22 de mayo de 2015

[Star] Capítulo 09: Sufrimiento

Ciaossu~!!
Creo que este es un capítulo bastante largo ^.^; pero no podía cortarlo, tenía que hacerlo así como está :)
Aunque todavía no lo tenga terminado, creo que en dos o tres capítulos ya termino Star y, ¿qué sigue? Quién sabe~ Ni yo ni mi imaginación podemos saberlo xD
Enjoy~ ♥

Título: So you think you can be a star.
Fandom: Johnnys.
Formato: Multi-chaptered.
Género: AU, Romance, smut, violento.
Rating: NC-17.
Cantidad de palabras: 5768.
Estado: Finalizado.
Sinopsis: Yuya se enfrenta a Ryo múltiples veces respecto al corazón de Tadayoshi, pero lo único que genera el rubio, es que el antaño integrante de KS Boys tenga que tramar un plan para sacarlo del medio cuando sea necesario.
Las palabras de Tadayoshi para con Ryo, terminan desencadenando una situación inexplicable para ambos.

Había decidido desayunar con él, aún con su asistente pisándole los talones y apurándolo con la hora. Había decidido ser otro, pero necesitaba pasar aunque sea unas cuantas horas con esa persona.
— Así que se lo dijiste…
— Sí — Dijo Yuya, con una brillante sonrisa que le dolía.
— Gracias por venir a decírmelo.
— Desde el momento en que presentaste tu carta de renuncia, también renunciaste a mí.
— Tampoco me diste muchas esperanzas que digamos — Se sinceró Toma, entregándole uno de los dos cafés que había comprado en un puesto callejero —. ¿Tu asistente no bebe café? — A la distancia, Keiichiro negó con la mano —. Más vale que vayas empezando, Koyama. No es fácil seguirle el ritmo a Yuya — El aludido se sonrió, al igual que el sujeto al cual estaba criticando —. Pero, Yuya, yo aún no me ido de la empresa.
— ¿Eh? Pero le diste la carta a Sayuri hace una semana, ¿no?
— Sí, pero hablé con Nishikido-san ese mismo día.
— ¿De?
— Quería saber por qué renunciaba.
— ¿Y qué le dijiste?
— La verdad. ¿Por qué iba a mentirle? ¿Estuve mal?
— No — Respondió el rubio, tragando rápidamente un sorbo de café mientras ambos caminaban alrededor de un hermoso parque —. Está bien que lo pongas sobre aviso. Será mejor de ese modo.
— ¿Cómo lo tomó Okura-kun?
— Se disculpó y se fue.
— ¿Se vieron después de eso?
— No tuvimos la oportunidad. Él está en el proyecto del regreso de los KS Boys, y con mi agenda… veo complicado que nos crucemos.
Toma se sentó en un banco. Por el contrario, Yuya se quedó de pie frente a él.
— ¿Quieres que te sea sincero? — Preguntó el morocho. Su oyente simplemente lo miró —. No creo que vaya a responderte.
— No se lo dije con esa intención. Sólo… quería que lo supiera — Reconoció, hincándose de hombros —. No lo sé.
— Nishikido-san no va a dejarlo tan fácilmente… Y si tú le contaste a Okura-kun lo que sucedió entre ustedes antes de entrar a la empresa y no renunció… por algo será.
— ¿Qué insinúas…?
— Que quizás Okura-kun sí esté enamorado de Nishikido-san.
— Tú no lo entiendes — Dijo Yuya, después de sentarse a su lado y beber un poco más de café —. Eso es lo que genera Ryo-chan. Es… como una especie del síndrome de Estocolmo… Con la salvedad de que aquí en vez de un secuestro, fue una violación. Además, estoy seguro de que al igual que sucedió conmigo, con Ryo-chan fue la primera vez que Tacchan estuvo con un hombre.
— ¿Tacchan…? — Preguntó Toma, sonriendo.
— Sí, Tacchan. ¿Qué tiene de malo?
— Me encantaría ver la cara de Okura-kun cuando le digas así… Tacchan…
— A ti también puedo ponerte un apodo…
— ¿Ah, sí? ¿Y el mío cuál sería?
— To… ma-chan.
— No te esmeraste demasiado al pensarlo.
— Lo siento, para la próxima vez se me ocurrirá algo mejor.
— Tego — Llamó su atención Keiichiro, con una expresión cercana al pánico en el rostro.
— Ya voy, ya voy. Siempre pones esa cara cuando llegamos tarde a algún lugar — Dijo Yuya, levantándose —. Nos vemos luego, Toma.
— Suerte.
Keiichiro y Yuya caminaron dos cuadras hasta encontrar una camioneta blanca de la cual Keiichiro abrió una de las puertas traseras para darle paso a Yuya, antes de hacer él lo mismo del lado del conductor.
— ¿Qué tenemos? — Preguntó el rubio, poniéndose el cinturón de seguridad.
— Una sesión fotográfica con Okura-kun.
Yuya lo miró con los ojos abiertos, bebiendo luego un sorbo de café.
— Y…, ¿Nishikido-san está al tanto? —  Preguntó, mirando a su asistente a través del espejo retrovisor, generando su sonrisa, ya que estaba al tanto de los verdaderos sentimientos de Yuya para con Tadayoshi.
— Fue Yokoyama-san quien me lo dijo, antes de ayer.
— Oh… Ya veo — Comentó el menor, mirando el cielo.
— ¿Lo pregunta…? — Keiichiro se interrumpió a sí mismo al ver la sonrisa crítica de Yuya a través del espejo del retrovisor —. ¿Lo preguntas por algo en particular?
— Por nada — Respondió el aludido.

