y la apretó ligeramente. Las puertas del ascensor se cerraron al mismo tiempo que Ryuhei asomaba la cabeza de su habitación.
— ¿Qué está sucediendo? — Le preguntó a Tadayoshi.
— Recién se llevaron a Tegoshi en una camilla.
— ¿Qué? — Casi susurró el mayor.
— Lo siento, Maru. Nos vemos más tarde, ¿sí? 
— ¡Ah! Casi lo olvido. Anoche te fuiste con Ryo, ¿no? ¿Cómo te fue?
Tadayoshi hizo una mueca de dolor. Agradeció haber estado de espaldas a Ryuhei, no quería dar más explicaciones que las que él le estaba pidiendo.
— Bien... Tranquilo... Nos quedamos en la habitación de Nishikido-san hablando y sin darme cuenta, me dormí.
— Es normal — Dijo el mayor, sonriéndose —. Bueno, iré a avisarle a Ryo lo sucedido con Tegoshi. Nos vemos más tarde.
Tadayoshi asintió y entró a su habitación. Se quedó apoyado en la puerta un rato, dejando que el silencio lo ayudara a no pensar, pero terminó haciendo todo lo contrario. Cayó al suelo lentamente, agarrándose la cabeza con ambas manos. De nuevo sintió un terrible deseo por dejar que sus lágrimas se escaparan de sus ojos. Se levantó de un salto, generándole esto un fuerte dolor en la parte posterior de su cuerpo. Volvió a caminar con pasos lentos y se acercó a su cama. Del mismo modo en que llegó, se quitó la ropa y se acostó, no sin antes avisar por mensaje a Tae y a Shota que pasaría el día por los alrededores, que no lo molestaran a menos que surgiera algo de importancia. Aunque en realidad, lo que quería hacer era dormir y olvidarse de lo que había acontecido la noche anterior.

— ¿Quién era? — Le preguntó Ryuhei a Shota, sentados ambos en la cama, desayunando.
— Alguien — Respondió el aludido, dejando su celular al lado suyo —. ¿Celoso?
— Claro que no —Dijo Ryuhei —. Si quiero, puedo estirar la mano y ver quién te mandó ese mensaje por mí mismo — Agregó, estirando su cuerpo para alcanzar el teléfono de su oyente.
— Era Okura-kun — Dijo Shota, sonriendo —. Me dijo que iba a estar recorriendo los alrededores, que a menos que sea algo urgente, no lo molestáramos.
— ¿Así que se fue a pasear? Con la cara que llevaba, pensé que iba a dormir todo el día — Reconoció el muchacho, comiendo una tostada con queso crema.
— ¿Por qué…?
— Bueno… Cuando te estabas duchando escuché gritos en el pasillo, así que salí. Ah… Tengo que llamar a Ryo — Dijo, levantándose de la cama para ir a buscar su teléfono.
— ¿Sucedió algo?
— No lo sé — Respondió el aludido, marcando el número de Ryo y quitándose el exceso de queso de sus dedos con la lengua —. Cuando salí, estaban llevando a Tegoshi en una camilla — Al darse cuenta que su oyente estaba por decirle algo, Ryuhei levantó una de sus manos, enseñándole la palma, para que guardara silencio . ¿Ryo? Habla Maru. Oye, no sé si Ikuta-kun se comunicó contigo, pero… hace un rato se llevaron a Tegoshi en una camilla. ¿Quieres que lo llame? Sí… Se lo preguntaré. ¿Irás más tarde? De acuerdo. Nos vemos allá.
— ¿Qué te dijo Ryo?
— Que iría más tarde. Que le pregunte a Ikuta-kun a qué hospital se lo llevaron.
— Dios…
Shota suspiró y se sentó a los pies de la cama. Ryuhei se le acercó y se arrodilló frente a él.
— Sho-chan — Le dijo, sosteniendo su rostro con ambas manos para encontrar su mirada —…, ¿qué sucede?
— ¿Qué sucedió con Okura-kun?
— ¿Eh?
— No me terminaste de contar…
— Ah. Me dijo que volvieron tarde al hotel. Se quedaron charlando en la habitación de Ryo y se quedó dormido.
— No fue eso lo que sucedió — Dijo Shota, mirándolo a los ojos —. Maru…, no fue eso lo que sucedió.
— ¿Por qué siempre tiendes a pensar lo peor? — Preguntó Ryuhei, revoleando los ojos. Se levantó y se giró, dándole la espalda a su oyente.