Tadayoshi le pidió a Tae que cualquier asunto referente a su madre lo llamara a su celular. Aunque su progenitora le decía que gracias a la compañía de Tae, su estado era el mejor en mucho tiempo, el muchacho no quería confiarse.
Estaba enviándole un mensaje, sentado en medio de un amplio estudio fotográfico, esperando que la sesión comenzara, cuando oyó una voz familiar saludando alegremente.
— Buenos días — Cuando levantó la vista, vio a Yuya entrando al lugar, junto con su asistente. Desde que le había confesado sus sentimientos, esa fue la primera vez que se encontraron. Cuando cruzaron miradas, Yuya le sonrió ampliamente. Tadayoshi se levantó para acercarse al lugar donde estaba su bolso y dejar dentro del mismo su teléfono celular, apagándolo antes —. Buenos días, Okura-kun.
— Buenos días, Tegoshi.
— ¿Cómo estás?
— Bien, ¿y tú?
— Perfectamente — Respondió el rubio, apoyando su cuerpo al borde de la larga mesa donde habían bolsos y mochilas de todo el personal allí presente.
— Tegoshi-san, Okura-san, por favor — Pidió un hombre del personal.
Los aludidos se acercaron al set de fotografía preparado para ellos. Aparentaba ser un pequeño comedor al lado de una ventana. El fotógrafo a cargo les pidió que se sentaran en las sillas alrededor de la mesa de madera, que se sentaran sobre la mesa, que interactuaran con los objetos que tenían alrededor. Ryo entró al lugar, pero Tadayoshi no reparó de su presencia. Lo hizo recién, al sentir los brazos de Yuya alrededor de su cuello, y el cálido contacto de sus cabellos sobre su cuello, al apoyar este su cabeza sobre su hombro.  Al ver esto, el recién llegado volvió sobre sus pasos y salió de allí, pisando con fuerza.
— Ryo-chan no puede contra sus deseos terrenales, ¿no lo crees? — Le preguntó, una vez Ryo se fue.
— ¿Por qué lo preguntas?
— Llegando a la empresa lo vi charlando con la mujer del otro día — Le dijo, mirándolo de reojo.
— Ah…
Yuya sólo lo miró. No vio ningún cambio en sus expresiones, en su mirada misma. Hasta parecía que no le interesaba, pero estaba seguro de que en el fondo, esas palabras lo herían demasiado.
— ¿Qué se le va a hacer? Después de todo, es una persona famosa…
— ¿Tú también lo harías?
— ¿Qué cosa? — Le preguntó, esta vez, mirándolo, al darse cuenta que el fotógrafo había dejado de sacarle fotos.
— Jugar con los sentimientos de las personas.
— Eh… ¿Eso quiere decir que Ryo-chan te rompió el corazón?
— Lo siento… No quise decir eso — Se disculpó el menor, llevándose una mano al rostro.
— Lo que me diferencia de Ryo, es que yo jamás te lastimaría.
Tadayoshi lo miró al notar seriedad en sus palabras. Y no se había equivocado. Al mirarlo, descubrió en sus ojos una determinación y esperanza que las palabras dichas segundos atrás habían despertado en él.
— Perdón… No debí haber dicho eso — Reiteró el muchacho.
Sin más percances ni charlas, la sesión pasó amena. El dúo mantuvo una entrevista y antes del mediodía, ya estaban libres para hacer lo que se les plazca. El primero en irse fue Yuya, que, al ver a Ryo volver a cruzar el amplio lugar, corrió tras de él hasta encontrarlo en el ascensor.
— ¡Espera!  — El morocho se percató de la voz de Yuya pidiendo que sostuviera las puertas del ascensor, pero hizo caso omiso, llegando el menor segundos antes de que las puertas terminaran por cerrarse —. ¡Uff! Llegué a tiempo. ¿No me oíste?
— No, lo siento.
Una suave melodía sonaba mientras el ascensor descendía.  
— Pensé que te ibas a quedar a terminar de ver la sesión de fotos — Se quejó el rubio.
— Tuve cosas qué hacer.
— Ya veo.
El vaivén de Yuya sobre sus propios pies, meciéndose apenas sobre sus dedos, colmaron con la poca paciencia que tenía el mayor en esos momentos.
— ¿Podrías quedarte quieto? — Le ordenó, ocasionando que el rubio lo mirara, sorprendido, terminando por sonreír a los pocos segundos.
— ¿Qué sucede? ¿Tuviste un mal día?
— No me jodas — Respondió el aludido, secamente, masajeándose el tabique nasal con los ojos cerrados. Yuya lo miró de refilón, sin expresión aparente.
— ¿Sabes? Okura-kun ya sabe lo que siento por él.
— Ah… ¿Así que Toma ya te dijo que me lo contó?
— Sí. Y le dije que no había motivos para ocultártelo.
— ¿Y eso?
Antes de responder, Yuya se colocó frente a Ryo, y lo miró fijamente.
— Estoy dispuesto a ir por él.
— ¿Te vas a enfrentar a mí? — Le preguntó el mayor, con una sonrisa burlona.
— Crees que eres el amor de su vida, pero no es así — Le aclaró Yuya, sonriendo de la misma manera en la que lo estaba haciendo él —. Tú sólo lo obligaste a hacerlo. Es más, estoy seguro que cuando sintió algo, fue al día siguiente cuando estaba intentando recordar qué fue lo que le hiciste tomar la noche anterior como para terminar inconsciente y no recordar que abusaste de él, sin importar si estaba despierto o no.
En una fracción de segundo, Ryo detuvo el ascensor y empujó el cuerpo de Yuya contra las puertas, agarrándolo del cuello de la remera con ambas manos.
— Tú no sabes lo que pasó aquella noche. No sabes absolutamente nada.
— Claro que lo sé. Abusaste de él como lo hiciste conmigo y pretendes que sea tu muñequita hasta que te calientes con otro y lo obligues a hacerse mierda, como hiciste conmigo. Pero yo no voy a permitir que lo hagas.
— Estás muy equivocado si estás pensando que vas a pasar encima mío. No te atrevas a desafiarme — Susurró, pero sus palabras no generaban absolutamente nada en su oyente.
— ¿Desafiarte? No, Ryo. Yo sólo te estoy diciendo que Okura-kun no va a caer en tus juegos. Voy a alejarlo lo más que pueda de ti y de tu egoísmo.
Lentamente, Ryo empezó a reír. Yuya dejó que el ascensor siguiera su recorrido hasta la planta baja.
— Todavía no sabes con quién te estás metiendo, Tegoshi — Le dijo, una vez las puertas se abrieron, pasando a su lado y enredando sus cabellos —. No te imaginas lo que puedo llegar a hacer cuando alguien me molesta — Le susurró.

La jornada laboral había terminado. Ryo esperaba que el semáforo se pusiera en verde para darle el paso, mientras golpeaba con sus pulgares sobre el volante del automóvil, una melodía desconocida. Al mirar hacia su derecha, vio a una persona familiar. Tocó la bocina para llamar su atención, y bajó un poco la ventanilla para llamarlo.
— ¡Okura-kun! ¿Quieres que te lleve a casa?
— No, estoy bien. El autobús no va a tardar en llegar.
— Vamos, entra. O vas a terminar congelándote. Bueno, eso… O alguien me va a romper el auto — Agregó, en referencia a las bocinas que empezaron a sonar pidiéndole que siguiera su marcha.
Movilizado más por lo segundo que por lo primero, y por el deseo de llegar lo más rápido posible a su hogar, Tadayoshi aceptó la oferta.
— A mi casa — Le reiteró, colocándose el cinturón de seguridad.
— A tu casa — Repitió el mayor, sonriendo —. ¿Volviste a escribir algo? — Preguntó, después de un largo rato.
— No.
— ¿Te falta inspiración?
— No exactamente. He estado bastante ocupado con la agenda que Yokoyama-san armó para mí, y lo único que quiero al llegar a mi casa es dormir.
— Ya veo. ¿Fue Yoko el que arregló la sesión fotográfica con Tegoshi?
Tadayoshi lo miró.
— Fue él.
El camino a casa del menor fue acompañado por una melodía sonando en la radio.
— Espero empezar  a difundir el regreso de KS Boys la semana entrante. Mañana quiero que nos juntemos para terminar de definir todas las canciones.
— Está bien — Dijo Tadayoshi, sacándose el cinturón de seguridad al estar a una cuadra de su casa —. Muchas gracias por traerme — Le dijo, una vez Ryo detuvo el vehículo frente a la entrada.
— De nada. Es un placer.
El menor bajó del automóvil, y abrió la puerta de su casa, pero se giró al darse cuenta que Ryo seguía ahí.
— ¿Sucede algo? — Le preguntó.
— ¿No vas a invitarme al menos una taza de café?
— Pase — Le dijo el aludido, suspirando.
— Disculpa las molestias — Se burló Ryo, entrando a la casa.
— Sólo entre.
Ryo sonrió, entrando a la casa y esperando a que Tadayoshi lo guiara por el interior del lugar.
El muchacho lo condujo a la cocina-comedor, donde si bien una mesa estaba en medio de la habitación, también, a lo largo de la misma se extendía una larga mesada de mármol, interrumpida para dar espacio al refrigerador, la cocina y el fregadero.
—Me gustaron tus letras — Dijo Ryo, al otro lado de la corta mesada que separaba de alguna forma la cocina del comedor.
— ¿Ah, sí? — Dijo el aludido, poniendo algo de agua caliente en la cafetera, antes de encenderla.
— Me gustó haberte servido de inspiración.
— No se crea tanto — Lo interrumpió Tadayoshi, apoyando su cuerpo sobre la mesada contraria a la que estaba Ryo —. Anoche vi una película con mi madre y Tae-san. De ahí vino mi inspiración.
—Eres malo para mentir — Dijo Ryo, acercándose a él, acariciando la mesada —. Sé que escribiste todo eso mientras pensabas en mí — Cuando se dio cuenta, Tadayoshi lo tenía frente suyo, mirándolo a los ojos, como queriendo escudriñar hasta en su último fragmento de pensamiento. Desvió su vista al darse cuenta que poco a poco estaba volviendo a perderse en la oscuridad de su mirada—. ¿Por qué no me miras a los ojos? — El sonido de la cafetera advirtiendo que su contenido ya estaba caliente, salvó momentáneamente al menor, que podía sentir su corazón latiendo furioso dentro de su pecho. Sacó una taza de la alacena sobre su cabeza y se dispuso a verter el café dentro del mismo, pero la mano de Ryo se lo impidió, su cuerpo, apoyándose sobre el suyo, su aliento golpeando sobre su cuello, debilitándolo por completo —. ¿Por qué me evitas —Le susurró al oído —…, mi amor?
Al sentir un suave beso debajo de su oído, sintió cómo su piel se erizaba, cómo su alma entera se estremecía ante el deseo de volver a ser suyo otra vez. Pero el recuerdo de verlo llegar con una mujer a la empresa, los celos que no se había dado cuenta, eso había generado en él, terminó por hacer que lo empujara con violencia hacia atrás y darle una sonora cachetada.
— No vuelva a decirme así — Le ordenó, dándole la espalda —. No vuelva a atreverse a tocarme — Agregó, apretando los puños sobre la mesada.
— Dime que me odias — Le pidió Ryo —. Dímelo mirándome a los ojos, y te juro que no vuelvo a molestarte. Te juro que no vamos a tener otro tipo de relación aparte de la laboral. Pero atrévete a decírmelo mirándome a los ojos, Tadayoshi.
Aún en contra de su propio corazón, de su propia voluntad, le hizo caso a su razón y giró sobre sus pies, acercándose luego a Ryo y clavando su mirada sobre la suya.
— Te odio. Te aborrezco con todas las fuerzas de mi corazón.
El intervalo entre sus palabras y la reacción de Ryo, pareció eterna.
— ¿Lo ves? No era tan difícil — Susurró el mayor. Recién le dedicó unas palabras cuando llegó al umbral que separaba aquella habitación de la pequeña recepción —. Nos vemos mañana, Okura-kun — Le dijo. Sus pasos dirigiéndose a la puerta, fueron interrumpidos por la llegada de Tae y la madre de Tadayoshi.
— Nishikido-san — Mencionó su nombre la mujer. El aludido le dedicó una reverencia.
— Okura-san.
— ¿No quiere quedarse a cenar?
— No… No quiero causarles molestias — Respondió el morocho. La mujer se dio cuenta que su voz tembló en sus últimas palabras, por lo cual se aclaró la garganta —. Buenas noches.
— Buenas… noches — Lo saludó la mujer, mientras él salía del hogar. Junto con Tae llegaron al comedor en el instante en que Tadayoshi se desplomó en el suelo, estallando en un llanto desgarrador. La mujer se acercó a su hijo y lo rodeó en un afectuoso abrazo —. El amor duele, ¿no, hijo? — Le susurró, besando y acariciando sus cabellos.