— ¿Lo peor? ¿Acaso no conoces a Ryo? ¿Acaso no fue lo mismo que hizo con Tegoshi? — Ryuhei lo miró —. Lo siento, pero yo ya no puedo confiar en Ryo tan ciegamente como tú.
Shota estaba por salir corriendo de la habitación, pero Ryuhei lo detuvo, abrazándolo.
— Perdóname. Si quieres, podemos hablar más tarde con Okura-kun. Por ahora, vamos a ver a Tegoshi. Aunque sea una mierda de persona, una pizca de aprecio todavía le tengo.

Ryuhei y Shota llegaron al hospital donde Yuya fue internado. Encontraron a Toma sentado en la cafetería, con ambas manos sobre la mesa y un vaso de agua frente a él.
— Ikuta-kun — Llamó su atención Shota, pero el aludido no reparó en su presencia.
— Ikuta — Lo llamó Ryuhei, posando suavemente su mano sobre el hombro del muchacho, quien se sobresaltó.
— Ah — Se sonrió Toma, sosteniendo el vaso entre sus manos, pero sin levantarlo de la mesa.
— ¿Cómo está Tegoshi? — Le preguntó Shota, sentándose en una de las dos sillas en torno a la misma mesa.
— Está… bien — Respondió el aludido, con una fingida sonrisa y dedicándole una rápida mirada antes de levantar el vaso, pero ni siquiera pudo acercárselo a los labios al tener un temblor en su mano derecha. Ryuhei lo ayudó a apoyarlo de nuevo sobre la mesa sin derramar el líquido —. Lo siento — Musitó Toma, llevándose la mano a la otra para cerrar ambas en un puño y apoyar sus codos sobre la mesa y su cabeza sobre su puño.
— ¿Qué sucedió?
— Quiso… matarse…
— ¿Qué? — Preguntó Ryuhei.
— Yo estaba ahí. Debí haberlo detenido, pero él… no quería. Yuya…, no quería que lo detuviera — Toma deshizo su pose y se llevó ambas manos a la cabeza —. No pude evitarlo. No podía verlo así de desecho. Si esa era la única manera de hacerlo feliz…
Sus palabras fueron interrumpidas por un puñetazo en la cara por parte de Ryuhei, haciéndolo caer al suelo y volviéndose ambos el centro de las miradas de los presentes.
— Escúchame una cosa —Le dijo, sin levantar el tono de voz —…, si realmente amas a ese imbécil, si realmente crees que es una buena persona…, lo menos que debes hacer es evitar que se mate. Si quieres conquistar a Tegoshi, no debes mostrarte más débil que él, sino todo lo contrario. Conviértete en su fuerza. No lo ayudes a hundirse, imbécil. Y, por sobre todo, no se lo dejes a Ryo — Al terminar de hablar, se giró hacia los presentes, pidió disculpas y levantó la silla donde había estado sentado —. ¿Todavía estás aquí? Ve a ver cómo está y avísanos. Alguien tiene que decirle a Ryo como está su estrellita.
— Eh… S… Sí…
Toma salió corriendo del lugar y subió el ascensor hasta el piso donde estaba Yuya.
— Sabía que no ibas a quedarte tranquilo por mucho tiempo — Le dijo Shota, sonriendo de lado, viendo cómo el contenido del vaso de Toma desaparecía entre los labios de Ryuhei.
— ¿Qué se le va a hacer? — Susurró el aludido, apoyando su cabeza en su propia mano —. Que tiene un encanto especial, lo tiene.
— Aún no puedes olvidarlo, ¿no?
— ¿Qué cosa? — Le preguntó, mirándolo de reojo.
— Que te cambió por Ryo.
Ryuhei sonrió.
— No creo que hubiéramos funcionado. Mira cómo nos llevamos.
— Tegoshi tampoco tuvo la oportunidad de hablar contigo una vez se encontraron en la agencia, Maru.
— ¿Quieres dejarme o algo así? — Le preguntó Ryuhei, mirándolo con una sonrisa.
— No — Respondió Shota, entrelazando su mano a la de su compañero —. Pero me gustaría que seas sincero.
— Sí, todavía siento algo por Tegoshi. Pero no voy a ser yo el que lo salve de Ryo, Sho-chan. Yo… no tengo la fuerza para hacerlo — Shota pudo sentir cómo la voz de Ryuhei se quebró, por lo que decidió no seguir hablando —. Además…, gracias a eso, te conocí.