De nuevo, no podía conciliar el sueño. Ryo siempre se lo quitaba con cada palabra que le dedicaba, con cada mirada que le daba. Cuando más charlaban, más inquieto se volvía a la madrugada, y menos horas podía dormir. Rezongó, girando sobre su cuerpo, y volviendo a hacerlo para quedarse mirando el techo. El sonido del timbre lo asustó. Frunció el ceño al darse cuenta que el reloj digital sobre su cabeza marcaba las dos de la madrugada. Volvió a oírlo, por lo que se sentó en la cama.
— ¿Quién rayos es…? — Se preguntó, levantándose y saliendo de su habitación. Al bajar las escaleras encontró a Tae, quien estaba dejando pasar a un recién llegado Shingo.
— Ah, Okura-kun…, ¿puedes acompañarme, por favor?
— ¿Pasó algo?
— Eh… Sólo… Ven conmigo, ¿sí?
— S… Sí…
— ¿Ocurre algo? — Preguntó la madre de Tadayoshi.
— Le pido disculpas por venir a esta hora, Okura-san — Le dijo Shingo, dedicándole una reverencia —. Vine a buscar a su hijo por un… asunto…
Algo había sucedido. Aunque las palabras de Shingo fueron pocas, y aunque se mantuvo en silencio hasta llegar a destino en su vehículo, se dio cuenta que algo malo había sucedido. El lugar al cual lo llevó el mayor a esa hora de la madrugada, fue un hospital. Había un sinfín de periodistas y camionetas de canales de noticias en la entrada del mismo por lo cual debieron bajar hasta el estacionamiento, desde donde, al bajar del automóvil, subieron con el ascensor al primer piso.
— Hasta que llegan — Dijo Ryuhei, quien los esperaba al lado del ascensor —. Hina…, ¿quieres subir primero, por favor?
— Claro — Dijo el aludido, palmeando la espalda de Tadayoshi antes de irse, dejándolo con más dudas de las que ya tenía.
— ¿Va a decirme para qué me llamaron a las dos de la madrugada para traerme aquí, Maruyama-san?
El aludido suspiró profundamente y abordaron el siguiente ascensor que llegó a la planta baja.
— Ryo tuvo un accidente — Tadayoshi lo miró —. En estos momentos, lo están operando.
— ¿Qué… le sucedió…? — Susurró.
— Fue un accidente automovilístico. Bebió demás y colisionó contra un camión que iba en la mano contraria.
El aludido cerró los ojos con fuerza, sintiendo cómo una pesada carga empezaba a posarse lentamente sobre sus hombros.
— ¿A qué hora fue? — Le preguntó, colocándose frente suyo y agarrarlo de los hombros —. Por favor, ¡dígame a qué hora sucedió!
— Cerca de la una de la mañana… Según Yoko, fue a un bar a beber y aunque el dueño le dijo que iba a pedirle un taxi, él insistió en volverse en su auto.
— Fue mi culpa — Musitó Tadayoshi, mirando la nada y soltando el agarre sobre Ryuhei —. Fue mi culpa…
— ¿De qué estás hablando?
— Yo lo rechacé, por eso hizo lo que hizo. Si no lo hubiera hecho, yo… Él no estaría…
Su oyente lo agarró del hombro, llamando así su atención.
— Oye, cálmate.
Las puertas del ascensor se abrieron. Al salir, Tadayoshi vio al resto de los integrantes de los KS Boys y hasta a Keiichiro y Yuya.
You estaba hablando con un médico que aparentemente había salido de la sala de operaciones. Él le dedico una reverencia, y el hombre volvió a ponerse el barbijo y entrar a la sala.
— ¿Qué te dijo? — Le preguntó Shingo.
— Está estable, pero quieren ver cómo va a evolucionar. El choque interrumpió el normal funcionamiento de varios de sus nervios y lo más probable es que — Levantó la vista, hizo un paneo general y suspiró, antes de terminar la frase —… Lo más probable es que quede parapléjico.
Tadayoshi no podía comprender todo lo que dos simples palabras habían desatado.
Subaru suspiró sonoramente.
— ¿Qué haremos ahora? — Preguntó.
— Vamos a descansar y mañana vamos a volver al trabajo. Ryo va a reponerse, pero mientras tanto, debemos seguir con nuestros proyectos individuales. Es lo que él nos estaría diciendo en estos momentos, si estuviera consciente.
Lentamente, cada uno fue abordando los ascensores para salir del hospital y volver a sus respectivos hogares.
— ¿Okura-kun? — Llamó su atención Shota, al verlo apreciar el cielo estrellado a través del enorme ventanal de la vacía sala de espera —. ¿Vamos?
— Ah... Vayan ustedes. Yo voy por un refresco y vuelvo a casa en taxi. Por favor, no se preocupen por mí — Les pidió, con una sonrisa forzada.
— Como quieras — Dijo Shota.
— Llámanos si se te ofrece algo — Le dijo Ryuhei.
El aludido atinó a asentir con la cabeza. Cuando el dúo se fue, tal y como se los había dicho, se dirigió a unos pocos pasos de allí, a sacar un refresco de la máquina expendedora. Se quedó mirando la bebida que había elegido, pensando en lo que había sucedido y en todo lo que aún faltaba por suceder.
— Buenas noches.
Cuando giró su cabeza hacia la izquierda, vio a la mujer que ya varias veces había visto en compañía de Ryo.
— Buenas noches — La saludó, agarrando su bebida —. ¿Se le ofrece algo?
— Vine a ver cómo está Ryo.
— Usted es...
— Toda Erika, una vieja amiga.
— ¿Erika? Su nombre me es familiar...
— Tú debes ser Okura-kun, ¿cierto? Ryo no deja de decir maravillas de ti.
— ¡Eri-chan...! — Dijo el aludido, al percatarse que con quien estaba hablando había sido alguna vez una famosa actriz y modelo reconocida internacionalmente.
— Guau... ¡Hace mucho tiempo que nadie me llama por mi nombre artístico! — Se sorprendió la mujer —. Entonces, Okura-kun, ¿cómo esta mi cómplice? ¿El diablo lo escupió? 
— El doctor dijo que está estable, pero que hay probabilidades de que quede parapléjico...
— No te alarmes, la yerba mala nunca muere. Y Ryo no es de esos que se dejan vencer tan fácilmente. El muy maldito va a estar caminando de nuevo sobre sus dos patitas en menos de lo que canta un gallo.
— ¿Usted cree?
— ¡Por supuesto que sí! — Le dijo la mujer, palmeando su espalda con extrema confianza -. Confía en mí. Ah... Eso quiere decir que debo seguir hablando con Yokocho acerca de sus apariciones en televisión, ¿no es verdad?
— ¿Con Yokoyama-san?
— Sí, ¿no te dije que con Ryo somos cómplices?
— Pensé que eran amantes o algo así...
Erika rio a carcajadas ante aquel comentario.
— Eso es imposible. Con Ryo estábamos teniendo reuniones meramente profesionales. Además, soy una alegre mujer casada. Mi esposo es la cabeza de una de las señales de televisión de mayor audiencia del país, y Ryo me pidió si podía ayudarlo a promocionar el regreso de los KS Boys en varios programas — Si ya no era suficiente cargar con el peso de haber sido en parte el culpable de lo sucedido con Ryo, haber desconfiado de él, haber pensado que andaba con aquella mujer, también había sido el detonante de las palabras que le había dicho. Al darse cuenta Erika que no iba a poder sonsacarle más información a su oyente, le sonrió —. Bueno, creo que eso es todo. Mañana voy a llamar a Yokocho. Buenas noches, Okura-san. Fue un placer conocerte — Le dijo la mujer, dulcemente, extendiéndole su mano derecha, la cual después de haber estado unos segundos inmerso en sus propios pensamientos, Tadayoshi estrechó.
— Lo mismo digo — Musitó el muchacho. Esperó a que la mujer se fuera para volver donde estaban los ascensores. Abrió la bebida que había sacado de la máquina expendedora y levantó la lata hasta la altura de sus labios, pero cuando quiso beber un sorbo, toda la desesperación que estaba manteniendo oculta, apareció, ocasionando que bajara rápidamente la lata hasta apoyarla sobre un basurero y cubriera su rostro con ambas manos, llorando desesperadamente. Pudo sentir cómo débilmente un par de brazos rodearon su cuerpo, consolándolo. Sin detenerse a pensar quién podía ser, se dejó abrazar afectuosamente; necesitaba aquel abrazo, necesitaba que alguien estuviera a su lado.

En la pantalla del televisor estaban pasando un informe acerca de la nueva novela protagonizada por Yuya.
— ¿Viste eso? — Le dijo el rubio, pero no importa qué intentara, no podía sacarle siquiera un esbozo de sonrisa.
— ¿Qué? — Preguntó Tadayoshi, sentado en el sillón a su lado, levantando la cabeza. Suspiró al darse cuenta que por décima vez desde que había llegado a su departamento, su atención había sido llamada por la voz del mayor —. Lo siento… La verdad es que… Lo siento — Repitió, llevándose una mano al rostro.
— No tienes por qué pedir disculpas — Dijo el aludido, acariciando sus cabellos con ternura —. Sé cómo te sientes.
— La mujer que estaba con él los otros días —Apoyó su nuca sobre el apoyacabezas del sillón y suspiró —… era Eri-chan…
— Lo sé.
— ¿Y por qué no me lo dijiste?
— ¿Qué tiene? ¿Acaso querías saber el nombre de la mujer que te lo quiere arrebatar?
Tadayoshi frunció el ceño, mirándolo, para volver a dirigir su vista al techo y cerrar los ojos.
— Ella está felizmente casada. Arrebatar — Pronunció la última palabra en un resoplo, sonriendo —. Como si tuviera algún tipo de futuro con Nishikido-san… Lo eché de mi casa diciéndole que lo odiaba a todo pulmón.
— Y realmente, ¿qué sientes por él? — Preguntó Yuya mientras se incorporaba para volver a sentarse pero, esta vez, sobre Tadayoshi.
— No lo sé… En estos momentos, sólo quiero…
Sus palabras fueron interrumpidas por las suaves caricias que Yuya le daba a su rostro. Cuando abrió los ojos, sintió el suave roce de sus labios sobre los suyos, y sus oídos oyeron el sonido de un dulce beso.
— Sólo olvídate de lo que pasó hoy, y déjate llevar — Le susurró el rubio, sin haber soltado el agarre sobre el rostro del menor y volviendo a apresar sus labios.