— ¡Mentiroso!  — Se sonrió el aludido, sonriéndose —. ¡Si me conoces de hace mucho tiempo atrás!
— Sí, pero nunca te había visto de esa manera.

Toma llegó frente a la habitación de Yuya, donde vio salir al médico que lo había atendido.
— ¡Doctor! — Lo llamó el muchacho, acercándose corriendo a él —. ¿Cómo está Yuya?
— Tegoshi-kun se encuentra estable. Por suerte llamaste en el momento justo y pudimos desintoxicarlo rápidamente, pero me gustaría tenerlo en observación hasta mañana, por las dudas.
— ¿Puedo… pasar a verlo?
— Por supuesto.
Juntando coraje de lo más profundo de su ser, Toma entró a la habitación. Como le había dicho Ryuhei, debía mostrarse más fuerte que Yuya, pero hinchar el pecho no iba a servirle de nada, así que se calmó. Lo halló dormido, justo como lo había encontrado después de llevarle una botella de agua esa misma mañana. Se acercó y se arrodilló a su lado, tomando su mano con suavidad, con miedo a despertarlo. Apoyó su cabeza sobre las sábanas.
— Lo siento —Lo oyó decir, por lo que levantó la mirada.
— Yuya…
— Mezclar cocaína con alcohol… no fue una decisión inteligente, ¿no? — Le preguntó, al borde del llanto.
— Shhh — Toma se incorporó y acarició su frente con dulzura —. No pienses en eso. Lo importante es que estás bien.
— Perdóname…, Toma — El aludido se sonrió. Era la primera vez que lo llamaba por su nombre de pila de una forma tan dulce que le dolía. Yuya giró la cabeza para mirar el sol matutino a través de la ventana de su habitación —. No podré seguir la gira en Nagoya, ¿verdad? — Musitó.
— El doctor quiere que te quedes hasta mañana en observación — Le respondió Toma, jugando con los dedos del rubio.
— Entonces..., mañana nos vamos a Nagoya, Toma — Le dijo, mirándolo. El aludido vio un brillo que jamás había visto en los ojos de Yuya: el deseo de seguir viviendo.
— Como tú quieras.
— Antes de eso…, quiero hablar con una persona. ¿Puedes decirle por favor que venga?
— ¿Qué es eso? ¿El gran Tegoshi Yuya me está diciendo a mí, un ser inferior, “por favor”? — El rubio sonrió —. Por supuesto que lo haré, Yuya. Yo haré todo lo que quieras, sólo tienes que pedírmelo.
— Gracias…

Dos golpes lo sacaron de su profundo sueño. Creyó que alguien estaba taladrándole la cabeza, pero no era eso, alguien estaba golpeando la puerta. Lentamente, se levantó y del mismo modo llegó a la puerta de entrada. En el camino golpearon varias veces más, pero sabía que si llegaba a gritar, iba a dolerle hasta el alma. Se sorprendió al ver la persona que insistía tanto con ver su cara.
— Ikuta-kun…
— Okura-kun, ¿puedes acompañarme, por favor?
— ¿Eh? Pues, verás…, recién me levanto y…
— Yuya quiere hablar contigo — Tadayoshi se interrumpió a sí mismo para mirar a Toma, sorprendido —. Es en son de paz. Por favor.
Por más que quiso negarse, Tadayoshi supuso que su estado era bastante grave como para querer hablar con él, por lo cual accedió.

Ambos llegaron al hospital, al mismo tiempo que Ryo, con quien se encontraron en la entrada del mismo.
— ¿Y Tegoshi? — Preguntó el mayor de los tres.
— Está estable — Respondió Toma —. Sin embargo, el doctor quiere tenerlo en observación hasta mañana — Ryo suspiró sonoramente —. No se preocupe por los recitales en Nagoya. Yu… Tegoshi-san quiere hacer esas presentaciones.
— ¿Qué fue lo que le sucedió? — Preguntó Tadayoshi, pero no obtuvo respuesta por parte de Toma. Recién cuando abordaron el ascensor, el asistente de Yuya le respondió.
— Mezcló cocaína con alcohol. Como me comuniqué rápidamente con la ambulancia, no tuvo secuelas graves y lo salvaron a tiempo — Ryo volvió a suspirar, de brazos cruzados. Los tres bajaron del ascensor y siguieron a Toma, hasta que se detuvo en la puerta de una de las habitaciones. Ryo estaba por entrar, pero Toma se lo impidió —. Tegoshi-san me pidió que llamara a Okura-kun porque quiere decirle algo. Por favor, Nishikido-san, deje que él entre primero.