Una semana más tarde, aunque Ryo se había ausentado todo ese tiempo, con el estricto horario presentado por You, no lo parecía. Pero ese día era bastante particular, ya que marcaba el regreso del presidente de la empresa. Tadayoshi se enteró de esto, junto con Keiichiro y Yuya, al entrar al lugar, y encontrar charlando a Subaru y You.
— Primero, el trabajo — Dijo el segundo, entregándole a Tadayoshi su horario del día. No entendía en qué momento se sentaba a armarlos, y eso si se sentaba en algún lugar, y eso si descansaba como una persona normal. Suspiró al ver que tenía libre apenas unas pocas horas cerca del atardecer. Quiso averiguar si Yuya también las tenía, pero no podía hacerlo sin preguntárselo directamente y sabía que si lo hacía, se iba a dar cuenta que era para poder escaparse de él.
— Nos vemos más tarde, entonces — Le dijo el rubio antes de despedirse, abrazándolo afectuosamente y dándose un suave beso en la mejilla, visto esto por Ryuhei y Shota, sorprendidos ambos por aquella acción.
A diferencia de Tadayoshi, él tenía la mañana libre. Le dijo a Keiichiro que saliera a tomar algo de aire fresco, ya que a partir de las doce, el resto del día sería bastante atareado. El aludido agradeció el gesto y sin cuestionar las órdenes de su superior, volvió sobre sus pasos, saliendo del edificio. Tras deshacerse de un primer obstáculo, Yuya abordó el ascensor, con una sonrisa que buscaba escapársele del rostro. Así se presentó frente a Sayuri, a quien saludó agitando la mano, ya que la muchacha estaba respondiendo una llamada telefónica.
— Apenas hoy se reincorpora y ya hay miles de personas llamándolo — Dijo, suspirando luego de cortar la llamada.
— ¿Ryo-chan está en su oficina?
— Sí — Respondió la aludida, levantándose de su asiento y rodeando el escritorio para llegar a una pequeña mesa que allí había y servir un café —. Ni siquiera he podido llevarle un café.
— Deja, yo se lo llevo. Creo que hoy vas a cobrar por atender el teléfono — Dijo Yuya. A los pocos segundos, el teléfono volvió a sonar, generando su sonrisa —. Te lo dije.
— ¿Se lo lleva usted? — Preguntó la muchacha, volviendo a su asiento, en referencia al café.
— Ah… Sí, sí, por supuesto. No te preocupes — Respondió el rubio, con una sonrisa.  Ya con la bebida preparada, Yuya golpeó la puerta de la oficina de Ryo con los nudillos, oyendo una débil voz al otro lado que le decía que podía entrar. Yuya abrió la puerta y hasta cerrar la misma a su paso, no pudo evitar sino, estallar en carcajadas, al ver el sillón donde usualmente estaba sentado Ryo a un costado y a él, en el lugar de siempre, pero sentado en una silla de ruedas —. ¡Lo siento! ¡Lo siento! Me esperaba esto, pero no que fuera de esta forma.
Ryo no dijo nada, simplemente lo miró hasta que llegó frente a su escritorio. Dirigió su vista a la taza de café que estaba más cerca de Yuya que de él. Si no fuera por la nula movilidad que tenía sobre sus piernas, podría haberse incorporado y agarrarlo, pero en esa situación, le resultaba imposible.
— ¿Podrías alcanzarme el café? — Le pidió.
— ¡Oh! Lo siento — Se disculpó Yuya, estirando su mano para que el café estuviera al alcance de la del mayor —. ¿Qué se siente?
— Está amargo — Dijo Ryo, con una expresión de disgusto en el rostro tras haberle dado un sorbo a la bebida.
— ¡Ah! ¡Perdón! — Se disculpó Yuya una vez más, extendiéndole un par de sobres de azúcar que había llevado en el bolsillo de su campera —. Últimamente ando un poco distraído.
— Yoko dice que lo estás haciendo bien — Dijo el mayor, abriendo los sobres de azúcar y vertiendo el contenido dentro de la taza.
— Sí, pero… Oye, Ryo, en serio… ¿Qué se siente? — Bebiendo de nuevo un sorbo de café, el aludido lo miró —. ¿Qué se siente no poder mover las piernas?
— ¿Quieres que te las rompa para que sientas en carne propia?
— No, gracias — Respondió Yuya, rodeando el escritorio para sentarse sobre el sillón de Ryo y dar una vuelta completa sobre sus ruedas —. Necesito de estas bellezas — Dijo, levantando sus piernas unos noventa grados por unos segundos.
— ¿Y eso? — Preguntó el morocho, sonriendo —. ¿No me digas que te conseguiste un mejor postor que yo? Acuérdate del primero que te hizo ver las estrellas cuando estés en Hollywood, perrita.
Yuya sonrió ampliamente, ya no podía contener las palabras que desde la noche del accidente habían quedado atravesadas en su garganta.
— No… No es nadie internacional. Es más… es de aquí, de Japón. Y tú lo conoces más que bien.
Sin dejar de mirarlo ni por un segundo, Ryo dejó la taza sobre el escritorio.
— ¿Con quién te estás acostando? — Preguntó, seriamente.
Yuya se levantó y se acercó a él.
— La noche del accidente…, lo hice — Susurró, mirándolo fijamente a los ojos.
— ¿Qué hiciste?
— Hice el amor con Tadayoshi.
— Tegoshi, Tegoshi, Tegoshi… ¿Sabes que a esta distancia puedo romperte el cuello?
Automáticamente, el rubio retrocedió hasta donde estaba el sillón, pero no se sentó.
— Dime, Ryo, ¿qué se siente que te arrebaten lo que más amas?
— Lo dices como si realmente te hubiera importado entregarme tu virginidad. No me jodas — Se sonrió Ryo —. Si no hubiera sido conmigo, te hubieras encamado con cualquiera que te hubiera dicho que iba a ser de ti una estrella de fútbol.
Una sonora cachetada por parte de Yuya surcó el aire. La mirada fulminante de Ryo se posó sobre él, pero el rubio, lejos de temerle, volvió a sonreír ampliamente.
— ¿Qué se siente que no puedas hacer nada para impedírmelo?
— No voy a estar así para siempre. Cuando me recupere, te juro que me la vas a pagar. Te juro que voy a hacerte mierda. Voy a hacerte caer tan bajo, que vas a querer haber muerto el día que intentaste terminar con tu vida.
— No me das miedo. Para nada — Abusando de su propia confianza, Yuya volvió a acercarse a Ryo y agarró ambos apoyabrazos con las manos —. Cuando vuelvas, como dices, Tadayoshi ya se habrá olvidado de ti.
Podría haberle dicho miles de cosas, pero realmente no quiso. En lo que debía pensar en ese momento y por quién sabe cuánto tiempo más, debía ser sólo su salud. Si antes, su propio orgullo no había sido razón suficiente como para elegir el mejor tratamiento posible, ahora, Yuya le había dado uno. No iba a permitir que nadie salvo él estuviera enterrado en los pensamientos más profundos de Tadayoshi. Esperó a que Yuya saliera de la oficina para lanzar todo lo que estaba sobre el escritorio, al suelo: papeles, carpetas, cosas que debía firmar, y hasta el monitor de la computadora, arrancándolo del CPU.
— Sayuri… ¡Sayuri! — Gritó, aferrándose a sus apoyabrazos. Dándose cuenta en una fracción de segundo cómo iba a explicarle lo sucedido a su secretaria, como especie de medida preventiva, se lanzó al suelo, acompañado de la silla de ruedas. Al entrar, la muchacha estuvo al borde del infarto con tal escena, corriendo rápidamente a socorrer a su jefe.
— ¡Nishikido-san! ¡¿Se encuentra bien?! ¡¿Qué sucedió?! — Le preguntó la muchacha, ayudándolo a sentarse en el suelo.
— Estoy bien. Sólo… ¡Ay! — Se quejó, sintiendo un dolor punzante sobre su hombro izquierdo.
— ¿Quiere que llame al médico? Llamaré al médico — Se preguntó y respondió a sí misma, incorporándose.
— Sayuri…
La aludida lo miró.
— Antes que nada, ¿podrías ayudarme a sentarme en el sillón que está allá? Por favor —
En parte, sus palabras calmaron un poco los nervios que había generado en su secretaria. Ayudado por ella, llegó hasta el sillón, donde se sentó a esperar por el médico —. Creo que exageré un poco — Susurró, esbozando una débil sonrisa, una vez la muchacha salió de la oficina, sobándose el hombro izquierdo.