El aludido, sorprendido por las palabras del muchacho, se hizo a un lado, dejando pasar a Tadayoshi.
— Tegoshi —Lo llamó el morocho, entrando a la habitación y cerrando la puerta tras de sí.
— Okura — Le sonrió el aludido, apresurándose para sentarse, pero aún se encontraba algo débil.
— ¿Te ayudo?
— Por favor — Se apenó el rubio. A Tadayoshi le pareció ver su leve tono rojizo sobre sus mejillas, pero creyó estar loco para pensar eso. Acercó una silla al lado de la camilla y se sentó.
— ¿Y bien? ¿Para qué me llamaste?
— Quiero contarte una historia — Respondió Yuya —. Quiero contarte… como llegué hasta aquí. Cuando era niño, nunca estuvo en mi sueño ser cantante o algo así. Pero, cuando estás rodeado de familiares que dicen que tienes una voz increíble y que eres maravilloso, no es muy difícil terminar pensando que llegarás fácilmente a la cima, con sólo abrir la boca y dejar que la voz salga. Conocer a Ryo-chan…, me cambió la vida. Literalmente. Yo tocaba la guitarra en el bar de una tía. Allí lo conocí. Le dije que no pensaba en vivir de la música, que mi sueño era ser un futbolista y viajar por el mundo. Pero él me dijo que cantando también se puede viajar por el mundo. Como no estaba interesado en el mundo de la música, no sabía quién era Ryo realmente. No sabía que había sido parte de una banda y tampoco que era el dueño de una agencia donde entrenaban a niños y adolescentes que querían llegar al estrellato — Se giró para mirar a Tadayoshi, quien seguía prestándole toda la atención posible —. Cada vez que terminaba una presentación, ahí estaba Ryo para preguntarme si había pensado en el ofrecimiento que me había hecho. Me llevó a lugares que jamás hubiera conocido de no haber sido por él. Todo parecía demasiado maravilloso para ser cierto. Y me terminé resignando. Me di cuenta de lo que podía producir mi voz en las personas. Con los primeros que lo noté fue con el resto de los KS Boys. Ellos… no podían creer la voz que tenía — Dijo, sonriendo —. A diferencia tuya, entré y me prepararon en una semana. En mi primera presentación televisiva estaba hecho un manojo de nervios. Me equivoqué bastante cuando me tocó hablar, pero nadie se acordó de eso cuando me oyeron cantar. Después de esa presentación, empezamos los planes para mi primer sencillo con Subaru. Me dio a elegir varias canciones que le habían quedado en el tintero y que no pudo sacar a la luz. Esa noche nos quedamos hasta tarde. El último tren ya había pasado y no sabía qué hacer cuando salí de la empresa y me di cuenta de la hora. En ese momento, el automóvil de Ryo se detuvo frente a mí, y me preguntó si quería que me alcanzara a casa. Obviamente, accedí, pero nos detuvimos a un restorán a cenar. Estábamos en una habitación privada, sólo para nosotros dos, sin ninguna interrupción más que la de los mozos que llevaba y traían bebida y comida para nosotros. Cuando terminamos el postre, salimos al pequeño balcón que estaba ahí. Yo me quedé maravillado por las luces de la ciudad. Jamás las había visto desde una vista tan privilegiada, pero Ryo me dijo que había otro lugar desde donde las luces se veían aún más bellas. Cuando entré en razón, estaba en su departamento, en su cama, y él me estaba haciendo el amor. De sus labios no salían más que palabras de grandeza hacia mí. Me decía que debía seguir cantando, que mi voz era un privilegio que todo el mundo debía escuchar, que era la persona más maravillosa que había conocido y que no necesitaba la aprobación de nadie, que yo debía ser mi propio dueño. Y después de esa noche, eso hice. Creí que era increíble, que nadie podía superarme salvo yo mismo, creí que podía ser más grande que lo que alguna vez lo fueron los KS Boys… Pero no fue así… Lo único que logré fue mentirme a mí mismo, a ser capaz de poner una venda sobre mis sentimientos y seguir hacia adelante… si es que Ryo así lo disponía. Si él me lo hubiera dicho…, sin duda alguna habría acabado con mi vida. Por eso…, Okura — Yuya agarró ambas manos de Tadayoshi y lo miró a los ojos —…, no termines como yo. No te vuelvas la marioneta de Ryo-chan — El aludido se quedó estático ante sus últimas palabras. Yuya soltó sus manos y volvió a dejarlas sobre sus piernas —. Qué va a pasar ahora conmigo…, no lo sé. Pero quiero que estos recitales, si son los últimos, por lo menos, quede en el recuerdo de mis fanáticos. Las personas que me estuvieron apoyando y soportando hasta ahora… no tienen la culpa de mis malas decisiones.