4 comentarios:

  1. OMG !! OMG ! !
    retiro lo que dije en fb sobre amarte (?)
    Te odio! *pateada*
    fue fue fue tan tan tan .... asdasdasdasdasdas genial! *-*

    yo pensaba que lo que tegoshi hacia era solo para alejar a Tatsu de Ryo, pero Nunca Nunca de los nuncas me imagine que se fuera a encamara con el D:
    y fue más sorprendente que Tatsu ...Tatsu ... TATSU T-T *demasiado loca con el ryokura que eso le afecto (?)*

    OMG!
    lo de Ryo D=
    me dio penita el negro ;o; <3
    pero se lo merecia !*pateada* ok no , si me dio penita ;o;
    pobre, aunque , que bueno que se está recuperando *-*
    ojala que se recupere , se la parta a Tego y se quede con Tatsu ! *bien vendida*

    Muuuuuuuuuuuuuuuuuuuchas gracias por la actualizacion *-*
    te amo ~ *aunque tmbn te odie xD*

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    1. *se deja patear porque se lo merece* xDDDDDDD

      Es que no puedo dejarlos tranquilos y tener una relación feliz... Necesito que sufran :'D (antes de dejarlos tranquilos y que tengan una relación feliz xD)

      Es que Tatsu se dejó consolar por Tego en todo el sentido de la palabra xD Se nota lo mucho que le afectó lo de Ryo (?

      Voy a reservarme los comentarios para el tercer párrafo y sólo voy a decir: Siga leyendo los siguientes capítulos :v I'm a bitch I KNOW xD

      Muuuuuuuuuuuuuuuuchas gracias a vos por leer y tomarte el tiempo de comentar ;A;
      JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA, yo también la amo :3 porque es una lectora mía ^_____^
      Hasta la semana que viene :D

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  2. "No iba a permitir que nadie salvo él estuviera enterrado en los pensamientos más profundos de Tadayoshi."

    Yo: alksdhjkshafkjasjkahkdjdlkadfñkj, ese es el Ryo que me gusta xDDDD

    Estuvo fantástico el capítulo. No sé que más decir porque sigo en el universo alterno del fic xD.

    Espero la contiiiii con ansias locas, tan locas como el Tego.

    Ganbatte ^o^ /

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    1. Ese es el Ryo que a todas nos gusta :Q_____ MUAJAJAJAJA~
      El Ryo posesivo y psicótico <3 jajajajajaja

      arigatou ^______^

      No, no, más loca que Tego no está nadie xD Salvo un Tatsu en modo mujer (?

      Gracias por leer y comentar ^_^
      Hasta el próximo comentario \(:D)/ *chu~*

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