Ryo y Toma levantaron la cabeza cuando Tadayoshi salió.
— ¿Okura-kun…? — Lo llamó Toma, al ver su mirada perdida —. ¿Estás bien?
— Eh… Sí…
— ¿Sucedió algo? —Preguntó Ryo, levantándose y acercándose a él.
— No, nada… Vuelvo al hotel.
— ¿No va a entrar, Nishikido-san? — Le preguntó Toma, mientras su oyente observaba a Tadayoshi alejándose.
— Sí —Respondió el aludido, entrando luego a la habitación.
— Vaya… Y yo que pensé que tú serías la última persona en venir — Dijo Yuya.
— ¿Tan mal concepto tienes de mí después de todo este tiempo? — Le preguntó, sentándose en la silla donde había estado Tadayoshi e intentando agarrar la mano derecha del rubio, pero al sentir aquel contacto, Yuya instintivamente la alejó de él.
— No eres santo de mi devoción —Le dijo, fríamente.
— Hace un par de días no decías eso — Ryo se levantó para darle un beso en los labios, pero Yuya corrió su rostro.
— Está bien. ¿Qué quieres ahora? — Le preguntó el morocho, volviendo a sentarse.
— Quiero que te alejes de Okura — Respondió, mirándolo fijamente. Sus palabras ocasionaron que de los labios de Ryo se escapara una interminable carcajada.
— Lo siento, lo siento… Pero, eso va a ser imposible.
— ¿Por qué? — Volvió a preguntar, frunciendo el ceño.
Ryo se levantó y se acercó a Yuya hasta sentir su respiración.
— Porque anoche lo hice.
— ¿Qué hiciste? — Musitó Yuya, aferrándose a las sábanas.
— Lo mismo que te hice a ti el día anterior a que vinieras y me dijeras que ibas a trabajar en KS Productions — Yuya no pudo responder. Quería decirle mil cosas, pero no sabía por cual empezar. Ryo le dio un beso en la frente y se acercó a la puerta —. Ikuta-kun me dijo que harás la gira tal y como estaba prevista. Espero que no me defraudes, Tego.
Cuando Ryo se fue, Yuya reaccionó. Se llevó ambas manos a la cara, cubriendo sus lágrimas.
— Hijo de puta…

Tenía una terrible mezcla de sentimientos, por eso, necesitaba desahogarse con alguien. En ese momento, dos personas se le cruzaron por la cabeza, y justo estaban en su habitación, por lo cual fue a verlos. Esperó con impaciencia que la puerta se abriera y, cuando ocurrió, se lanzó a los brazos de la persona que estaba al otro lado.
— Okura-kun — Se sorprendió Shota —. ¿Qué sucede? ¡Estás temblando!
— No puedo más… No aguanto más — Soltó Tadayoshi, empezando a sollozar —. Pensé que podía tolerarlo todo, que iba a poder con todo, pero no puedo con esto. Sé que estuvo mal, pero… no puedo evitarlo, no puedo.
— Sho-chan, ¿qué sucede? —Preguntó Ryuhei, que no llegó a ver quien había entrado.
— Ven, vayamos con Maru —Intentó consolarlo el mayor, acariciando su espalda . Vamos.
Al verlo llegar en aquel estado, Ryuhei se levantó de un salto y lo hizo sentarse en el sillón. Shota le sirvió un vaso con agua, el cual le extendió al menor, quien en vez de beberlo, sólo lo sostuvo entre sus manos.
— No puedo más… Les juro que no puedo más…
— ¿De qué hablas, Okura-kun? — Preguntó Ryuhei —. ¿Qué sucedió? — Al mirar a Shota, éste levantó sus hombros.
— Aunque haya escuchado la historia de Tegoshi, aunque haya visto de lo que fue capaz de hacer, aunque me haya sometido de la peor manera… Lo amo.
Su última frase dejó congelado al dúo que poco a poco estaba comprendiendo la situación.
— ¿A… A quién amas…? —Preguntó Shota.
— A Ryo. Lo amo.